28 de enero de 2009

Fragmentos del Diario























José Martí



Mayo 12. -De la Travesía a la Jatía, por los potreros, aun ricos en reses, de la Travesía, Guayacanes y la Vuelta. La yerba ya se espesa, con la lluvia continua. Gran pasto, y campo, para caballería. Hay que echar abajo las cercas de alambre, y abrir el ganado al monte, o el español se lo lleva, cuando ponga en La Vuelta el campamento, al cruce de todos estos caminos. Con barrancas como las del Cauto asoma el Contramaestre, más delgado y claro y luego lo cruzamos y bebemos. Hablamos de hijos: Con los tres suyos está Teodosio Rodríguez, de Holguín: Artigas trae el suyo: con los dos suyos de 21 y 18 años, viene Bellito. Una vaca, pasa rápida, mugiendo dolorosa y salta el cercado: despacio viene a ella, corno viendo poco, el ternero perdido; y de pronto, como si la reconociera, se enarca y arrima a ella, con la cola al aire, y se pone a la ubre: aun muge la madre. -La Jatía es casa buena, de cedro, y de corredor de zinc, ya abandonada de Agustín Maysana, español rico; de cartas y papeles están los suelos llenos. Escribo al aire, al Camagüey, todas las cartas que va a llevar Calunga, diciendo lo visto, anunciando el viaje, al Marqués, a Mola, a Montejo.- Escribo la circular prohibiendo el pase de reses, y la carta a Rabí. Masó anda por la sabana con Maceo, y le escribimos: una semana hemos de quedarnos por aquí, esperándolo.- Vienen tres veteranos de las Villas, uno con tres balazos en el ataque imprudente a Arimao, bajo Mariano Torres, y el hermano, por salvarlo, con uno: van de compra y noticias a Jiguaní: Jiguaní tiene un fuerte, bueno, fuera de la población, y en la plaza dos tambores de mampostería, y los otros dos sin acabar, porque los carpinteros, que atendían a la madera desaparecieron: y así dicen: "vean como están estos paisanos, que ni pagados quieren estarse con nosotros".- Al acostarnos, desde las hamacas, luego de plátano y queso, acabado lo de escribir, hablamos de la casa de Rosalío, donde estuvimos por la mañana, al café a que nos esperaba él, de brazos en la cerca. El hombre es fornido, y viril, de trabajo rudo, y bello mozo, con el rostro blanco ya rugoso, y barba negra corrida.- "Aquí tienen a mi señora", dice el marido fiel, y con orgullo: y allí está en su túnico morado, el pié sin medias en la pantufla de flores, la linda andaluza, subida a un poyo, pilando el café. En casco tiene alzado el cabello por detrás, y de allí le cuelga en caudal: se le ve sonrisa y pena. Ella no quiere ir a Guantánamo, con las hermanas de Rosalío: ella quiere estar "donde esté Rosalío". La hija mayor, blanca, de puro óvalo con el rico cabello corto abierto en dos y enmarañado, aquieta a un criaturín huesoso, con la nuca de hilo, y la cabeza colgante, en un gorrito de encaje: es el último parto. Rosalío levantó la finca; tiene vacas, prensa-quesos: a lonjas de a libra nos comemos su queso, remojado en café: con la tetera, en su taburete, da leche Rosalío a un angelón de hijo, desnudo, que muerde a los hermanos que se quieren acercar al padre: Emilia de puntillas, saca una taza de la alacena que ha hecho de cajones, contra la pared del rancho. O nos oye sentada; con su sonrisa dolorosa, y al rededor se le cuelgan sus hijos.


Mayo 13. -Esperaremos a Masó en lugar menos abiertos, cerca de Rosalío, en casa de su hermano. Voy aquietando: a Bellito, a Pacheco, y a la vez impidiendo que me muestren demasiado cariño. Recorremos de vuelta los potreros de ayer, seguimos Cauto arriba, y Bellito pica espuelas para enseñarme el bello estribo, de copudo verdor, donde, con un ancho recodo al frente se encuentran los dos ríos: el Contramaestre entra allí al Cauto. Allí, en aquel estribo, que da por su fondo a los potreros de la Travesía, ha tenido Bellito campamento: buen campamento: allí arboleda oscura, y una gran ceiba. Cruzamos el Contramaestre, y, a poco; nos apeamos en los ranchos abandonados de Pacheco. Aquí fue cuando esto era monte, el campamento de Los Ríos, donde O'Kelly se dio primero con los insurrectos, antes de ir a Céspedes. -Y hablamos de las tres Altagracias. - Altagracia la Cubana, donde estuvimos.- Altagracia de Manduley.- Y Altagracia la Bayarnesa. -De sombreros: "tanta tejedora que hay en Holguín".- De Holguín, que es tierra seca, que se bebe la lluvia, con sus casas a cordel y sus patios grandes, "hay mil vacas paridas en Holguín".- Me, buscan hojas de zarza, o de tomate, para untarlas de sebo, sobre los nacidos. Artigas le saca flecos a la jáquima que me trae Bellito.- Ya está el rancho barrido: hamacas, escribir; leer; lluvia; sueño inquieto.


Mayo 14. -Sale una guerrilla para La Venta, el caserío con la tienda de Rebentoso, y el fuerte de 25 hombres. Mandan, horas después, al alcalde; el gallego José González, casado en el país, que dice que es alcalde a la fuerza, y espera en el rancho de Miguel Pérez, el pardo que está aquí de cuidador, barbero. Escribo, poco y mal, porque estoy pensando con zozobra y amargura. ¿Hasta qué punto será útil a mi país mi desistimiento? Y debo desistir, en acto: llegase la hora propia, para tener libertad de aconsejar, y poder moral para resistir el peligro que de años atrás preveo, y en la soledad en que voy, impere acaso, por la desorganización e incomunicación que en mi aislamiento no puede vencer, aunque, a campo libre; la revolución entraría, naturalmente, por su unidad de alma, en las formas que asegurarían y acelerarían su triunfo.- Rosalío va y viene, trayendo recados, leche, cubiertos, platos: va es prefecto de Dos Ríos. Su andaluza prepara para un enfermo una purga de higuereta, de un catre le hace hamaca, le acomoda un traje: el enfermo es José Gómez, granadino, risueño, de franca dentadura: "Y usted, Gómez, ¿cómo se nos vino para acá? Cuénteme, desde que vino a Cuba". "Pues yo vine hace dos años, y me rebajaron, y me quedé trabajando en el Camagüey. Nos rebajaron así a todos, para cobrarse nuestro sueldo, y nosotros de lo que trabajábamos vivíamos. Yo no veía más que criollos, que me trataban muy bien: yo siempre vestí bien, y gané dinero, y tuve amigos: de mi paga en dos años, solo alcancé doce pesos.- Y ahora me llamaron al cuartel, y no sufrí tanto como otros, porque me hicieron cabo; pero aquello era maltratar a los hombres, que yo no lo podía sufrir, y cuando un Oficial me pegó dos cocotazos, me callé y me dije que no me pegaría más, y me tomé el fusil y las cápsulas, y aquí estoy". Y a caballo, en su jipijapa y saco pardo, con el rifle por el arzón de su potranca, y siempre sonriendo.- Se agolpan al rancho, venideros de la Sabana, de Hato del Medio ,los balseros que fueron a preguntar si podían arrear la madera vuelven a Cauto del Embarcadero, pero no a arrearla: prohibidlos, los trabajos que den provecho, directo o indirecto, al enemigo. Ellos no murmuran: querían saber: están preparados a salir; con el Comandante Contiño.- Veo venir a caballo, a paso sereno bajo la lluvia, a un magnífico hombre, negro de color, con gran sombrero de ala vuelta, que se queda oyendo, atrás del grupo y con la cabeza por sobre él. Es Casiano Leyva, vecino de Rosalío, práctico por Guamo, entre los triunfadores el primero, con su hacha potente: y al descubrirse le veo el noble rostro, frente alta y fugitiva, combada al medio, ojos mansos y firmes, de gran cuenca; entre pómulos anchos; nariz pura; y hacia la barba aguda la pera canosa: es heroica la caja del cuerpo, subida en las piernas delgadas: una bala, en la pierna: él lleva permiso de dar carne al vecindario; para que no maten demasiada res. Habla suavemente; y cuanto hace tiene inteligencia y majestad. El luego irá por Guamo.- Escribo las instrucciones generales a los gefes y oficiales.


Mayo 15. -La lluvia de la noche, el fango, el baño en el Contramaestre: la, caricia del agua que corre: la seda del agua. A la tarde; viene la guerrilla: que Masó anda por la Sabana, y nos lo buscan: traen un convoy, cogido en La Ratonera. Lo vacían a la puerta: lo reparte Bellito: vienen telas, que Bellito mide al brazo: tanto a la escolta, -tanto a Pacheco, el Capitán del convoy, y la gente de Bellito, -tanto al Estado Mayor: velas, una pieza para la mujer de Rosalío, cebollas y ajos, y papas y aceitunas para Valentín. Cuando llego el convoy, allí el primero Valentín, al pie, como diciendo, ansioso. Luego, la gente alrededor. A ellos, un galón de "vino de composición para tabaco", -más vino dulce: Que el convoy de Bayamo sigue sin molestar a Baire, repartiendo raciones. Lleva once prácticos, y Francisco Diéguez entre ellos: "Pero él vendrá": el me ha escrito: lo que pasa es que en la fuerza teníamos a los bandidos que persiguió él, y no quiere venir, los bandidos de El Brujito, el muerto de Hato del Medio". -Y no hay fuerzas alrededor con que salirle al convoy, que va con 500 hombres. Rabí, -dicen- atacó el tren de Cuba en San Luis, y quedo allá. -De Limbano hablamos, de sobremesa: y se recuerda su muerte, como la conto el práctico de Mayarí, que había acudido a salvarlo, y llegó tarde. Limbano iba con Mongo, ya deshecho, y llegó a casa de Gabriel Reyes, de mala mujer, a quien le había hecho mucho favor: le dio las monedas que llevaba; la mitad para su hijo de Limbano y para Gabriel la otra mitad, a que fuera a Cuba, a las diligencias de su salida, y el hombre volvió, con la promesa de 2,000 pesos, que ganó envenenando a Limbano. Gabriel fue al puesto de la guardia civil, que vino, y disparo sobre el cadáver, para que apareciera muerto de ella. Gabriel vive en Cuba, acusado de todos los suyos: su ahijado le dijo: "Padrino, me voy del lado de usted, porque usted es muy infame". -Artigas, al acostarnos pone grasa de puerco sin sal sobre una hoja de tomate, y me cubre la boca del nacido.


Mayo 16. -Sale Gómez a visitar los alrededores. Antes, registro de los sacos, del Teniente Chacón, Oficial Díaz, Sargento P. Rico, que murmuran, para hallar un robo de 1/2 botella de grasa.- Convicción de Pacheco, el Capitán: que el cubano quiere cariño, y no despotismo: que por el despotismo se fueron muchos cubanos al gobierno y se volverán a ir: que lo que está en el campo, es un pueblo, que ha salido a buscar quien lo trate mejor que el español, y halla justo que le reconozcan su sacrificio. Calmo, -y desvío sus demostraciones -de afecto a mí, y las de todos. Marcos, el dominicano: "¡Hasta sus huellas!" De casa de Rosalío vuelve Gómez.- Se va libre el alcalde de la Venta; que los soldados de la Venta, andaluces, se nos quieren pasar.- Lluvia, escribir, leer.


Mayo 17. -Gómez sale, con los 40 caballos, a molestar el convoy de Bayamo. Me quedo escribiendo con Garriga y Feria, que copian las Instrucciones Generales a los gefes y oficiales -conmigo doce hombres, bajo el Teniente Chacón, con tres guardias, a los tres caminos; y junto a mí, Graciano Pérez. Rosalío, en su arrenquín, con el fango a la rodilla, me trae, en su jaba de casa, el almuerzo cariñoso: "por usted doy mi vida". Vienen, recién salidos de Santiago, los hermanos Chacón, dueño el uno del arria cogida antier, y su hermano rubio, bachiller y cómico, -y Jose Cabrera, zapatero de Jiguaní, trabado y franco, -y Duane, negro joven, y como... en camisa, pantalón gran cinto, y... Avalos, tímido, y Rafael Vázquez, y Desiderio Soler, de 16 años, a quien Chacón trae como hijo. -Otro hijo hay aquí, Ezequiel Morales, con 18 años, de padre muerto en las guerras. Y estos que vienen, me cuentan de Rosa Moreno, la campesina viuda que le mandó a Rabí su hijo único Melesio, de 16 años: "allá murió tu padre: ya yo no puedo ir: tú ve". Asan plátanos, y majan tasajo de vaca, con una piedra en el pilón, para los recienvenidos. Está muy turbia el agua crecida del Contramaestre, -y me trae Valentín un jarro hervido en dulce, con hojas de higo.

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