24 de marzo de 2010

Dolores Labarcena



















2 poemas de Nunkentachj


Los pronósticos de que escapase fueron lo bastante ciertos… Un ataúd bajo tierra, un puente levadizo, las aguas del Mississippi… Ya en los treinta ni rastro de su sombra.

Para entonces Culen: cuya vaqueta sostuvo el son de las cabezas gachas y un solo que ni el flautista de Hamelín. Esto a la buena de Dios y en la boca de un sombrero ¿acaso en el puño de un guante? El arte del ilusionismo es una invención milenaria. -Según M-“Justo lo que admite la máquina de mirar”.


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La mitad de la cinta transcurre entre personajes enclenques y restos de una desusada vajilla. Al fondo, bloques de hormigón. De vez en cuando (y sólo de vez en cuando): ¡ah Krishna! y una bocanada de aire. Casi no hay diálogos; con esos trajines... El tono sigue siendo el mismo, pero a la vista de un puerco una banda de pájaros despega de un tenderete. En efecto, es el final. Cuán oportuno el fotógrafo: con un ademán de burla lo mantiene a raya.