23 de julio de 2012

Caridad Atencio






















Su rostro deshelándose
en el ojo pinzado de una madre.
Hija,
soy tu brazo derecho,
tu brazo izquierdo,
incluso tu cerebro.
Cuando te asalta
la ley dormida,
cómo quieres saltar
por encima de ella?
Pasa
con su caja crucial
una leyenda seca.
Como dedo índice
con una herida
rozas los cuerpos
y los espíritus.
Y me contemplo
parada
sobre un fondo de arena
hasta vencer
un bosque de silencio
con un desesperado dolor sereno.



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