22 de febrero de 2012

Alberto Acosta
















DESTINO


Absorto en la triunfal desarmonía de este cuerpo
que no tiene otro destino que morir,
y tal vez exhalar una o dos líneas hermosas sobre el papel,
me pregunto si todo estuvo mal,
si no hubo otro camino.

No son dulces los antiguos recuerdos
sino espadas que se hincan
y dejan al aire los tendones.
¿A dónde marcha la belleza que se borra?
¿A dónde voy yo mismo?
Sólo hay una certidumbre:
no nos veremos más allá,
no nos inclinaremos  juntos otra vez sobre la hierba,
nuestros rasgos no se confundirán de nuevo en el espejo.

Como cualquier criatura
nos pudriremos solos al borde del camino,
entre dos pulsaciones,
con un clavo de oro hincado en las espaldas.






Cuba,1957- 2012.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Bello poema. Gran poeta.