Manuel Rivas
La Coruña vio nacer a Manuel Rivas en 1957. Es poeta, narrador, ensayista y periodista. Su obra narrativa ha sido galardonada con el Premio de la Crítica Española (por O lapis do carpinteiro, 1988, y por Un millón de vacas, 1989), el Premio de la Crítica de Galicia (por En salvaxe compaña, 1993), el Torrente Ballester y el Premio Nacional de Narrativa (por ¿Que me queres, amor?, 1996). Su obra poética, por otra parte, cuenta con el Leliadoura (1989). Estamos en presencia de uno de los autores sobresalientes de la Generación Poética de los Ochenta.
traducción y nota introductoria de: Rafael Álvarez R.
De: Ningún cisne (1989), en Do descoñecido ao descoñecido, obra poética (1980-2003), 2003.
“Grillo”
Quería mostrar a sus hijos como se cazaba un grillo.
Hay que arrastrarse sigilosamente, como un gato,
de cara al sol, sin que la sombra delate.
En la gruta hay que fustigarlo con una paja
y agarrarlo de un zarpazo cuando asome.
Y así fue como cazó un grillo,
de la estirpe de los reyes cojos cantores,
e hizo felices durante casi un minuto a sus muchachos.
Lo llevó en un frasco con hojitas de trébol
y el grillo cantó durante todo el día
y ya de noche,
cuando los críos se durmieron,
también cantaba el grillo.
Lo miró a través del vidrio.
Tenía una curiosa cabeza,
magnífica y fea,
como la de un samurai con armadura
o de héroe futurista.
Bajó con las jabas de basura y también con el frasquito.
Y allí quedó el grillo cantor,
en la acera suburbial,
en esa hora en que la gente mide sus pasos.
“Marihuana”
Mi hermana echó en el huerto una semilla de maría.
Salió adelante vistosa e hidalga
entre honradas legumbres,
mi padre la saludó con orgullo.
No sé qué carajo de planta es,
decía al vecindario,
pero mirad como crece.
La maría resultó ser macho
y murió sin gloria,
el día en que se casan de blanco las patatas.
“Sala x”
Había una protesta de estudiantes de Humanidades,
discriminados en los nuevos planes educativos.
El portero cojo de la sala x de mi barrio
también se quejaba de escasa clientela
ante los reclamos pornográficos.
Esto, amigo, es el declive de los géneros clásicos.
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