30 de junio de 2013
25 de junio de 2013
Malcolm Lowry
Peor que tu casa ardiendo, los ruidos
del derribo
Cuando las vigas caen cada vez más deprisa
Mientras tú sigues allí, testigo desesperado
de tu condenación.
La fama como un borracho consume la casa
del alma
Revelando que sólo has trabajado para eso—
¡Ah!, si yo no hubiese sufrido su traidor beso
Y hubiese permanecido en la oscuridad
para siempre, hundido y fracasado.
Publicado por D.L. en 17:13 0 comentarios
21 de junio de 2013
Ismael González Castañer
Publicado por D.L. en 17:31 0 comentarios
17 de junio de 2013
Marianne Moore
LA ARGONAUTA
¿Para poderosos con esperanzas
definidas por mercenarios?
¿Para escritores atrapados por
la reputación a la hora del té
y las comodidades de la casa en las afueras?
No es para ellos para quien la argonauta
construye su fina cáscara de cristal.
Regalando su perecedero
souvenir de esperanza, por fuera
blanco opaco
y con la superficie interior
satinada como el mar, la vigilante
hacedora lo protege
noche y día; apenas
come hasta que los huevos maduran.
Enterrados ocho veces en sus ocho
brazos, pues ella es
en cierto modo un pulpo,
su carga protegida en el córneo buque de cristal,
está oculta pero no comprimida;
como Hércules, mordido
por un cangrejo fiel a la hidra,
obstaculizado en su empeño,
los huevos, intensamente vigilados,
al salir de la concha
la liberan al liberarse a sí mismos,
dejando sus cavidades como nido de avispa,
blanco sobre blanco, y pliegues
de chitón jónico dispuestos con precisión
como las líneas en la crin
de un caballo del Partenón,
en torno a las cuales los tentáculos
se han enroscado como si supieran
que el amor es la única fortaleza
lo bastante firme en la que confiar.
Publicado por D.L. en 19:15 0 comentarios
15 de junio de 2013
Robert Lowell
EL NIHILISTA COMO HÉROE
Publicado por D.L. en 20:32 0 comentarios
Entrevista a Kurt Vonnegut
Por Livia Manera
(Corriere della Sera - Nueva York, 2003)
|
Desde
hace casi medio siglo Kurt Vonnegut cuenta el mundo con el desencanto de su
"así va la vida", como repetía en su novela Matadero 5 .
Medio siglo en el que la crítica trató de encontrar un nombre para la originalidad
de este escritor que hace poco cumplió ochenta años. A veces lo llamaron
visionario; otras, amable Casandra, auténtico desobediente y humanista.
"Diga más bien que soy un socialista", dice durante la entrevista
que me concedió en el escritorio de su representante en Nueva York. "He
descubierto que un humanista es una persona que tiene un gran interés por los
seres humanos. Mi perro es un humanista."
-¿Qué escribe hoy uno de los mayores autores
norteamericanos, que ha unido su nombre a las protestas contra Vietnam y a la
revolución cultural de los años 60 y que siempre está cerca del corazón de
los más jóvenes?
-Nada.
Estoy literalmente paralizado por el estado en que se encuentra mi país. La
televisión no ha transmitido ni siquiera las protestas de los pacifistas. The
New York Times se negó a publicar un discurso que pronuncié en un
encuentro por la paz. Es como vivir bajo un ejército de ocupación que se ha
apoderado de los medios de comunicación.
Y
después arroja sobre la mesa un fascículo de pocas páginas fotocopiadas.
-Este
es mi último libro. He debido publicarlo a mis expensas.
-¿De qué trata?
-Es
una colección de comentarios que escribí para un diario de Chicago sobre el
golpe de Estado de las últimas elecciones.
-Habla de la victoria de Bush.
-Hablo
de cómo el poder ha terminado en manos de gente terrible, malvada, ignorante
y privada de conciencia, que no tiene ningún respeto por el sistema
norteamericano. En otros tiempos, sobre un argumento semejante podría haberse
escrito una obra teatral que hubiera provocado una reacción. Pero no ahora
que nuestro gobierno moral está representado por la televisión. Una
televisión que nos dice siempre y únicamente que todo va bien. Debo mirar la
BBC si quiero saber cuántos civiles hemos matado en Afganistán y en Irak. Sin
embargo, debería ser noticia cómo hemos reducido a esos países y qué estúpido
fue hacerlo.
-En
efecto, muchos se han sorprendido por la falta de planes de los
norteamericanos para la gestión posterior a la caída de Saddam.
-¿Sabe
por qué? Porque esta gente del gobierno no tiene conciencia. Porque son las
personas más inclinadas a decidir en el mundo y no les importa nada de lo que
ocurrirá después, ni siquiera les importa lo que les ocurrirá a ellos mismos.
Son psicópatas y patrones del planeta. ¿Sabe qué dicen del desastre que
hicieron en Irak? "OK. Ha sucedido esto, pero no es nuestra culpa, es
culpa de los iraquíes..."
Vonnegut
estalla en una carcajada sarcástica y continúa.
-"No
deberían haber disparado sobre nuestro muchachos..."
-¿Cree que habría sido muy distinto de haber
ganado Al Gore?
-No,
porque nuestros representantes en el Congreso están financiados por gente que
tiene toneladas de dinero. Ciertamente, en el lugar de Bush y de los suyos
hubiéramos podido tener a personas que respetaran el sistema norteamericano y
representaran a los ciudadanos y no a las corporaciones. En cambio, todo es
tan estúpido. La inteligencia en los Estados Unidos ya no cuenta para nada.
-Clinton era un hombre inteligente.
-Sí,
pero ha hecho una cosa terrible.
-¿Cuál?
-Se
ha aprovechado de aquella muchacha. Yo, con usted, por ejemplo, no me hago el
imbécil.
Y
ríe.
-No,
pero como dicen ustedes los norteamericanos: se necesitan dos para bailar el
tango. La muchacha habrá tenido su responsabilidad en el asunto.
-Naturalmente.
Pero lo que ha hecho Clinton en favor de los republicanos es imperdonable.
Una cosa terrible. Matar, en cambio, eso está bien. ¿Sabe qué quiere decir Shock
and awe ? Quiere decir asesinar.
-Y usted, Vonnegut, ¿ha combatido en la Segunda
Guerra Mundial? ¿Alguna vez mató a alguien en una guerra?
-No,
porque era un tipo particular de soldado, no un cobarde, sino un scout .
Nuestro deber era penetrar en las líneas enemigas sin hacernos notar,
descubrir qué había detrás, volver y contarlo a la artillería. Me considero
afortundo de no haber matado a nadie. Pero si hubiese sido necesario, lo
habría hecho. Era un buen soldado.
-En Matadero 5 ha contado la
locura del bombardeo de Dresde: ciento treinta y cinco mil muertos, dos veces
las víctimas de Hiroshima. Usted estaba allí como prisionero de guerra. ¿Cómo
fue capturado?
-Nuestro
batallón fue arrollado por una división de alemanes en las Ardenas. Nos
hicieron abandonar nuestro medio y entrar directamente en una pesadilla. No
teníamos la más pálida idea del destino hacia el que nos encaminábamos.
Habían capturado a nuestro comandante y éste había dado la orden de rendirse.
Una orden ilegal: es como decir a un soldado que se suicide. Pero esto
sucedió por lo menos cincuenta años antes de que usted naciese.
-Tan sólo trece. De todos modos le tomó
veinticuatro años elaborar esa historia en Matadero 5.
-Más
que para elaborarla para escribirla. Tenía una familia que mantener ( Vonnegut
tiene siete hijos, de los cuales tres son adoptados, de una hermana muerta.
N. R) , y me dije, ok, no he escrito nunca una novela de guerra.
Entonces fui a encontrarme con el scout que en aquella época
de la guerra era mi compañero -entre tanto se había convertido en procurador-
y le dije: "Ayúdame a recordar lo que pasaba en aquel entonces".
Entonces entró su mujer y dijo: "¡pero si eran dos niños!". Y esa
fue la clave del libro. Todos éramos niños.
-¿Lo volvió a leer?
-Nunca.
Ni siquiera pude tocar las galeras.
-Entonces le gustará saber que después de treinta
y cuatro años es todavía una de las novelas más fuertes y más originales de
la narrativa norteamericana, y no sólo de las novelas sobre la guerra. Es un
libro que no ha envejecido.
-Me
da mucho placer, por cierto, lo que me dice. Es la nave almirante de mi
pequeña flota. Aunque el libro más cercano a mi corazón es Cuna de Gato .
-¿Por qué
-No
lo sé. ¿Alguna vez se enamoró?
-¿Cree que si no hubiese combatido en la Segunda
Guerra se habría convertido, de todos modos, en un escritor?
-Mi
amigo Joe Heller, que escribió Catch 22 , decía que si no
hubiese sido por la Segunda Guerra habría terminado en el rubro tintorería.
En cuanto a mí, no lo sé. Por cierto, hay otras cosas que me han hecho
escribir: los cambios tecnológicos que han destruido tantas culturas, por
ejemplo. Soy un antropólogo de formación. Una de las razones por las cuales
nosotros los norteamericanos somos odiados es porque hemos introducido en
otros países nuevas tecnologías y planes económicos que han destruido el autorrespeto
y la cultura de mucha gente.
-En Cuna de gato , en el 63,
usted escribía que "los norteamericanos no logran imaginar qué significa
ser distinto de ellos y sentirse orgulloso de esa circunstancia". Y que
"la política exterior norteamericana debería aprender a reconocer el
odio en vez de imaginar el amor". ¿El 11 de septiembre lo sorprendió?
-No.
Me sorprendió más que nada el óptimo trabajo que hicieron los terroristas.
¡Vaya si estaban preparados! Naturalmente, son las mismas personas que
inventaron los números, el cero y el álgebra, por lo cual no hay de qué
asombrarse tanto.
-Usted ha dicho siempre que la literatura es por
definición portadora de opiniones. ¿Cuál es la literatura que hoy importa?
-El
problema es que no importa, y por eso no puedo escribir. En una época
importaba, y muchísimo. Era el lugar en el cual durante la Gran Depresión se
debatían los temas de la economía y de la política. Y en la posguerra nos
interrogábamos sobre el tipo de país que hubiera podido llegar a ser los
Estados Unidos. Después llegó la televisión y todo se terminó.
Enjuto
y desgarbado, Kurt Vonnegut se levanta para volver a su casa. Pero justo
antes de salir, en el último momento, se da vuelta: "Debe de ser por el
álgebra que Bush los odia". Y una última carcajada retumba, batalladora,
detrás de la puerta.
Traducción Hugo Beccacece
La
Nación. Buenos Aires
|
Publicado por D.L. en 18:58 0 comentarios
13 de junio de 2013
Dolores Labarcena
El
oficial China Daily informó en su momento que, “unos médicos
en la localidad de Yexuan, extrajeron 10 metros de pequeñas tuberías de
plástico alojadas en el estómago de un hombre que al parecer mordía y devoraba
estos objetos como remedio contra la ansiedad”. El hombre, que más tarde
averigüé se apellidaba Cao, cada vez que se veía en apuros se zampaba
aquellos canalillos de unos 30 centímetros, dieta particular que, según pensaba
(y esto durante unos tres años), su organismo podía digerir sin problemas. Esta
pasión por lo dúctil, no la adquirió Cao para presentarse a los récords
Guinness. No, tuvo un origen al margen de lo excéntrico, digamos más bien sentimental,
al fallecer sus padres.
Ary
Weddle, profesor de un Instituto de Washington, prometió, poco después del 11
de septiembre de 2001, no afeitarse la barba hasta que capturaran, vivo o
muerto, al señor Bin Laden. Diez años después, y con el cadáver del terrorista
más buscado de los últimos tiempos servido en bandeja al cancerbero del
infierno, o a los tiburones de esa parte del mar, por fin se la podó;
medía 38 centímetros de largo. “Me horrorizó ver cómo aquel día miles de
personas estaban siendo aplastadas”, dijo el profesor a los medios. “Y no
quería olvidarlo. No iba a olvidarlo”, añadió. Poner término a este
sacrificio, no es difícil imaginarlo, fue para muchos un alivio, y en
particular para su mujer, quien se alegró de ver a su cónyuge más rejuvenecido
y pimpante. “No resultaba sencillo -como luego explicó a las emisoras locales-
esquiar, o jugar baloncesto”. Al ritual de la poda asistieron, cámara en mano,
todos los vecinos del barrio.
Kurt
Vonnegut, autor de El francotirador, Cuna de Gato, Dios le bendiga, Mr.
Rosewater, entre otras novelas, fue uno de los norteamericanos que
sobrevivió al bombardeo de Dresde. Y lo logró gracias a estar guarecido en un
sótano destinado a empaquetar carne, llamado “Matadero Cinco”; lugar que le
sirvió para titular una novela casi autobiográfica. Siendo prisionero de
guerra, los nazis le dieron la tarea de apilar cadáveres para luego enterrarlos
en fosas comunes. Pero según Vonnegut, "había demasiados cuerpos que
enterrar, así que los nazis prefirieron enviar a unos tipos con lanzallamas”.
Es obvio que su experiencia fue atroz; es por eso un áspero censor de la
estupidez, la violencia y la deshumanización.
Hilarante,
combinando la realidad con la ciencia ficción, Vonnegut dota a sus personajes
de lo que podría denominarse un despiste ancestral. Por haberlos,
“haylos”. En El francotirador, por ejemplo, un adolescente
acostumbrado a las armas de fuego como si fuesen tirapiedras, mata sin querer a
un ama de casa el día de las madres. En Cuna de Gato aparecen
todas las respuestas de la vida en una república bananera del Caribe, donde
conviven un dictador demente, los herederos del Dr. Hoenikker, Premio Nobel e
inventor de hielo-nueve (un cristal que causaría los mismos efectos que la
bomba atómica), y hasta el Bokononismo, religión concebida por Bokonon, quien
promueve la disolución de la identidad entre sus propios fanáticos y
seguidores.
Llegados
a este punto, cabe interrogarnos: ¿qué diferencia hay entre Cao, el comedor de
plástico, Ary Weddle, el de la barba como cola de caballo, Bin Laden, el
terrorista, y los personajes “ficticios” de Vonnegut? Siempre ligado al
catastrofismo y la caricatura, su humor, más allá de entretener, alerta.
¡Elegid!
Con esta acción termina La muerte heroica de los cuatrocientos soldados
de Pforzheim, memorable canto de Büchner; orgulloso de ser alemán.
También Vonnegut hizo su canto en Matadero Cinco, pero al
antihéroe. Y a otro (no pude rastrear el nombre) se le ocurrió en plena guerra,
e igualmente por la patria, confeccionar máscaras antigás para gallinas, con el
único fin de que pusieran huevos.
Publicado por D.L. en 18:25 0 comentarios
Iván Bunin
Publicado por D.L. en 18:12 0 comentarios
7 de junio de 2013
Elías Canetti
Publicado por D.L. en 22:13 0 comentarios