30 de julio de 2011

Philip Soupault




















Las fábricas


    En colaboración con André Breton



Los animales extranjeros y los industriales generosos pertenecen al mismo círculo
La avenida de los besos
Enfermedad de los jóvenes
Los papeles de la pared de los techos de las jaulas y de los circos
Talleres de las salvaciones
Una danza rápido una danza
La química delicada
Tirad los dados
Un hombre al mar
Un hombre pasa quiero verlo
Corre azul más azul que mis dedos helados mancha de los rieles
Los ferrocarriles las usinas
El hierro arde
La madera
El tabaco de las prisiones madre de los sueños
Un bar plazoleta galantería enfermiza
Jueves jueves
Tomad vuestra mano la cabeza de los árboles
Calma de los soles
Cuerpos compuestos sales
Camiones traednos los resultados
Las sombras nuestras amigas
Un general manda sobre algunas manos
Los bellos relojes.



Les Champs Magnétiques


Versión de Aldo Pellegrini

28 de julio de 2011

Jesús Barquet


















La Habana, 1953. Poeta, crítico literario y catedrático de New Mexico State University. Recientemente, después de casi tres décadas de ausencia de su tierra natal, presentó en La Habana la summa poética Cuerpos del delirio (Letras Cubanas, 2010), así como Ediciones El Puente en La Habana de los años 60: lecturas críticas y libros de poesía (Ediciones del Azar A.C., 2010).

Selección y nota introductoria: Rafael Álvarez Rosales 





Postergación del vacío


Con breve trazo voy
colmando este vacío
de la página en blanco.

Me tienta su imantada
vaciedad, el riesgo
de mi mano pretendiendo
colmar vacío con vacío.
Me tienta este coraje
de apostar en el juego
verbal lo que no tengo
y lo que sé nunca tendré:
espacio, hacienda.

Mas renunciar a este riesgo
dejará —intuyo— el sabor
de morir
segunda muerte en el cuerpo,
segunda vez en la muerte.

Con breve trazo voy
alejando mis muertes
sucesivas.




La primera carga al machete


A caballo, desnudos, con su mejor machete
en mano, cientos de negros esclavos
buscan fundar sobre el cuerpo del otro
una nueva nación, una noctivaga
sensibilidad que nos recupere la Historia.




Medianoche


Sé que ahora entrarás:
tu ausencia te convoca.
Como quien conoce el espacio
entre el vacío y su centro,
llegas,
vacías una sombra engrandecida y soñolienta
en el molde solitario de mi cuerpo
asomado hacia el sueño,
y esperas
una señal mía anunciándote
que he vencido el temor
y acepto esta llegada,
para entonces avanzar
sabiamente tu mano por mi piel
que siento torpe y mía,
si dulce tuya,
hasta ajustarte
como el oro que se funde en las fraguas del amor
al golfo, abismo, embalse
que te ciñen mis brazos
y
hacerte físico allí,
desafiantemente físico como el eco que regresa
a sellarnos los labios con el gesto de un beso.
Y duermo entonces, te duermes
hasta el alba, junto a mí,
contigo, en mí,
como si no hubiera otras llaves
con que encerrar la ausencia
y vencer la textura de la espera.




26 de julio de 2011

Antonio Cisneros



















Los helicópteros del Reino del Perú




Estoy tendido en la cama.
Entre el cielo y el mar graznan dos helicópteros.
Parecen mil legiones de langostas
aunque son unos pocos en viaje inacabable.
Hace ya más de un año.
                            Graznan y graznan,
mensajes o silencios que yo ignoro.
Hace ya más de un año.

Como los pájaros heridos jamás tienen reposo.
Reman en nuestros techos,
                            aterran a los pollos,
                            confunden a los conejos,
                            silencian a los perros.
No hay hombre o bestia que entienda sus caminos,
su viaje inacabable.

Estoy tendido en la cama.
                            No sufro mal alguno.
Sólo que en esta sombra ya no sé cuándo levanta el sol
ni para qué.
                   (Graznan y graznan.)




Un perro negro



Un perro. Un prado.
Un perro negro sobre un gran prado verde.

¿Es posible que en un país como éste aún exista un perro
negro sobre un gran prado verde?

Un perro negro ni grande ni pequeño ni peludo ni pelado
ni manso ni feroz.

Un perro negro común y corriente sobre un prado ordinario.
Un perro. Un prado.

En este país un perro negro sobre un gran prado verde
Es cosa de maravilla y de rencor.




La araña cuelga demasiado lejos de la tierra



La araña cuelga demasiado lejos de la tierra,
tiene ocho patas peludas y rápidas como las mías
y tiene mal humor y puede ser grosera como yo
y tiene un sexo y una hembra -o macho, es difícil
saberlo en las arañas- y dos o tres amigos,
desde hace algunos años
almuerza todo lo que se enreda en su tela
y su apetito es casi como el mío, aunque yo pelo
los animales antes de morderlos y soy desordenado,
la araña cuelga demasiado lejos de la tierra
y ha de morir en su redonda casa de saliva,
y yo cuelgo demasiado lejos de la tierra
pero eso me preocupa: quisiera caminar alegremente
unos cuantos kilómetros sobre los gordos pastos
antes de que me entierren,
y ésa será mi habilidad.




Naturaleza muerta en Innsbrucker Strasse



Ellos son (por excelencia) treintones y con fe en el futuro.
Mucha fe.
Al menos se deduce por sus compras
(a crédito y costosas).
Casaca de gamuza (natural),
Mercedes deportivo color de oro.
Para colmo (de mis males) se les ha dado además por ser eternos.
Corren todas las mañanas (bajo los tilos)
por la pista del parque y toman cosas sanas.
Es decir, legumbres crudas y sin sal,
arroz con cascarilla, agua minerales.
Cuando han consumido todo el oxigeno del barrio
(el suyo y el mío)
pasan por mi puerta (bellos y bronceados).
Me miran (si me ven)
como a un muerto
con el último cigarro entre los labios.




Karl Marx died 1883 aged 65



Todavía estoy a tiempo de recordar la casa de mi tía
     abuela y ese par de grabados:
Un caballero en la casa del sastre, Gran desfile militar
     en Viena, 1902.
Días en que ya nada malo podía ocurrir. Todos llevaban
     su pata de conejo atada a la cintura.
También mi tía abuela —veinte anos y el sombrero de
     paja bajo el sol, preocupándose apenas
por mantener la boca, las piernas bien cerradas.
Eran los hombres de buena voluntad y las orejas limpias.
Sólo en el music-hall los anarquistas, locos barbados y
     envueltos en bufandas.
Qué otoños, qué veranos.
Eiffel hizo una torre que decía "hasta aquí llegó el
     hombre".
Otro grabado:
Virtud y amor y cela protegiendo a las buenas familias.
Y eso que el viejo Marx aún no cumplía los veinte años
     de edad bajo esta yerba
—gorda y erizada, conveniente a los campos de golf.
Las coronas de flores y el cajón tuvieron tres descansos al
     pie de la colina
y después fue enterrado
junto a la tumba de Molly Redgrove "bombardeada por
     el enemigo en 1940 y vuelta a construir".
Ah el viejo Karl moliendo y derritiendo en la marmita
     los diversos metales
mientras sus hijos saltaban de las torres de Spiegel a las
     islas de Times
y su mujer hervía las cebollas y la cosa no iba y después
     sí y entonces
vino lo de Plaza Vendome y eso de Lenin y el montón
     de revueltas y entonces
las damas temieron algo más que una mano en las naIgas
     y los caballeros pudieron sospechar
que la locomotora a vapor ya no era más el rostro
     de la felicidad universal.

"Así fue, y estoy en deuda contigo, viejo aguafiestas:”

21 de julio de 2011

Caridad Atencio
















(inédito)


Un algodón negro.

Uno mis manos como si una apoyara a la otra,

como si el sentimiento me secara.

La mano, vana estrella,

sabe que la cabeza es un árbol de alambre.

He querido vender mis pies, no mis zapatos,

pero la raíz y la rama

sólo piensan en extenderse.

He querido hilvanar un color

y estoy temblando.

Conservo en mí un momento

en el que se confunden

las palabras permiso y abuso.

Un algodón negro.

Como si la noche se perteneciera

voy a beberme todo el aire para la asfixia.





20 de julio de 2011

Denise Levertov





















Testigo: incomunicado


Hablan de los vínculos en la infancia, del primitivo
ser sin sentido de los límites, todo tanto
o tan poco por sí solo, sin comparar.
                                     Pero qué desierto,
la soledad
de las ideas antes del lenguaje. Como tinieblas
que enturbian la mente y la difuminan
los destellos de la vista,
vapor en el blanco espejo.

Leyla Leyva












Cinco de cincuenta


Poetas de la generación del ochenta. Una hornada de creadores que por esa época se hicieron notar en antologías, concursos, grupos y publicaciones periódicas, y protagonizaron un periodo de giro sustancial en la poesía cubana.

 La crítica suele coincidir en el alcance de un hecho que dejó a la luz la necesidad de búsqueda y conocimiento de jóvenes heterogéneos e irreverentes, que insuflaron a la poesía cubana un poder de resistencia intelectual y emotiva inéditos.

Muchos de esos escritores continuaron escribiendo y publicando, otros no. Los une una experiencia estética, de implicación sociocultural, que pocos se atreverían a ignorar y ya forma parte de la historia de nuestra literatura. Hoy algunos tienen cincuenta años y la Casa de la Poesía, de la Oficina del Historiador, convocó a cinco de ellos, residentes en diversas regiones del país, para celebrar y hacer de la memoria un punto de mira.

Teresa Melo, Rito Ramón Aroche, Jorge Ángel Hernández Pérez, Ismael González Castañer y Edel Morales leyeron, intercambiaron recuerdos, movieron pensamientos junto a un nutrido auditorio. Con ellos, la descarga de los trovadores Eduardo Sosa y Pepe Ordaz.

Circunstancias individuales en la práctica de la escritura, anécdotas personales de una época, perspectivas de publicación en el difícil "mercado" de la poesía, encontraron receptividad entre los presentes.

Fenómeno de minoría, la poesía, su publicación y entrada efectiva a los espacios culturales del país, parece ser una constante preocupación de los poetas, quienes ven ampliarse la desventaja del género ante otros de mejor manejo en los circuitos comerciales.

Jerarquizar, no mermar la edición de la poesía en Cuba, y ajustar las circunstancias económicas del presente a planes pensados desde la realidad de que la literatura nacional descansa en una tradición poética de profunda simiente, podrían ser caminos a transitar. Cinco de cincuenta, un homenaje que sigue convocando.

17 de julio de 2011

Edoardo Sanguineti

















Si me despego de ti, me quiebro todo:
                                                          pero lo mejor (o lo peor de mi)
te queda pegado, pegajoso, como miel, una goma, un aceite denso:
regreso a mí, cuando regreso a ti: (y me encuentro los pulgares y los pulmones):
dentro de poco aterrizo en Madrid:
                                                       (aquí en la cola del avión, seleccionados mis connacionales, 
gente de negocios, dicen números y números, mientras beben y fuman, excitados,
agitadamente riendo):
                                  vivo todavía por ti, si vivo todavía:   




***


Se mi stacco da te, mi strappo tutto:
                                                         ma il mio meglio (o il mio peggio)
ti rimane attaccato, appiccicoso, come un miele,una colla, un olio denso:
ritorno in me, cuando ritorno in te: (e mi ritrovo i pollici e i polmoni):
tra poco atterro a Madrid:
                                         (in coda qui all’aereo, selezionati miei connazionali,
gente d’affari, dicono numeri e numeri, mentre bevono e fumano, eccitati,
agitatamente ridendo):
                                   vivo ancora per te, se vivo ancora:





Traducción: Dolores Labarcena y Pedro Marqués de Armas



14 de julio de 2011

Osip Mandelstam








    












de Tristia y otros poemas



Vivimos sin sentir el país bajo nuestros pies,
nuestras voces a diez pasos no se oyen.
Y cuando osamos hablar a medias,
al montañés del Kremlin siempre evocamos.
Sus gordos dedos son sebosos gusanos
y sus seguras palabras, pesadas pesas.  
De sus mostachos se carcajean las cucarachas,
y relucen las cañas de sus botas.

Una taifa de pescozudos jefes le rodea,
con los hombrecillos juega a los favores:
uno silba, otro maúlla, un tercero gime.
Y sólo él parlotea y a todos, a golpes,
un decreto tras otro, como herraduras, clava:
en la ingle, en la frente, en la ceja, en el ojo.

Y cada ejecución es una dicha
para el recio pecho del oseta.

     
   
        Noviembre de 1933 



13 de julio de 2011

Caridad Atencio











Palabras leídas en la presentación de El libro de los sentidos, 25 de junio de 2011


Hace alrededor de 15 años en la Biblioteca de mi trabajo, el Centro de Estudios Martianos, nos reuníamos un grupo de compañeros a conversar sin prisa del tema del momento o cualquier  tema en las horas más aburridas de la jornada, y yo aprovechaba para hacer los cuentos de las heroicidades o locuras de mi padre. Una de aquellas colegas me decía:”Cary, no has pensado en escribir un libro con esos cuentos tu Papá?” Este libro recoge buena parte de aquellas historias. Es un homenaje a mi padre y, sobre todo, a mis raíces. Al reflejar el modo en que los seres de mi familia  u otros bien cercanos interactuaron conmigo tiendo a convertirlos en arquetipos de vida, de toda iniciación. Hay un mundo de personajes y no es una novela, hay anotaciones y reflexiones metafísicas y escriturales y no es un libro escritural. Rezuma lo genérico y no es el centro de lo que se escribe. Utilizando los mismos términos de una frase lezamiana, pero invertidos, tomo la persona como metáfora y la situación como imagen. Como otros que han sido, presento a unos personajes desnudos ante su propio comportamiento. Escribo no para conocer mejor a los míos que fueron “sino para resolver desde el lenguaje, o simplemente exponer la naturaleza de mi propia percepción.”
Se adelantó a describir este tejido un poeta que reseñó La Sucesión cuando afirmaba:”Hay una manía de novelar acontecimientos intrascendentes, pero hay también una sabiduría, existe un conjuro entre el sabor de las palabras y la noción de bálsamo en que ciertas formas de lo novelable funcionan en cualquier estanque”, Para finalizar comparto con ustedes las ideas que me hizo llegar Fina García Marruz cuando le obsequié a ellos por un cumpleaños el texto que abre el libro: “Veo que tu capacidad creativa se orienta ahora hacia nuevos modos de expresión que no habías intentado antes.¿Una novela quizás? Hay un momento en que lo lírico necesita un mayor despliegue  dramático o novelesco. La poesía es testimonio o alabanza. << El poeta es como un espejo>>, decía Leonardo. Ni juez, ni testigo, ni cómplice. Un espejo sencillamente. A veces no se entiende, y se confunde, con el ser propio suyo, aquello que se testifica del mundo en torno, como una especie de inocencia objetiva. En la página que nos envías, veo que estás en el umbral del que tengo por el más alto de los dones religiosos, la compasión, acaso todavía también detenida en la pura transparencia, más que en una invisible participación. Martí gustaba mucho de la etimología de la palabra “misericordia”: corazón para los míseros. Y se puede identificar con la religiosidad mucho más que el mismo heroísmo (hay malvados valientes) Haya vientos favorables para ti en esa nueva orientación de tu poesía. Tus amigos Cintio y Fina. Septiembre 26 de 2008”




de: El libro de los sentidos

Dicen las damas penetrantes que soy el horcón de la casa. Quien más sensible a sus desesperación soporta los desplantes inconcientes del hijo o los irracionales del padre y el marido. El horcón, que se quiebra en las puntas para abrirse, y aún sostener en hilacha, pero imbatible el centro. El tronco inocente y ancestral donde alcanzo los restos de la noche.


...

El tiempo pasó crujiendo como boliches rojos bajo mis pies. Era no más pasar frente a la majestad de dos laureles o masticar almendras, machacadas con las manos de todos. El contén el espacio. Sentada al centro de la magia del árbol. Íbamos sordos a ordeñar el higo. Temía al engrifarse del guanajo y a la voz que me llamó anhelante. El sostiene la cerca para que cruce, sin mirar el alambre que erguido permanece: es la marca en mi cara como un vestigio fiel. La mata de guayaba de otro patio donde un anciano misterioso acaricia felinos que nadie trajo con la mano gozosa que, cuando quiere, extiende hacia los niños en el fruto preciado que no deja que roben.

Para Miguel de la Paz, testigo de una época viva





Luis Rogelio Nogueras















Wichy, El Rojo, murió en el verano de 1986.  En ese entonces, yo apenas sabía contar y no lo conocía, como  tampoco que, 25 años más tarde, y sobre la misma fecha en que falleció, iba a leerlo posesamente. Más allá de premios como el David (1967),  el Casa  de las Américas (1981),  su poesía trasciende  aislantes lectivos potenciales como el de la institucionalización  de su nombre,  o su ideología. Aquí dos textos metapoéticos, recordando al hombre cuasi renacentista que los escribió.   

Selección y nota introductoria: Rafael Álvarez Rosales




Defensa de la metáfora


El revés de la muerte (no la vida)

el que clama por agua (no el sediento)

el sustento vital (no el alimento)

la huella del puñal (nunca la herida).



Muchacha antidesnuda (no vestida)

el pórtico del beso (no el aliento)

el que llega después (jamás el lento)

la vuelta del adiós (no la partida).



La ausencia del recuerdo (no el olvido)

lo que puede ocurrir (jamás la suerte)

la sombra del silencio (nunca el ruido).



Donde acaba el más débil (no el más fuerte)

el que sueña que sueña (no el dormido)

el revés de la vida (no la muerte).





Poética

Cuanto dejo en los papeles es

como la búsqueda

de una gota de una sustancia

cuyo nombre ignoro y que se parece

a la vida, o, mejor aún,

que es la vida, encerrada

en una simple gota

de una sustancia

cuyo nombre ignoro. Toda palabra

que escribí trató de acercarme

a esa sustancia

sin nombre.

Todo cuanto hice fue

para llegar

a ella.



12 de julio de 2011

Irasema Cruz




















LVI  PRELUDIO

El viento se llevó los algodones a las cinco de la tarde. El llanto
inflama vacíos con ritual de palabras.
Comenzaron sones del bordón, campanas de arsénico y el humo. Nieve y
sal dormitan en mi brazo. Me siento cabeza de vidrio. Soy la grieta:
naranja que pudre bolsillos.
La verdad atravesó mis ojos, el húmedo árbol de la espuma. Gasto
sudores sin traspasar puños.
Cuando la plaza se cubrió de yodo, la muerte puso huevos en la herida.
Un ángel ruge a las cinco del preludio. El toro marcha enfermo de
noticias. El aire escupe sal como un círculo de gente. A las cinco
salen ventosas por una puerta inferior a la vida. Ruge la pared, el
toro lucha, truecan murciélagos, la semilla pierde contornos; mi hijo
ríe sobre la carpa, fuera de mí.


LLUVIA DE OSCURIDAD

Esta soledad ya sucedió. A cuantos salvaré. Existe parir. Soy la
hembra más común del hemisferio. Nada me importa. Un oscuro dolor
bordea mi espinazo. Algo sucede… sombra de voz en mis rodillas.
Si marcho, es decir, quedándome sin ausencia, cuantos no me salvarán.
De quién vivirían los murciélagos, son animales humanos.
No me salvarán. Escondí sombras rivales. Fui caudillo de mercaderes.
Me aplastaron la cabeza. Dirán que soy libre,  que huyo para ser
atrapada.


II

Qué mitad de grito me toca. Corro. Extrañamente hay lágrimas. Corro.
Los diarios transmiten conciertos de jazz. Corro. Un niño sin piernas
sube el puente de Manhattan. Corro… Si el mar conversara me hundiría
en sus vértebras.
En los parques no hay hojas. Grito. La culpa entiende. Las piedras son
hombres. El hombre, manicomio. Manicomio, familia. Familia, hotel sin
olores humanos. Los humanos, estatuas de algodón, amantes sin ojos.
Mis ojos, necesidad de estar muerta. Morir, donante de lluvias. Y la
lluvia tributa luz al vacío.



6 de julio de 2011

Eugenio Montale



















No me canso de decirle a mi entrenador

No me canso de decirle a mi entrenador:
tira la toalla,
pero él no oye nada porque en el ring ni incluso fuera
nunca se le ha visto.
Quizás, a su manera, trata de salvarme
del deshonor. Que tanto se preocupe
por mí, el idiota, o sea yo su bufón
me tiene en vilo entre la gratitud
y el furor.


***


PARA ACABAR

Recomiendo a mis descendientes
(si es que los tengo) en campo literario,
cosa que es improbable, que hagan
buena hoguera con todo lo que atañe
a mi vida, a mis hechos, a mis nohechos.
No soy un Leopardi, dejo poco que quemar
y ya es mucho vivir a porcentaje.
Viví al cinco por ciento, no aumentéis
la dosis. Muy a menudo en cambio llueve
sobre mojado.



Nicolás Guillén



















EL GRAN ZOO





LA PAJARITA DE PAPEL

Sóla en su jaula mínima,
dormitando,
la pajarita de papel.


***


GUITARRA

Fueron a cazar guitarras
bajo la luna llena.
Y trajeron ésta,
pálida, fina, esbelta,
ojos de inagotable mulata,
cintura de abierta madera.
Es joven, apenas vuela.
Pero ya canta
cuando oye en otras jaulas
aletear sones y coplas.
Los sonesombres y las coplasolas.
Hay en su jaula esta incripción:
                              "Cuidado: sueña"




Susan Sontag




















Contra la interpretación
 (Fragmento)


9


El valor más alto y más liberador en el arte —y en la crítica— de hoy es la transparencia. La transparencia supone experimentar la luminosidad del objeto en sí, de las cosas tal como son. En esto reside la grandeza de, por ejemplo, las películas de Bresson y de Ozu, y de La règle du jeu de Renoir.
En otros tiempos (y esto va por Dante) pudo haber habido una tendencia, creadora y revolucionaria, a concebir las obras de arte de manera que permitieran su experimentación en distintos niveles. Ahora no. Sería reforzar el principio de redundancia, que es la principal aflicción de la vida moderna.
 En otros tiempos (tiempos en que no abundaba el gran arte), pudo haber habido una tendencia, creadora y revolucionaria, a interpretar las obras de arte. Ahora no. Decididamente, lo que ahora no precisamos es asimilar nuevamente el Arte al Pensamiento o (lo que es peor) el Arte a la Cultura.
La interpretación da por supuesta la experiencia sensorial de la obra de arte, y toma a ésta como punto de partida. Pero hoy este supuesto es injustificado. Piénsese en la tremenda multiplicación de obras de arte al alcance de todos nosotros, agregada a los gustos y olores y visiones contradictorios del contorno urbano que bombardean nuestros sentidos. La nuestra es una cultura basada en el exceso, en la superproducción; el resultado es la constante declinación de la agudeza de nuestra experiencia sensorial. Todas las condiciones de la vida moderna —su abundancia material, su exagerado abigarramiento— se conjugan para embotar nuestras facultades sensoriales. Y la misión del crítico debe plantearse precisamente a la luz del condicionamiento de nuestros sentidos, de nuestras capacidades (más que de los de otras épocas).
Lo que ahora importa es recuperar nuestros sentidos. Debemos aprender a ver más, a oír más, a sentir más. Nuestra misión no consiste en percibir en una obra de arte la mayor cantidad posible de contenido, y menos aún en exprimir de la obra de arte un contenido mayor que el ya existente. Nuestra misión consiste en reducir el contenido de modo de poder ver en detalle el objeto.
La finalidad de todo comentario sobre el arte debiera ser hoy el hacer que las obras de arte —y, por analogía, nuestra experiencia personal— fueran para nosotros más, y no menos, reales. La función de la crítica debiera consistir en mostrar cómo es lo que es, inclusive qué es lo que es y no en mostrar qué significa.

10

En lugar de una hermenéutica, necesitamos una erótica del arte.