30 de octubre de 2013

Louise Glück























El iris salvaje



Al final del sufrimiento
me esperaba una puerta.

Escúchame bien: lo que llamas muerte
lo recuerdo.

Allá arriba, ruidos, ramas de un pino vacilante.
Y luego nada. El débil sol
temblando sobre la seca superficie.

Terrible sobrevivir
como conciencia,
sepultada en tierra oscura.

Luego todo se acaba: aquello que temías,
ser un alma y no poder hablar,
termina abruptamente. La tierra rígida
se inclina un poco, y lo que tomé por aves
se hunde como flechas en bajos arbustos.

Tú que no recuerdas
el paso de otro mundo, te digo
podría volver a hablar: lo que vuelve
del olvido vuelve
para encontrar una voz:

del centro de mi vida brotó
un fresco manantial, sombras azules
y profundas en celeste aguamarina.


De “Iris salvaje”

Versión de Eduardo Chirinos



24 de octubre de 2013

Anne Sexton




















Remando


¡Un historia, una historia!
(Suéltala. Déjala salir.)
Fui troquelada
como una defensa de Plymouth
en este mundo.
Primero vino la cuna
con sus barrotes glaciales.
Después las muñecas
y el fervor por su bocas plásticas.
Luego vino la escuela,
las filitas derechas de sillas,
garabateando mi nombre una y otra vez,
pero submarina todo el tiempo,
la extraña cuyos codos no funcionaban.
Después fue la vida
con sus hogares crueles
y gentes que tocaban apenas
-aunque el tacto sea todo -
pero crecí,
igual que un cerdo en un impermeable crecí
y entonces hubo muchas raras apariciones,
la fastidiosa lluvia, el sol volviéndose veneno
y todo eso, serruchos labrando en mi corazón,
pero crecí, crecí,
y Dios estaba allí como una isla adonde no había remado,
aún ignorante de Él, mis brazos y piernas se esforzaban,
y crecí, crecí,
llevé rubíes y compré tomates
y ahora, en mi edad madura,
como unos diecinueve en la mente diría,
estoy remando, estoy remando
aunque se atascan los escálamos y están oxidados
y el mar parpadea y rueda
como un ojo preocupado
pero estoy remando, estoy remando,
aunque me empuje hacia atrás el viento
y sé que la isla no será perfecta,
tendrá las fallas de la vida,
los desatinos de la mesa,
pero habrá una puerta
y la abriré
y me liberaré de la rata dentro de mí,
la pestilente rata roedora.
Dios la agarrará en sus manos
y la abrazará.

Como dice el africano:
es mi historia la que he contado,
así sea dulce, así no sea dulce,
llévate alguna parte y deja que algo regrese a mí.
Esta historia termina conmigo aún remando.


23 de octubre de 2013

Carl Sandburg
















Un Revólver
 

He aquí un revólver.

Tiene un asombroso lenguaje propio.

Entrega ultimátums infaliblemente.

Es la última palabra.

Un simple, pequeño dedo índice puede contar una historia terrible con él.

Hambre, miedo, venganza, robo, se esconden tras él.

Es la garra de la selva vuelta rápida y poderosa.

Es el garrote del salvaje dotado de precisión magnífica.

Es más expedito que cualquier juez o tribunal.

Es menos sutil y traicionero que cualquier abogado o diez de ellos.

Cuando ha hablado, el caso no puede ser apelado a la suprema corte, no hay recurso alguno, ninguna acción de amparo, ninguna suspensión judicial que interfiera con el propósito original.

Y nada en la filosofía humana persiste más extrañamente que la vieja creencia de que Dios está siempre del lado de aquellos que tienen más revólveres.



Traducción de Alejandro Rodríguez Morales


Tomado de depositodeobjetosperdidos


Randall Jarell



















La cara


Ya no sirve, no es hermosa;
Ni siquiera joven.
No es mía.
¿Dónde está la de antes, las de antes?
Esas eran mías.

Así es la cosa: tengo fotos,
no tan viejas; la gente se comportaba
de otro modo entonces. Cuando me encuentran, me dicen:
No has cambiado.
Me dan ganas de decir: no has mirado.
Esto es lo que le pasa a todo el mundo.
Al principio uno se hace más grande, sabe más,
después algo empieza a andar mal.
Uno es y uno dice: yo soy;
y uno fue.Yo he sido demasiado tiempo.

Ya sé, de nada vale decir que no,
pero lo mismo uno lo dice. No.




Versión de Raúl Racedo



19 de octubre de 2013

Francisco Morán




















Fin de milenio



Mi sombra se proyecta sigilosamente sobre el piso.
Se alarga como gesto de prestidigitador
que ha olvidado sus viejos trucos.
La miro alejarse de mí entre espasmos
e inútiles resoplidos.
Afuera, los otros persiguen la sombra del milenio,
atosigan al tiempo con celebraciones,
regalos y estrépitos de guerras.
Mi sombra me deja y se va a la calle.
Es tiempo de agotar el último esplendor.
Es hora de cometer el crimen perfecto.




Norge Espinosa















Cifra de un cuerpo

  
Que toda plenitud sea ese torso, y que los pájaros
nacidos de su piel tu compañía:
un día del verano será finalmente eterno
si yace junto a ti aquel a quien amábamos.

Piel, eternidad, plenitud, irisdiscencia;
cifras de ese cuerpo que sólo tú describirás
oscuro y entrevisto, en el mar, cuando la tarde
y el tedio y el amor abren en una misma copa.

Copa levantada en hervor. Las despedidas
serán el rito amargo demorado en cada página.
Que tanta soledad pueda de pronto quebrantarse;
te salvará ese cuerpo. Cuando te roce, vivirás.
Pétalo en el aire. Abrazo apenas sostenido.

Si la Belleza es cosa cierta, sé que terminará cegándonos.


James Laughlin


















La cabeza de mi abuelo


Mi rico viejo
abuelo escocés hizo
su dinero vendiendo

lotes de tierra en un cementerio
y tenía una reluciente cabeza
calva donde de tanto

en tanto una pequeña
dura cerda solía
crecer dándole

tal fastidio que me
hacía subir sobre un
banquillo para que se la arrancase

con pinzas
corazón, escúchame
cuídate de esta muchacha que

viene trayendo dones
que tú nunca hubieras
soñado entonces

¡La cabeza del abuelo yace
bajo tierra brillando
allí como un espejo!



Traducción de Alberto Girri


Charles Reznikoff















 Símiles



Indiferente como una estatua
a la consigna
garabateada en su pedestal.

El modo en que un tren de larga distancia
ignora a los pasajeros de una estación de cercanías.

Como un cuaderno olvidado en el asiento de un autobús,
lleno de nombres, direcciones y números de teléfono:
importante para su dueño, sin duda,
pero sin ningún interés para el resto del mundo.

Palabras como gotas de agua en una estufa:
un siseo y son nada.



Traducción Jordi Doce
 

Louis Zukofsky






















Las visitas



En las montañas
los pinzones

son
cuatro sillas

dispuestas
en diagonal

ante la ventana
sobre cuyo alfeizar

los tomates maduran

desde arriba
sobre la
repisa
de la chimenea
el reloj

palpita

en la puerta
el prado
rueda
hacia el camino

delineado
de un lado por

una pared de piedra
el espacio
allí
la entrada al
jardín

una jamba de
rudbequia
una jamba de
manzano

el jardín
para lo que

vino
a la mesa
como hierba
o verde

o vid

una zona
segada luego enrollada

para los pinos
de doscientos años
las zarzas
los bosques
el a veces seco arroyo

por una vez rebosante
de
anhelos
de lluvias

y el matiz
del margen de la rosa

a cinco mil pies

la vista
desde la ventana

dos sillas
para los ocupantes

dos sillas
paradas
para las visitas
que siempre vuelven



Traducción de Patricia Gola