Gottfried Benn
El yo tardío
I
Oh, mira: la marejada de
alhelíes
Con su ojo ya marchito,
Moribundo, personal-
inmortal,
es ya tarde.
Con la última rosa, ya que
la fábula
del verano ha abandonado
hace tiempo la campiña-
moi haissable,
Análisis ménade todavía.
II
Al principio fue la marea.
Una balsa de lémures
empuja alce, ganado; una
piedra lo dejó embarazado.
Del mundo de los muertos,
del recuerdo, de la tortura de los animales Dios se sube a ella.
Todos los grandes
animales: águilas de cohortes,
Palomas del valle del
Gólgota-
Todas las grandes ciudades:
bordes de púrpura y de palma
flores del desierto, sueño
de baal.
Cantos rodados del Oriente,
balsa del Mármara,
Roma , tráenos los
caballos de Lisipo –
última sangre del toro
blanco sobre los altares mudos
y último mar de Anfitrite-
Escombros. Bacanales. Profecías.
Barcarolas. Cochinadas.
Al principio fue la marea.
Una balsa de Lémures
se desliza por los últimos
mares.
III
Oh alma, podrida hasta la
médula,
Vives apenas todavía y ya
es demasiado,
ya que ni el polvo de los
campos
ni el follaje de los bosques
caen pesados cruzando tus
sombras.
Las rocas arden, el Tártaro
es azul,
El Hades se alza en
colores de adelfas
al párpado del sueño y
quema en gavillas
de fabulosa felicidad el
espectáculo de los muertos.
El gomero, el bambú,
el lago deslava las losas
del inca,
el palacio de la luna:
cantos rodados y sombras,
antiquísimos y azulados
muros llenos.
La felicidad fraternal en torno a Caín y Abel,
Por quienes Dios atravesó las
nubes-
Causalgenético , haisslable:
El yo tardío.
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