26 de diciembre de 2007

Noel Castillo











Cuba,1967. Licenciado en Filología. Ha recibido los premios Calendario y Dador.







El de Mami



el día que mi abuela cumplía 80 años,

tras la cena -
mi madre y yo sumergimos la vajilla en agua de
arroz.
hablábamos observando en el fondo del peltre
nuestros dedos emparedados de grasa.
entonces me reveló que aún adolescente
fue aprendiz de carnicera
y poseyó un juego completo de cuchillos.
sólo una cortada,
mientras destazaba el pernil de una res,
alejó para siempre a mi madre de su oficio.
nuestros dedos continuaban chocando entre las
vasijas
como amabilísimos montículos
deglutiendo las sobras.
después - agregó - vine yo:
herida mayor, puente colgadizo de tendones,
extensión de su sangre manando sobre el mostrador
y recogida luego en una vasija extremadamente
frágil.
mi madre se ladeó para encender un cigarro
y advertí por primera vez el tajo.
desde los albaricoques arreciaba el jolgorio;
sin secarme los ojos
volteé la palangana sobre la tierra chamuscada,
luego me puse a secar las escudillas:
las gallinas, sádicas,
escarbaban dentro del charco rojo.







DETRITUS MEUS


Al costado de la antigua cárcel,
sobre el muro derecho
escribías mi nombre con tu orina...
faltaba la ele, no dio tiempo la vida
ni los acomodos
ni un foco importunando
la marcha de algún desconocido.
Las letras asperjadas - puede -
no sean sino virutas carcomiendo la cal,
tatuajes de una vez:
cuando entendimos
lo mal venido de las letras póstumas.

Desde ese día conozco más mi sangre,
el lamento patriarcal de los rabinos.
Y juro que si una gota falta
es por temor a la remenbranza,
por la rugosidad del muro
(sobre el perfil derecho,
al costado de la antigua cárcel),
o por la cautela que nos conmina
a no profanar zonas vedadas.

13 de diciembre de 2007

Anaïs Nin


Neuilly, Francia, 21 de febrero de 1903 - Los Ángeles, 14 de enero de 1977) fue una escritora franco-estadounidense de ascendencia española y danesa.Es especialmente conocida por sus Diarios, que abarcan un período de cuatro décadas y que empezó a escribir con doce años, en los que recoge su amor por Henry Miller y la mujer de este, June, su matrimonio con Hugo Guiller, etc. No obstante, no sería hasta la publicación póstuma de Incesto: diario amoroso, en que se hiciese público lo más íntimo de sus relaciones sexuales, hasta ese momento omitido en sus obras autobiográficas. Fue amiga y amante de muchas figuras literarias importantes, como Henry Miller, Antonin Artaud, Edmund Wilson, Gore Vidal, James Agee y Lawrence Durrell.






"Cualquier forma de amor que encuentres, vívelo. Libre o no libre, casado o soltero, heterosexual u homosexual, son aspectos que varían de cada persona. Hay quienes son más expansivos, capaces de varios amores. No creo que exista una única respuesta para todo el mundo...Siempre hubo en mí, al menos, dos mujeres una mujer desesperada y perpleja que siente que se está ahogando y otra que salta a la acción, como si fuera un escenario,disimulando sus verdaderas emociones porque ellas son la debilidad, la impotencia, la desesperación y presenta al mundo sólo una sonrisa,ímpetu, curiosidad, entusiasmo, interés".





En la década de los 40, Anaïs Nin y Henry Miller sobrevivieron un tiempo escribiendo cuentos eróticos para un hombre que les pagaba por página. Este cliente que se hacía llamar El Coleccionista, permaneció siempre anónimo, llenando de indignada curiosidad a los dos grandes autores que prestaron su talento y su pluma para satisfacer sus caprichos. Este coleccionista de pornografía no apreciaba el estilo y en repetidas ocasiones les exigió que se “saltaran la poesía” y se concentraran en el sexo, porque lo demás no le interesaba. Anais Nin le escribió una carta en la que define magistralmente la esencia del erotismo.



“Querido Coleccionista: Le odiamos. El sexo pierde todo su poder y su magia cuando es explícito, rutinario, exagerado, cuando es una obsesión mecánica. Se convierte en un fastidio. Ud. nos ha enseñado más que nadie sobre el error de no mezclar sexo con emociones, apetitos, deseos, lujuria, fantasías, caprichos, vínculos personales, relaciones profundas que cambian su color, sabor, ritmo, intensidad.
No sabe lo que se pierde por su observación microscópica de la actividad sexual, excluyendo los aspectos que son el combustible que la enciende: intelectuales, imaginativos, románticos, emocionales. Esto es lo que le da al sexo su sorprendente textura, sus transformaciones sutiles, sus elementos afrodisíacos. Usted reduce su mundo de sensaciones, lo marchita, lo mata de hambre, lo desangra.
Si nutriera su vida sexual con toda la excitación y aventura que el amor inyecta a la sexualidad, sería el hombre más potente del mundo. La fuente del poder sexual es la curiosidad, la pasión. Usted está viendo extinguirse su llamita asfixiada. La monotonía es fatal para el sexo. Sin sentimientos, inventiva, disposición, no hay sorpresas en la cama: El sexo debe mezclarse con lágrimas, risas, palabras, promesas, escenas, velos, envidias, todos los componentes del miedo, viajes al extranjero, nuevos rostros, novelas, historia, sueños, fantasías, música, danza, opio, vino.
¿Sabe cuánto pierde por tener ese periscopio en la punta de su sexo, cuando podría gozar un harén de maravillas distintas y novedosas? No hay dos cabellos iguales, pero usted no nos permite perder palabras en la descripción del cabello; tampoco dos olores, pero si nos expandimos en esto, usted chilla : ¡Sáltense la poesía! No hay dos pieles con la misma textura y jamás la luz, temperatura o sombras son las mismas, nunca los mismos gestos, pues un amante, cuando está excitado por el amor verdadero, puede recorrer la gama de siglos de ciencia amorosa. ¡Qué variedad, qué cambios de edad, qué variaciones en la madurez y la inocencia, perversión y arte...!
Nos hemos sentado durante horas preguntándonos cómo es usted.
Si ha negado a sus sentidos seda, luz, color, olor, carácter, temperamento, debe estar ahora completamente marchito. Hay tantos sentidos menores fluyendo como afluentes al río del sexo, nutriéndola. Sólo la pulsación unánime del sexo y el corazón juntos pueden crear éxtasis.”






La primera publicación no censurada de sus anotaciones íntimas se llamó "Henry Miller, su mujer y yo", (que se adjunta... las ediciones posteriores llevan por título sólo Henry and June) y abarca el período comprendido entre 1932 y 1934. Es el texto que fue llevado al cine por Phillip Kaufmann con el nombre de "Henry and June", con María de Medeiros en el rol de Anaïs y Uma Thurman en el rol de June. La trama incluye detalles de las relaciones íntimas en que se vieron envueltos Anaïs, Henry y su mujer, June. Pero un valioso documento literario del clima generado por esta relación triangular hay que buscarlo en los relatos eróticos de la escritora, que se publicarían muchos años más tarde, bajo el nombre de "Delta de Venus" y "Pájaros de fuego".

Marina Tsvietáieva









Poetas con historia y poetas sin historia
Traducción: Selma Ancira

(… ) ¿Qué es el "yo" del poeta? En apariencia es el "yo" humano, expresado en el discurso poético. Pero sólo en apariencia, ya que a menudo los versos nos revelan algo oculto, ensordecido y aun ahogado que la propia persona no sabía que poseía y que no habría descubierto de no haber sido por el don de la poesía. Es la acción de las fuerzas, desconocidas para quien actúa y sólo se percata de su existencia en el momento mismo de la acción. Una analogía casi completa con el sueño. Si se pudiera -hay quien sí puede, sobre todo los niños- gobernar los propios sueños la analogía sería completa. El "yo" poético, el "yo" de los sueños es I aquello que en la persona está oculto y enterrado y aflora en los versos: en ellos está expuesto y es visible. En otras palabras, el "yo" del poeta es la fidelidad de su alma a ciertos sueños, la visita que de algunos sueños recibe el poeta, la fuente secreta ya no sólo de su voluntad, sino de su naturaleza toda. El "yo" del poeta es el "yo" de quien sueña más el "yo" de quien crea la palabra. El "yo" poético no es otra cosa que el "yo" del soñador que ha sido despertado por un inspirado discurso y que sólo se realiza en ese discurso. Esa es, en suma, la personalidad del poeta. Esa la ley de la particularidad del poeta. Por eso todos los poetas son tan similares y tan distintos a la vez. Similares porque todos, sin excepción, sueñan. Distintos por los sueños que tienen. Similares en su capacidad para soñar; distintos por sus sueños.

Todos los poetas se dividen en poetas con evolución y poetas sin evolución. En poetas con historia y poetas sin historia. Los primeros pueden ser representados gráficamente como una flecha, lanzada al infinito. Los segundos como un círculo. Sobre los primeros (la flecha) actúa la ley del autodescubrimiento progresivo. Se van descubriendo a través de todos los fenómenos con los que se encuentran en su camino, con cada nuevo paso que dan y con cada nuevo encuentro. Lo mío o lo ajeno, lo esencial o lo superfluo, lo casual o lo eterno. Todo es para ellos una piedra de toque. Una piedra de toque de sus fuerzas que crecen con cada nuevo obstáculo. Su autodescubrimiento es el conocimiento que adquieren de sí mismos a través del mundo, el conocimiento del alma a través del mundo visible. Su camino es el camino de la experiencia. Cuando ellos caminan nosotros sentimos físicamente el movimiento del aire que hienden. De ellos sopla viento. No giran la cabeza en su camino. Su experiencia se acumula por sí misma y se almacena en algún lugar atrás, como un saco en la espalda que nunca ejerce presión sobre los hombros. Uno jamás voltea a ver el peso que lleva atrás. El caminante no siente su mochila hasta el momento en que la necesita: cuando se detiene. El Goethe del Gotz von Berlichingen y el Goethe de La metamorfosis de las plantas no se conocían. Una vez que Goethe hubo tomado y puesto en su mochila todo lo que necesitaba de su yo de entonces se abandonó a sí mismo en los maravillosos bosques de la joven Alemania y de su propia juventud y siguió adelante. Si el Goethe maduro se hubiera encontrado en una encrucijada con el Goethe joven, probablemente no lo habría reconocido y habría sentido deseos de entablar con el una amistad. No hablo de la persona Goethe, sino del Goethe creador, y tomo este ejemplo como el más evidente.
Los poetas con historia (así como las personas con historia y como la historia misma) ni siquiera renuncian a sí mismos, simplemente no voltean a verse, no tienen tiempo -¡adelante! ¡sólo adelante! Es la ley del movimiento y de la penetración. El Goethe del Gotz, el Goethe del Werther, el Goethe de las Elegías romanas, el Goethe de La teoría de los colores, etcétera ¿dónde está? En todos lados. En ningún lado. ¿Cuantos son? Tantos como pasos haya habido. Cada paso era dado por una persona nueva. Uno se iba y otro llegaba. ,El levantaba la huella de aquel caminante. El era su propio músculo creador. Como Pushkin. Aunque... tal vez eso sea el genio.
¡La soledad de estos caminantes! Buscan a alguien a quien tú ya no reconocerías. Se enamoran de alguien a quien tú ya has negado. Creen a quien tú ya has superado. De Goethe hasta sus ochenta y tres años (el año de su muerte) exigían Gotz (¡Goethe a los veinte!). I
(...) No se trata de una cuestión de edad, no, todos cambiamos. Se trata de que el Goethe maduro no comprendía su propia juventud –hay poetas que se vuelven jóvenes en su vejez. ¡La trilogía de la Pasiónn de Goethe fue escrita por un anciano de setenta años! Es una cuestión de cambios, de horizontes que se abren, de espacios que se superan con anterioridad. Se trata de lo incalculable de los minutos, de lo infinito de las tareas, de lo inmenso de las fuerzas colombinas en él. Y la mochila sobre la espalda (Goethe en realidad andaba con un saco para guardar piedras y minerales) es cada vez más y más pesada. Y el camino conduce al infinito. Y las sombras crecen. Y ni las fuerzas ni el camino tienen límite.
Los poetas con historia son, ante todo, poetas de un tema. Siempre sabemos sobre lo que escriben, y si no lo sabemos, cuando hayan concluido su camino siempre sabremos a dónde iban (la existencia de una meta). No es frecuente que sean poetas exclusivamente líricos. Son demasiado grandes en extensión y envergadura, se sienten constreñidos en su "yo", aun en el más grande; extienden ese "yo" hasta que no dejan nada de él, hasta que llega a fundirse con el horizonte. (Goethe, Pushkin) El "yo" humano se convierte en el "yo" del país, del pueblo, de un continente determinado, del siglo, del milenio, de la bóveda celestial... (El "yo" geológico de Goethe: "Vivo en los milenios".) El tema para un poeta así es un pretexto para un nuevo yo, que no siempre es humano. Todo su camino terrenal es una secuencia de reencarnaciones, pero no necesariamente en un ser humano: en una piedra, en una flor, en una constelación. Parecen encarnar en sí mismos todos los días de la creación.
Los poetas con historia son, ante todo, poetas de voluntad. No hablo de la voluntad que podría realizarse por sí misma: nadie dudaría de que una masa física como Fausto, o simplemente un poema de mil versos, no puede surgir por sí mismo. Por sí mismos pueden surgir ocho, dieciséis, difícilmente veinte versos -la mayor parte de las veces la marea lírica trae hasta nuestros pies sólo guijarros, aunque éstos sean los más preciados. Hablo de la voluntad de elegir, de la voluntad como elección. Decidirse no sólo a ser otro, sino a ser alguien . Decidir separarse de uno mismo. Decidir, como el héroe del cuento: a la derecha, a la izquierda o recto (y, también como el héroe de ese mismo cuento - ¡nunca atrás!). Al despertar una mañana Pushkin decide: "¡Hoy escribiré Mozart!" Ese Mozart es la renuncia a una multitud de otras visiones y cosas, es lo irrevocable de la elección: el sacrificio. Para utilizar el vocabulario contemporáneo diría que el poeta con historia deja de lado todo lo que no entra en su línea general-la de su personalidad, de su talento, de su historia. Quien elige es su infalible instinto de lo más importante. Y sin embargo, al final del camino recorrido por Pushkin nos queda la sensación de que Pushkin no podía no haber creado lo que creó, ni haber escrito lo que no escribió. Y nadie de nosotros se lamenta de que hubiera descartado el proyecto de las Almas muertas en favor de Gógol, ya que éste se encontraba en la línea general de Gógol. (El poeta con historia también tiene una clara visión de los otros, Pushkin sobre todo.) El rasgo principal de estos poetas es su deseo de alcanzar una meta. El poeta sin historia no puede tener este deseo. El mismo no sabe lo que le traerá la marea lírica.
La poesía lírica pura no tiene un proyecto. Uno no puede obligarse a tener un sueño determinado o a sentir un sentimiento preciso. La lírica pura es un estado puro de vivencias -de sufrimiento, y en los intervalos ("mientras Apolo no llame al poeta para el sacrificio sagrado"*) en los bajamares de la inspiración- un estado de infinita pobreza. El mar se ha retirado, se lo ha llevado todo y no volverá antes de su debido tiempo. Algo constante y terrible pende en el aire sobre la palabra de honor de la inspiración desleal. ¿Y si algún día te abandona?
La poesía lírica pura no es otra cosa que el registro de nuestros sueños y de nuestras sensaciones además del ruego para que estos sueños y estas sensaciones nunca se agoten... Si al poeta lírico se exigiera además ... ¿Pero qué además se le puede exigir? El poeta lírico no tiene de dónde asirse: no tiene el esqueleto del tema, ni las horas obligatorias de trabajo detrás de un escritorio; no tiene material del cual extraer nada, del cual ocuparse y hasta en el cual sumergirse en los momentos de marea baja; está completamente suspendido del hilo de la confianza.
No esperen sacrificios: el poeta lírico puro no sacrifica nada -está contento cuando llega aunque sea algo. Tampoco esperen de él una elección moral -sea lo que sea lo que haya llegado, "malo" o "bueno" - se siente tan feliz de que haya llegado que a ustedes (la sociedad, la moral, dios) no les cederá nada.
Al poeta lírico le ha sido dada únicamente la voluntad de realizar: lo suficiente para distinguir entre los dones que ofrece la marea. La poesía lírica pura no es otra cosa que el registro de nuestros sueños y de nuestras sensaciones. Mientras más grande es el poeta lírico, más limpio es su registro.

Un caminante y un pilar. El poeta sin historia es un pilar o, lo que es lo mismo, un durmiente. No importa lo que suceda a su alrededor, no importa qué creen (o destruyan) las olas de la historia - él escucha sólo lo suyo, ve sólo lo suyo, conoce solamente lo suyo. (No importa qué ocurra a su alrededor, él no ve otra cosa que sus sueños.)
(...) Se puede decir de los poetas sin historia que su alma y su personalidad se formaron en el vientre materno. No necesitan aprender, ni adquirir, ni comprender nada -lo saben todo desde el momento de su nacimiento. No preguntan nada -sólo manifiestan. La evidencia y la experiencia no significan nada para ellos. En algunas ocasiones el círculo de sus conocimientos es muy reducido -no salen de él. En otras su círculo de conocimientos es muy amplio -jamás lo reducen para complacer a la experiencia. Han venido al mundo no para aprender sino para decir. Decir aquello que ya saben, todo lo que saben (si es mucho), lo único que saben (si sólo es una cosa). Han venido al mundo para que se les conozca. Los poetas líricos puros, los que sólo son poetas líricos, no permiten que nada ajeno penetre en su mundo; su instinto para lo ajeno es tan grande como el instinto de los poetas con historia para su línea general. Todo el mundo empírico es para ellos -un cuerpo extraño. En este sentido tienen la posibilidad de elegir, más bien de seleccionar, o más exactamente, de rechazar. Rechazan con toda la esencia de su naturaleza, y no sólo de su voluntad. Y con frecuencia su rechazo es inconsciente. En esto son, como en muchas otras cosas, quizá en todo -niños. Para ellos el mundo es: "¡Así no!" - "¡Así! j Yo sé como!" "j Yo sé mejor!" ¿Y qué es lo que saben? Que de otra forma es imposible. Son las antípodas absolutas: "yo" soy el mundo (hablo del mundo humano: la sociedad, la familia, la moral, la iglesia que gobierna, la ciencia, el sentido común, cualquier forma de poder de cualquier organización humana en general incluyendo nuestro tan afamado "progreso"). Sus versos y sus destinos son siempre uno. _
Para los poetas con historia no hay cuerpos extraños: participan conscientemente del mundo. Su "yo" es igual al mundo. De lo humano a lo cósmico. En esto radica la diferencia entre el genio y el genio lírico. Ya que existen los genios líricos puros. Pero de ellos nunca se dice: es un genio. Su extremada reserva y su especial forma de ser se señala a menudo con la expresión "poeta lírico". Así como también lo inconmensurable y hasta lo impersonal del genio se suele expresar con la ausencia o simplemente con la imposibilidad de una definición cualquiera. (Cualquier definición, puesto que da un significado exacto, es limitada.)
El "yo" no puede ser un genio. Puede llamarse genio al "yo", vestirlo con el nombre de un mortal cualquiera, darle temporalmente algunos indicios terrestres. No olvidemos que genio para los pueblos antiguos significaba un ser superior y bondadoso, una divinidad que estaba por encima (del hombre), y no el hombre en sí. Goethe era un genio porque por encima de él planeaba un genio. Este genio lo sedujo y lo apoyó hasta el final de sus ochenta y tres años -hasta la última página de la segunda parte de Fausto. Ese mismo genio quedó impreso en su faz inmortal.

La última explicación y, tal vez, la más sencilla. La poesía lírica pura vive de sentimientos. Los sentimientos son siempre los mismos. No tienen un desarrollo, no tienen lógica. No tienen un orden consecuente. Nos han sido dados todos al mismo tiempo, todos los sentimientos que algún día habremos de experimentar. Como las llamas de una antorcha están hundidos en nuestro pecho desde el momento de nacer. El sentimiento (como la infancia de un hombre, de una nación, de un planeta) siempre comienza por el máximo y en los genios y en los poetas se queda en ese máximo. El sentimiento no necesita de una causa, él mismo es la causa de todo. El sentimiento no necesita de la experiencia, lo sabe todo por anticipado. (Todo sentimiento es también un presentimiento.) Alguien a quien ha sido dado el amor, ama; alguien a quien ha sido dada la ira, se indigna; alguien a quien ha sido dada la ofensa, desde su nacimiento se sentirá ofendido. La susceptibilidad da pie a sentirse ofendido. El sentimiento no necesita de la experiencia, a priori sabe que está condenado. El sentimiento nada tiene que hacer en la periferia de lo visible, está en el centro, él mismo es el centro. El sentimiento nada tiene que buscar en los caminos, sabe que llegará y que conducirá a sí mismo. Un círculo encantado. Un círculo de sueño. Un círculo mágico. Y bien, una vez más: El pensamiento es una flecha. El sentimiento -un círculo.

Esa es la esencia de los poetas líricos puros, la naturaleza de la lírica pura. Y a nosotros en algún momento puede parecemos que evolucionan y cambian, pero no son ellos quienes evolucionan y cambian, sino su léxico, su arsenal lingüístico. Es raro aquel poeta lírico al que de entrada le han sido dadas las palabras -¡SUS palabras! A menudo, por impotencia comienzan utilizando palabras ajenas, no propias, palabras universales (y es precisamente en esa etapa cuando gustan a la mayoría que reconoce en ellos su propia falta de personalidad!). Cuando comienzan a hablar su propia lengua, en ocasiones con enorme rapidez, nos parece que han cambiado y que han crecido. Pero no son ellos quienes crecieron, creció y los alcanzó en altura su "yo" lingüístico. Incluso el músico más grande no puede expresarse en un teclado infantil.
Hay niños que ya nacen con el alma lista. Pero no hay un sólo niño que nazca con el lenguaje listo. (Hubo uno -Mozart).

Los poetas líricos puros aprenden literalmente a hablar, ya que el lenguaje poético es la física de su creatividad, es el cuerpo de su alma, y todo cuerpo necesita desarrollarse. Lo más difícil para el poeta lírico es encontrar su propio lenguaje, no su propio sentimiento, ya que éste lo tiene desde que nació.
Pero no hay un poeta lírico que en su infancia no se haya expresado a sí mismo -a su yo íntegro, a su yo predestinado- en alguna estrofa de cuatro o de ocho versos que no volverá a darse nunca más y que bien podría servir de epígrafe para toda su obra, de fórmula para toda su vida. Una primera estrofa que podría también ser la última (una inscripción pre-natal, que también podría ser pre-mortuoria en su lápida).
"El velero" de Lermontov es eso. Los poetas líricos, en su mayoría, son niños de desarrollo precoz (y de corta vida -como hombres y como escritores), más exactamente -de agudeza precoz- de clara visión de estar condenados a la poesía lírica, Wunderkinder en el sentido literal de esta palabra, con un despierto sentido del destino, es decir de sí mismos. El poeta con historia nunca sabe lo que sucederá con él. Quien lo sabe es su genio, aquel que lo guía y le va descubriendo sólo lo indispensable para que pueda moverse con libertad: la dirección a seguir o la meta más próxima, dejando lo más importante oculto a la vuelta de la esquina. El poeta lírico siempre sabe que con él no sucederá nada, que no tendrá nada excepto a sí mismo: su propia experiencia lírica, trágica.
Tomemos como ejemplo a Pushkin que comenzó con sus poemas "de liceo" y a Lermontov que comenzó con "El velero". A Pushkin, en sus primeros versos, no podemos intuirlo, sólo el genio de Derzhavin pudo ver en el rostro vivo, en la voz viva, en el gesto vivo de aquel joven a un futuro genio. Pero en "El velero" de aquel Lermotov de dieciocho años ya está todo Lermontov: el Lermontov del desasosiego, de la humillación, del duelo, de la muerte. El joven Pushkin no podía haber escrito un poema como "El velero" - y no porque su talento no estuviera suficientemente desarrollado: estaba tan dotado como Lermontov. Pero es que Pushkin, como todo poeta con historia, como la historia misma, comenzó desde el principio y pasó toda su vida im Werden (realizándose), y Lermontov -desde el principio- ya era. Para descubrirse Pushkin tenía que haber vivido no una sola vida -un ciento. Para descubrirse Lermontov no tenía más que nacer. (….)
Cuando te aproximas a algo debes saber qué puedes esperar de él. Y debes esperar precisamente aquello que constituye su esencia. Cuando te aproximas al mar -y al poeta lírico- vas en busca de lo mismo; no buscas algo nuevo, vas por la repetición y no por la continuación. La poesía lírica, como el mar, incluso cuando la descubres por primera vez, inevitablemente -la relees. En tanto que a Pushkin, que anda siempre hacia adelante (como el río que fluye siempre hacia lo lejos), lo lees más adelante. Es la diferencia que hay entre el movimiento amplio, de vaivén, lírico y arrullador del mar -y el movimiento lineal, irrevocable e irreversible del río. La diferencia entre estar en un sitio y pasar por un sitio. Al río lo amas porque siempre es distinto, al mar -porque siempre es el mismo. Si quieres novedad, quédate a vivir junto al río.
La poesía lírica, como el mar, sola se inquieta, sola se calma, sola -en sí misma- se realiza. No en vano Heráclito dijo: "Nadie se baña dos veces en el mismo río" - tomando como símbolo de la corriente no al mar, que veía todos los días y que conocía muy bien, sino -al río. 
Cuando vas en busca del mar o del poeta lírico, no vas en busca de la corriente que no regresa, sino de la olas que siempre vuelven; no buscas el momento que no se repite, sino precisamente la repetición de lo imprevisto -del mar y de la lírica, lo invariable de los cambios y de las transformaciones, lo inevitable de tu asombro ante ellos.
¡Renovación! Ahí radica el poder de los poetas líricos sobre nosotros, la fuerza en la que se sostiene todo el ceremonial religioso, todo el hechizo, toda la magia, todas las invocaciones, todas las maldiciones, todas las uniones humanas y no-humanas. ¡Hasta los muertos se levantan de sus tumbas!
Quién le puede decir al grande y al auténtico: ¡sé diferente! ¡Sé! -es nuestra silenciosa plegaria. Al poeta con historia le decimos: "¡Mira hacia adelante!" Al poeta sin historia: "¡Ve más a fondo!" Al primero: "¡Adelante!" Al segundo: "¡Más!" (...)

11 de diciembre de 2007

Antonin Artaud



















Junto a mí, el dios-perro, y su lengua
atravesando como una flecha la costra
del doble cráneo abovedado
de la tierra que lo escuece.

He aquí el triángulo de agua
caminando con su paso de chinche,
pero que bajo la chinche ardiente
se da vuelta como un cuchillo.

Bajo los senos de la tierra odiosa
la perra-dios se ha retirado,
senos de tierra y de agua helada
que hacen pudrir su lengua hueca.

He aquí la virgen-del-martillo,
para moler los sótanos de tierra
cuyo horrible nivel el cráneo
del perro estelar siente subir.


Martes 18 de Noviembre de 1947

(Traducción: Miguel Frontán)

2 de diciembre de 2007

Julio Moracen






(Ver entradas anteriores)




8.6

Para Caridad Atencio





Al fondo del todo
tomaba su cerveza
/mirar con flacidez
& sorbo a sorbo deglutir el liquido /un gesto impaciente para fumarlo
como un hombre dice ella; como si lamiera un VERBO.

Vincenzo Cardarelli




Nazareno Cardarelli (Corneto Tarquinia 1887 ; Roma 1959) Poeta y escritor. Cardarelli con pocos estudios escolares y de maravillosa formación autodidacta, es uno de los grandes poetas italianos del siglo XX. Renovador, experimental, es reconocido tambien como escritor de prosas autobiograficas de costumbres y de viajes.



Tiempo que cambia


Como cambia el color
de una estación a otra,
así cambian los hombres de humor y pensamientos.
Todo en el mundo es tiempo variable.
Aquí está ya el pálido
otoño sepulcral,
cuando ayer, sin embargo, aún dominaba
el vigor casi eterno del verano.




Otoño


Otoño. Ya lo sentimos venir
en el viento de agosto,
en las lluvias de septiembre
con su llanto torrencial,
y un escalofrío recorrió la tierra
que ahora, desnuda y triste,
acoge a un sol extraviado.
Ahora pasa y declina,
en este otoño que avanza
con lentitud indecible,
el mejor tiempo de nuestra vida
y largamente nos dice adiós.



Cruel adiós


Te conocí cruel en la separación.
Te vi partir
como el soldado que va a la muerte
sin piedad para el que queda.

No me dejaste ninguna esperanza.
No tenías, en aquel punto,
la fuerza para verme.
Después, nada de ti, salvo tu espectro,
asiduo compañero, tu silencio
pavoroso como un pozo sin fondo.
Y me ilusiona
que puedas amarme de nuevo.

Y no hago sino buscarte, no espero
sino tu vuelta,
para verte cambiada, desmemoriada,
con fastidio de mí que me atreveré a hacerte
un amoroso y vano desdén.

1 de diciembre de 2007

Umberto Saba

Umberto Poli (Trieste, 9 de marzo de 1883 ; Gorizia, 25 de agosto de 1957)
Poeta y novelista italiano. Considerado dentro del hermetismo en sus primeros libros, inaugura posteriormente una línea poética alternativa que junto a Cardarelli, Ungaretti, Montale e Quasimodo es considerado uno de los precursores de una poesia italiana universal,moderna y ajena a la búsqueda de un lenguaje puro y absoluto.Entre sus libros fundamentales encontramos Casa e campagna (1909-1910); Parole (1934) y Ultime cose (1944).









Ulises


Oh, tú que eres tan triste y tienes presagios
de horror -Ulises declinante- ¿ninguna
dulzura en tu alma aúna
la Llama
por una
pálida soñadora de naufragios
que te ama?



PARA LA DUQUESA D’AOSTA


1

Así tan joven eres, así ligera
caminas al encuentro de la duda fortuna
si no fueras así una
princesa, serias una niña



PALABRAS


Palabras,
Donde el corazon del hombre se espejaba
-desnudo y sorprendido- en los orígenes;
busco un ángulo en el mundo, un oasis
propicio en que lavarlos con mi llanto
de la mentira que los ensucia. Juntos,
el cúmulo de recuerdos espantosos
se desharía, como nieve al sol.