Marosa di Giorgio
La vaca vino a hablar
con mi padre. Él la recibió en su escritorio. La vaca hablaba con voz ronca, en
nombre de sí, y de las otras vacas.
Recordó el día de
hielo en que nacía, la madre que la bañaba y le dio la leche, el ciclamen que
trajo en las sienes al nacer, como reflejo de su sino triste, del cuchillo.
Afuera están el
jazmín del Paraguay, todo nevado de azul, azúcar y rocío, y las tortugas
andando inmóviles bajo el plato, serias y despreocupadas.
La vaca hablaba con
voz ronca, en su nombre y en el de las otras vacas. Papá le miró el áspero
mantón y los redondos zapatos naturales.
Mamá y sus primas se asomaron a escuchar.
La vaca miró a papá con ojos color de agua.
Papá bajó los suyos, sin prometerle nada.
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