4 de enero de 2008

Caridad Atencio
















Los Cuadernos de apuntes de José Martí o la legitimación de la escritura





I




Entre las condicionantes del “Credo y técnica para la prosa moderna” Jack Kerouac incluye esta que bien se aviene al objeto de estudio que pretendemos circundar: “Cuadernos secretos de anotaciones rápidas, y delirantes páginas mecanografiadas para tu propio deleite [...] Escribe para ti mismo con serenidad y asombro”. Semejante afirmación nos impulsa a entrar en los Cuadernos de apuntes con un afán de fundamentación y desde ya con la preexistencia de una certeza.
Los Cuadernos recogen, con un orden más o menos cronológico, la “abundante papelería que Martí no pudo organizar en vida, ya por estar empeñado en tareas que no permitían dilación” , y constituyen el “proyecto de ideas apresadas al vuelo, muchas de las cuales, maduras y vigorosas, pasaron a formar parte de su obra consolidada”.
Para el escritor, es tentador tratar de llevar el diario de la obra que está escribiendo. ¿Es esto posible? [...] Interrogarse acerca de sus proyectos, sopesarlos, verificarlos a medida que se desarrollan, comentarlos para sí mismo, he aquí algo que no parece difícil. El crítico que, según se dice, acompaña siempre al creador, ¿acaso no podría consignar su opinión? ¿Y esta misma opinión tomar la forma de un libro de bitácora en el cual se inscribirían, día tras día, los aciertos y desaciertos de la navegación? Sin embargo, tal libro no existe. Parece que debieran permanecer incomunicables la experiencia propia de la obra, la visión por lo que ella comienza, “la especie de extravío” que suscita y las relaciones insólitas que establece entre el hombre que podemos encontrar todos los días, y que precisamente escribe un diario de sí mismo, y aquel ser que vemos alzándose detrás de cada gran obra, saliendo de la obra misma para escribirla.
Como ese libro que no existe, pero que respira y no se publica clasifican los Cuadernos de apuntes de José Martí, donde aparece la intimidad, según dice Ariela Erika Schnirmajer, pero no las marcas formales del diario íntimo. Leyéndolos nos percatamos que no hay mejor biografía que la que traza el mismo escritor, involuntariamente, aunque los semióticos hablen del biografema.
Ellos tienen de confesión, de obra que se inicia. Son un set de tanteos y aproximaciones, en los que la frase leída entra en la frase propia a veces invisiblemente, y tiene que estar muy atento el catador de estilos. Son también, como diría Blanchot, lecturas de textos, de sueños, sonidos, horas, sensaciones, contraluces, idiomas. Creemos como Emilio Ichikawa que “no hay, pues, nada que deslegitime una visión martiana desde sus cuadernos. Se objetará que la fuente es parcial. Cierto que lo es, pero cierto también que inigualable por su intimidad conceptual, la veracidad de su génesis y la continuidad de su itinerario.”
Hay presencia de ideas que se recogen para ser interiorizadas, de afirmaciones que nos confesamos para añadirlas a nuestra escritura como elementos de poética en cierne, de lo leído en otros pensadores que reproduce nuestra idea sobre el mundo. ”Lo que él ve, en su interior y en el mundo, lo ve ya en sí mismo, y por sí mismo sustancialmente expresado”. Es discernible entonces un mapa de apetencias que intentaremos trazar en el cuerpo del presente ensayo. Se entremezclan el tono de la carta, el artículo y del diario. Son como caleidoscopios en texturas, color y variedad. En ellos a nivel de estilo “el orden cronológico de los hechos o las ideas está trastornado. Cuando se trata de acontecimientos [...] el efecto aparece antes de la causa [...] y cuando no son ya objetos o hechos, sino ideas las que se exponen al revés, la conclusión surge primero, y no se sabe sino después lo que la ha motivado [...] Se ve que el pensamiento y la pluma de Martí se apoderan en primer lugar de lo que él juzga esencial: en los hechos, el resultado; en las ideas la conclusión.”
Si bien es cierto que nos encontramos ante una multiplicidad de antetextos, y también propiamente de un paratexto involuntario, pues no se escribió para el público, y que no podemos saber qué quería Martí de esos textos, sí podemos preguntarnos qué querían estos textos del propio Martí. ¿Cómo se sitúan frente al resto de la obra? ¿Qué quieren de sí mismos y del lector? ¿Quieren un lector?
Decir que no sería categórico y presuntuoso, pues la crítica abunda en intentos de descifrar tales cuestiones. El análisis en cuerpo de esta papelería arrojaría “una imagen cabal de su erudición [...] que contribuiría a deslindar el problema de las influencias” , sobre todo literarias, que se le atribuyen, las cuales son parte fundamental del objeto de estudio de la presente investigación. Por lo tanto iniciamos nuestro acercamiento con un análisis caracterológico.
En cuanto al aspecto de cómo se sitúan estos Cuadernos frente a la obra vale recordar que estos se asumen, como dice Blanchot, por “la ambición de eternizar los momentos sublimes e incluso de hacer con la vida entera un bloque sólido que pueda guardarse junto a sí” y “la esperanza [...] de alzar la vida nula hasta la bella sorpresa del arte y el arte infame hasta la verdad única de la vida, el entrelazamiento de todos estos motivos hace del diario una empresa de salvación: se escribe para salvar la escritura, para rescatar su vida mediante la escritura [...] para no perderse en ese tormento que es el arte, que es la exigencia sin límite del arte”
Amén de cualquier propósito o tema que sobresale, en estos Cuadernos presenciamos actos que se inician y desarrollan sin una vía inmediata, y su cualidad fundamental es la espontaneidad. Semejan estar desprendidos de las formas, ser dóciles a los movimientos de la vida y ser capaces de todas las libertades, ya que pensamientos, sueños, ficciones, comentarios de sí mismo, acontecimientos importantes, insignificantes, todo les convienen, en el orden y el desorden, respetando con más o menos fuerza el calendario. El lector penetra en un terreno ambiguo y a veces enigmático. En el caso que venimos deslindando el papel de su primer editor: Gonzalo de Quesada y Aróstegui, franquea y mediatiza al mismo tiempo el tránsito filológico por los Cuadernos. Pues si bien Martí se refirió a ellos en su carta testamento literario dirigida a su discípulo predilecto, es indudable que este último dejó muy marcadas las huellas de su subjetividad en la edición. Los Cuadernos de apuntes son tomados por Quesada y Aróstegui como un botín de saqueo, un baúl donde el crítico, el filólogo, el erudito, el exégeta interesado extrae páginas en función de completar la visión idílica de una obra acabada. ¿Se acallan los perfiles de una obra en proceso? ¿Se le da pleitesía a artículos que de sobra se lo han ganado? El deseo de su editor de dar una idea de una obra constituida lo lleva a sacar materiales de los apuntes para, por ejemplo, conformar zonas “temático – geográficas” de sus Obras Completas, tanto es así que hilvana un artículo que da como terminado, nos referimos a aquel sobre los libros proyectados por Martí, que entresaca de varios cuadernos para hacer las delicias del curioso lector. Igualmente hay poemas que aparecen en Cuadernos de apuntes que sólo publica en Obras Completas, hay otros que están en Obras Completas y también en los apuntes, fruto de decisiones muchas veces arbitrarias y con intenciones que de vez en cuando hay que adivinar. La imagen acabada de su obra literaria opaca el carácter nutricio de estos Cuadernos y la forma en que inciden decisivamente en su obra toda. Saqueados para conformar los edificios genéricos que alimentan su legado, pasto de editores avezados y amorosos del estilo martiano, y vistos en su conjunto, dan otro cuerpo, otra estructura: un anhelo múltiple y un afán de conocimiento inconmensurable. Pues la variedad de lecturas y autores que comenta, así como los fragmentos discernibles de sus propias obras, sirven para exorcizar su propia biografía espiritual. Tales juicios nos demuestran que sus Cuadernos de Apuntes en múltiples ocasiones recogen el sedimento de su escritura, y semejante hecho dice mucho de su modo de asumir la labor creativa y de sus ambiciones literarias.
Entre el calor de los manuscritos y lo ambiguo de la no datación ascienden pruebas innegables de las inclinaciones del escritor, por ejemplo la presencia permanente de la poesía, que sin duda es testigo de una irrefrenable vocación, así como también la significativa amplitud de sus intereses que un englobador intento de clasificación dispondría en intereses propiamente poéticos - que casi predominan y justifican el tema que preside esta investigación -, literarios, filológicos, políticos, históricos, sociales, filosóficos y de corte científico. Martí da muestras de un “pensamiento vigoroso en trayectoria ascendente [...] que lo palpa todo como dudando y a la vez corroborando. Existe aquí la fuerza que da el enfrentamiento a uno mismo.”
En los Cuadernos de apuntes abundan reflexiones y juicios que evidencian lecturas bien atenidas y estudio profundo de los más diversos pero siempre valiosos autores, comprobando legado y aporte. Sólo el rastreo de este aspecto da material para todo un acápite, donde al comentar tales obras y autores incurre en reflexiones que, sin duda, luego formarán el sustrato de su estilo, por ejemplo, la referencia de anécdotas eruditas que toma como enseñanzas y orientadoras de lectura ; la franca aseveración de las cualidades poéticas que prefiere, realzando y rebajando escritores famosos que en el mundo han sido:
No quiero, para la poesía, la lengua débil de Séneca – ni aquella floja, sobrada, vacilante, copiosa, exuberante: - de Lucano. – Pláceme, como en Sondraka, la abundancia legítima: - y, de no haberla, por las condiciones ásperas de la naturaleza en que se cría, pláceme la rugosa y troncal lengua del Génesis. -
La máxima que proviene de la asimilación de variadísimas lecturas y una intuición y talento literarios inusuales:
“Para la poesía:
Armonía – no artificio.”
El curioso proceso a través del cual va aprendiendo e interiorizando el sentido de la trasgresión en el arte. Llama poderosamente nuestra atención la omniabarcadora presencia en los apuntes del autoconocimiento, el autoaprendizaje, como un mecanismo o manifestación del pensamiento, predominante a lo largo de todos los cuadernos. Al ilustrar lo que lee con una cita o una reflexión, va enriqueciendo su intelecto. En tal sentido, en los momentos de mayor asimilación, pasa del reconocimiento de un saber ajeno, al concepto, a la definición propia de diversos términos, casi siempre vinculados a la literatura y al arte o al consejo literario. O a enunciar un proceder de poética que ha interiorizado o creado en sus amplias disquisiciones y apreciaciones. En algunos casos giran sobre el estilo, y dan fe de la propia maduración del suyo. Por ejemplo, se interpela a sí mismo sobre lo que es prosa y lo que es poesía, y de ese cuestionamiento nacen artísticas y verídicas deducciones como la siguiente:
La prosa tiene alas de hierro, y tarda en venir. La poesía tiene alas de mariposa, y viene pronto. –
_ Por eso perece, porque se quema a toda luz –
_ No _ porque, mariposa eterna, va en busca de la luz eterna, ¡no ha llegado todavía! ¡Y la poesía valerosa avanza, arrastrando, arrastrando sus alas.
Para esta interpelación, para este desdoblamiento de sí mismo utiliza el diálogo, el enfrentamiento de sus ideas en boca de dos imaginarios personajes, lo cual constituye un ejercicio de dramaturgia del que hacen gala sus textos. En este continuo proceso de autoconocimiento en que se constituye todo diario abundan lecturas y reflexiones que encuentran, observan y comprueban los contactos reminiscentes.
II

Los acercamientos teóricos al”género” diario tienden a ver tres funciones fundamentales en él, que creo se imbrican en el caso de los Cuadernos de apuntes de José Martí. Por un lado la consabida función de formación, como educadores de la percepción tanto de sí como del mundo que rodea al artista (en ellos vemos lo que conoce y cómo lo conoce); la función analítica, que contempla propiamente al diario como el lugar donde alguien, que ya sufrió cambios irreversibles en su personalidad y en su escritura, se dedica a describir los efectos de esos cambios (en ellos observamos por qué se dedica a conocer lo que conoce); y la función de laboratorio de una escritura, en el sentido de “una suerte de armazón secreta del proyecto” de Martí “como escritor, el elemento – en el sentido de ambiente- del cual parece no querer salir, como un pez en el agua, [...] de refugio contra el agotamiento y la esterilidad creadora”. En esta última función se engloban las anteriores: sentido de lo que conoce, sentido de cómo lo conoce, sentido de por qué y para qué lo conoce. En el caso que nos ocupa se sobreponen, creo yo, al afán de testimoniar una época y a la construcción de una imagen la necesidad de invención de un estilo y de la creación de su propio laboratorio de la lengua. A pesar de lo cual la hibridez es total: todas las funciones se mezclan, aunque hay algunas que permanecen por más tiempo en la superficie, acercándose a lo que Hofmannsthal llamó “diario medusa”, el lugar donde “se mezclan notas de escritor, observaciones sobre lecturas y, sobre sus propios escritos, además aforismos, recuerdos de humillantes fracasos y decadencias físicas, de fealdades, enfermedades, ridículos sociales y derrotas amorosas”. El propio carácter polimórfico de los Cuadernos de apuntes y el entrecruzamiento de lenguajes y temas conspiran contra una clasificación funcional y genérica, y requieren un lector de mente abierta, de márgenes casi infinitos para ese espacio donde una escritura siempre se puede legitimar.











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Manuel Isidro Méndez citado por Maritza Carrillo en “Los Cuadernos de apuntes de José Martí: guía para investigadores jóvenes” en Revista Universidad de la Habana, n. 245, La Habana, p. 179. Es importante recordar aquí la nota que se publica en Obras Completas, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, p. 12, donde se afirma que tanto el Cuaderno de apuntes n. 1 como el 2 los conservaba Manuel Mercado y el 30 de enero de 1947 fueron entregados por envío de la Embajada de Cuba en México al Archivo Nacional de Cuba, que los publicó en 1951 con el título José Martí, Apuntes inéditos.
Maurice Blanchot. “El diario íntimo y el relato” en El libro que vendrá, Monte Ávila Editores, Caracas, 1992, p. 211
Emilio Ichikawa. ”José Martí y una metáfísica de la Historia (notas sobre sus Cuadernos de Apuntes). Anuario del Centro de Estudios Martianos. N. 19, 1996, La Habana, p. 149.
Cintio Vitier. “Los Versos libres” en Temas Martianos, Biblioteca Nacional José Martí 1ra serie, La Habana, p. 153
Claude Bochet – Huré citada por Cintio Vitier en “Martí Futuro”, Temas Martianos, Ira serie, Biblioteca Nacional José Martí, La Habana, p. 133. Aunque ella refiere estas características a los Diarios y a los Apuntes para los Diarios, comprendemos y comprobamos aquí que es uno de los procedimientos básicos del estilo de Martí.
Razonamiento que tiene como base algunas ideas de Nora Catelli en “Pruebas de haber vivido. Los Diarios y la Carta al Padre de Franz Kafka como límites de la autobiografía en Diarios. Carta al padre. Obras Completas de Franz Kafka, T. II, Galaxia Gutemberg / Círculo de Lectores 2000, Barcelona, p. 19 – 20.
Manuel Pedro González citado por Maritza Carrillo en “Los Cuadernos de apuntes de José Martí: guía para investigadores jóvenes”. Revista Universidad de la Habana, n. 245, La Habana, p. 179
Maurice Blanchot. Ob. Cit. p. 210
Juicios basados en ideas vertidas en el ensayo de Maurice Blanchot aquí citado. A veces Martí en hojas que han quedado en blanco de Cuadernos anteriores incurre en “desajustes flagrantes”. Esto pudiera explicar por qué existen borradores de Versos sencillos, publicados durante 1891, en un Cuaderno cuya fecha aproximada es entre 1892 y 1894.
Emilio Ichikawa. Ob. Cit., p. 154.
Véase esta curiosísima nota sobre Edgar Allan Poe y constátese todo lo que el lector – escritor incorpora:
“Poe.- Personificador de todo lo abstracto.
. Gran poder para personificar
- 'sense swooning into nonsense' (El sentido adormecido dentro del no sentido). La traducción es nuestra
- 'Fundamental basis, basis in real life, for every poem'
- 'A realm of his own imagining.' “
O.C, t. 21, p. 263.
O esta conclusiva de un arduo proceso de asimilaciones: “Goethe hizo tal vez todo lo que había que hacer en la poesía moderna”. Ob. Cit, p. 159.
Ob. Cit. p. 214.
Ob. Cit, p. 219.
En sus apuntes sobre Goya, que Quesada y Aróstegui publicó en el tomo de Europa, afirma: “Aquí más que la forma sorprende el atrevimiento de haberla desdeñado”. Obras Completas, Ed. Cit., T. 15, p. 132.

Ob. Cit. p. 211.
Nora Catelli. “Pruebas de haber vivido. Los ‘Diarios’ y la ‘Carta al padre’ de Franz Kafka como límites de la autobiografía en Franz Kafka.” Diarios. Carta al Padre, Obras Completas, II, Editorial Galaxia Gutemberg, Círculo de Lectores, Barcelona, 2000, p. 21.
Ob. Cit. p. 23

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