Elizabeth Bishop
GASOLINERA
¡Ah,
pero es sucia!
—esta
pequeña gasolinera,
empapada
de aceite, rezumando
aceite,
de una negrura
traslúcida,
perturbadora.
Cuidado
con ese fósforo.
El
padre con un overol
sucio
empapado de aceite
que
lo corta bajo los brazos,
y
varios hijos malcriados
y
grasientos le ayudan
(es
una gasolinera familiar)
todos
ellos sucísimos.
¿Vivirán
en la gasolinera?
Hay
un porche de cemento
detrás
de las bombas
y
en él un juego de mimbre
roto,
impregnado de grasa
en
el sofá de mimbre
un
perro sucio, muy sabroso.
Unas
tiras cómicas dan
la
única nota de color
—de
cierto color. Puestas
sobre
una carpeta oscura
que
cubre un taburete
(parte
del juego), junto
a
una gran begonia hirsuta.
¿Por
qué la extraña planta?
¿Por
qué el taburete?
¿Por
qué, ah por qué, la carpeta?
(Bordada
con puntadas
formando
margaritas, creo
y
gruesa por el gris crochet.)
Alguien
bordó la carpeta.
Alguien
riega la planta,
o
la engrasa, tal vez. Alguien
arregla
las filas de latas
de
modo que dicen suavemente:
ESSO-SO-SO-SO
a
los estridentes automóviles.
Alguien
nos ama a todos.
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