17 de febrero de 2009

Anna Ajmátova

Tierra nativa


No la llevamos en amuletos sobre el pecho,
ni componemos versos quejumbrosos sobre ella.
No altera nuestro amargo sueño,
ni la consideramos el cielo prometido.
No es en nuestra mente
objeto de compra o venta.
Sufriendo, enfermos, errantes sobre ella,
ni siquiera la recordamos.
Sí, para nosotros, es el barro de los chanclos,
para nosotros, sí, es la arena que cruje entre los dientes.
Y pisamos, aplastamos, deshacemos
ese polvo que no tiene culpa.
Pero yacemos en ella y en ella nos convertimos
y por eso, con toda libertad, la llamamos nuestra.








Eco


Los caminos al pasado se cerraron hace tiempo,
¿y para qué querría el pasado ahora?
¿Qué hay en él? Lápidas manchadas
de sangre, puertas selladas,
y un eco que aún no se extingue,
por más que yo implore...
Lo mismo que ese eco
es el que llevo en el corazón.

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