27 de mayo de 2007

Luis Jiménez Hernández










Cuba 1978. Poeta, narrador, ensayista. Ha publicado en Cubaliteraria y en ediciones digitales nacionales e internacionales; dirige la revista digital ZEKTORZERO. Libros inéditos: Cuaderno del desterrado (2005) y 400 millas mas adentro (2007).









ENTRE LOS ESCOMBROS



LAS PALABRAS SON LOMBRICES DE TIERRA; La lengua: una sinfonía que se eleva de tramo en tramo: desde niño transfiguraba los susurros. Entonces me quedaba imaginando entre los sacos sucios, los chorros de agua mezclada con la sombra del cadáver. Aunque en realidad parecía: media sombra aquel torso desnudo cocinado entre los escombros y la frescura de la mañana. En la madrugada veo al hombre despierto junto al fantasma de un radio de válvulas. En las tardes aún sigue ahí, callado entre el polvo y la duda de los sacos que también se van...



-Hugo fue...Hugo... el la encontró...

Antonio Armenteros

de "Los Estados Crepusculares" 2002


Los días de comenzar el mundo

Los caracoles ardían.
                         amarillo transparente.
por el viento de agujeros.
Música y esferas; estrellas de la música
                                               -golondrina.
Arden impronunciables los trapecios,
planetas caracoles,agujeros meciéndose.
Cabeza a dónde va,risa?
                                 Suben/vuelan/caen
florecidos caracoles-se disipan-,
o sea,arden.

22 de mayo de 2007

Conocimiento sumergido tras Los cursos imantados de Caridad Atencio.

Luis Jiménez Hernández






Los poetas no inventan los poemas
El poema está en alguna parte ahí detrás Desde hace mucho tiempo está ahí El poeta no hace sino descubrirlo.

Jan Siacel







“La geometría Fractal cambiará a fondo su visión de las cosas. Seguir leyendo es peligroso. Se arriesga a perder definitivamente la imagen inofensiva que tiene de nubes, bosques, galaxias, hojas, plumas, flores, rocas, montañas, tapices, y de muchas otras cosas. Jamás volverá a recuperar las interpretaciones de todos estos objetos que hasta ahora le eran familiares."

Michael F. Barnsley.








Cuando los cursos imantados comienzan a emitir sus fluctuaciones, atrapan todo lo que sea inverso a su polaridad y al hacerlo, lo incorporan dentro de sí para agruparlo y regenerarlo como un nuevo componente. Estos se basan en un principio básico: el acto de escribir y cada una de las reflexiones que puede generar dicho fenómeno en la escritura en sí; A su vez la transformación que sufrirá el acto en la mente de cada uno de los lectores. Cada fluctuación produce un efecto particular según el receptor, de ahí el hecho de que sean capaces de aflorar indistintamente. Según sea su lectura será la exposición de lo ocultable-indestructible a lo que se refiere el primer círculo concéntrico que se nos despliega en este cuaderno.

El escritor que muere y deja sedimento en la cultura ¿Cómo podría ser visto? ¿Quizás en su límite contrario, el esqueleto que se esponja en sanguíneos perfiles?
¿O lo que sería su parábola aparente, el cuerpo como visión que se desteje por un anhelo, para quedar la osamenta de ónix, el golpe –vibración – ante la tangencia de lo “ocultable indestructible”?

Aquí la exposición de los elementos mas importantes, comienza a fluir y a aflorar a la vista desde este primer texto, donde comienzan las dudas existenciales a mezclarse con el pensamiento y la reflexión que conllevan a un conocimiento palimpséstico en el cual el texto es la huella, el resultado de la influencia anterior del conocimiento desconocido al que accede cada escritor para hacer su obra. El instante en que se funden el acto de la creación y el conocimiento somático, para comenzar a develarse y a dar forma al conocimiento sumergido.

Caridad nos habla de límites (Acumulación hacia los límites, no su destrucción.), de lo infinito en el pensamiento tras el flujo del conocimiento como un golpe que vibra y fluye, nos hace sentir que en su poesía, lo infinito es el método que utiliza para expresar su mensaje. Así como el infinito (Infinito-Recursivo-redundante en este caso) es básico para la obtención de la poesía de la física, los fractales. Cristina Rivera Garza, escribió un articulo donde habla de ilegibilidad en los cursos imantados basándose en un libro de ensayos llamado The language of Inquiry (El Idioma de la indagación, en español) de una escritora norteamericana llamada Lyn Hejinian, en el cual esta habla acerca de la comunicación texto-lector, en cuanto a poesía se refiere. Hasta que punto es cierto el hecho de la ilegibilidad.

La interpretación es mucho más amplia, según sea el conocimiento somático, sumergido o adquirido por cada individuo, para así recorrer mejor cada uno de los sentidos ya sean a favor o contrarios del arquetipo y contenido del poema. La destrucción del texto traería como consecuencia la desaparición de esta forma de conocimiento, lo cual es imposible porque aún despareciendo en el plano físico es imposible que una forma creada se destruya o desaparezca, la transformación si es posible (debido a la presencia del todo como un multiverso). De aquí que en muchos de los textos de C. encontremos similitudes con la Física aplicada a los sistemas complejos, de lo cual derivamos que el hombre simplemente nunca ha inventado nada sino que ha descubierto una forma del conocimiento que estaba sumergida en su mente(universo)la cual pudo ser expuesta por la naturaleza que lo rodea. (Ver poetas nadaístas 1960, Colombia.)

¿Entonces a partir de aquí la pregunta es, existe ilegibilidad en los cursos imantados?

Según el diccionario de la Real academia de la lengua Española, ilegible significa algo que no puede leerse. Desde la antigüedad el hombre a sentido la necesidad de ocultar sus palabras escritas en un papel, pasando por los alquimistas llegamos hasta los sistemas actuales de cómputo con sus inviolables claves PGP. Pero siempre para que estos códigos ilegibles pudiesen ser interpretados debía existir una clave, lo cual nos revela la inexistencia de su ilegibilidad. Entonces cual es la clave para leer a C. simple y llanamente es la sincronización entre el pensamiento y ese conocimiento que se encuentra en el universo-mente de cada humano. Poesía al fin este cuaderno puede generar miles de claves y estando en armonía con el universo (El mundo trasmite al hombre de una manera enfermiza su huella de vastedad) puede despertar, muchísimas formas de interpretación. Lo más importante es como C sin haber estudiado los sistemas complejos estos aparecen y se exponen una y otra vez en sus textos.

-En la imaginación lo infinito es a veces
matemático, y viceversa-

¿Me apropio de un sentido que no es mío?
El vacío es quien roba la inconsciencia del texto que vive en otro texto.

Según Lezama, ningún escritor escapa a las confluencias; Independientemente de las lecturas, para mí las confluencias no son más que el acceso que tiene cada escritor a formas de conocimientos que de una forma u otra se encuentran dormidos dentro de su universo subconsciente.

Me llena lo que soy, lo que callo y lo que veo.

Cuando expuse a C mi teoría sobre la existencia de conocimiento sumergido en su obra me miró asombrada y me comento que un amigo profesor de la universidad le había comentado que su poesía tenía que ver con la física. Al parecer el despertar de Caridad es el mismo despertar de los poetas de la generación del 27 en España (ver teoría de la mecánica quántica y la poesía). Este despertar en ella le transportó inconscientemente a todo este sistema de multiversos durante su reflexión sobre el acto de escribir. Atencio comienza a buscarse en otras voces y se encuentra en Mallarmé, Emerson, Wittgenstein, Nietzsche, los espera y se desarrolla en ellos(los desarrolla desde si misma), se exilia a si misma para luego reclamarse y establecerse a partir de, y para, los otros la continuidad de su propio pensamiento reflejado en los demás, otros que nunca vio. Justo en el momento en que comienza a preguntarse sobre la existencia real de la desaparición física de un poeta, siente que es imposible la destrucción de una forma de pensamiento.

´Si Lezama o Nerval no me están escuchando, entonces, hablo con la nada´.

A partir de la comprensión de los elementos de la conciencia revolucionaria de la obra de Jhon Cage, C comienza a organizar sus palabras de modo tal que la inarmonía del texto se haga armónica. Logra un ritmo interno diferente una especie de contratiempo poético (poli-rítmica).

Concéntrense en lo desconcentrado. Lo desconcentrado que a la vez es intenso. Saborear la actitud sospechosa de las vísperas. Inmanencia de lo que va a borrarse. Erosión del azar. Ante la fuerza ciega de emprender, arde lo volitivo.

Trata de comprender y de buscar una conexión en ese mundo que se le va introduciendo una y otra vez, ese universo que va emergiendo en su obra, el despliegue, el límite que se repliega(hace de si misma muchos puntos de convergencia), hace desvanecerse la idea del lenguaje limitado. Para asumir su imagen poética, como lo ilimitado en si misma, la ausencia de límites para la poesía, el acto de romper la forma, de modificar los contenidos, de establecer sus claves y diseñarse su propio sistema de lectura. La imaginación sirve para creer. Sonríe y da un golpe seco, uno solo como el samurai que se concentra y de un golpe exacto hace caer la palabra de su oponente.
…La palabra espiral…
Fractaliza un verso que comenzara a repetirse recursiva e iterativamente una y otra vez, un verso que es un poema, un verso que es un cuaderno, un verso que es un universo y a su vez es simplemente una palabra que se repite una y otra vez simulando-construyendo un fractal. Aunque todos los fractales no son caóticos, este si lo es, establece un patrón iterativo en el que se establece una nueva variación de mismo.
La palabra espiral, el poema experiencia, el texto examen.
(Para quien hasta aquí no este bien claro, el hecho de la construcción de un verso fractal en este texto. Es sencillo tómese el trabajo de construir una espiral con PALABRA y vera como aparece antes sus ojos un interesante modelo fractal. ). Como y cuando se le ocurrió a Caridad Atencio, hacer algo así, ni ella lo sabe, lo justifica diciendo:

El conocimiento entra dentro de mí. Se acomoda, se asfixia, para respirar.

Es ella el viaducto que utilizan los multiversos para atraer hacia nosotros esta nueva estructura poética. Y aquí hago un alto para establecer un nuevo concepto: Verso fractal: es aquel verso que a partir de si mismo crea una figura geométrica, redundante e iterativa. Basándonos en esto podemos continuar analizando y comprendiendo el mundo que trae hasta nosotros C. Seguir escudriñando en su obra solo me haría desnudarla completamente lo cual no es la intención de este ensayo, es solo demostrar la existencia de un universo diferente, una obra poética con otro sentido. La muestra de que el verso no se limita se construye una y otra vez basándose en cada universo, para crearse así mismo como una nueva forma.

Cuando terminé, de fluir por los cursos imantados me quedo el placer de haber descubierto algo que ni tan siquiera su autora sabía, de haber encontrado la clave para leer de otra forma la ilegibilidad incierta de estos cursos que C. nos trajo con la misma sencillez con que sonríe.
El escritor no ha pronunciado ´quiero hablar a mi época´…

21 de mayo de 2007

Julio Mitjans


















(Ver entradas anteriores)



del libro "Alejándose del resto" 2002






NOCHES QUE AUN ME DEBO




Secretos paisajes del ochenta y ocho, amigos,
no he podido renunciar al dolor, la confianza
o el abismo
entre un peregrino y mi cuerpo.

Lares de ayer merecidos por la desesperación,
allí perdí la palabra que puede
salvarme de la felicidad.
En un río de jóvenes me sumerjo una y otra vez,
al regreso no soy el mismo.
Sólo voy aliviando, arquero, tu sed
con mi sed errante
y no encuentro destinos más inciertos que mi corazón.

Amigo, peregrino,
noches que aún me debo:
puertas semiabiertas,
solares yermos, vidas
por las que echamos a rodar una pregunta
sin más respuesta que la víspera siempre.

18 de mayo de 2007

Allen Ginsberg

(3 de junio, 1926 – 5 de abril, 1997) fue un poeta beat estadounidense nacido en Paterson, New Jersey.La poesía de Ginsberg estaba muy influida por el modernismo, el romanticismo, el beat y la cadencia del jazz, además de por su práctica del budismo Kagyu y su origen judío.







UN SUPERMERCADO EN CALIFORNIA





Cómo he pensado en ti esta noche, Walt Whitman,
mientras caminaba por las callejuelas, bajo los árboles,
con dolor de cabeza, ensimismado en la contemplación
de la luna llena.
¡En mi hambrienta fatiga, y para comprar imágenes,
entré en el supermercado de frutas, soñando con tus enumeraciones!
¡Qué duraznos y qué penumbras! ¡Familias enteras
comprando de noche! ¡Pasillos llenos de maridos! Esposas
en las paltas, bebés en los tomates!; y tú García Lorca,
¿qué hacías allí, junto a las sandías?
Te vi, Walt Whitman, sin niños, solitario viejo harapiento,
hurgando entre las carnes en el refrigerador, y
mirando a los muchachos de la carnicería.
Oí las preguntas que le hacías a cada uno de ellos:
¿Quién mató las costillas de cerdo? ¿A qué precio las
bananas? ¿Eres mi Angel?
Anduve alternativamente por las brillantes pilas de
latas, siguiéndote, perseguido en mi imaginación por el
policía del negocio.
Juntos recorrimos los abiertos corredores de nuestra solitaria
fantasía, probando alcauciles, gozando de cada una
de las heladas golosinas,
y sin pasar nunca por la caja.
¿A dónde vamos Walt Whitman? Las puertas se cerrarán
dentro de una hora. ¿Hacia dónde apunta tu barba
esta noche?
(Toco tu libro, y sueño con tu odisea en el supermercado
y me siente absurdo.)
¿Caminaremos toda la noche por las calles solitarias? Los
árboles añaden sombra a las sombras, las luces de las casas
se apagaron, nos sentiremos solos.
¿Pasearemos soñando con la perdida América del amor
al lado de automóviles azules en las carreteras, camino
hacia nuestra silenciosa casita?
Ah, padre querido, barba gris, solitario y viejo maestro
del valor,
qué América tuviste cuando Caronte dejó de impulsar
tu barca y tú descendiste a una humeante orilla observando
cómo desaparecía la balsa sobre las negras aguas
del Leteo?





(Trad. de W. Shand y A. Girri)

Julia Cabalé













Poeta y editora de la revista Cine Cubano del ICAIC. Premio David de Poesía 2000 por su libro Ceremonia del tacto. Primera Mención en el XI Premio de Poesía La Gaceta de Cuba por la selección de Credenciales. Poemas suyos han aparecido en publicaciones de Ecuador, Canadá, México ( Antología. Heridos por la luz) y Suecia. Heridos por la luz y La vuelta al rito, son también libros (inéditos) de su autoría.









El GRITO

Olor de la carne bajo tierra. Olor natural de los elementos.
Realidad nos desorientas, de alguna manera nos rescribes.

El grito define a la especie, un clan, lo nómada del bosque.
Sin frontera tierra mía. Universal es la mirada.











IRREALIDAD


1


Mi boca se infla como un globo.
Pienso en mi padre.


2

Tengo una buena foto en papel.

3

Mi pelo húmedo sobre la almohada.
No importa poco importa.



4

Un dolor,
debajo del seno izquierdo
me paraliza.

Pudiera... terminar así
el universo
en la palma de mi mano.

17 de mayo de 2007

PAULO LEMINSKI...Brasileños...

Curitiba, 1944. Entre sus libros encontramos Catatau, 1976 (prosa experimental). Não Fosse Isso, Era Menos, Não Fosse Tanto, Era Quase y Polonaise (Poemas, 1980). Paulo Leminski murió el 7 de junio de 1989.


HAI


He aquí que nace completo
y, al morir, muere germen,
el deseo, analfabeto,
de saber cómo regirme,
ah, saber cómo me arreglo
para que yo sea quien fui,
he aquí lo que nace perfecto
y, al crecer, disminuye.




KAI


Mínimo templo
para un dios pequeño,
aquí os guarda,
en vez del dolor que peno,
mi extremo ángel de vanguardia.

De qué máscara
se alaba su lástima,
de qué ola
se vanagloria su historia,
sepa quien sepa.

A mí me basta
la sombra que se deja,
el cuerpo que se aparta.


***



esta vida es un viaje
pena yo estar
sólo de pasaje

ANTONIO RISERIO...Brasileños...

Salvador da Bahia, 1953. Poeta y antropólogo ha publicado Textos e tribos – poéticas extraocidentais nos trópicos brasileiros, 1993; Avant-garde na Bahia, 1996; Oriki Orixá, 1996; Ensaio sobre o texto poético em contexto digital, 1998, entre otros.


Mas adelante (poesía musicada)


Debe haber
Una muchacha alegre ahora
En Amapá
Alguien que se acuesta en la playa
En la isla de Maracá
Debe ser
Una muchacha soñadora
Que piensa en mudarse
Para Belém do Pará
Debe haber un viejo cansado
En un cuarto
De un pequeño hotel
De Macapá

Ojo de buey Oiampi
Año que se fue
Y el que vendrá
Ojo de buey Oiampi
Año que se fue
Y el que vendrá.

NELSON ASCHER...Brasileños...

São Paulo,1958; entre sus libros destacados encontramos Sonho da Razão (1993), Algo de Sol (1996) ambos publicados por Editora 34.


Otra Gata


P/Haroldo, felinófilo



Aunque sea tan
minúscula, está viva
la gata que se esquiva
mientras mi mano,
con mas de un arañado,
consuma la tentativa
inútil y, a la deriva,
apaga el nada en vano.
Fruyendo en paz de siete
Vidas, mientras, la gata
Hace su toilette
Y así no se confirma
que esconde una navaja
suiza en cada pata.

CARLITOS AZEVEDO...Brasileños...

Rio de Janeiro, 1961;ha publicado Collapsus linguae (Rio de Janeiro: Lynx, 1991); As banhistas (Rio de Janeiro: Imago, 1993); Sob a noite física (Rio de Janeiro: 7Letras, 1996); Sublunar (Rio de Janeiro: 7Letras, 2001).


Vers de circonstance


Eran tres mujeres y la noche bajaba
de sus ojos
en ondas
de aroma
oscuro
eran tres
sobre la sabana
blanca

*

eran tres almohadas
tres relámpagos
cogidas de las manos

*

tres carcajadas de fiebre
afilada contra
jazmineros

*

hacia frío
en las avispas y en
el aire —
en los peces y no
en el mar
y ni en el cuerpo
y ni en el deseo

*

pues una reía
como ágata blanca
otra era
blanca
la tercera era de Sefarad.

ARNALDO ANTUNEZ...Brasileños...

Sao Paulo, 1960. Entre sus libros se encuentran: OU E - São Paulo: edição do artista, 1983, As coisas - São Paulo: Iluminuras, 1992; 2 ou + corpos no mesmo espaço - São Paulo: Perspectiva, 1997. Como É que Chama o Nome Disso - Publifolha, 2006.



NOMBRE


Algo es el nombre del hombre

Cosa es el nombre del hombre

Hombre es el nombre del tipo

Eso es el nombre de la cosa

Tipo es el nombre del rostro

Hambre es el nombre del mozo

Hombre es el nombre del pedazo

Hueso es el nombre del fósil

Cuerpo es el nombre del muerto

Hombre es el nombre del otro.

16 de mayo de 2007

MEMORIAS SOBRE LA PERSECUCIÓN DEL CIERVO

Por José Antonio Michelena



El ejercicio de la literatura puede enseñarnos a eludir equivocaciones, no a merecer hallazgos, nos dejó dicho Borges; pero el análisis –o la crítica, o el estudio, u otras aproximaciones– de la literatura, no siempre elude las equivocaciones, no pocas veces son la equivocación misma. Mas seguimos intentándolo, aún sabiendo que la literatura siempre se escapa, se resiste al intento de apresarla.
Tomar como referencia 30 años de poesía cubana y repensar esas tres décadas en las que literatura, sociedad, ideología, no son exactamente una santísima trinidad, no son un trío siempre bien afinado y armónico, es recordar los eventos y acciones que modelaron, para bien y/o para mal, ese tiempo que pasó soplando –y tronando– como sucede aquí en el Caribe, en esta Isla que llevamos en peso.
La mitad de la década del setenta –si vamos a ser exactos en el cómputo que se pide– nos sorprende bregando por salir de ese período oscuro en que el arte, la literatura y los artistas se quieren cuadricular, encerrar en parámetros y realismos. Para colmo se nos muere Lezama. Virgilio Piñera envidia su muerte: "Por un plazo que no puedo señalar/ me llevas la ventaja de tu muerte:/ lo mismo que en la vida, fue tu suerte/ llegar primero. Yo, en segundo lugar." Su propia muerte llegaría tres años después. Pero, aunque vivos para la creación –sobre todo Piñera–, ambos eran inexistentes en otros dominios sociales mucho antes de morir. En la Escuela de Letras y de Arte (hoy Facultad de Artes y Letras), donde yo estudiaba, sus nombres eran impronunciables. Sin embargo, los setenta son también años ebullentes para la poesía. (Desafortunadamente, en la ebullición, no siempre sale a la superficie la mejor poesía.) Las consignas se llevan a las revistas. Se acalla la expresión de la intimidad. Mi memoria recuerda una poesía afirmativa, jubilosa, adjetivada, discursiva, donde no abunda el vuelo tropológico.
En la década siguiente (los ochenta) estoy inmerso –como asesor– en el movimiento de talleres literarios y debo lidiar, por una parte, con las "normativas" –ideológicas, retóricas…–, con el canon, con mis propios modelos y estudios académicos; y por otra, con el talento y la furia de los muy jóvenes poetas que desbordaban normativas, academias y prejuicios. Gracias a Dios tuve la suerte de compartir el trabajo con poetas y narradores que halaban duro para el bando de los más jóvenes porque eran, ellos mismos, actores de esa trama: Ramón Fernández-Larrea, Ernesto Santana, José Ramón Fajardo, Alberto Yáñez, Chely Lima, Alberto Serret, entre los más cercanos. Al mismo tiempo aprendíamos de los poetas y narradores que integraban los talleres literarios que nos tuvieron que sufrir: Damaris Calderón, Carlos Jesús Cabrera, Alexis Soto, Roberto Zurbano, María Elena Hernández, Juan Carlos Pérez –entre muchos–. Y aprendíamos, claro, de los escritores con los que compartíamos sesiones de trabajo en eventos diversos: Norberto Codina, Eduardo Heras León, Francisco López Sacha, José Pérez Olivares, Efraín Rodríguez, Rafael León de la Hoz, Bladimir Zamora, Leonardo Padura, Salvador Redonet… Ahora hay poses y actitudes que condenan en bloque aquellos talleres literarios, sin tener en cuenta que el rasguño sobre la piedra fue compartido y que muchísimos asesores se jugaron su empleo por defender un poema, un verso, un cuento, una oración. Los ochenta fueron años de forcejeo de más de una generación por dejar atrás la oscuridad, la penumbra. En ellos asciende una generación literaria y debemos aprender a leer, a descifrar sus propuestas, hallazgos, maneras de nombrar. No es fácil pasar del intento de instauración del realismo socialista hacia los ensanchamientos que propiciaron los ochenta. Nunca podremos olvidar que se nos hizo cotidiano –en los medios de difusión cubanos– John Lennon cuando ya estaba muerto. Tampoco olvido que el primer artículo –hasta donde recuerdo– que se publicó en Cuba a propósito de su muerte no era precisamente para enaltecerlo, para tomar conciencia de una pérdida tan grande para la cultura.
En los años noventa me vinculo como editor a Ediciones Extramuros, por tanto debo seguir atento al fragor de nuevas hornadas de poetas. La década no puede tener peor comienzo, el inicio del llamado período especial, de las crisis. Desaparecen casi todas las revistas y tiene lugar la breve era las plaquettes. De repente fue un estallido de plaquettes y podemos dar a conocer los avances de una muy pujante generación. A contrapelo de la crisis se escribía más que nunca. Y se expresaban esas crisis. A mediados de la década me encargan –apresuradamente– una selección de poesía joven para publicar en México. Nace así la compilación Algunos pelos del lobo, un libro que apenas circuló, que acaso fuera secuestrado –los censores me cuestionaron el nombre de la selección: ¿qué es eso de lobo, quién es el lobo?–, que nadie nombra, pero que cuando lo veo, ahora mismo, lo encuentro digno. En él aparecen quince poetas que habían publicado en las colecciones que yo editaba, o bien tenían textos en proceso en la editorial, o sencillamente habían enviado libros al concurso de poesía que convocábamos. Varios de ellos –y ellas– son voces reconocidas dentro de la literatura cubana –Alberto Acosta-Pérez, Ramón Fernández-Larrea, Caridad Atencio, Rito Ramón Aroche, Sigfredo Ariel, Jorge Luis Arcos–, pero en aquel momento, algunos aún no lo eran. En este último caso están Caridad Atencio y Rito Ramón Aroche, dos de los poetas más significativos de estos últimos años, dos autores por los que podemos identificar el crecimiento de la poesía cubana actual, no por gusto triunfadores en el concurso de poesía de La gaceta de Cuba en las ediciones de 2005 y 2006 respectivamente. Al leer sus textos, hace más de diez años, encontré un ritmo, una sintaxis, un tratamiento del lenguaje y los contenidos que los hacía singulares. Caridad con una poesía en prosa que filosofaba de modo dialéctico, jugando con antítesis, con bordes que se atraen, con marcas de género y de raza: "[...] Lo que no vi en el árbol está en el pozo. Reparas en el ancla, no en la quilla del barco. La mitad que se adueña del extremo. Hay como un goce en no predominar, hay un callado culto a las esencias. Pero el valor lo hincaban las razones. Recibo de las bocas el silencio y todo lo que ceden a las manos".[1] Rito dinamitando la sintaxis, despedazando la realidad y rearmándola en unos versos entrecortados y también entrechocando extremos: "Un pájaro se cuelga en una noche/ –se cuelga, dicen./ El reloj y estas calles es lo que ama./ [...] La ventana que tengo es la que salto. Que salva. ¿No es la que tengo?/ La ventana es de cal. Me gasta en humo."[2]
Más de diez años después de haber escrito esos textos, esos dos poetas reflejan la ganancia de un ejercicio continuado. Caridad ha sintetizado su expresión al tiempo que conserva sus marcas identitarias, eso que solía llamarse estilo: "Abierta para la experiencia amarga,/ no sabes si vendrás o si es preciso./ Respirando encerrada conseguirás la vida./ Venir del mismo punto te impulsará en nuevas direcciones./ Ya sin brazos o ansias se esparcirá el secreto:/ Ellos aún crecen en cantidades congeladas"[3]. Rito Ramón sigue exprimiendo el verso, poblándolo de elipsis, de silencios significativos, descomponiendo la realidad, diseccionándola con ironía desenfadada: "Del lado opuesto al de las tuberías./ ¿Claror se ha dicho?/ También arbustos./ Chatarra cubierta por enredaderas [...]".[4] Ambos ejercen esa libertad temática y expresiva que definitivamente se han ganado los poetas cubanos sin las antiguas preocupaciones de exigencias y compromisos. Una libertad que les viene también de escribir sin pensar en el mercado, al fin y al cabo la poesía, aunque es alimento, no da para comer.
Pero si me proporciona alegría ver que esos dos autores –y otros de los que estuve cerca cuando armaban sus primeros textos– integran ahora, algunos libros y años después, el cuerpo de la literatura cubana de esta hora, no dejo de sentir un sentimiento extraño al leer los poemas –presentes en la citada selección– de Alexis Soto Ramírez, un joven estudiante de Cibernética que ganó el Premio "Luis Rogelio Nogueras" en 1992 con un singular poemario y dos años más tarde desafió la corriente del golfo en una balsa; poco después me llamó desde Chicago, más adelante Víctor Fowler me dijo que lo había visto en esa ciudad; pero ya no supe más si escribía poesía. Y hasta ahora no he tenido nuevas noticias suyas. Como casi nadie lo conoce quiero terminar esta descarga con un texto de Alexis, porque también esos muchachos, que ahora acaso no estén escribiendo poesía porque vivir la vida es más importante que escribirla y ellos siguieron el ritmo de la vida, esos muchachos –digo– también son parte de la historia de la poesía cubana de los últimos treinta años, hecha de trino, rabia, prejuicios, ostracismos, resurrecciones, heridas, desencuentros, humus, silencios, verdugos, muros, máscaras, mordazas, pozos, oscuridades, claridades, jardines, fecundaciones, luz…

Probé los negros vinos entre los paños y los ojos burlones de las mozas que no hacían otra cosa que reír. Probé también los huracanes por la borda y nunca antes me sentí más protegido. El oro como un signo de todo lo que implica beldad y reposo. Las murallas se adormecían viviendo en la súplica más feliz. Los viejos amigos con sus miradas muertas de perro. Correr después del soto, apretujarse durante instantes mientras el templo culmina su ceremonia, nunca tanto desasosiego que dependiera de mi honor. El cuerpo desea el oscuro galopar del vino. Estoy perdido entre las voces y el llanto del demonio, inmovilizado por esta sensación de cúspide. Los peces se ahogan en torno a los grotescos dedos de los árboles. Sé que morir será como volver a mirarse entre los círculos infinitos de la imagen.
El frío nos hará regresar sigilosamente hasta donde están nuestros dioses.[5]

Alamar, La Habana, 15 de septiembre del 2006


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[1] "En dónde estaba el fondo" (fragmento), en Algunos pelos del lobo, Veracruz, Instituto Veracruzano de Cultura, Ediciones Extramuros, 1996, p. 52.
[2] "Un pájaro se cuelga", ob. cit, p. 56.
[3] "Abierta para la experiencia amarga", en Desplazamiento al margen, La Habana, La gaceta de Cuba, mayo-junio, 2005, p. 3.
[4] "Nacimiento" (fragmento), en Las fundaciones, La Habana, La gaceta de Cuba, mayo-junio, 2006.
[5] "Estados de calma", en Algunos pelos del lobo, ed. cit., p. 42.

Ángel Escobar

(Ver entradas anteriores)





LA CASA EN EL AIRE





"Arquímides", me dijo el bulto de cerveza que estaba a mi derecha; "Virgilio", le contesté: ya iba por el séptimo shop grande; miré la mano que me extendía y no se por qué lo vi tocando un piano baby cola; se la estreché y, estaba tan húmeda como la mía, la solté rápido: vi las diestras de Virgilio y Arquímedes aferrarse a las asas de las vasijas de ambrosía, luego sus rostros tragaron sendos medios jarrones de cielos amarillos. " Estoy buscando el primer libro de Castaneda", me susurró Arquímedes, retrasando las palabras, El Soplo, agregó. "Qué", le dije sin mirarlo, y sin parecer interesado. El Soplo, asentía con la cabeza, una leve pausa y luego: "Así se llama".
No sabía si creer que me estaba tomando el pelo; al pensarlo me reí: soy calvo, me lo han tomado casi todo; después se armó, entre los líquidos placenteros y mi vigilancia fugándose, una convicción: o aquello era el inicio de una conversación de borrachos, o estaba ante un iluminado: nunca había oído hablar de un libro de Castaneda con ese título; y se lo dije. "Mi esposa también me afirmó eso hace cinco años", depositó en los míos sus ojos de un azul pálido, "ahora no piensa así", y miró detrás suyo. Yo también miré: nos encontramos con una sonrisa de esas que hacen a uno dudar de la inutilidad de la vida, al menos la vida que uno quiere apartar como un rastrojo.
"Claudette", dijo con parsimonia, presentándomela: ella se había puesto de pie; estiró una mano graciosa que corroboraban su sonrisa y su rostro, y volvió a la mesa que estaba situada detrás nuestro, donde estaba sola y, con una botella de agua mineral y un vaso vacío, esperaba, orla del apego y la paciencia, a que su marido encontrara El Soplo, no sin antes tragarse el planeta, que parecía ser, y era, un shop o un supershop tras otro. "Llegó de Francia anoche", dijo, y, secándose la espuma de los labios, anotó: "Apenas pegó un ojo". Volví a mirarla, no parecía cansada y consultaba una pequeña agenda. Al fijarme mejor, vi que las páginas no estaban violadas: lisas, blancas, solo exhibían una Colombina tenue, en color pastel.
Tomé mi búcaro, y me tragué las lilas amarillas que contenía; él hizo lo mismo con todo su jardín, y en el último arbusto del fondo escondido no halló El Soplo, por lo que nos miramos y pedimos otro al colombiano, que era, con su bigote recortado y canoso y la cara mal rasurada, el portero, el mozo, el barman y el dueño. "Recorrió todo París buscándolo", Arquímedes volvió a mirar a Claudette que continuaba, Colombina tras Colombina, pasando las hojas, absorta. "Y nada", musitó tragando. "A lo mejor está en otra ciudad", no me estaba burlando: una convicción vale más que la mueca del universo; "o en otro pueblo", merecía: yo tenía y quería darle confianza. "Ya los recorrió todos", le oí, "ha memorizado Francia, y no hay rincón ni hendija donde no halla puesto los ojos buscándolo", se ladeo mirándose, "ella es el mapa".
"En otro país", encendí un cigarrillo. Con el yesquero, en medio de la tiniebla, me hallé buscando el primer libro de Castaneda, país por país, en cada recoveco y en cada partícula de tiempo. "No", dijo, "o estaba en Francia o está aquí". " ¿Y cuánto han avanzado?", Aplasté la colilla con el pie; miré el cenicero, limpio, frente a mí: no lo había entendido, y él me sacó del error once segundos después de yo haber dado con la clave: "Sólo faltas tú", me dijo.

13 de mayo de 2007

José Lezama Lima

La Habana 1910 – 1976. Sin lugar a dudas uno de los escritores mas importantes de la literatura Cubana. Muerte de Narciso (1937) fue su primer cuaderno de poesía al cual le siguen, Enemigo rumor (1941), Aventuras sigilosas (1945), Dador (1960) y Fragmentos a su imán, publicado póstumamente en 1977. En 1966 publicó su novela Paradiso, donde se muestra el carácter barroco que identifica toda su obra poética.



FRAGMENTOS A SU IMÁN (1977)



LA MUJER Y LA CASA

Hervías la leche
y seguías las aromosas costumbres del café.
Recorrías la casa
con una medida sin desperdicios.
Cada minucia un sacramento,
como una ofrenda al peso de la noche.
Todas tus horas están justificadas
al pasar del comedor a la sala,
donde están los retratos
que gustan de tus comentarios.
Fijas la ley de todos los días
y el ave dominical se entreabre
con los colores del fuego
y las espumas del puchero.
Cuando se rompe un vaso,
es tu risa la que tintinea.
El centro de la casa
vuela como el punto en la línea.
En tus pesadillas
llueve interminablemente
sobre la colección de matas
enanas y el flamboyán subterráneo.
Si te atolondraras,
el firmamento roto
en lanzas de mármol,
se echaría sobre nosotros.

12 de mayo de 2007

Domingo Alfonso

















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VIEJO



"La ausencia de mi nombre borrado de la manchada
lista de las invitaciones,
me excluye en el semicírculo" / JLL
"El rostro que se desprenderá de nosotros
para anclarse en el recuerdo”, / José Lezama Lima








Hubo una erosión en mi propio cuerpo
de muchos días convertidos en décadas
Gentes pateaban mi corazón
quizás sin yo siquiera advertirlo

Después de los cuarenta años, cada nueva semana
transformaba en ceniza el carbón sobre mi cabeza

Trozos de mí mismo yacen esparcidos
por esquinas opacas de este país

Ahora comprendo que a veces mi alma
era estremecida por extraños e invisibles empujones

(Tal vez algunos me miran como piltrafa)

Al mirar en redor estoy en un páramo
Donde casi no encuentro puntos de apoyo

Sin dinero ni poder; acaso con algún amigo
no es mucha el agua para vivir todavía

Artista he sido, intérprete de mi propia existencia
ante mis ojos, que hoy la contemplan en perspectiva.

Luis Jimenez Hernandez



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COMPLEJIDAD




En mi inmediatez desde la que quería escapar de los hierbazales veía los buzos hurgando en la basura, cambie las palabras que no puedo escribir ahora, por cosas que desconozco. En mi intención, (Solo apunto algunos recuerdos que luego alguien llamara poemas) desde mi atmósfera, me recuerdo como un numero o varios. Un evento sin orden que convoca muchos eventos. Escogí ser la sucesión, un pez y su contorno; desde el fondo aparecía con los ojos grandes y rojos. Quería guardar el mar en un grano, un pensamiento. Pero cada ola era un recuerdo distinto, el calor. Muchos cuerpos juntos esperando para fundirse, giran, giran hasta su propia inmediatez cuando regreso a la mía. En ese pedazo de mundo: basura, de otros hombres, que olvidaron la mancha.



-El pez y su contorno-

10 de mayo de 2007

Reiner Maria Rilke

Nació en Praga el 4 de diciembre de 1875. Poeta y novelista austro-germánico, considerado como uno de los más importantes e influyentes poetas modernos a causa de su preciso estilo lírico, sus simbólicas imágenes y sus reflexiones espirituales.



LA CRIADA DE LA SEÑORA BLAHA



Cada verano, la señora Blaha, casada con un pequeño funcionario del ferrocarril de Turnau, Wenzel Blaha, viajaba por varias semanas a su lugar de nacimiento. Esta aldea, pobre e insignificante, se halla en la llana y pantanosa Bohemia, cerca de Nimburg. Cuando la señora Blaha, que ahora ya se sentía persona de ciudad, vio de nuevo las míseras casuchas, consideró que podía hacer una buena obra. Entró en la vivienda de una campesina conocida, de la que sabía tenía una hija, y le propuso llevarse a la chica como criada. Le pagaría un modesto salario y, además, la joven tendría la ventaja
de estar en la ciudad y aprender unas cuantas cosas. (En realidad, ni la propia señora Blaha sabía qué podría aprender.) La campesina habló del asunto con su marido, que parpadeaba continuamente y, de momento, se limitó a escupir al suelo. Pero al cabo de media hora volvió a la habitación y preguntó:
- ¿Y ya sabe la señora que Anna es...?
Dijo esto a la vez que su arrugada y morena mano se agitaba por delante de su frente como una marchita hoja de castaño.
- ¡Tonto! -le cortó la mujer-. No seremos nosotros quienes...
Así fue como Anna fue a parar a casa de los Blaha, donde solía pasear sola todo el día. Wenzel Blaha estaba en la oficina, la mujer iba a coser a domicilio, y no había niños que cuidar.
Anna se sentaba en la pequeña y oscura cocina, cuya ventana daba a un patio, y esperaba a que pasara el organillero, cosa que siempre sucedía poco antes de anochecer. Entonces, la chica se apoyaba en el alféizar, muy asomada, de modo que el aire agitaba sus pálidos cabellos, y se ponía a bailar interiormente hasta sentir mareo y
tener la impresión de que las altas y sucias paredes se inclinaban una contra otra. Al final, Anna se asustaba y descendía todas las lóbregas y mugrientas escaleras de la casa hasta la humosa taberna del callejón, donde, de cuando en cuando, alguien cantaba en la primera frase de la embriaguez. Por el camino se veía rodeada de chiquillos que, sin que nadie los echara de menos, vagaban días enteros por los patios. Cosa curiosa, aquellos niños siempre le pedían que les contase historias. A veces la seguían hasta la cocina. Pero entonces, Anna se acomodaba junto al fogón, se cubría la pálida y vacía cara con las manos y decía:
- Dejadme pensar.
Los pequeños esperaban un rato con paciencia. Pero si Annuschaka seguía pensativa y en la oscura cocina se hacía un silencio demasiad
o largo, se marchaban sin llegar a ver que la joven comenzaba a llorar y gemir quedamente, presa de una terrible añoranza que la hacía sentirse perdida e insignificante. Ni ella misma sabía exactamente qué extrañaba. Quizás, incluso, los azotes. Pero en general era la añoranza de algo impreciso, ocurrido en algún momento o tal vez sólo soñado. Sin embargo, y de tanto como los niños la hacían pensar, poco a poco hizo memoria. Primero, de una cosa roja, roja, y luego de una gran muchedumbre. Por último recordó el sonido de una campana, que tocaba muy fuerte, y... un rey, un campesino y una torre...
«Mi querido rey», dijo el campesino.
«Sí -contestó el rey con voz muy orgullosa-. Ya lo sé»
¡Claro! ¿Cómo no iba a saber el rey todo lo que fuese a decirle un campesino?
Poco tiempo después, la señora llevó consigo de compras a la chica. Dado que se acercaba la Navidad y ya había anochecido, los escaparates estaban muy iluminados y llenos de cosas maravillosas. Fue en una tienda de juguetes donde, de repente, Anna descubrió lo que había recordado. El rey, el campesino, la torre... A la joven le pareció que se oían más los latidos de su corazón que sus pasos. Apartó rápidamente la vista y, sin detenerse ni un instante, continuó el camino junto a la señora Blaha. Tenía la sensación de que no debía revelar nada. Y así, el pequeño teatro de títeres quedó atrás, sin que nadie le hiciera caso. La señora Blaha, que no era madre, ni siquiera se había fijado en él.
No tardó en llegar el domingo libre de Anna, que no regresó aquella noche. Un hombre al que ya viera alguna vez en la taberna la llevó consigo, y ella no se acordaba luego de adónde habían ido. Le parecía haber estado un año entero fuera de casa. Cuando el lunes a primera hora entró en la cocina, todo resultaba aún más frío y gris que de costumbre. Aquel día, Anna rompió una sopera y recibió una áspera bronca. La señora no llegó a darse cuenta de que la muchacha había pasado la noche fuera, cosa que Anna repitió otras tres veces, hasta Año Nuevo. Entonces dejó de moverse por la casa, cerraba miedosa la puerta y, aunque el organillero tocase en la calle, no siempre se asomaba.
Transcurrió el invierno y dio comienzo una paliducha y vacilante primavera. Es ésta una estación especial en los patios interiores. Las casas están negras y húmedas y el aire se ve descolorido, como la ropa lavada con mucha frecuencia. El brillo parece contraer las ventanas mal limpiadas, y diversos desperdicios de poco peso danzan en el viento al pasar por delante de los pisos. Los ruidos de toda la casa son más perceptibles. La vajilla produce un sonido más claro y agudo, y hasta los cuchillos y las cucharas hacían un ruido distinto.
En esa época tuvo Annuschka una niña, que le llegó del todo inesperada. Llevaba varias semanas sintiéndose gorda y pesada cuando, una mañana, la criatura quiso salir y, de pronto, estuvo en el mundo. Sabría Dios de dónde venía. Era domingo, y el matrimonio Blaha aún dormía. Anna contempló a su hija durante un rato, sin que su rostro reflejara ninguna emoción. La niña apenas se movía, hasta que, súbitamente, del pequeño pecho brotó una vocecilla muy penetrante. Al mismo tiempo llamó la señora Blaha, y en la alcoba crujió un lecho. A toda prisa, Anna agarró su delantal azul, colgado cerca de la cama, y con las tiras oprimió el dimintuo cuello, escondiendo luego todo el envoltorio azul en el fondo de su baúl. Se encaminó seguidamente a las habitaciones, descorrió las cortinas y se puso a preparar el café. Uno de aquellos días, Annuschka recibió el salario que hasta ahora le correspondía. Eran quince gulden. La muchacha cerró la puerta, abrió su baúl y colocó el pesado e inmóvil delantal azul sobre la mesa de la cocina. Abrió despacio el atadijo, miró la criatura y la midió de la cabeza a los pies con una cinta métrica. Después lo dejó todo como antes y salió de la casa. Pero...¡qué lástima! El rey, el campesino y la torre eran mucho más pequeños. No obstante los compró, y también otros muñecos. Por ejemplo, una princesa de redondos puntos rojos en las mejillas, un viejo, otro viejo que llevaba una cruz sobre el pecho y que, ya sólo por su gran barba, parecía Santa Claus, y luego dos o tres más, no tan bonitos e importantes.
Además, Anna, había adquirido un teatro cuyo telón subía y bajaba, con lo que el jardín que hacía de fondo aparecía y volvía a desaparecer.
Ahora, Annuschka tenía un remedio para la soledad. Olvidada quedó la nostalgia. Montó el precioso teatro (había costado doce gulden) y se situó detrás, como es debido. Pero a veces, cuando el telón estaba enrollado, corría hacia delante para contemplar el jardín, y toda la cocina desaparecía detrás de los altos y espléndidos árboles. Volvía luego a su sitio, sacaba dos o tres figuras y les hacía decir lo que se le antojaba. Nunca resultaba una función entera, pero sí había conversación y réplicas, y también podía suceder que, de pronto, dos polichinelas se inclinaran como asustados uno delante de otro. O que saludasen con una reverencia al anciano, que no podía hacerlo por ser totalmente de madera. Por eso, cada vez se desplomaba de agradecimiento.
Entre los chiquillos del barrio corrió la voz de los juegos de Annuschka y, a partir de entonces, primero con recelo y luego cada día con menos malicia, los niños se reunían en la cocina de los Blaha al anochecer y no perdían de vista a los polichinelas, que siempre decían lo mismo.
Una tarde, Annuschka anunció con las mejillas muy encendidas:
- ¡Pues aún tengo un muñeco mucho mayor!
Los niños temblaron de impaciencia. Pero Annuschka pareció olvidarse de aquello. Colocó todos sus polichinelas en el jardín de su teatro, apoyando en los bastidores laterales los que no
querían sostenerse en pie. Apareció también una especie de arlequín de cara grande y redonda, que los pequeños espectadores no recordaban haber visto antes. Cada vez más entusiasmados, los chiquillos pidieron que saliera aquel muñeco excepcional.Aunque sólo fuese una vez y por un momento.
- ¡Sí! ¡El muñeco grande...!
Annuschka se dirigió a su baúl. Niños y polichinelas estaban unos frente a otros, muy callados y, hasta cierto punto, parecidos. Pero los ojos desmesuradamente abiertos del arlequín, que parecían esperar algo espantoso, inspiraron de repente tal temor a los chiquillos, que sin más huyeron todos entre gritos.
La joven regresó con el voluminoso paquete azul en las manos. Súbitamente le temblaron las manos. ¡La cocina estaba tan silenciosa y vacía, sin los niños! Pero Annuschka no tenía miedo. Rió quedamente, volcó el teatro con los pies y pisoteó las diversas maderitas que habían formado el jardín. Y luego, cuando la cocina ya se hallaba totalmente a oscuras, partió la cabeza a todos los muñecos. También a aquel grande, azul.

9 de mayo de 2007

Julio Moracen Naranjo

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ETNOPOESIA
TOLO: CANTOS KUIKURO (Coloquio con Bruna)




1.



“Voy contigo”
Me dijo la mujer
Voy contigo
No puedes quedarte aquí en la orilla



2.



Escapó en el viento
Conmigo y con la noche.



3.



Debo cuidar a mis padres
Me dijo la mujer
Volver a ellos preciso
Sueño con ellos
Sueño con ellos
Correré a la aldea para taparlos del frío.



4.



Ella me amaba sobre la estera
Escapó con el primer forastero.



5.



Todavía tengo
El pedacito de madera de su ulurì
El pedacito de madera de su ulurì
Para sentir su falta
Para ponérmelo como aro.



6.



Silencio, le dije
Nos puede oír la noche.






@ La estética verbal de los indios Kuikuro (Alto Xingù, Brasil) distingue claramente entre poesía del hablar, el hablar cantado y el canto.

8 de mayo de 2007

Gottfried Benn

Nació el 2 de mayo de 1886 en Mansfeld (Alemania). Hijo de un pastor protestante, cursó estudios de teología en la Universidad de Marburg, en una escuela militar de la misma ciudad, y después sirvió como médico militar durante la I Guerra Mundial. Especialista en enfermedades de la piel y de transmisión sexual. En 1933 acogió con entusiasmo la llegada al poder del Nacionalsocialismo en un ensayo, El nuevo estado y los intelectuales, aunque algún tiempo después comenzó a perder fe en el régimen, que prohibió sus libros en 1937. En 1935, regresó al Ejército y hasta 1945 permaneció en el servicio activo. Alcanzó la fama con Morgue (1912), su primer libro de poemas. Posteriormente publicó Gesammelte Gedichte (1927). La primera edición alemana de los Brevier. Sus últimos libros de versos, como Poemas estáticos (1948) y Aprèslude (1955), le confirman como uno de los mejores escritores alemanes. Falleció el 7 de julio de 1956 en Berlín.














La solitaria muela de una prostituta
que había muerto anónima,
llevaba un puente de oro.
Las restantes se habían largado
como en tácito convenio.
Aquella se la sacó el sepulturero,
la llevó al monte de piedad
y se fue a bailar.
Pues, decía,
sólo la tierra debe volver a la tierra.







curetaje




Ahora yace con las piernas abiertas
en el anillo de hierro
en la misma posición
que cuando copulaba.

La cabeza esparcida, fugaz,
al igual que si dijera:
dame, dame, trago tu miedo
hasta mi abismo.

El cuerpo aún fuerte
resiste al éter,
se arroja:
después de nosotros, el diluvio
y el final
solo tú, solo tú...

Ceden las paredes,
mesas, sillas
llenas de ser, enfermas
de hemorragia,
amasijos sedientos
de caídas cercanas

Teresa Fornaris


















(Ver entradas anteriores)



Mirando las pequeñas fotos con un View Master desgastado





El hombre sostiene
con fuerza
un pez enorme y escamoso
por cuya boca salta el agua que tocan los que pasan
A golpe de mi dedo
voy a la confluencia de las plazas
El Palacio Real
La Gran Vía
El Ayuntamiento
Tan fácil ver la mancha en la placa policroma
como imaginarse en el oculto transeúnte
sucesión circular
Un día el muelle terminará por rendirse
en un punto intermedio
y el disco de mis futuras memorias
tampoco rodará.

6 de mayo de 2007

Charles Bukowski













1920-1994. Uno de los últimos Escritores "malditos" de la literatura Norteamericana.



LA CHICA MÁS GUAPA DE LA CIUDAD


Cass era la más joven y la más guapa de cinco hermanas. Cass era la chica más guapa de la ciudad. Medio india, con un cuerpo flexible y extraño, un cuerpo fiero y serpentino y ojos a juego. Cass era fuego móvil y fluido. Era como un espíritu embutido en una forma incapaz de contenerlo. Su pelo era negro y largo y sedoso y se movía y se retorcía igual que su cuerpo. Cass estaba siempre muy alegre o muy deprimida. Para ella no había término medio. Algunos decía que estaba loca. Lo decían los tontos. Los tontos no podían entender a Cass. A los hombres les parecía simplemente una maquina sexual y no se preocupaban de si estaba loca o no. Y Cass bailaba y coqueteaba y besaba a los hombres pero, salvo un caso o dos, cuando llegaba la hora de hacerlo, Cass se evadía de algún modo, los eludía.

Sus hermanas la acusaban de desperdiciar su belleza, de no utilizar lo bastante su inteligencia, pero Cass poseía inteligencia y espíritu; pintaba, bailaba, cantaba, hacía objetos de arcilla, y cuando la gente estaba herida, en el espíritu o en la carne, a Cass le daba una pena tremenda. Su mente era distinta y nada más; sencillamente, no era práctica. Sus hermanas la envidiaban porque atraía a sus hombres, y andaban rabiosísimas porque creían que no las sacaba todo el partido posible. Tenía la costumbre de ser buena y amable con los feos; los hombres considerados guapos le repugnaban: "No tienen agallas -decía ella-. No tienen nervio. Confían siempre en sus orejitas perfectas y en sus narices torneadas... todo fachada y nada dentro..." Tenía un carácter rayando la locura; Un carácter que algunos calificaban de locura.

Su padre había muerto del alcohol y su madre se había largado dejando solas a las chicas. Las chicas se fueron con una pariente que las metió en un colegio de monjas. El colegio había sido un lugar triste, más para Cass que para sus hermanas. Las chicas envidaban a Cass y Cass se peleó con casi todas. Tenía señales de cuchilladas por todo el brazo izquierdo, de defenderse en dos peleas. Tenía también una cicatriz imborrable que le cruzaba la mejilla izquierda; pero la cicatriz, en vez de disminuir su belleza, parecía por el contrarío, realzarla.

Yo la conocí en el bar West End unas noches después de que la soltaran del convento. Al ser la más joven, fue la última hermana que soltaron. Sencillamente entró y se sentó a mi lado. Yo quizá sea el hombre más feo de la ciudad, y puede que esto tuviera algo que ver con el asunto.

-¿Tomas algo?

- Claro, ¿Por qué no?

No creo que hubiese nada especial en nuestra conversación esa noche, era sólo el sentimiento que Cass transmitía. Me había elegido y no había más. Ninguna presión, Le gustó la bebida y bebió mucho. No parecía tener edad, pero de todos modos le sirvieron. Quizás hubiese falsificado el carnet de identidad, no sé. En fin, lo cierto es que cada vez que volvía del retrete y se sentaba a mi lado yo sentía cierto orgullo. No sólo era la mujer más bella de la ciudad, sino también una de las más bellas que yo había visto en mi vida. Le eché el brazo a la cintura y la besé una vez.

- ¿Crees que soy bonita?- preguntó.

- Sé, desde luego. Pero hay algo más... algo más que tu apariencia...

- La gente anda siempre acusándome de ser bonita. ¿Crees de veras que soy bonita?

- Bonita no es la palabra, no te hace justicia.

Buscó en su bolso. Creía que buscaba el pañuelo. Sacó un alfiler de sombrero muy largo. Antes de que pudiese impedírselo, se había atravesado la nariz con él, de lado a lado, justo sobre las ventanillas. Sentía repugnancia y horror.

Ella me miró y se echó a reír.
- ¿Crees ahora que soy bonita? ¿Qué piensas ahora, eh?

Saqué el alfiler y puse mi pañuelo sobre la herida. Algunas personas, incluido el encargado, habían observado la escena. El encargado se acercó.

-Mira -dijo a Cass-, si vuelves a hacer eso te echo. Aquí no necesitamos tus exhibiciones.

- ¡Vete a la mierda, amigo! -dijo ella.

- Será mejor que la controles -me dijo el encargado.

- No te preocupes -dije yo.

- Es mi nariz -dijo Cass-, puedo hacer lo que querrá con ella

- No -dije-, a mí me duele.

- ¿Quieres decir que te duele a ti cuando me clavo un alfiler en la nariz?

- Sí, me duele, de veras.

- De acuerdo, no lo volveré a hacer. Animo

Me besó, pero como riéndose un poco en medio del beso y sin soltar el pañuelo de la nariz. Cuando cerraron nos fuimos a donde yo vivía. Tenía un poco de cerveza y nos sentamos a charlar. Fue entonces cuando pude apreciar que era una persona que rebosaba bondad y cariño. Se entregaba sin saberlo. Al mismo tiempo, retrocedía a zonas de descontrol e incoherencia. Esquizoide. Una esquizo hermosa y espiritual. Quizás algún hombre, algo acabase destruyéndola para siempre. Esperaba no ser yo.

Nos fuimos a la cama y cuando apagué las luces me preguntó:

- ¿Cuándo quieres hacerlo, ahora o por la mañana?

- Por la mañana -dije, y me di la vuelta.

Por la mañana me levanté, hice un par cafés y le llevé uno a la cama.

Se echó a reír.

- Eres el primer hombre que conozco que ha querido hacerlo por la noche.

- No hay problema -dije-. En realidad no tenemos por que hacerlo.

- No, espera, ahora quiero yo. Déjame que me refresque un poco.

Se fue al baño. Salió enseguida, realmente maravillosa, largo pelo negro resplandeciente, ojos y labios resplandeciente, toda resplandor... Se desperezó sosegadamente, buena cosa. Se metió en la cama.

- Ven, amor.

Fui.

Besaba con abandono, pero sin prisa. Dejé que mis manos recorriesen su cuerpo. Acariciasen su pelo. La monté. Su carne era cálida y prieta. Empecé a moverme despacio y queriendo que durara. Ella me miraba a los ojos.

- ¿Cómo te llamas? -pregunté.

- ¿Qué diablos importa? -preguntó ella.

Solté una carcajada y seguí. Después se vistió y la llevé en coche al bar, pero era difícil olvidarla. Yo no trabajaba y dormí hasta las dos y luego me levanté y leí el periódico. Cuando estaba en la bañera, entro ella con una hoja: una oreja de elefante.

- Sabía que estabas en la bañera -dijo-, así que te traje algo para tapar esa cosa, hijo de la naturaleza.

Y me echó encima, en la bañera, la hoja de elefante.

- ¿Cómo sabías que estaba en la bañera?

- Lo sabía.

Cass llegaba casi todos los días cuando yo estaba en la bañera. No era siempre la misma hora, pero raras veces fallaba, y traía la hoja de elefante. Y luego hacíamos el amor.

Telefoneo una o dos noches y tuve que sacarla de la cárcel por borrachera y pelea pagando la fianza.

- Esos hijos de puta - decía-, sólo porque te pagan unas copas creen que pueden echarte mano a las bragas.

- La culpa la tienes tú por aceptar la copa.

- Yo creía que se interesaba por mí, no sólo por mi cuerpo.

- A mí me interesas tú y tu cuerpo. Pero dudo que la mayoría de los hombres puedan ver más allá de tu cuerpo.

Dejé la ciudad y estuve fuera seis meses, anduve vagabundeando; volví. No había olvidado a Cass ni un momento, pero habíamos tenido algún tipo de discusión y además yo tenía ganas de ponerme en marcha, y cuando volví pensé que se habría ido; pero no llevaba sentado treinta minutos en el West End cuando ella llegó y se sentó a mi lado.

- Vaya, cabrón, has vuelto.
Pedí un trago para ella. Luego la miré. Llevaba un vestido de cuello alto. Nuca la había visto así. Y debajo de cada ojo, clavado, llevaba un alfiler de cabeza de cristal. Sólo se podían ver las cabezas de los alfileres, pero los alfileres estaban clavados.

- Maldita sea, aún sigues intentando destruir tu belleza....

- No, no seas tonto, es la moda.

- Estas chiflada.

- Te he echado de menos –dijo

- ¿Hay otro?

- No, no hay ninguno. Solo tú. Pero ahora hago la vida. Cobro diez billetes. Pero para ti es gratis.

- Sácate esos alfileres.

- No, es la moda.

- Me hace muy desgraciado.

- ¿Estás seguro?

- Sí, mierda, estoy seguro.

Se sacó lentamente los alfileres y los guardo en el bolso.

- Porque la gente cree que es todo lo que tengo. La belleza no es nada. La belleza no permanece. No sabes la suerte que tienes siendo feo, porque si le agradas a alguien sabes que es por otra cosa.

- Vale -dije-, tengo mucha suerte.

- No quiero decir que seas feo. Sólo que la gente cree que lo eres. Tienes una cara fascinante.

- Gracias.

Tomamos otra copa.

- ¿Qué andas haciendo? -preguntó.

- Nada. No soy capaz de apegarme a nada. Nada me interesa.

- A mí tampoco. Si fueses mujer podrías ser puta.

- No creo que quisiera establecer un contacto tan íntimo con tantos extraños. Debe ser un fastidio.

- Tienes razón, es fastidioso, todo es fastidioso

Salimos juntos, por la calle, la gente aún miraba a Cass. Aún era una mujer hermosa, quizá más que nunca.

Fuimos a casa y abrir una botella de vino y hablamos. A Cass y a mí, siempre nos era fácil hablar. Ella hablaba un rato yo escuchaba y luego hablaba yo. Nuestra conversación fluía fácil sin tensión. Era como si descubriésemos secretos juntos. Cuando descubríamos uno bueno, Cass se reía con aquella risa.. de aquella manera que sólo ella podía reírse. Era como el gozo del fuego. Y durante la charla nos besábamos y nos arrimábamos. Nos pusimos muy calientes y decidimos irnos a la cama. Fue entonces cuando Cass se quito aquel vestido del cuello alto y lo vi... Vi la mellada y horrible cicatriz que le cruzaba el cuello. Era grande y ancha.

- Maldita sea, condenada, ¿Qué has hecho? -dije desde la cama.

- Lo intenté con una botella rota una noche. ¿Ya no te gusto? ¿Soy bonita aún?

La arrastré a la cama y la besé. Me empujo y se echo a reír:

- Algunos me pagan los diez y luego, cuando me desvisto no quieren hacerlo. Yo me quedo los diez. Es muy divertido.

- Sí -dije-, no puedo parar de reír... Cass, zorra, te amo... deja de destruirte; eres la mujer con más vida que conozco.

Volvimos a besarnos. Cass lloraba en silencio. Sentí las lágrimas. Sentí aquel pelo largo y negro tendido bajo mí como una bandera de muerte. Disfrutamos e hicimos un amor lento y sombrío y maravilloso.

Por la mañana, Cass estaba levantada haciendo el desayuno. Parecía muy tranquila y feliz. Cantaba. Yo me quedé en la cama gozando su felicidad. Por fin, vino y me zarandeó.

- ¡Arriba, cabrón! ¡Chapúzate con agua fría la cara y la polla y ven a disfrutar del banquete!

Ese día la llevé en coche a la playa. No era un día de fiesta y aún no era verano, todo estaba espléndidamente desierto. Vagabundos playeros en andrajos dormían en la arena. Había otros sentados en bancos de piedra compartiendo una botella solitaria. Las gaviotas revoloteaban, estúpidas pero distraídas. Ancianas de setenta y ochenta, sentadas en los bancos, discutiendo ventas de fincas dejadas por maridos asesinados mucho tiempo atrás por la angustia y la estupidez de la supervivencia. Había paz en el aire y paseamos y estuvimos tumbados por allí y no hablamos muchos. Era agradable simplemente estar juntos. Compré bocadillos, patatas fritas y bebidas y nos sentamos a beber en la arena. Luego abracé a Cass y dormimos así abrazados un rato. Era mejor que hacer el amor. Era como fluir juntos sin tensión. Luego volvimos a casa en mi coche y preparé la cena. Después de cenar, sugerí a Cass en mi coche y preparé la cena. Después de cenar, sugerí a Cass que viviésemos juntos. Se quedó mucho rato mirándome y luego dijo lentamente "NO". La llevé de nuevo al bar, le pagué una copa y me fui.

Al día siguiente, encontré un trabajo como empaquetador en una fabrica y trabajé todo lo que quedaba de semana. Estaba demasiado cansado para andar mucho por ahí, pero el viernes por la noche me acerqué al West End. Me senté y esperé a Cass. Pasaron horas. Cuando estaba ya bastante borracho, me dio el encargado.

- Siento lo de tu amiga.

- ¿El qué? -pregunté.

- Lo siento. ¿No lo sabías?

- No.

- Suicidio, la enterraron ayer.

- ¿Enterrada? -pregunté. Parecía como si fuese a aparecer en la puerta de un momento a otro. ¿Cómo podía haber muerto?

- La enterraron las hermanas.

- ¿Un suicidio? ¿Cómo fue?

- Se cortó el cuello.

- Ya. Dame otro trago.

Estuve bebiendo allí hasta que cerraron. Cass, la más bella de las cinco hermanas, la chica más guapa de la ciudad. Conseguí conducir hasta casa sin poder dejar de pensar que debería haber insistido en que se quedara conmigo en vez de aceptar aquel "NO". Todo en ella había indicado que le pasaba algo. Yo sencillamente había sido demasiado insensible, demasiado despreocupado. Me merecía mi muerte y la de ella. Era un perro. No, ¿Por qué acusar a los perros? Me levanté, busqué una botella de vino, bebí lúgubremente. Cass, la chica más guapa de la ciudad muerta a los veinte años.

Fuera, alguien tocaba la bocina de un coche. Unos bocinazos escandalosos, persistentes. Dejé la botella y aullé "¡MALDITO SEAS, CONDENADO HIJO DE PUTA, CALLATE YA!".

Y seguía avanzando la noche y yo nada podía hacer.







"Selección de relatos y cartas de un viejo indecente"

Ismael Gonzalez Castañer

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De Los promotores (inédito)







LOS PROMOTORES
I
Con nosotros se preguntan si la patria poética tiene equivalente de la Tierra y la Natal, y si la palabra ordenada como belleza ―e individual― es suficiente para abarcarLas y quedar en la selecta Enciclopedia de los símbolos.
I
Libertad en italiano
Ida Francheto: Aprendí de ti, como te digo, mucha libertad en la escritura. Ja, ja.
[¿Libertad significa fuera de las reglas? ¿O, dentro de la norma, el espacio previsto para tu propia convención? ¿Margen holgado que inflas ―incluso, desbordas (“mucha libertad”), hieres― sin desfigurar ―hacer irreconocible― el sistema?]
[Puede que esto sea sólo libertad para italianos.]
I
Una película
Pacino concluye unos VERSOS de Shakespeare y Cocinero pregunta Qué significan
—¡Que el sol sale al amanecer! ―responde contrariado Pacino.
—Y por qué S. no puso eso.
I
La escritura es una lengua junto a la propia y otras y demás lenguajes, y solamente uno entre los pasos de todo el movimiento.
—La figura principal —diría el conductor—, no la más importante.
I
El mundo está mucho más en prosa que en verso.
El mundo es más prosaico que la rosa.

Rito Ramón Aroche
















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DESVELO SUCEDÁNEO



Taladrar la sangre. Con ritmo taladrar la sangre.
Sin ritmo.





DIAGONALES



Un árbol es un equívoco en tanto un pájaro
su sorpresa.

El árbol -o la linea del árbol. Su textura.






(de "El libro de los colegios reales" 2005)







POEMAS

(Del libro inédito Una vida Magenta)



Lejos —de yo apuntar con esas (mis) dos mil palabras,
de tono y trazo sentenciosos... «tendenciosos» según esa
manera tuya de contradecirme, y de expresarte el-otro-día
tumbada en la sala de bain y-al-otro-día con ese paño que
tú o alguien llama (llamaba según tú, y entonces) «un pa-
ño koljosiano» tumbada aviesamente aviesa sobre esas (mis)
dos mil palabras, se habría notado, afuera, seguramente un
viento muy terroso, un poco antes, de caediza el agua, la
oscuridad del agua, el cielo, un poco antes, caedizo.











Mirar si entro a la pared de fondo: una vez cada quince
días — al menos. En Los Umbrales.

Barría en la mañana el patio muy terroso.

«Tus libros encuentro siempre en librerías húmedas»

En días tales— nunca miro a sus ojos: directamente a los
ojos ni a sus labios.

Veo inclinarse al almácigo (¿otro?) en Los Umbrales.

«Aquí debajo [señala] siento un escozor espléndido y profano»«Un escozor espléndido» me dice. Extrañamente señala.


















Ojalá que más nunca. «Sería metanga». Una tarde, después de rociarnos de tal líquido (y tal brillo) aducían:

«No merece que mientas».

Y al golpe de la puerta escucho (al menos hoy) el golpe de otro puño seco.

«Ya lo hice, y lo dije, una vez: no siento efectos».

Nada aquí es un continuum. Nos declararon pérfidos por esa tarde, en Obra-PíaEn la calle de La Obra-Pía. ¿Los muros carcomidos, las paredes? Hay madera de antaño y piedra, ante la piedra —esperan. Una tarde.




NOTA BENE: La parola Metanga non ce traducione

Al desnudo con Thomas Bernhard

(1931 - 1989) Austria fue su segunda casa. Es considerado como uno de los escritores más importantes del siglo XX.Con su prosa reiterativa logra muchisimos seguidores lo mismo de críticos. Fragmentos de una entrevista realizada en el año 1986.





¿Le interesa el destino de sus libros?

No realmente.


¿Y las traducciones, por ejemplo?

Apenas estoy interesado en mi propio destino, por lo que ciertamente no me interesa el destino de mis libros. ¿Traducciones? ¿A qué te refieres?



¿Cómo explica el hecho de que usted es tomado mucho más en serio en el extranjero que en su propio país, Austria, que usted sea “leído”, mientras que en su tierra natal es considerado como alguien que solamente hace escándalos?



Eso pasa porque fuera de Austria, en los llamados mundos eslavos y romances hay un gran interés en la literatura en general. La literatura tiene un estatus completamente distinto, que en Austria no existe, no se valora la literatura en lo absoluto. Acá se valora la música, el teatro, todo lo que en realidad no tiene ningún valor. Así ha sido siempre.
Apenas tu eres amistoso con alguien en la calle, la gente deja de tomarte en serio, eso basta para que te consideren un payaso. Lo que le gusta a uno no tiene valor, es como la vida en familia, si tú creces en una familia perfectamente normal, con toda la diversión infantil, entonces la gente te dirá que eres un charlatán por el resto de tu vida, eso no es bueno, que el niño que le gusta hacer bromas se queje por la asquerosa comida de su abuela, de eso no puede resultar nada bueno, y eso te persigue por el resto de tu vida hasta la tumba. Pasa lo mismo con el país y el estado como un todo. Si vas de amigable por la vida, es tu fin, la gente te trata como un artista de cabaret, y en Austria todo lo que es serio se transforma en cabaret, lo que le quita la agudeza. Cualquier rasgo de honestidad es transformado en broma, los austriacos solamente toleran la seriedad cuando es un chiste. En otros países aún hay cierto sentido de seriedad. Yo soy una persona seria también, pero no todo el tiempo, eso volvería loco a cualquiera, y sería una estupidez. Así es la cosa.



La búsqueda de la perfección…



Todo fracasa finalmente, todo termina en el cementerio. No se puede hacer nada contra eso. Cuando la muerte te reclama, es el fin. Mucha gente se rinde a la muerte a los 17 o 18 años, los jóvenes de hoy se lanzan a los brazos de la muerte a los 12 años, y mueren a los 14. Después de eso quedan solamente solitarios que luchan hasta los 80 o 90 años, luego mueren también, pero por lo menos tuvieron una vida más larga, y porque la vida es placentera y divertida, la diversión dura más. Los que mueren temprano se divierten menos, y te puedes compadecer de ellos, porque no llegaron a conocer la vida, porque vivir significa también vivir por mucho tiempo, con todo lo atroz de la vida.

Caridad Atencio
















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Sobre la generación de los 90 en Cuba






NUBES DENTRO


La isla ya estaba en la respiración. Esto ya lo dijo alguien. Siempre pienso en cómo se articulan las diversas aristas: físicas, metafísicas, contextuales. Pienso en la tiranía del sitio, ése, sobre el que nos levantamos y a la vez no nos deja crecer. Así arranque y contención nos desubican en el sueño.
En alguna parte dije, y referido a otro poeta, sesión que no me libra, que se perciben vallas en el entramado social donde la filosofía popular es igual al juicio, el juicio a la costumbre, la costumbre a la aspiración y esta se limita al submundo económico. El escritor siempre describe un orden y propone otro, o los presenta en lucha allí donde se confunden sistemas y ambigüedades. La multidimensión, la vida ubicua te van cercando.
De la relación con el lenguaje ya he tratado en un libro, donde reclamo la condición de núcleo del entramado literario, cualquiera que fuese su dimensión: “El estallido y su nulidad en la pregunta. El estallido y su nulidad / tergiversación / en la respuesta”. Así “Un libro – para mí, hecho por mi – es el viaje de la conciencia por un estado. Fibra que se deshila o hilo que se desfibra. O sustantivas adjetivaciones. Cripta con vista al cielo: la reducción y abuso de la foto.”
La poesía esconde la mitad que quiere entregar. En ese forcejeo se autoasombra y comienza de nuevo el viaje, el estallido. Presuponer un tejido, un entramado precedido de, en cierta forma, movibles cuestionamientos es, a lo menos, un esfuerzo imposible. Como dejamos nuestra huella perdida en cada tránsito, en todo lo que hemos escrito se divisan estas líneas y sus atenuantes. Con preguntar ya se han organizado las respuestas.

3 de mayo de 2007

Leonardo Guevara

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FOR SALE


Escena

Un hombre instala unos aparatos de video en frente de los 4
personaje. El personaje 2 piensa que le estan espiando, da la
impresión de que estan siendo grabados para un programa de televisión.

Personaje1: tienes que ir para traer a mi mama, ella tiene 60 años
pero parece que tiene 40, y asi te olvidas un poco de la Fresia y de
Abbyanita. mira el año pasado se hiso un aborto.

Personaje 4: rie


Personaje 1: Leo, dile como está mi mamá.

Personaje 3: muchacho la señora está que parece de 15 ( hace un gesto
con la cara como negando lo que dice sus palabras) ella es una mujer
de respeto pero está… para comercela( mueve el puño de su mano
derecha varias veces hacia arriba y hacia abajo

( entre dientes dice: le encata templar

Personaje 3: teatro espontáneo, Leo, teatro.