19 de enero de 2009

Goy Persson














Suecia, 1930.







UNA ESPECIE DE BALADA



Me abandonaste por la colectividad
aunque en el fondo nunca estuviste de mi lado
pero me río de eso y de lo que no ha sido
te borro tanto de mi
interior como de mi carne
aunque nunca
me he dedicado a especular
ni te he pasado en limpio, ni te he purgado
todas las naturalezas que pueden afectar
al hombre
entiendo que el alma era
bovina y provista de cabellos
flotando en el agua cotidiana
entonces ¿qué me había esperado?


Eran esos días
cuando los ciruelos al crecer
pesaban contra el pilar de la naturaleza
y el tronco se agrietó y se dividió
su centro como el hombre
cuando la sabiduría se vuelve demasiado grande
y el cuerpo sobrepasa sus anillos anuales
el orden cae y nadie puede ya siquiera
mantener respeto estructural

En esos días de agosto que no sólo se apropiaron
de la mitad del ciruelo
sino cuando también supe que Kem Smith
estaba muerto
- había atrapado la enfermedad legionaria
en el mismo hotel
en que vivimos en la Habana y estuvo mucho tiempo
en el respirador, se animó un instante y luego murió
el 20 de mayo - tanto tiempo necesitó
la información para alcanzarme
fue cuando supe que la bella Mercedes
directora de la Casa de Poesía Silva
se había quitado la vida.


Esos días de agosto
fueron tiempo de extinción
se trataba tanto de aquellos que habría que mirar
varias veces para considerarlos logrados
como de aquellos autoproclamados
que relampaguitos de la sociedad
colgaron de la escalera de seguridad
poder e impotencia del poder
tanridículos detrás de los marcos dorados
que se vuelven fondo del cual
no han podido salir
un zonzo, un papa, un cuerpo encerrado
atravesado de hormigas
atraidas por agua azucarada


Se había apartado al rescoldo de tus ojos
desaparecido rapidamente como cuando
un castaño pierde su erótica humedad
y permanece cansado en la piel
y la carne se transforma en medida
los ocasionales avanzaban con culos
balancéandose como morrales
alguien explicaba que el término gringo
procede de los mexicanos
que decían a los americanos green go, green go
porque querían
que desaparecieran de su vista
all is clear todo está bien, tan sencillo era


Patéalos hasta que los testículos se azuleen
esos son de lo peor pese a que
dibujan estéticos mondrianes alrededor
de sus relamidos argumentos y moralejas
patéalos hasta que los testículos se azuleen
hasta que los denarios de sus ventajas
caigan de sus chaquetas de seda y de los bolsillos de sus vaqueros


Fue una de esas raras noches
cuando se veían tan claras las estrellas en el cielo de
Londres como cuando Ken Smith
frenó en seco
en La Habana y parecía como si pudiera
cambiar toda su cosecha poética por las estrellas
continuamente
presentes en el cielo de La Habana
cuando la libertad cayó sobre mis ojos
como al apretarse un limón sobre
el arenque apanado


En algún lugar he leído que
quien lee o escibe poesía
debe ser caliente como una estufa de azulejo
la estufa estaba fría
no podía ni escribir
ni leer lo que había escrito
vi mis articulaciones endurecerse
como vientre o cola de cangrejo


Las palabras me prenden por el cuello
la libertad esta palabra miserable que uso
y de la que me colgaré un día
digo a la mierda con la poesía
me pides leer un poema
y casi caigo en la trampa
digo que no se puede escribir
cuando la libertad ha empezado a tartamudear
ha contraído el parkinson ha empezado a mirar fijo
a senilizarse atacada de alzaimer.

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