Rogelio Saunders
Tú eras
El lobo huérfano de cola de plata está harto de gritar su
destino de perro, su faena casi humana al pie del pino despiadado. Y ya la
corneja se ha puesto de acuerdo con el puercoespín rabioso que hunde las uñas
de niño en lo oscuro de la tierra. El sol está hecho como de un papel bilioso,
indestructible y ácido como todas las noches sin ternura del mundo. Pero el
lobo y todos los otros siguen haciendo girar la rueda, mientras el hosco
satélite suelta su estrella de ajenjo y el pozo mutilado amamanta a los cuervos
nacidos en la carne viva.
El amor está hecho de todas las criaturas, de todas las
tramas inextricables, de todos los sueños hundidos. Canta como un cartero ciego
la estopa del día que muere, la luz que cayó como una piedra roja sobre el ojo
del mago, y el beso de la adolescente, caliente como el fuego de Fausto, que
sacudió al torpe hijo de la mañana como una sierpe eléctrica.
Es mejor que no sepamos lo que somos. Así podemos besarnos
con toda la ignorancia, con la intacta locura.
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