27 de junio de 2010

Osip Mandelstam I












En las terribles alturas, un fuego fatuo:
¿acaso un astro así refulge?
Astro transparente, fuego fatuo,
tu hermano, Petropol, muere.

En las terribles alturas arden los sueños terrestres,
un astro verde refulge.
Oh, si eres un astro, hermano del agua y del cielo,
tu hermano, Petropol, muere.

Una monstruosa nave en las terribles alturas
navega veloz, alada.
Astro verde, en bella miseria
tu hermano, Petropol, muere.

La primavera transparente sobre el negro Neva
se quebró. La cera de inmortalidad se consume.
Oh, si eres un astro, Petropol, mi ciudad,
tu hermano, Petropol, muere.


1918




Regresé a mi ciudad, conocida hasta las lágrimas,
hasta las venas, hasta las inflamadas glándulas de la infancia.

Regesaste aquí, pues traga, deprisa,
el aceite de hígado de bacalao de las farolas fluviales de Leningrado.

Reconoce, deprisa, el día de diciembre,
en el que una siniestra brea se añadió a la yema.

Petersburgo, aún no deseo morir:
tú tienes los números de mis teléfonos.

Petersburgo, aún tengo direcciones
en las que hallaré las voces de los cadáveres.

Vivo en la escalera de servicio, y en la sien
me golpea el tiembre que arrancaron de un tirón,

toda la noche aguardo en vela la visita de seres queridos,
que haga rechinar el herraje de la cerradura de la puerta.


Diciembre de 1930



Trad. Jesús García Gabaldón
(tomado de Tristia y otros poemas, Ediciones Igitur, 1998)

23 de junio de 2010

Boris Pasternak


La poesía

Poesía, te voy a jurar
y termino, estoy ronco:
tú no eres el habla melosa,
tú eres el estío en tercera clase,
tú eres arrabal, y no estribillo.

Tú eres asfixiante como mayo, Yámskaya,*
un reducto nocturno de Shevardino,*
en el que lanzan gemidos las nubes,
marchándose luego por lados distintos.

Y, doblándose en la espiral de las vías
-no el estribillo, sino el arrabal-,
se arrastran de las estaciones a sus casas,
no cantando, sino estupefactos.

Los restos de la lluvia manchan los racimos
y largo rato, hasta la aurora,
desgranan acrósticos en todos los techos,
lanzando burbujas con rima sonora.

¡Poesía, si debajo del grifo tienes
una perogrullada, vacía, cual cubo de zinc,
que siga, no obstante, fluyendo tu chorro!
¡Puesto tienes debajo el cuaderno: fluye, pues!

1922

* Yámskaya: nombre de varias calles de Moscú.
*Shevardino: reducto del campo de batalla de Borodinó. (Nota del traductor.)


La primavera

Primavera. Vengo de la calle
donde el álamo esta maravillado,
donde se asusta la lejanía,
donde la casa tiene miedo a caer,
donde el aire es azul
como el envoltorio de la ropa blanca
del que ha sido dado de alta del hospital.

Donde la noche está vacía
como el relato interrumpido
que una estrella dejó sin terminar,
para perplejidad
de miles de ojos ruidosos,
sin fondo y carentes de expresión.

1918


Versiones de César Astor

6 de junio de 2010

Poemas de Nabokov


Habitación de hotel

No cama del todo, no del todo banco.
Papel pintado: un amarillo torvo.
Un par de sillas. Un espejo bizqueante.
Entramos, mi sombra y yo.

Con vibrante sonido abrimos la ventana;
se desliza hasta el suelo el reflejo de la luz.
Es la noche sin aliento. Lejanos perros
con variados ladridos fracturan el silencio.

Inmóvil, me quedo junto a la ventana,
y en la negra vasija del firmamento
como gota dorada de miel refulge
la pulposa luna.

Sebastopol, 1919


Al atardecer

Junto al mismo banco, al atardecer,
como en los días de mi juventud,

Sabéis bien cómo, al atardecer,
con un abejorro y una nube de vivos colores,

En el banco del asiento medio podrido,
en lo alto sobre el río encarnado,

Como entonces, en aquellos días lejanos,
sonríe y aparta el rostro,

Si a las almas de los muertos hace tiempo
les es a veces dado regresar.

Berlín, 1935


En el paraíso

Más allá de la distante muerte, alma mía,
veo tu imagen así:
un naturalista provincial,
excéntrico perdido en el paraíso.

Ahí, en un claro, dormita un ángel salvaje,
criatura más o menos pavonada.
Tantéalo curiosamente
con tu paraguas verde,

especulando cómo, en primer lugar,
escribirás un ensayo sobre él,
después... ¡Pero no hay revistas eruditas,
y en el paraíso lectores no hay!

Y ahí estás tú, sin creerte aún
tu callada aflicción.
Sobre ese soñoliento animal azul
¿a quién le contarás, a quién?

¿Dónde está el mundo y las rosas clasificadas,
el museo y las aves disecadas?
Y tú miras y miras a través de tus lágrimas
esas alas innombrables.

Berlín, 1927


Atardecer sobre un solar vacío. En memoria de VDN.

Inspiración, cielo rosado,
casa negra, con tan sólo una ventana,
llameante. ¡Oh, ese cielo
por la ventana llameante embebido!
Desperdicios de solitarias afueras,
pequeño tallo enmarañado y lacrimal,
calavera de felicidad, esbelta, larga,
como el cráneo de un borzoi.**
¿Qué me pasa? Perdido de mí mismo,
derritiéndome en el aire y el ocaso,
farfullando y desmayado casi
sobre la basura al atardecer.
Nunca tuve tantas ganas de llorar.
Aquí está, en lo más hondo de mí.
El deseo de expulsarlo intacto,
velado levemente de humedad, tan trémulo,
jamás había sido en mí tan poderoso.
Sal, mi precioso ser,
agárrate con fuerza a un tallo,
a la ventana, aún celestial,
o a la primera lámpara encendida.
Quizá el mundo está vacío y es brutal;
nada sé —excepto que
vale la pena nacer
por el ser de este tu aliento.

Fue una vez más simple y fácil:
dos rimas, y el cuaderno abría.
¡Qué nebulosamente te tuve que conocer
en mi juventud presuntuosa!
Apoyando los codos en la barandilla
del verso que se deslizaba como un puente,
me figuré en seguida que mi alma
se había empezado a mover, empezado a deslizar,
y que se dejaría llevar hasta las estrellas mismas.
Mas al transcribirlas a la copia en limpio,
privadas de magia al instante,
¡cuán inútilmente unas tras otras
se escondían lastradas las plomizas palabras!

¡Mi joven soledad
en la noche entre inmóviles ramas!
¡El asombro de la noche sobre el río,
que de lleno la refleja;
y florecer de lilas, el pálido amor
de mis números primeros inexpertos,
con esa luz fabulosa de la luna en lo alto!
Y las sendas del parque en medio luto,
y, agrandada por el recuerdo ahora,
mucho más sólida y hermosa hoy,
la vieja casa, y la llama inmortal
de la lámpara de keroseno en la ventana;
y en el sueño los aledaños de la dicha,
una brisa lejana, un aéreo mensajero
penetrando densos bosques con el ruido en aumento,
inclinando una rama al fin:
cuanto parecía haberse llevado el tiempo,
te detienes sin embargo, y de nuevo brilla al través,
pues su párpado no estaba sellado,
y uno ya no puede apartarlo de ti.

Parpadeando mira un ojo llameante,
a través de las negras chimeneas como dedos
de una fábrica, hacia las flores enmarañadas
y una lata abollada.
Por el solar vacío en el polvo oscurecedor
vislumbro un podenco esbelto de blanquísimo pelo.
Me imagino que perdido. Pero en la distancia suena
insistente y cariñoso un silbido.
Y en el crepúsculo viene hacia mí
un hombre, llama. Reconozco
tus enérgicas zancadas. No has cambiado
mucho desde que te vi morir.

Berlín, 1932


Un descubrimiento

La hallé en una tierra legendaria
toda rocas y espliego y dispersa hierba,
donde estaba posada sobre arena empapada
vecina al torrente de un desfiladero.

Los rasgos que combina la señalan como nueva
ante la ciencia: forma y tono —el tinte tan singular,
consanguíneo de la luz de la luna, que atempera su azul,
la parte inferior deslustrada, la franja taraceada.

Han aislado mis agujas su sexo esculpido;
los tejidos corroídos no pudieron ya ocultar
esa mota inapreciable que ahora riza la lágrima
convexa y límpida sobre un portaobjetos iluminado.

Se gira un tornillo lentamente; y saliendo de la bruma
dos ambarados garfios se inclinan simétricamente,
o escamas cual raquetas de amatista
atraviesan el círculo encantado del microscopio.

Yo la hallé y yo le di nombre, al ser versado
en el latín taxonómico; me convertí de ese modo
en padrino de un insecto y su primer
definidor: otra fama ya no quiero.

Desplegada en su alfiler (dormida profundamente),
a salvo de los parientes y la corrosión reptantes,
en la aislada fortaleza donde conservamos
los prototipos de especies ella transcenderá a su polvo.

Oscuros cuadros, tronos, las piedras que los peregrinos besan,
poemas que en morir tardan mil años,
tan sólo remedan la inmortalidad
de esta roja etiqueta sobre una tenue mariposa.

1943


Traduciendo Eugenio Onieguin

1

¿Qué es la traducción? Sobre una bandeja
la airada y pálida cabeza de un poeta,
el parloteo de un loro, el chillido de un mono,
de los muertos la profanación.
Los parásitos con quienes fuiste tan severo
quedarán perdonados si yo obtengo tu perdón,
oh, Pushkin, para mi estratagema:
yo descendí por tu tallo secreto,
y alcancé la raíz, y me alimenté de ella;
después, en una lengua recién aprendida,
otro tallo dejé crecer y he convertido
tu estrofa en soneto configurada
en mi honrada y caminera prosa:
toda espina, pero prima de tu rosa.


2

Las palabras reflejadas sólo pueden tiritar
como alargadas luces que se contorsionan
en el espejo negro de un río
entre la ciudad y la bruma.
¡Esquivo Pushkin! Perseverante,
yo recojo todavía el pendiente de Tatiana,
con tu hastiado libertino continúo aún viajando.
Los errores de otro encuentro,
analizo aliteraciones
que engalanan tus fiestas y hechizan
la gran estrofa cuarta de tu Octavo Canto.
Mi tarea es esta: entremezcladas,
la paciencia de un poeta y la pasión de un escoliasta:
excrementos de paloma por encima de tu estatua.

1955.


Si el lector avezado u observador encuentra en la versión española de estos poemas ciertas licencias (no más de cuatro), no lo tome a mal y piense que quizá Nabokov sonría y aparte el rostro "si a las almas de los muertos hace tiempo les es a veces dado regresar". —Javier Marías

Friedrich Hölderlin


Lamentos de Menón por Diotima

(fragmento)

I
Vengo en vano a buscar un cambio todos los días,
callan siempre a mi voz todas las sendas del campo;
fui a las gélidas cimas, las sombras todas me vieron,
y las fuentes; incierto vaga sin rumbo el espíritu,
paz buscando; así va por los bosques la herida alimaña
que a medio día de sombra segura gozó;
pero ya a su verde guarida no ha de tornar.
Insomne y dolida el dardo lleva doquier.
No el calor ni la luz, no la gélida noche la curan,
ni el frescor del torrente da a sus heridas alivio.
Y como la tierra sus triacas en vano
dale, y el céfiro no su fiebre logran aplacar:
tal, amigos, ¿a mí será imposible que nadie
pueda el fatídico sueño por fin apartar?

II
Sí, bien poco curáis del miserable que, oh dioses
de la muerte, apresáis en vuestras ávidas fauces,
y crueles hundís en la lúgubre noche;
para qué suplicar, o con vosotros reñir,
o con paciencia sufrir en pávido exilio viviendo
y sonriendo escuchar vuestra necia canción;
si ha de ser, tu salud olvida, duerme callado;
pero surge una voz de esperanza en tu pecho;
¡tú no puedes aún, pobre alma, no puedes
consentir, pues aguardas presa en tu sórdido sueño!
Y aún ambiciono la corona que adorna mis bucles;
bien sé que solo estoy, empero llega de lejos
sombra amiga, y sonríe, y me llena de pasmo,
pues me torna feliz en el dolor que me oprime.

III
¡Luz de amor! ¿Tu fulgor áureo llega también a los muertos
tal como en tiempo feliz brillas ahora en mi noche?
Dulces jardines, montañas rosas al sol del ocaso,
bienvenidas seáis sendas calladas del bosque,
sois testigos de un júbilo celestial; ¡lueñes astros
que santas miradas antaño me enviásteis!
Y vosotros, amables hijos de un día de mayo,
suaves rosas y lirios que siempre memoro;
primaveras fenecen, los años expulsan los años,
cambian y pugnan, el tiempo se cierne
sobre testas mortales, mas no en los ojos beatos
de amorosas parejas que nueva vida comparten.
Pues los días, los años estelares por siempre,
¡Diotima! Con nos íntimamente se unieron.

IV
Pero unidos en plácida paz, como cisnes amantes
que ante el lago reposan o son por las ondas mecidos,
viendo el fondo en que nubes de plata la linfa refleja,
y el etéreo azul que a su paso tremola;
de tal guisa fuimos los dos; alzábase el Bóreas
que persigue al amor, y que supo abatir
del ramaje el verdor, y la lluvia en el viento arrastrar;
mas tranquilos reíamos, nuestro dios vigilaba
el idilio con faz infantil y serena,
que en un canto común nuestras almas unía.
Mas hoy está vacía la casa; se han llevado
mis ojos, me he perdido también contigo al perderte.
Y así debo vagar, e igual a las sombras vivir;
vano y sin alma ya todo ha de ser para mí.

V
¿Qué festejar, con qué fin? ¿Cantar, y con quién?
Al solitario los dones divinos no llegan;
es este mi delito; yo sé que un signo aciago
paraliza mis miembros, mi espíritu anula,
y mudo, insensible, como un niño me torna.
Sólo a veces los ojos lágrimas gélidas lloran,
y me atristan las flores del campo, las aves alegres,
mensajeras de radiante canción celestial.
Pero el vívido sol en mi lúgubre pecho,
frío, estéril, declina y anuncia la noche.
¡Ay! Y vano y vacío como muros de cárcel, el cielo
ciérnese como curva guadaña sobre mi frente.(...)

Versión de Otto de Greiff




Las bacantes de Eurípides

He venido, hijo de Jove, a esta tierra de Tebas,
Dioniso, que alumbré una vez a la hija de Cadmo,
Semele, fecundada por el fuego de la tempestad.
Y tomando figura mortal, al sitio del dios,
aquí estoy, en el bosque de Dirce, al pie del Ismeno.
El sepulcro de la madre veo, de aquella que fue en el fulgor,
allá, junto a las casas y las ruinas de las salas
humeantes, donde ahora vive la flama del fuego divino,
la eterna violencia de Hera contra mi madre.
Alabo al sagrado Cadmo, que aquí en el campo
lloró a la hija el árbol del higo. Lo he circundado
con el aroma de la uva y el verde de las vides,
y de lejos, de la tierra colmada de oro de los lidas,
de los frigios y los persas, golpeada por la luz,
en el muro de la Bactriana, a través del campo tempestuoso
de los medos, a través de los dichosos árabes,
y vagando por la eterna Asia, que yace junto a las aguas
saladas, para unos y otros, griegos y bárbaros
entre ellos confundidos, roca de ciudades con bellas torres,
así llegué aquí en una ciudad griega por vez primera
para conducir mi coro e instruir mis misterios,
pues sólo a los hombres como espíritu visible soy.
Por primera vez en Tebas, aquí en Grecia,
he elevado mi grito, tensando la piel de los ciervos.

Versión de José Manuel Recillas

5 de junio de 2010

Los enfermos y los médicos, Artaud




La enfermedad es un estado,
la salud no es sino otro,
más desagraciado,
quiero decir más cobarde y más mezquino.
No hay enfermo que no se haya agigantado,
no hay sano que un buen día no haya caído en la traición, por
no haber querido estar enfermo, como algunos médicos que
soporté.

He estado enfermo toda mi vida y no pido más que continuar
estándolo.
pues los estados de privación de la vida me han dado siempre mejores indicios sobre la plétora de mi poder que las creencias pequeño burguesas de que: BASTA LA SALUD

Pues mi ser es bello pero espantoso. Y sólo es bello porque
es espantoso.
Espantoso, espanto, formado de espantoso.

Curar una enfermedad es criminal
Significa aplastar la cabeza de un pillete mucho menos codicioso
que la vida
Lo feo con-suena. Lo bello se pudre.

Pero, enfermo, no significa estar dopado con opio, cocaína
o morfina.
Y es necesario amar el espanto de las fiebres.
la ictericia y su perfidia
mucho más que toda euforia.

Entonces la fiebre, la fiebre ardiente de mi cabeza,
-pues estoy en estado de fiebre ardiente desde hace cincuenta
años que tengo de vida-
me dará
mi opio,
-este ser-
éste
cabeza ardiente que llegaré a ser,
opio de la cabeza a los pies.
Pues,
la cocaína es un hueso,
la heroína, un superhombre de hueso.

Ca itrá la sará cafena
Ca itrá la sará cafá

y el opio es esta cueva
esta momificación de sangre cava ,
este residuo de esperma de cueva,
esta excrementación de viejo pillete,
esta desintegración de un viejo agujero,
esta excrementación de un pillete,
minúsculo pillete de ano sepultado,
cuyo nombre es:
mierda, pipí,
Con-ciencia de las enfermedades.
Y, opio de padre a higa,
higa, que a su vez, va de padre a hijo,-
es necesario que su polvillo vuelva a ti
cuando tu sufrir sin lecho sea suficiente.

Por eso considero
que es a mí, enfermo perenne,
a quien corresponde curar a todos los médicos,
-que han nacido médicos por insuficiencia de enfermedad-
y no a médicos ignorantes de mis estados espantosos de
enfermo,
imponerme su insulinoterapia,
salvación de un mundo postrado.

Publicado en “Les Quatre Vents”, N°8 (1947)

Versión de Aldo Pellegrini

Antonin Artaud



Segunda Carta Conyugal




Necesito a mi lado una mujer sencilla y equilibrada,
y cuya alma agitada y oscura no alimentara continuamente
mi desesperación. Los últimos tiempos te veía siempre
con un sentimiento de temor e incomodidad.
Sé muy bien que tus inquietudes por mí son a causa de tu amor,
pero es tu alma enferma y malformada como la mía la que exaspera
esas inquietudes y te corrompe la sangre.
No quiero seguir viviendo contigo bajo el miedo.


Agregaré que además necesito unas mujer que sea mía exclusivamente,
y que pueda encontrar en todo momento en mi casa.
Estoy aturdido de soledad. Por la noche no puedo regresar
a un cuarto solo sin tener a mi alcance ninguna de las comodidades
de la vida. Me hace falta un hogar y lo necesito enseguida,
y una mujer que se ocupe de mí permanentemente, incapaz como soy
de ocuparme de nada, que se ocupe de mí hasta de los más insignificante.
Una artista como tú tiene su vida y no puede hacer otra cosa.
Todo lo que te digo es de una mezquindad atroz, pero es así.
No es preciso siquiera que esa mujer sea hermosa, tampoco quiero
que tenga una excesiva inteligencia, y menos aún que piense demasiado.
Con que se apegue a mí es suficiente.


Pienso que sabrás reconocer la enorme franqueza con que te hablo y sabrás
darme la siguiente prueba de tu inteligencia:
comprender muy bien que todo lo que te digo no rebaja en nada
la profunda ternura, y el indecible sentimiento de amor que te tengo
y seguiré teniendo inalienablemente por ti, pero ese sentimiento no guarda
ninguna relación con el devenir corriente de la vida.
La vida es para vivirse.
Son demasiadas las cosas que me unen a ti para que te pide que lo nuestro
se rompa; sólo te pido que cambiemos nuestras relaciones,
que cada uno se construya una vida diferente, pero que no nos desunirá más.

3 de junio de 2010

F. Salem Daie
















Hijo ilustre de la Avenida Paulista que lo vio nacer hace 29 años, F. Salem Daie es poeta, dramaturgo, periodista, además de lector impenitente de la obra de Guimarães Rosa y Lobo Antúnez. Actualmente cursa estudios de Maestría en Literatura Latinoamericana en la Universidad Estatal de Nuevo México.


Traducción del portugués y nota introductoria: Rafael Álvarez Rosales






Bebiendo con Francis Scott Fitzgerald


Tome esta cerveza, Scott - digo-
no es más de cabaré,
como hace 50 años.

Scott yergue el ceño. Está feliz
esta noche. El rostro colorado (perdónenme)
curado de torpeza.

- Quiero presentarle unos amigos. Estos son.
Usted sabe, es triste, muy triste volver para la casa
en una noche de viernes.
El hace una señal con el sombrero. Comienza
una canción del Memphis (o será New Orleans?).

- Qué legal, Scott! Conoce a Bob Dylan?
No lo conoce. Todo bien; nosotros realmente
gustamos de usted, nos gustan
los cafés en el Greenwich Village, whisky ocho años,
hasta doce, pero, qué diablos, sin ginger ale.

“Hay más hombres en cada vaso
que en cada ventana”, me dice. Y mira el cielo.
La amplitud rota y el ave muda
de este lado del paraíso.









El muro


hombre hecho
no digo adiós a mi infancia
pero ella calla.

El niño dibujado
en el muro del quintal
apenas me mira
mírame

gris era el muro
que cerca mis días

mas parece ser el único
en que un hombre puede
recostar la cabeza
sin terror.











Era necesario adiestrar a los animales de estimación
a no pedir comida al borde de la mesa.
Sobre todo, era necesario prohibirles
pedir como humanos.











Réquiem a un caballo


La conciencia de que se va a morir
vuelve más hermoso al hombre.
Pero no tanto
como aquel
que va a perder su caballo.
Saber que aquella carne
musculosa
padecerá antes que la suya.
Y que un gran animal
fue tan manso
para un pequeño atormentado.









Más allá de la calle


El otoño quemó mis manos
con su fuego de hojas
que baja sobre los patios
los perros ovillados
sobre las calles
sobre los niños que juegan
pasan por mí
tropeles orgánicos
no me ven
de zapato y jeans
el rostro de una mujer
en el bolsillo de la camisa
corren, me pasan
miro atrás (mi juventud
es una breve terraza)
miro de nuevo al final de la calle
no es para allá que corren
distraídos pequeños búfalos
en este domingo de ventanas
de una mañana desperdiciada
se van hasta más allá
de la cuadra
de la vida
de mi tiempo
corren hasta más allá
y se reúnen alrededor de mi lápida
en un campo distante
se miran todos
sobrios quietos
me reconocen en fin
aunque sea yo
ahora
este misterio.

Entrevista a David Leyva















El cenáculo de un creador no está en su vida sino en su muerte:


Por: Caridad Atencio



Callado y sonriente, afable y reservado, ensayista de gran rigor y acuciosidad pese a su juventud, con un conocimiento curioso, tamizado y peculiar de los clásicos, así puedo calificar a David Leyva, escritor que en el pasado año 2009 obtuvo el Premio de Ensayo Alejo Carpentier que otorga el Instituto Cubano del Libro por el título Virgilio Piñera o la libertad de lo grotesco y el Premio de la Revista Temas, por su ensayo”Dante Alighieri y José Martí”. El autor en cuestión es investigador del Equipo de Estudios Literarios del Centro de Estudios Martianos, y ha tenido a bien contestar las siguientes preguntas a los lectores de El Tintero:

1-¿Cómo fue tu iniciación literaria? ¿Cómo descubriste tu vocación y qué relación se establece entre ella y el hecho de haber estudiado Filología?

La vida de becado y luego de recluta y movilizado fue propensa para mis primeros textos, hay cierta relación entre el enclaustramiento y las letras, que existe pero no puedo definir, es como un fatalismo medieval en que no tienes la libertad que ansías y decides transgredir los límites de tu circunstancia a través de la hoja en blanco. También en mi caso, y, gracias a mi madre bibliotecaria y lectora constante, he tenido siempre un entorno de libros y lecturas favorables; así que escribir me llega casi que por inercia. La carrera de Filología o Licenciatura en Letras es un excelente y exigente campo de cultivo, es como un gran embudo donde recibes muchas materias que te permitirán luego ir con precisión al torrente de estudios que decidas. Se trata de una facultad abierta que te da las bases para la investigación literaria, la escritura, la crítica de arte, la investigación lingüística, el estudio de las letras clásicas, la docencia, el periodismo, la asesoría y conformación de guiones para radio y televisión. Sin embargo, la carrera te imprime un metalenguaje, un espíritu de corrección e hipercriticismo y un pernicioso ego que hay que mantener a pan y agua para no acabar en la pedantería.

2-Ya que has entrado al cenáculo literario cubano a través de la obtención de dos importantes y codiciados premios, qué piensas de los galardones en una profesión tan difícil como la Literatura? ¿Qué pudieras apuntarnos sobre los vasos comunicantes entre la investigación y el ensayo y cómo lo asumes en tu caso?

Casi siempre el tiempo de trascendencia o lo que verdaderamente considero el cenáculo de un creador no está en su vida sino en su muerte. Cuando más te coronen tus contemporáneos menos acústica existe al tiempo de morir. No sé por qué siniestra razón los pueblos gustan -como en el carnaval- de coronar a los mendigos -en este caso sería a los artistas muertos- y hay una ley rabelaisiana de que los reyes de hoy son hijos de indigentes y que los pobres de ahora descienden de apellidos ilustres. Como tú dices, si en esta difícil profesión de la Literatura existiera una vía de llegar al sustento ,que no fuera el galardón y la competencia, la tomaría de inmediato, pero como los mecenas han caducado hay que bracear en los concursos y en las publicaciones sin pensar por un instante que si me llevo el gato al agua soy mejor que el resto; como escuché una vez de Lina de Feria: “cada uno tiene su jurado y su concurso, sólo es una cuestión de insistencia y de fe en lo que escribes”. En mi opinión el buen ensayo necesita de la buena investigación. El ensayo trato de escribirlo cuando la investigación ha llegado a un alto grado de ebullición. Tanto el ensayo como la novela son escrituras de sedimentación y como el viaje de lectura es largo en ambas, se necesita ser agradable y profundo para no ganarse el odio del lector.

3-Comenta al lector de El Tintero de qué tratan tu libro de ensayos ganador del Premio Alejo Carpentier, y el estudio con el que obtuviste el correspondiente a la Revista Temas.

Debo aclarar que detrás de ambos trabajos está mi profesora de literatura Mayerín Bello. Ella fue mi tutora de la investigación de Virgilio Piñera que acabaría en libro, la primera que separó la hojarasca de los elementos de valor, pues suelo disgregarme al escribir y mi redacción no es acabada. Después ella preparó un postgrado que se propuso, por primera vez en nuestro medio, una lectura completa de la Divina Comedia y como evaluación final de ese curso emerge el ensayo de la revista Temas. También me fue de mucha utilidad el conocimiento de Jesús David Curbelo sobre Dante Alighieri a través de esa importante asignatura que imparte en el Diplomado: Historia de la Creación Poética. El factor común de ambas investigaciones es la estética de lo grotesco, palabra que escuché por primera vez a través de mi otro gran profesor de literatura José Antonio Baujín, al analizar el Prefacio del Cronwell de Víctor Hugo -uno de los mejores ensayos que haya leído en mi vida junto al capítulo introductorio que realiza Hugo para su libro William Shakespeare-. Por tanto, podría resumir que son dos estudios donde se analiza la obra de Virgilio Piñera, Dante Alighieri y José Martí desde la riqueza simbólica y fuerza imaginativa de esta estética fascinante.

4-A propósito del centenario de José Lezama Lima y el creciente interés que despierta en la actualidad entre las más jóvenes generaciones de críticos y ensayistas la obra de Virgilio Piñera, qué opinión te merece el legado de sus obras y la rivalidad entre las mismas, que trasciende a eruditos literarios y a permanentes lectores?

Si el siglo XIX fue, intelectualmente hablando, nuestro clasicismo, ilustración, romanticismo y modernidad -todo en el marco estrecho de poco más de cien años- la verdadera relación barroca de nuestras letras, por su asimetría de cuerpos y negación complementaria de poéticas, fue la de José Lezama Lima y Virgilio Piñera. Y aun más curiosa que la de Góngora y Quevedo, pues nunca se distanciaron totalmente y culminó aquella -luego de la publicación de Paradiso- en cercana y bella amistad. Los escritores que se aproximaron a estos dos epicentros trascendieron de manera ineluctable, y lo necesario, desde mi punto de vista, es que se promueva la ambivalencia de estas figuras y no la instauración de polos excluyentes. Lezama culterano, narcisista, voluptuoso, ornamental, optimista, pozo inmenso de saber acumulado, sintaxis de ensueño y diálogo platónico; Piñera conceptista, objetivo, fría lucidez, justificada frustración, laboriosidad en todos los géneros, sinceridad escabrosa, absurdo, grotesco y existencialista.

5- Siempre se afirma, y a veces hasta festinadamente, de la indigencia de la crítica y la precariedad o recurrencia de los temas en el campo del ensayo en Cuba. ¿Qué crees del ensayo y la crítica en nuestro país durante los últimos veinte años?

La crítica se vuelve indigente pues es un ejercicio que se hace al borde del abismo. Me parece que la buena crítica es del autor que tiene una obra que la sustente dentro del mismo campo que analiza, si no me parece un oficio de frustrado o de oportunista. Para criticar de cualquier tema hay que ser ilustrado - cosa harto difícil- o si no tener un dominio y riqueza literaria que te permita ser un impresionista decente -algo también difícil de alcanzar. Prefiero al crítico que busca un equilibrio (equilibrista), no la persona que se desboca malsanamente en la deconstrucción de la obra ajena o hace de la polémica un asunto personal. La crítica y el ensayo en Cuba de los últimos veinte años fue de la precariedad de publicaciones al elitismo editorial de las publicaciones actuales. No observo que contamos con una revista de resonancia internacional y nos cocinamos en nuestra propia salsa de colaboraciones regionales o nacionales. Sin embargo hay grandes libros de ensayo en estas dos últimas décadas que merecerían una amplificación mayor. Dentro de los grandes modelos de ensayistas vivos que tiene nuestro país no puedo dejar de mencionar a Fina García Marruz y Antón Arrufat, en ambos se iguala la investigación con lo literario de una forma genuina y trascendente. En ambos puede que esté la prosa ensayística más acabada de nuestra literatura actual.

Carlos Pintado







Cuba, 1974. Poeta y escritor. Recibió el Premio Internacional de Poesía Sant Jordi en 2006 en España por su libro Autorretrato en azul, seleccionado entre 527 manuscritos de 27 países. Colabora con la revista VOGUE en español y es, además, Jefe de redacción de la revista literaria La Zorra y El Cuervo.

Tiene publicados los libros: El diablo en el Cuerpo (poesía, 2005); Los bosques de Mortefontaine (Bluebird editions, 2007); Habitación a oscuras (Vitruvio, Madrid, 2007); La Seducción del Minotauro (cuentos, 2000); Los Nombres de la noche (una antología de su poesía editada por Bluebird editions en USA, 2008).

Actualmente el grupo de música de cámara South Beach Music Ensemble está estrenando por varios estados de Norteamérica un Quinteto de piano y cuerdas inspirado en poemas suyos bajo la dirección de la compositora norteamericana Pamela Marshall. También el mundialmente conocido grupo de música clásica CONTINUUM de New York estrenó junto a la soprano Mary Mackenzie una pieza para soprano y cuatro instrumentos con poemas suyos musicalizados.

Poemas y cuentos suyos han sido traducidos al inglés, al alemán, al turco, al húngaro y al polaco y han aparecido en las antologías Ante el espejo (Poesía Iberoamericana, Fundación Inquietud Europea, Madrid, 2008), Adios ( Madrid, 2006) Aldabonazo en Trocadero 162( Ed. Aduana Vieja, Madrid, 2008) Una voz en el abismo (Perú, 2007) Colección de poesía Editorial Ego group, Inc, Miami) y en revistas como Blancomóvil, Enfocarte, 13trenes, Decir del Agua, La HabanaElegante, Baquiana, Artelibertino, La Zorra y el Cuervo, Zafra Lit y Revista Encuentro de España, Turquía, México, Alemania, México, Perú, Argentina y Estados Unidos. En el 2009 realizó junto al actor y escultor Michel Hernández el proyecto de poesía y escultura La invención de los sentidos que forma parte del catálogo Espacio Abierto del Centro Cultural Español de Miami. Carlos Pintado fue también uno de los invitados a participar como artista en la Noche Blanca o Sleepless Night de este año. Actualmente trabaja en su segunda novela que tendrá como título El baile de las estatuas ciegas.







ORLANDO

-Virginia Woolf-




Como el terror es sólo un ejercicio,

solitario me pierdo noche adentro,

sueño un puente sombrío y en su centro

la tibia luz me ofrece un vano oficio.

Pero el terror no es más que un artificio,

de la luz y la sombra, acaso un juego,

tiniebla que se apaga como el fuego,

tiniebla que fatal me niega el juicio.





...




COSAS QUE ME ACOMPAÑAN SIN SABERLO




Por la increíble tarde habré de irme

lejos ya para siempre de mis cosas.

Cierto horror me acompaña como un perro.

Cierto horror de saberme tan anónimo

al libro que releo cada día,

a la penumbra intacta como un salmo,

al blanco del papel que en vano espera,

o el dibujo que olvido y que me olvida.

Siento el horror del mundo en esas cosas

que eternas me acompañan sin saberme:

tu rostro en sombras, tu perfil soñado,

y ese retrato que contemplo a ratos

en donde caminamos ya de espaldas

mirando sin saber a quién acaso.






...




A LA MATERIA DIGNA DE LOS VERSOS

-Shakespeare-



De sueños voy hablando, oh fantasmas,

de versos como máscaras y antorchas,

no del amor punzante como el cardo,

ni de la rosa esclava de la rosa,

ni de Mab que deambula por mis noches.

Si mañana preguntan si yo he sido

callado como un muerto, nunca digan

que algo de mí me sigue como esencia,

como un eco, una flor de cortesía,

penumbra que en penumbras ya me habita,

y también una espada sin fortuna

en la mano sin fuerza de un cobarde,

o esa herida fatal que ha de matarme,

y que presiento honda como un pozo

y oscura como pórtico de iglesia.