11 de mayo de 2010

Caridad Atencio




















De El libro de los Sentidos





Encima de una noche le llamaba a calmar mi ansiedad. Pasaba suavemente la punta de sus dedos por mis piernas y brazos, y me cantaba para dormir “Las Mañanitas”. A esa hora mi padre era solo para mí, después de larga ausencia - Mi madre exhausta de un día de labor en solitario no era fiel a mis voces – El deslizaba sus dedos lentamente y entonaba como en la serenata un mexicano. Yo olvidaba los gatos que cruzaban mi ventana, el horror a lo oscuro, e ignoraba si al cubrirnos llegó o se despedía la sombra.




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El agua impar de Varadero era el territorio de la justa. No soportaba verse entre los otros sin parecer el único. Entre familias de obreros que allí premiaban su sacrificio lo decía: soy un lobo de mar ¿Quién se atreve conmigo a nadar hasta el horizonte? Nadie le hacía caso en su medianía, solo un gigante joven con retraso, hijo de uno de los mejores amigos de mi padre. Todos gritaban para desalentarlos si entraban en el mar. Se confundían con las toninas a los lejos que yo creía ballenas. Y dejamos de verlos por un tiempo largísimo. Y vimos las toninas esta vez. Siento cuando se cruzan el silencio terror de mi madre, un hombre entrando en la vejez, y que sale del agua, que se piensa invencible.




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Te dije que me habías destruido cerca de las piedras donde por vez primera te besé. Era la claudicación de un mito. El desdén de caballos pintados. Arrastré tu ilusión desde que era apenas una niña, la amasé, hasta que un día la recibí en la piedra. Venías a verme cada vez sin importarte lluvia o la mirada aviesa de mi padre. Construiste una aureola que destruyó tu aliento juvenil. Me dije: ‘No puedes conformar nada sin obedecer a la solemnidad de tu alma’. Desde entonces soy incólume y frágil y cuido más la huella de mi pecho que de mi corazón.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Espacio tan ilustre y yo la primera seguidora...
Es un gusto haber descubierto su rincón...

D.L. dijo...

Gracias. El gusto es nuestro.