20 de marzo de 2012

Kurt Vonnegut















La forja de un rebelde

En esta entrevista, el celebrado escritor norteamericano Kurt Vonnegut, autor de Matadero 5, habla de las experiencias que vivió durante la Segunda Guerra Mundial, cuenta cómo elaboró ese material en sus novelas y critica duramente al presidente Bush.
(Corriere della Sera, La Nación)
16/Jun/03


Desde hace casi medio siglo Kurt Vonnegut cuenta el mundo con el desencanto de su "así va la vida", como repetía en su novela Matadero 5. Medio siglo en el que la crítica trató de encontrar un nombre para la originalidad de este escritor que hace poco cumplió ochenta años. A veces lo llamaron visionario; otras, amable Casandra, auténtico desobediente y humanista. "Diga más bien que soy un socialista —dice durante la entrevista que me concedió en el escritorio de su representante en Nueva York—. He descubierto que un humanista es una persona que tiene un gran interés por los seres humanos. Mi perro es un humanista",
—¿Qué escribe hoy uno de los mayores autores norteamericanos, que ha unido su nombre a las protestas contra Vietnam y a la revolución cultural de los años 60 y que siempre está cerca del corazón de los más jóvenes?

—Nada. Estoy literalmente paralizado por el estado en que se encuentra mi país. La televisión no ha transmitido ni siquiera las protestas de los pacifistas. The New York Times se negó a publicar un discurso que pronuncié en un encuentro por la paz. Es como vivir bajo un ejército de ocupación que se ha apoderado de los medios de comunicación.

Y después arroja sobre la mesa un fascículo de pocas páginas fotocopiadas.

—Este es mi último libro. He debido publicarlo a mis expensas.

—¿De qué trata?

—Es una colección de comentarios que escribí para un diario de Chicago sobre el golpe de Estado de las últimas elecciones.

—Habla de la victoria de Bush.

—Hablo de cómo el poder ha terminado en manos de gente terrible, malvada, ignorante y privada de conciencia, que no tiene ningún respeto por el sistema norteamericano. En otros tiempos, sobre un argumento semejante podría haberse escrito una obra teatral que hubiera provocado una reacción. Pero no ahora que nuestro gobierno moral está representado por la televisión. Una televisión que nos dice siempre y únicamente que todo va bien. Debo mirar la BBC si quiero saber cuántos civiles hemos matado en Afganistán y en Irak. Sin embargo, debería ser noticia cómo hemos reducido a esos países y qué estúpido fue hacerlo.

—En efecto, muchos se han sorprendido por la falta de planes de los norteamericanos para la gestión posterior a la caída de Saddam.

—¿Sabe por qué? Porque esta gente del gobierno no tiene conciencia. Porque son las personas más inclinadas a decidir en el mundo y no les importa nada de lo que ocurrirá después, ni siquiera les importa lo que les ocurrirá a ellos mismos. Son psicópatas y patrones del planeta. ¿Sabe qué dicen del desastre que hicieron en Irak? "OK. Ha sucedido esto, pero no es nuestra culpa, es culpa de los iraquíes...". Vonnegut estalla en una carcajada sarcástica y continúa. "No deberían haber disparado sobre nuestros muchachos..."

—¿Cree que habría sido muy distinto de haber ganado Al Gore?

—No, porque nuestros representantes en el Congreso están financiados por gente que tiene toneladas de dinero. Ciertamente, en el lugar de Bush y de los suyos hubiéramos podido tener a personas que respetaran el sistema norteamericano y representaran a los ciudadanos y no a las corporaciones. En cambio, todo es tan estúpido. La inteligencia en los Estados Unidos ya no cuenta para nada.

—Clinton era un hombre inteligente.

—Sí, pero ha hecho una cosa terrible.

—¿Cuál?

—Se ha aprovechado de aquella muchacha. Yo, con usted, por ejemplo, no me hago el imbécil.

Y ríe.

—No, pero como dicen ustedes los norteamericanos: se necesitan dos para bailar el tango. La muchacha habrá tenido su responsabilidad en el asunto.

—Naturalmente. Pero lo que ha hecho Clinton en favor de los republicanos es imperdonable. Una cosa terrible. Matar, en cambio, eso está bien. ¿Sabe qué quiere decir Shock and awe? Quiere decir asesinar.

—Y usted, Vonnegut, ¿ha combatido en la Segunda Guerra Mundial? ¿Alguna vez mató a alguien en una guerra?

—No, porque era un tipo particular de soldado, no un cobarde, sino un scout . Nuestro deber era penetrar en las líneas enemigas sin hacernos notar, descubrir qué había detrás, volver y contarlo a la artillería. Me considero afortunado de no haber matado a nadie. Pero si hubiese sido necesario, lo habría hecho. Era un buen soldado.

—En Matadero 5 ha contado la locura del bombardeo de Dresde: ciento treinta y cinco mil muertos, dos veces las víctimas de Hiroshima. Usted estaba allí como prisionero de guerra. ¿Cómo fue capturado?

—Nuestro batallón fue arrollado por una división de alemanes en las Ardenas. Nos hicieron abandonar nuestro medio y entrar directamente en una pesadilla. No teníamos la más pálida idea del destino hacia el que nos encaminábamos. Habían capturado a nuestro comandante y éste había dado la orden de rendirse. Una orden ilegal: es como decir a un soldado que se suicide. Pero esto sucedió por lo menos cincuenta años antes de que usted naciese.

Tan sólo trece. De todos modos le tomó veinticuatro años elaborar esa historia en Matadero 5.

—Más que para elaborarla para escribirla. Tenía una familia que mantener (Vonnegut tiene siete hijos, de los cuales tres son adoptados, de una hermana muerta. N. R) , y me dije, ok, no he escrito nunca una novela de guerra. Entonces fui a encontrarme con el scout que en aquella época de la guerra era mi compañero —entre tanto se había convertido en procurador— y le dije: "Ayúdame a recordar lo que pasaba en aquel entonces". Entonces entró su mujer y dijo: "¡pero si eran dos niños!". Y esa fue la clave del libro. Todos éramos niños.

—¿Lo volvió a leer?

—Nunca. Ni siquiera pude tocar las galeras.

—Entonces le gustará saber que después de treinta y cuatro años es todavía una de las novelas más fuertes y más originales de la narrativa norteamericana, y no sólo de las novelas sobre la guerra. Es un libro que no ha envejecido.

—Me da mucho placer, por cierto, lo que me dice. Es la nave almirante de mi pequeña flota. Aunque el libro más cercano a mi corazón es Cuna de gato.

—¿Por qué?

—No lo sé. ¿Alguna vez se enamoró?

—¿Cree que si no hubiese combatido en la Segunda Guerra se habría convertido, de todos modos, en un escritor?

—Mi amigo Joe Heller, que escribió Catch 22, decía que si no hubiese sido por la Segunda Guerra habría terminado en el rubro tintorería. En cuanto a mí, no lo sé. Por cierto, hay otras cosas que me han hecho escribir: los cambios tecnológicos que han destruido tantas culturas, por ejemplo. Soy un antropólogo de formación. Una de las razones por las cuales nosotros los norteamericanos somos odiados es porque hemos introducido en otros países nuevas tecnologías y planes económicos que han destruido el autorrespeto y la cultura de mucha gente.

—En Cuna de gato, en el 63, usted escribía que "los norteamericanos no logran imaginar qué significa ser distinto de ellos y sentirse orgulloso de esa circunstancia". Y que "la política exterior norteamericana debería aprender a reconocer el odio en vez de imaginar el amor". ¿El 11 de septiembre lo sorprendió?

—No. Me sorprendió más que nada el óptimo trabajo que hicieron los terroristas. ¡Vaya si estaban preparados! Naturalmente, son las mismas personas que inventaron los números, el cero y el álgebra, por lo cual no hay de qué asombrarse tanto.

—Usted ha dicho siempre que la literatura es por definición portadora de opiniones. ¿Cuál es la literatura que hoy importa?

—El problema es que no importa, y por eso no puedo escribir. En una época importaba, y muchísimo. Era el lugar en el cual durante la Gran Depresión se debatían los temas de la economía y de la política. Y en la posguerra nos interrogábamos sobre el tipo de país que hubiera podido llegar a ser los Estados Unidos. Después llegó la televisión y todo se terminó.

Enjuto y desgarbado, Kurt Vonnegut se levanta para volver a su casa. Pero justo antes de salir, en el último momento, se da vuelta: "Debe de ser por el álgebra que Bush los odia". Y una última carcajada retumba, batalladora, detrás de la puerta.




Robert Frost




















Lo más próximo

Pensó que a solas podía captar el universo entero;
Pero la única voz que obtuvo por respuesta
Fue el falso eco de sí mismo
Que procedía del precipicio,
al otro lado del lago.

Una mañana, desde una roca de la playa,
Clamó que lo que él quería en la vida
No era una mera copia hablada de su propio amor
Sino un amor correspondido, y con voz propia.
Y la única respuesta encarnada
Capaz de dar respuesta a su queja matinal
Comenzó a descender, en la otra orilla,
por el talud del acantilado hasta el lago
para zambullirse después en las distantes aguas.

Pero cuando tras nadar un buen trecho se aproximó a su orilla
En lugar de poseer forma humana
Y de ser quien él tanto había anhelado
Resultó ser un gran macho cabrío, que aparecía poderoso
apartando las encrespadas aguas con su enorme pecho.
Y al llegar a tierra
Desprendiendo agua como una cascada,
Comenzó a tambalearse a través de las rocas con su cornamenta,
Hasta que se perdió en la maleza -y eso fue todo-.



Versión de Sergio Trigán



14 de marzo de 2012

Pedro Marqués de Armas





















(Salvo el perro)


Y bien que nos fijamos en el cuadro: Lenin en Smolny, de Isaak Brodsky (1930). Un perro tendido a sus pies, cuyos ojos parecen malograr la brevedad de la pausa, revelando el interior en definitiva ferozmente doméstico de los “asuntos de Estado”. Como si el rodillo de la industria fuera para el pensamiento, en esa hora de reposo, no una ilusión sino una aplanadora; y el cerebro -epítome de un músculo- hubiese sido exprimido hasta la extenuación. En cierto momento imaginé un paisaje de fondo, despoblado; pero ahora puedo corregirlo. Nada se oculta en esa superficie (salvo el perro). La única verdad que se sostiene es la cabeza, cayendo por su peso, como si en efecto se fuera quedando dormido.  


***


Varias veces pintó Deineka el paisaje más feo. Hay para escoger… Esas vacas que marchan sin nervio, incluso felices en su resignación, y que hablan más del ojo del demiurgo, capaz de anteponer un búcaro con flores, una oscuridad anodina al cielo matutino contra el que se recortan.
Cuesta creerlo. 
A este orden pertenece también El portero (1934), ejemplo de que no todo está perdido. Si bien el vuelo hacia el balón no logra ser liviano (¿y qué vuelo lo es en Deineka?) al menos promete un cumplimiento. Siempre estará al alcance de la mano, como una meta, ese balón. Y entretanto, habrá que vencer otros gravámenes: ese fondo amarillo que da miedo y ese monte convertido en mogote.
Así debió ser el paisaje al día siguiente de la creación…
Se trata, en este caso, de un “retoque decisivo”.
Al fin y al cabo, el sol se pone en la cuenca del Don.



Letatlin


Como el suyo se fue discretamente por encima del sueño del Soviet, no llegó con su torre a ningún lado. Copitos de algodón cayeron sobre las consignas y terminó Tatlin entre gallinas y pavos elaborando una máquina de vuelo (para uso personal) ¡Qué ocurrencia! Cebar de ese modo el orgullo y despertar con plumas en la cabeza. 




10 de marzo de 2012

Regis Bonvicino




















Donde


Donde yo escribo
está el ruido
de basura de la ciudad después
de recogida
siendo triturada

hay una lámpara
una cómoda
con espejo
y una cama
sin hacer

el otoño está próximo
la ventana cerrada

un cansancio súbito
toma cuenta de las palabras.



No escritos


en vez de mamíferos
insectos
cucarachas, termitas
en vez de florestas
techos,
armarios,
de mares, lagos, ríos
ratas,
aves congeladas
visiones, zapatos
arañas y no nutrias
pelos inanimados
teletigres,
leolibros,
telas y no reptiles
bisoños bisontes,
voz-cebras,
cisnes exquisitos
y otros bichos no escritos


Traducción de Reynaldo Jiménez


9 de marzo de 2012

Daniel García Helder

















El ornitorrinco
              

Negado por la naturaleza como sin duda
lo hubiera querido hacer su padre, vuelve a estornudar,
mezcla de varias especies que tras disputarse el predominio
se dieron todas por vencidas, abandonando el terreno.
Con varas de nardo su genio personal
debe estar haciéndole cosquillas en la nuca
para que sonría así, estirando dos labios de camello,
por debajo de un objeto nasal de neto corte papú.
El cuello deprimido, nada de pelo sino pelusas de fruta,
dedos aporcados sobre un vientre de botella y zambo
para que a ojo el diseño no carezca de una base
acorde el ángulo cerrado de los hombros,
grogui de pie en el sol sigue con ojos pisciformes
los aleteos de una docena de passeriformes
tomando baños de polvo y pío pío.
Te digo que si un cagatinta quisiera, con un bollo de papel
desde cualquiera de esas ventanas del Ministerio,
probar puntería en su mollera rosada
ya no podría: un viejo cuyo cutis se parece
al hollejo de la uva cuando la pulpa es expulsada
con semillas y todo por la boca, violentamente,
ahora está parado
delante de él
y con un pañuelo que saca del bolsillo
le aprieta la nariz diciéndole sonate.




 Hombres sin porvenir


Los árboles de La Invernada,
que perdieron sus hojas
torcidas por marzo, en abril,
antes que el viento tumbara
las frutas con gusanos,
podridas, y el cereal almacenado
en silos y galpones
fuera destinado a la exportación,
vistos desde la orilla opuesta
por la ventana
mientras me sirvo una taza de té,
se parecen, con sus ramas
en punta, peladas
a los hombres sin porvenir
que miran de otro modo el cielo.





7 de marzo de 2012

Haroldo de Campos














el ángel izquierdo de la historia


los sin tierra al final
están sentados en la
pleniposesión de la tierra :
de sin tierra pasaron a
con tierra : helos
enterrados
desterrados de su soplo
de vida
aterrados
aterrorizados
tierra que a la tierra
torna
pleniposeedores terra-
tenientes de una
roza (fosa) común :
por el reverso al fin
entrañados en el
lato vientre del
latifundio
que de im-
productivo se re-
veló así u-
bérrimo : generando pingüe
cosecha de
sangre color barro
labradores sin
labra he-
los : al final con-
vertidos en larvas
en mortuo-
rios despojos :
ataúdes labrados
en la escasa madera
(materia)
de sí mismos : la bala asesina
los sorprendió
mortisentados
sitibundos
decúbito-abatidos pre-
destinatarios de un
agro (magro)
re(dis)(forme) forma
-- famélica – a-
graria : he-
los gregaria
comunidad de los que van
a medias con la nada :

aver-
gonzada a-
margada
vejada
-- avergoncorroída de
íntimo abrasivo re-
mordimiento –
la patria
( ¿cómo ufanarse de ella? )
apátrida
llora a sus des-
poseídos parias –
patria parricida :
que acaso sólo al final la
espada llameante
del ángel tuerto de la his-
toria ardiendo contra el viento y
fogueando a los
agrosicarios socios de ese
fúnebre contubernio donde la
muerte mariscala comanda una
torva milicia de jenízaros guarda-
espaldas :
sólo el ángel izquierdo
de la historia cepillada a
contrapelo con su
multigirante espada po-
drá un día ( ¡quién lo viera! )
convocar del montón
nebuloso de los días ve-
nideros el día
que al fin sobrevendrá del
j u s t o
a j u s t e .. d e
cuentas




Traducción: Andrés Sánchez Robayna

Fabián Casas















Biografía no autorizada


Entonces bajó la tensión del espíritu
y aunque pasé todo el día tratando de traducir
                              nuestra relación
fue inútil.
Mi inglés se arrastraba como Molloy.
Desde lo alto de la colina,
la ciudad de Iowa era una torta de cumpleaños
que alguien llevaba hacia la mesa
por un corredor oscuro.





Howard Frankl



















ME ESTOY VOLVIENDO LOCO


Me estoy volviendo loco, okey, pero
   antes que me muera o me
  encierren, quiero contarle a
             alguien mi
            visión. Yo no
soy religioso -créanme- me
gustan las muchachas y el café
         y un día en el
           parque. Yo
          iba caminando y
                  vi
  a la Virgen
  eso es todo,
  pero me 
        he arruinado.







John Ashbery





















HEIDI


Enfrente de la casa hay un jardincito.
Hay seis flores en él.
Enfrente del jardín hay un auto.
¿Hay un ramo de flores en el asiento del auto?
Eso no te lo puedo decir.


¿Qué canciones nos cantas a nosotros, Heidi?
¿Qué otras flores nos traes a nosotros?







6 de marzo de 2012

Caridad Atencio





















Levamos la cabeza del ahogo que antes era asombro. Extirparte en lo adentro con cuerda inmanejable. Tomada en cuenta con un desdén magnífico te interrogarás con una anulación. Propia enemiga tú, sabrás hacerte daño, la manera más rápida de ir más lejos.




Yanira Marimón




















visión del cuerpo
Para Jorge Ángel Pérez

Por qué justo ahora
que vamos dejando atrás el tiempo
de ser jóvenes y bellos
encuentro tan hermosos
los cuerpos de las muchachas y los muchachos en flor,
la mirada irreverente de los otros.
Ahora que empiezan a salir canas en mi pelo
y la carne es menos firme
menos firmes mis piernas
corriendo delante de la muerte.
Cuando se escapan despacio
la lozanía de la piel
el brillo de los ojos
la altivez de la frente.
Ahora que mi cuerpo comenzará a decrecer,
a buscar calladamente la tierra;
ahora que aprendo a olvidar
a perdonar afrentas;
cuando las derrotas son menos tristes
y las victorias más abrumadoras.
Cuando apenas logro llorar
y los finales parecen más ciertos
más cercanos.

Es normal, me dices,
pero he sentido miedo
cuando me miro al espejo
y descubro en él un rostro ajeno
que reconozco como mío;
cuando empiezo a aceptar, definitivamente,
este atroz y divino proyecto que es nacer
transcurrir en el tiempo
hasta quedarnos tan solos,
tan dispersos y solos
tan secos
como esta pequeña hoja
que ha venido a  morir en mi ventana.



5 de marzo de 2012

Antonio Cisneros



















FRAGMENTOS DEL DIARIO DE JONATHAN HARKER


(Bristita, Kolosvar)


Aquí no es fácil
distinguir
las golondrinas
del lodo matinal
o la basura
de un restaurante antiguo.
Son silentes y sucias
aplastadas
con sus ojos pintados
sobre el vidrio
de una botella verde
siempre fijos
en el aire que flota
más allá.
Hasta que se deslizan
como un roedor ebrio
y otra vez
se hunden en la tierra.
Sólo levantan vuelo
para aparearse 
o escapar de la muerte.
Trasmiten una enfermedad rara.



Billy Collins



















EL HOMBRE EN EL ESPACIO


Lo único que tienes que hacer es escuchar cómo le habla
a veces un hombre a su mujer en una mesa con gente
y reparar en lo mucho que se empeña en tener razón,
aunque el labio inferior de ella haya empezado a temblar,


para saber por qué las mujeres de las películas
de ciencia ficción que pueblan su propio planeta
no aparecen preparando una ensalada o leyendo una revista
cuando los terráqueos llegan a bordo de su cohete,


por qué siempre forman un semicírculo
con los brazos cruzados, las piernas desnudas separadas
y los pechos protegidos por duros discos de metal.





Julio Mitjans





















Lector de fondo

Has leído un libro un mapa donde ya
no puedes defenderte de la vida
has obrado un estanque
un espejo en el que transcurre algo similar a tus días
una sucesión que no puedes compartir.

Lees y en ese intento
solo recobras un poco de soledad
lo demás son borrosos pueblos de campo
encuentros furtivos
conversaciones que juntan en un mismo
caudal a la tristeza   a la alegría
pronuncian algo que nadie comprende:
julio   cabrera   mitjans
palabras…   con las que solemos llenar
sin pausa la memoria.





Gerardo dice sus versos

I

Dos reinas 
regresan desde el secreto que las
palabras dejan en el oído.
Sus gestos descansan
en las aguas errantes de una justicia
aún venidera.

Un felino se desploma durante el salto
dibuja  una emoción interrumpida
una huella que no devela el paso siguiente
un rastro que se extingue
en la corrección del instante.

II

Gerardo dice y pasan las heridas
mínimas, las que no dan lugar
a la calma al final del día.

Dice y entre palabras
tensa los hilos del amor
tal vez un designio rompa la trama.

Pero aún germina sin cesar
con los ojos llenos
los de un niño que no encuentra
a sus padres en el parque de diversiones.