1 de mayo de 2012

Charles Simic




















SEÑORITA DELPHINE

En las calles por donde Cornell caminaba hace cuarenta años había aún vendedores de sanguijuelas para curaciones, importadores de carne de armadillo y de huevos de avestruz. Había gente como la señorita Delphine Binger, coleccionista de huesitos de la suerte de pechugas de ganso, pavo y pollo; los hervía y pulía y decoraba con amuletos y listones. Se los enviaba a los presidentes, estrellas de cine y políticos famosos; como Cornell enviaba de regalo trozos de papel y objetos extraños a las bailarinas a quienes amaba.





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