26 de junio de 2009

Gerardo Deniz










AMOR Y OXIDENTE

(fragmento)

Caía la tarde sobre aquel París de antaño;
cruzaban, lentos, la pasarela y encima del poniente
lució la estrella del pastor. Jorge Spero giró con elegancia
estrechando el talle de la sólida demi-vierge. Señaló con el índice y aspiró a fondo:
-Venus, planeta segundo,
gravita a dieciocho millones de leguas del sol.
(La joven Yclea, dulcemente, aprobaba; sonriendo
entornaba pestañas pajizas.) Un tren expreso
lanzado a velocidad de sesenta y tres millas por hora
tardaría siete años y medio en alcanzar aquel astro. Venus, insisto
-Jorge se enardecía-,‘
con una densidad de cuatro punto cincuenta y uno,
desplaza cada dieciséis minutos un volumen de once trillones
de toesas cúbicas; a Marte
-rozaba Yclea con ocho dedos la barandilla del puentedicho
expreso tardaría diecinueve años. -¿A Júpiter? -bisbiseó la hermosa
desfalleciente mientras el sabio, volviéndola sin ceremonia, le buscaba en el pecho.
-Cincuenta y dos años siete meses. ¿Saturno?
-¡Ciento cuatro años! -y amasaba salvajemente la teta diestra.
Yclea, mordiéndose los labios: -¿Neptuno?
-¡Quinientos veintinueve y veintiséis semanas!
(Spero se abalanzó. La joven bramó como un reno
pero logró poner los codos en el pretil y apretar ambos puños.) -¿A la Polar, entonces?
-¡Tres mil setecientos lustros! -y él, aferrado a las caderas,
embestía frenético por detrás, ropa contra la ropa, falda y miriñaques. -¿Aldebarán?
-¡Trescientos nueve siglos.? -¿Antares? -¡Ciento cuarenta
y ocho mil años! (Ella oscilaba con el amado
subido a su opulenta espalda
y pataleando al aire.) .-¿...Sirio? -los dientes rechinan.
-¡Seiscientos treinta y cuatro mil bisiestos! -Jorge se restregaba con violencia,
resoplaba en aquella nuca rubia.
Unos deshollinadores hicieron alto para mirar a los novios.
-¿Betelgeuse? -¿Cuál dices? -Betelgeuse. Alfa
Orionis, pues. -¡Dos millones dos
cientos mil
trimestres! -un académico los contemplaba distante a pocos pasos,
cruzando hacia el Instituto, espadín y bicornio;
Jorge, con un largo gemido, comenzó a resbalar
hasta que las puntas de sus botines tocaron de nuevo el suelo.
-¿Las Pléyades? -suspiró la bella con alivio, mirando aún hacia el río, por si acaso.
-Millón y pico... -ya él
se corregía el gorro, peinaba con languidez los pliegues de su capa
y ofrecía galantemente el brazo a la blonda noruega.
Creció la noche y en ella se perdieron, despacio, discretos.

Vuelta 128 / Julio de 1987


FECAL

a Doña Margarita Michelena


Tanta cosa como estudian, y nadie se interroga
por la mierda de los seres mitológicos.
¿Era ancha plasta la del Minotauro?
¿boñigo ovoide la de la Quimera?
¿Eran mixtas, acuosas, blancuzcas, como de ave
las deyecciones de la Hidra? ¿especialmente pestalocis
las de la Esfinge? ¿Fue estreñida Escila?
¿Qué aclarar, al respecto, de Tifón?
-si Nonno nos lo pinta melómano, entre otras cosas,
informa muy poco acerca de sus aguas mayores.

Fuentes, las eternas; los vasos, las inscripciones, la colección Teubner
y hay otras. Que perforar tarjetas. Paralelamente
convendría establecer el corpus de los coprolitos
encontrados en la cuenca mediterránea,
Asia Menor, el Euxino y aun Panticapea, por si acaso.
Ir, cada mañana, del manoseo respetuoso
al banco de datos, y viceversa.
Llevar un cedazo de Boas en la canana
y, mientras no se vea claro, buscarle funciones inéditas
con entremeses, postres y otros materiales no procesados.

Diréos, congéneres, lo que a mi juicio ocurrió
(y si los resultados de las investigaciones computadorizadas discrepan,
peor para las investigaciones computadorizadas):
los excrementos de cada uno de aquellos
entes abonaron parcelas del escribir clásico,
géneros nuevos brotaron en suelos feraces
diferencialmente, y así tuvimos tragedia y comedia,
épica y lírica, historia, elocuencia,
más la filosofía, cosecha inexhaurible.
Olfateando las clámides a distintos estilistas
-como esos conocedores que huelen los corchos del coñacpodría
conjeturarse, apostar.
-Ego, inquit, poeta sum...

Vuelta 189 / Agosto de 1992


CAMPESTRE

Como ya no la riñen por bellaca,
puedechapalear en el riachuelo.
Luego pliega una pierna al sol. No me ha visto,
despierto, a ras del musgo, revolviendo los ojos
con el fácil motu de la forma esférica.

Contemplo pie, huesito, rodilla (aún brusca) arriba;
vellos castaño claro por la tibia
(detrás el cielo azul),
arista escarpada, es un fresco otro mundo de sencilla flora
con globos de agua que atrapan al ínfimo intruso si los toca
-tensión superficial se llama este fenómenoo
ponen arcoíris -refracción- en su frente cuando trepa
asiéndose de tallos flexibles y encerados
(pesa tan poco que ella nada siente),
de gota en gota. Son muchas.
Tantas,
que me incorporaré sobre el codo, y con süave estilo-


Rómulo Augústulo

And after some more talk we agreed that the
wisdom of rats had been grossly overrated,
being in fact no greater than that of men.


Borré tan bien mis huellas
que nunca sabrán nada. Ya corre el siglo sexto,
mirando a la Propóntide un necio casó con una puta;
cosas que pasan. Ahora que me acaben de zurcir la tarde
y regrese despacio entre sombras de la Campania
(roída, sí, como piel de Plotino, por lava subterránea, salpicada
de enconos a los que ya no atiendo),
si alguien se pone otra vez a ponderar enormidades de soberanos
y g e n e r a l e s
con un brillo de envidia en los ojos de chivo,
le diré, con mi infancia presente y sin nombrarla,
que hará falta toda la estupidez de todos
para abrir otra era, enorme y delicada,
y que los poderosos no van hacer distintos
de quienes los erigen, los cuelgan, los restauran.
Esta piedra no estaba anoche en el camino.
¿La Kovalevskaya? Era una lógica.


Bruja


Lleno de respeto hacia las probabilidades,
considero a María Gaetena Agnesi como fea;
no obstante,
procederé como si fuera hermosa.

Fanciulla pedante trilingüe
-a cada palabra te arranco otro trapo-,
sabihonda sabrosa, presiento
por ciertas instituciones analíticas
que en materia de senos puedes todo.

Abajo tu hermana toca y canta a gritos
-Oh¡ Sophonisba, Sophonisba, Oh!-
mientras nos perseguimos voraces
caterwauling
por los tejados sublimes de Bolonia.

Pero has puesto el coseno bajo el seno,
por la tangente escapas. ¡Qué transvección, versiera!
Ya en la escoba eres un punto que dibuja
una onda frente a la luna.


TCL

nec plus quam minimum

La seca lluvia vertical continuaba,
ningún nacido de mujer había entrado nunca en la oficina,
decirle de prisa frases ambiguas, vejarlo y multarlo,
sellos amoratados, reglamentos, tubos de luz sanvito,
letras grandes en las ventanas decían algo al revés.
Afuera gris arriba, gris abajo.
Entonces el del escritorio de reclamaciones,
el que fue ascendido al otro día,
sacó un dedo por ver si amainaban las gotas ganchudas:
tal fue el clinamen.
La lluvia
con un estruendo de dominó ateo
se derrumbó en sí misma. Al rato
notaron que ya había un sol redondo,
nació suelo verdiazul bajo las nubes nuevas,
pasaban saurios, hordas, bergantines.
Fue la primera vez
que apagaron, cerraron y salieron.
La cajera, la gorda, se despidió gritando:
- ¡Mañana habrá causantes!


Gerardo Deniz nació en la ciudad de México, en 1970, con la publicación de Adrede (o tal vez dos años antes, al publicar "Tres poemas" en Diálogos, la revista de Ramón Xirau). Libro abundante en sorpresas verbales y no pocas dificultades, "que al principio nos confunden pero que avanzada la lectura aceptamos de pronto", según escribió Ulalume González de León, lectora excepcional de ese primer texto. A diferencia de la mayoría de los críticos que se han ocupado de su obra, considerándolo excéntrico y "de vanguardia", esta autora mostró que la poesía de Deniz se inscribe en la tradición poética de Occidente: la multirreferencialidad tiene la edad de la poesía, los poemas multilingües son de raíz medieval, la incorporación del lenguaje científico es parte de la vieja tendencia a ensanchar el vocabulario poético, etc. (Vuelta, agosto 1978). En su siguiente libro —Gatuperio, 1978— radicalizó sus recursos: una soberbia libertad de sintaxis, un continuo cambio de registros en su habla, una adjetivación insólita. Su humor apareció entonces en plenitud: irónico, sarcástico, negro en ocasiones, cruel cuando la situación lo amerita, un humor ácido, paródico, sumamente escatológico, siempre al servicio de la inteligencia. Sus blancos predilectos los enumeró, a propósito de su tercer libro (Europa, 1986), Aurelio Asiain: "La presunción vana de los poetas, la estupidez erudita, los delirios del pensamiento doctrinario, la mala fe de las buenas conciencias, el desamor, la hiel negra de las ciudades, las vejaciones de la burocracia, la naturaleza 'Sucia del ser humano'". En Picos pardos (1987) ensayó una suerte de poema novelesco, con un escenario reconocible y un tramo lógico y delirante a un tiempo. "Todo el arte puesto —escribió Eduardo Lizalde— al servicio de la literatura más admirablemente resistente; lo poético más magistral y voluntariamente mal manufacturado." A Picos pardos le seguirán Mansalva (1987), Grosso modo (1988), Amor y oxidente (1991), Mundonuevos (1991), Op. cit. (1992), Ton y son (1996) y Letritus (1996). A decir del novelista argentino César Aira, autor de un notable Diccionario de autores latinoamericanos, "lo más atractivo de su obra son los poemas largos, o series de poemas, en los que actúan y dialogan algún personaje histórico o literario y un interlocutor menos ubicable (el Capitán Novo y un tal señor Aronnox en Gatuperio, Comille Flomarion y un señor Spero en Amor y oxidente) en lo que terminan siendo verdaderas novelitas filosóficas pobladas de aventuras, que pueden releerse indefinidamente (porque nunca se las termina de entender), siempre con placer". Más tarde publicó un formidable libro de extraños relatos, Alebrijes (1992), el volumen de heterodoxos ensayos Anticuerpos (1998), el autobiográfico Paños menores (1999), una antología poética bilingüe: Poemas (2000), una original colección de poemas acompañados de sus respectivas exégesis: Visitas guiadas (2000) y Fosa escéptica (2002).

por Fernando García Ramírez (Tomado de Letras Libres, septiembre de 2004).

2 comentarios:

Alejandro Albarrán dijo...

Gerardo Deniz (Juan Almela) no nació en el México sino en Espeña. Está nacionalizado, pero es ditinto.

Alejandro Albarrán dijo...

Distinto*