19 de abril de 2007

Julio Moracen

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LA SOMBRA DE SI MISMO ensayo [fragmento]


La sombra te acompaña fiel: una fuente de luz contra la pared a tu frente revela antes a ti mismo que a otros, que existes, que eres persona viva, no fantasma.

De lo invisible/invisibilidad = ser sombra, a lo visible. Proceso histórico de emancipación y asunción progresiva de derechos y responsabilidad participativa.

Platón, en la Republica, libro VII, con la metáfora de la caverna nos habla de seres encadenados desde la mas tierna edad, con la mirada hacia el fondo de una caverna donde pasan sombras de hombres que afuera viven y hablan, mas los encadenados, tienen solo la experiencia de ver sombras y solo a estas consideran la realidad. Platón nos dice que si fueran liberados propugnarían la verdad de la sombra contra aquella de la corporeidad, defendiéndose de la luz del sol la cual no podrían sostener, aun mas llegarían a matar quien intentara arrastrarlos fuera de su condición.

Parafraseando a Platón por antitesis, digo que esos seres una vez ya sin cadenas, libres, pueden discriminar la apariencia de la verdad y que esto empeña a deshacer los nudos (como ligación y diferenciación) de una identidad histórica cultural, individual, para sobreponerla a continuos progresivos desvelamientos, donde cada desvelamiento remite a un nuevo secreto.

Parafrasear la idea platónica me sirve para explicar la herencia del hombre negro en América después de la Trata, el nudo problemático de la culpa hacia otras sombras, aquellas de sus ancestros y la radicación de su persona en aquella parte subterránea que viene expresada con las practicas religiosas, todo esto es su fuente y alimento y no puede permanecer mito por siempre cristalizado. Esto abre pasajes a la muerte en la vida, negando la esperanza.

Con estas motivaciones es significativo indagar el pasaje liminal que lleva al héroe mítico/oricha hacia el artista negro, donde existe una riqueza y una polisemia de contenidos que favorecen una elección de búsqueda apasionante, decisiva para la formación del propio artista.

Hoy el mito negro está consignado a un mercado de consumo global, mas-mediático, y a la manipulación de un sacralidad descompuesta

De las raíces del self (persona), la cultura negra se desarrollò en un exilio entre el Caribe y la otra América, la de los guetos y de las buenas intenciones libertadoras de los anos 70. Paisajes del post-esclavismo, mujeres y hombres desenraizados, sin ataduras a una ética comunitaria, sino al margen de la sociedad, a la magia con vínculos, dannazione y no redención, el habla de historias del hombre negro con escrituras innovadoras, estilos dramáticos y montajes transformadores que sus creadores nos lo han presentado de forma testimonial, arrancadas de su experiencia de vida. Algo que se observa cuando vemos los protagonistas de la cultura negra, llevándonos a descubrir una historia colorida, trabajada con su propio lenguaje (¿una Babel patois?). El hombre negro junto a otros protagonistas, negros blancos y mestizos en la busca tenaz de su dignidad, sin ilusiones.

En estos escenarios la cultura negra en su aspecto socio-semiótico, representa una extraordinaria sutura, que no encontramos en la tradición occidental europea, de ideologema del símbolo con ideologema del signo. Tomando como referencia a Julia Kristeva, defino el ideologema función íntertextual que se puede leer “materializada” en los diversos niveles de la estructura de cualquier texto, y que se extiende a través de todo su desarrollo facilitándole sus coordenadas histórico-sociales.

El modelo del símbolo que hallamos en el mito y en todas las practicas significante/texto de la sociedad sincrética, actúa con unidades simbólicas que son unidades de limites en relación al universo simbolizado (el heroísmo, la virtud, la traición) y en su lógica es antiparadòjico, dos opuestos son incompatibles (el bien-el mal, lo femenino-lo masculino), imponiendo una inmediata resolución de las contradicciones.

El ideologema del signo responde a una unidad menos extensa, proyectando el símbolo en algo inmediatamente perceptible, concretizándolo, objetivándolo.

La unidad de la practica semiótica del signo se articula como una concatenación progresiva de metáforas, con una estructura narrativa donde los opuestos son presos en un engranaje de múltiples desviaciones que ofrecen, siguiendo a la Kristeva, la ilusión de una estructura siempre abierta, a conclusión arbitraria (se puede hablar de ilusión, mientras existe una programación de la no-disyunción). Con el ideologema del signo se arriba a la infinitizaciòn del discurso que no depende más de lo universal, de la idea en si, siendo en constante transformación, capaz de generar pensamientos múltiples, proyectados hacia lo que podrá ser. Es el ideologema que, desde el Renacimiento, contradistingue en Europa el pensamiento moderno: combinatorio, relativo, transformador.

Con estos esclarecimientos retornamos a la enunciación que la producción artística negra representa una sutura entre lo simbólico y lo sìgnico: esto se puede demostrar examinando sus textos y performances y reverenciándolos a la unidad plurisignificativa de su tradición: cultura, religión, mito, rito. Iluminadora es la figura de Echù / Eleggua y la practica, dispositivo ritual diría Augè, de la adivinación, combinatoria, relativa, transformacional, y la misma cosmogonia inmanente y no trascendente: los orishas/dioses cabalgan a los hombres, viven y gobiernan, y el cuerpo tiene la función de marca no limitante, sino expansiva en la performance del ritual narrado, unión de lo visible y lo invisible, donde actúa concretamente la paradoja de la no disyunción entre lo divino e lo humano.

Echù / Elegguà, como el Hermes clásico, es el hábil intermediario entre el espacio sagrado y la cultura material del hombre. Respecto a la tradición afroamericana, el ejerce socialmente la función de facilitador del mestizaje, acompañando al negro en el proceso de enfrentamiento a los diferentes códigos del colonizador.