20 de enero de 2008

Marina Tsvietáieva














Moscú, 1894-Yelábuga, cerca de Kazán, 1941. Poeta rusa. Su obra es, junto con la de Anna Ajmátova, Ossip Mandelstam y Boris Pasternak, una de las más notables de la moderna poesía rusa. Se exilió en 1922 para seguir a su esposo, que se opuso a la Revolución. De su obra poética sobresalen los títulos Álbum vespertino (1910), Viorsti (1922), El poema de la montaña (1924-1925), Poema del fin (1925), Carta de año nuevo (1926-1927). Escribió también las dos primeras partes de una trilogía dramática consagrada a la figura de Teseo: Ariadna (1923) y Fedra (1924). Destacan igualmente sus ensayos: El poeta y la crítica y El poeta y el tiempo. Regresó a su país en 1939, y poco después se suicidó.







No pienso, no me quejo, no discuto, no me expongo ni al sol ni a la luna, ni al mar. No siento como sienten estas paredes el calor, el verde del jardín. No espero, no me alegra la mañana. Vivo sin ver los días, olvidando fecha y siglo, soy la sombra de la sombra de alguien. Creo en el apretón de manos sin manos, en el beso sin labios, creo en mundo donde los ríos van a contracorriente.



***



El demonio se ha apoderado de una persona. ¿Juzgar al demonio?, ¿juzgar al fuego que quema la casa?, ¿juzgarme a mí? ¿Por qué, entre toda la gente que camina por las calles de Moscú, me posee de manera tal que vista desde fuera no tengo espuma en la boca, ni me caigo en redondo, y no me llevan ni al hospital ni a la comisaría? ¿Por qué ?si estoy poseída? esta inocencia exterior de mi posesión, y si soy criminal, esta decencia de mi delito? ¿Por qué no tengo una marca en la piel? ¿Por qué debo ser mi propio médico, mi domador y mi guardián?
Soy a priori culpable, me juzgan porque me dedico a la poesía, que es lo único que tiene el poeta…




***



Enriqueciste mi infancia con todo el secreto, con todo ese mundo que sin ti no hubiera yo sabido que existe. A ti debo la conciencia de pertenecer a los elegidos, tú me hiciste poeta y no mujer amada, eras tú quien me protegía de toda participación de la comunidad, me inculcaste el amor por todos los vencidos, por todas las causas perdidas. A ti debo el círculo encantado de mi soledad que todo lo incluye y a todos los excluye. A ti no te besan sobre la cruz del juramento forzado y el falso testimonio. No estás ni en las iglesias ni en los juzgados, ni en las escuelas ni en los cuarteles ni en las prisiones ?allí, donde está el derecho?, tú no estás donde hay multitud. Si se trata de buscarte hay que hacerlo en las celdas incomunicadas de la Rebelión y en las buhardillas de la Poesía Lírica.



...





PASAR A HURTADILLAS



Y, quizás, la mejor victoria
sobre el tiempo y la gravitación...
es pasar sin dejar huella,
pasar sin dejar sombra
sobre los muros...
Quizás... ¿renunciando
vencer? ¿Dejar de reflejarse en los espejos?
Así: como Lermontov por el Cáucaso
pasar a hurtadillas sin asustar a las rocas.
Quizás... ¿sería mejor diversión
con el dedo de Sebastián Bach
no tocar el eco del órgano?
Desintegrarse, sin dejar cenizas
para una urna...
Quizás... ¿con engaño
vencer? ¿Escapar de las latitudes?
Así: por el tiempo como un océano
pasar a hurtadillas sin asustar a las aguas...

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