27 de noviembre de 2013

Tomas Venclova

 














Metro de Berlín, Hallesches Tor [1] 

 

Sobre Europa se extiende el invierno. Se encoge y se retuerce
Y se rompe como un cardo, extensión de campos de asfalto.
Su torvo esplendor extravía aquí el espacio. Invierno
Y península de Berlín. Hueso, cartones, cemento.

Se ve un cielo vuelto del revés. Policías patrullando las calles,
Focos azulinos escudriñan sin cesar, sobre el muro serpentean alambradas.
Un vacío sin norte ni destino. Ningún ovillo de lana nos conduciría
A ningún otro ser. La nieve bandea alta sobre Europa.

Cuando caminas durante tantos años y tantas millas ya no sabes
En qué orilla fondeará tu nave. Da igual que sea Jericó o Mitte:
Las termitas trabajan con ahínco y transforman las ciudades,
Pero ese sordo rumor nunca suplantará al de las trompetas.

Vuelve atrás y mira el mañana desde el ayer.
He ahí la silueta de un hombre, calado de sucia nieve:
No puede ver cómo se arrastra, lento, por la Hallesches Tor
Un vagón de cartón llegado de más allá de cualquier lugar. 


[1] El metro del Berlín occidental recorría el límite entre el territorio berlinés del Oeste y del Este. La Hallesches Tor, o Puerta de Halle, és una de las primeras estaciones a las que se llega cuando se entra en la parte occidental de la ciudad. En este poema se describe un viaje al Berlín Este (una ciudad inaccesible entonces para el autor) y el regreso (nota del autor).



Traducción del lituano de Pietro U. Dini y Albert Lázaro-Tinaut



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