31 de agosto de 2014

Pier Paolo Pasolini


























Pedido de trabajo





Poesía por encargo es artefacto.

El constructor de artefactos puede producir muchos

(sin procurarse más cansancio que el del trabajo manual).

El objeto puede ser, tal vez, irónico:

el artefacto siempre lo es.

Han pasado los tiempos en que, voraz economizador,

lo gastaba todo, invirtiendo el dinero (mucho,

porque era mi semen y siempre estaba en erección)

en la compra de suelos de bajísimo valor

que se revalorizarían en dos o tres siglos.

Era Tolemaico (muchacho al fin)

y contaba, por tanto, la eternidad en siglos.

Consideraba la tierra el centro del mundo;

y la poesía, el centro de la tierra.

Todo era bello y lógico.

Por demás, ¿qué razones tenía para no creer

que todos los hombres no fuesen como yo?

Luego, en cambio, se revelaron mejores;

y yo resulté, más bien, hombre de raza inferior.

Así que cambié de opinión y entendí

que ya no quería escribir poesías. Ahora, sin embargo,

ahora que la vocación está vacante

-pero no la vida, no la vida-

y que la inspiración, si llega, no produce versos,

sepan, por favor, que estoy aquí dispuesto

a ofrecer poesías por encargo: artefactos.



      (1)   Incluso explosivos.



Versión, Pedro Marqués de Armas




  
Richiesta di lavoro



Poesia su ordinazione è ordigno.

Il costruttore di ordigni può produrne molti

(nient'altro procurandosi che stanchezza per il lavoro manuale).

L'oggetto può essere, talvolta, ironico:

l'ordigno lo è sempre.

Sono passati i tempi in cui, vorace economizzatore,

spendevo tutto, investendo i miei soldi (molti,

perché erano il mio seme: e io era sempre in erezione)

nell'acquisto de aree di bassissimo valore

che sarebbero state valorizzate da lì a due o tre secoli.

Ero tolemaico (essendo un ragazzo)

e contavo l'eternità per l'appunto, in secoli.

Consideravo la terra il centro del mondo;

la poesia il centro della terra.

Tutto ciò era bello e logico.

Del resto, che ragioni avevo di non credere

che tutti gli uomini non fossero come me?

Poi, invece, si sono rivelati tutti di me molto migliori;

e io son risultato essere, piuttosto, uomo di razza inferiore.

Ricambiai l'apprezzamento

e capii che no volevo più scrivere poesie. Ora, però,

ora che la vocazione è vacante

-ma non la vita, non la vita-

ora che l'ispirazione, se viene, versi non ne produce -

vi prego, sappiate che son qui pronto

a fornire poesie su ordinazione: ordigni. (1)



(1) Anche esplosivi.


25 de agosto de 2014

Anna Ajmátova






















Primera dedicatoria
                                            
                                    A la memoria de Vs. K.

. . . . . . . . . . . . .
...como no tengo papel,
escribo en tu cuaderno.
Y la palabra ajena aparece,
y, como un lejano copo de nieve, se funde
en mi mano, confiada, sin reproches.
Y las oscuras pestañas de Antínoo
se alzan de pronto, y la bruma verde,
y la brisa de nuestro país...
¿Acaso es eso el mar?
               No, sólo son agujas fúnebres,
y en la espuma humeante
todo está cada vez más cerca...
                
                   Marche funèbre

                     Chopin. . .





21 de agosto de 2014

Basil Bunting




















Insecto saliendo de la boca


                                                    Perche non spero

Ya no esperamos volver ahora,
balandra, al plomizo muelle
donde atracamos dos veces y las dos renuentes
para zarpar en la calma soltamos las sogas
cuando de la mar sofocó en un murmullo la risa
y el petrel indeciso se alzó con una cháchara
tartamuda y rencorosa,

qué desolados se ven los canalizos,
balandra, y la carta manchada,
tiesa, vieja, incierta y arrugada,
que parece contradecir el cuaderno del piloto.
En los bancos desnudos pocos pájaros se hinchan
al ver el reflujo verterse en un paseo estrecho
como un arroyo ruidoso.

Pronto, mientras el chubasco del noroeste exprime sus nubes,
balandra, nos pondremos de facha
para salir de la arena y que a la media luna haga
lo que quiera, colgada del puerto en los obenques
como luz de anclaje. No nos queda rumbo por trazar,
sólo la deriva prolongada, la observación malhumorada, y esperar,
esperar.

                                                           
                                       1980



Traducción de Aurelio Major



19 de agosto de 2014

José Martí



















Pues a vivir venimos
 
Pues a vivir venimos - y es la ofrenda
Esta existencia que los hombres hacen
A su final pureza - aunque el veneno
De un cruel amor la ardiente sangre encienda,
- Aunque a indómita bestia arnés echemos
De ricas piedras persas recamado,-
- Aunque de daga cruel el pecho sea
Con herida perenne traspasado-
Vengan daga y corcel, y amor que mate: -
Eso es al fin vivir!-

El bardo como un pájaro recoge
Pajas para su nido - de las voces
Que pueblan el silencio, de la triste
Vida común, en que las almas luchan
Como animadas perlas en los senos
Enclavadas de un monte lucharían.



17 de agosto de 2014

Lenin tatuado en el pecho



Monika Zgustova


Un hombre triste y humilde, de edad indefinida, desnudo hasta la cintura, que lleva una imagen de Lenin tatuada en el pecho. Es la fotografía que se me queda grabada tras mi recorrido por las salas del Palau de la Virreina que albergan la exposición del fotógrafo ucraniano Boris Mikhailov, fotografías de 1967 a 2003. La inmensa mayoría de las que allí veo hablan de la tristeza y el tedio de los habitantes de las ciudades rusas y ucranianas, tanto en la época soviética como en la actualidad. Esas fotos me recuerdan el kitsch y el aburrimiento satisfecho de los lugares más sórdidos de las ciudades inglesas, retratados por el fotógrafo inglés Martin Parr, además de la contaminada tierra baldía y desierta de su país, fotografiada por el checo Josef Koudelka, o los no lugares del canadiense Jeff Wall. El hombre con el tatuaje de Lenin -también en el catálogo- es para mí todo un símbolo del tema esencial de esa exposición y una de sus imágenes más patéticas: los humillados y ofendidos de las épocas comunista y poscomunista en Rusia.

Ese hombre con el tatuaje de Lenin en el corazón, del año 1997, es la encarnación de la tristeza sin esperanza de los perdedores. Es alguien que divinizó a Lenin como a un dios, que creyó en la revolución rusa y trabajó toda la vida por su triunfo. Y tras toda una vida de sacrificio, con su fe en Lenin en el corazón y la imagen del padre de la revolución bolchevique en el pecho, ahora resulta que, en su país, Lenin es proclamado un criminal sanguinario y, junto con Stalin, el Gran Malhechor del siglo XX. ¿Para qué sirvió, pues, la renuncia y el sacrificio, para qué sirvió toda una vida? Ésa es la pregunta desolada que parece inscrita en los ojos de ese hombre.

Mientras contemplo el hombre con el tatuaje de Lenin en el pecho, pienso en un cuadro de Hans Holbein, llamado Cristo muerto. Dostoievski, en El idiota, dice que, al ver ese cuadro, un creyente puede perder la fe. El hombre del tatuaje es como el Cristo muerto: es el hombre en toda su miseria, despojado de sus anhelos y de la esperanza, de las preguntas y las dudas que lo humanizan, y de cualquier clase de grandeza, hasta de la grandeza de la libertad; es un hombre más solo que el Cristo de Las siete últimas palabras de Haydn, a quien le es dado el consuelo último de la tragedia. Tanto la fotografía de Mikhailov como el cuadro de Holbein no representan ni una majestuosa tragedia ni un amable drama en adagio e cantabile, sino el vacío absoluto; el hombre del tatuaje y el Cristo de Holbein son seres humanos despojados de cualquier atributo fuera del de la insignificancia, son hombres sin otro destino que el de caer en el olvido. Tanto la fotografía como el cuadro son la meditación más depurada sobre la esencia de la condición humana. Como si el fotógrafo y el pintor le dijeran al espectador: Así eres tú. 

El hombre con Lenin en el pecho está desconsolado. Su dios ha muerto, cuando él necesitaba su inmortalidad. Sí, los dioses soviéticos, Lenin, Marx y Stalin, han muerto, y con ellos se ha echado a perder el homo sovieticus. En las fotos de Mikhailov se perciben barrios periféricos grises, uniformes, sin árboles, llenos de barro, mujeres deformes, hombres gordísimos y borrachos, niños llevando a sus padres borrachos en la espalda, niños jugando en descampados sucios y sórdidos, ciudades estériles, convertidas en no lugares, baños en zonas industriales y contaminadas, y la lucha encarnizada por la supervivencia, representada por personajes susceptibles de ser interpretados indistintamente como asesinos o como víctimas. ¿Por qué asesinos o víctimas? Volviendo al hombre con Lenin en el pecho, advierto un bastón apoyado en su cuerpo semidesnudo. La postura del hombre humilde implica que ha recibido muchos bastonazos durante su vida. Sin embargo, veo que, de un momento a otro, ese humilde esclavo puede tomar el bastón en la mano y, con Lenin en el corazón, convertirse en el verdugo que castiga y esclaviza, convencido de su verdad única y dispuesto a morir por ella, morir por su idea del paraíso terrenal como Cristo en la cruz, y de paso repartir la muerte a su entorno.

Rusia es un país de esclavos y de tiranos, grandes y pequeños, se lee en las fotos de Mikhailov. Además, en sus imágenes podemos observar la misma miseria e infelicidad, el mismo tedio que los grandes clásicos del XIX, de Gogol a Dostoievski y de Turgénev a Chéjov, observaron tanto en la ciudad como en el campo ruso. ¿Para qué sirvió la revolución bolchevique y las largas décadas de persecución, del KGB y el gulag, de sacrificio cotidiano, de vivir en la penuria?, parecen preguntar las imágenes expuestas. Penuria, sí. Porque los ideólogos del comunismo soviético rechazaron la idea del imperio romano del pan y circo para el pueblo y optaron por la receta de la inquisición española: ofrecer al pueblo milagro, enigma y autoridad; el milagro del armamento y los vuelos al espacio, el enigma de un líder omnipresente y omnisapiente como Dios, y la autoridad con su mano férrea del gulag y la delación.

 Tomado de El País, 9 de marzo de 2004. 

7 de agosto de 2014

José Emilio Pacheco

















Alta traición

No amo mi patria.
Su fulgor abstracto
es inasible.
Pero (aunque suene mal)
daría la vida
por diez lugares suyos,
cierta gente,
puertos, bosques de pinos,
fortalezas,
una ciudad deshecha,
gris, monstruosa,
varias figuras de su historia,
 montañas
-y tres o cuatro ríos.

  


2 de agosto de 2014

Eugenio Montale















Las palabras


Las palabras
si despiertan
desprecian el hostal
más propicio, el papel
Fabriano, la tinta
china, la cartera
de cuero o terciopelo
que las mantenga ocultas;

las palabras
cuando despiertan
se acomodan al dorso
de las facturas, en los márgenes
de los billetes de lotería
en las contribuciones
matrimoniales o de luto;

las palabras
no piden nada mejor
que el barullo de las teclas
en la Olivetti portátil,
que la oscuridad de los bolsillitos
del chaleco, que el fondo
del cesto reducidas
a pelotas;

las palabras
no están nada felices
de las que echen como cabareteras
y las acojan con furiosos aplausos
y deshonor;

las palabras
prefieren el sueño en la botella
a la burla de ser leídas, vendidas,
embalsamadas, hibernadas;

las palabras
son de todos y en vano
se esconden en los diccionarios
porque no falta el marrano
que desentierre las trufas
más apestosas y raras;

las palabras
después de una eterna espera
renuncian a la esperanza
de ser pronunciadas
de una vez por todas
y después morir
con quien las ha poseído.



Traducción: Dolores Labarcena y Pedro Marqués de Armas 


1 de agosto de 2014

John Mateer

















El otoño está en todas partes


Incluso en una explosión
si se tiene la velocidad de persiana adecuada, las esquirlas de piedra
–proyectiles– se convertirán en hojas que revoloteen y decoren un viento helado.
El otoño está en todas partes. El otoño es tu piel desescamándose,
esas esquirlas que se convierten en peñascos ofrecidos al ojo
de un microscopio de electrones, que se convierten en alimento para polvo-mitas,
que se convierten en la adivinanza del Instante:
¿Cómo es que los momentos, las cosas, tienen existencia independiente?
Sí, si me hallan entre los restos desperdigados de una explosión,
las esquirlas de mis colmillos y muelas probarán mi existencia.
Dondequiera que miro las avenidas de árboles explotan a cámara lenta.