1 de agosto de 2011

León de Greiff





















Relato de Guillaume de Lorges


Yo, señor, soy acontista.
Mi profesión es hacer disparos al aire.
Todavía no habré descendido la primera nube.
Mas, la delicia está en curvar el arco
y en suponer la flecha donde la clava el ojo.
 
                    Yo, señor, soy acontista.
 
¡Azores y neblíes, gerifaltes, tagres, sacres, alcotanes, halcones
acudid a la voz del acontista!
 
y enderecemos nuestras garras a la conquista
de las nubes, volubles como los corazones...
y —cual los corazones— inmutables.
 
                     Yo, señor, soy acontista.
 
También he sido juglar en los mesones.
Revendedor de bulas.
Tañedor de laúd.
Y tragador de fuego y engullidor de sables.
Y bufón en las ferias.
 
Damas de los castillos a catar diéronme frutos de acendrada virtud:
¡noches de bendición!
 
Otras noches fueron bien miserables.
 
                     Yo, señor, soy acontista.
 
También me he entretenido en cosas serias:
conocí al asno de Buridán
y al propio Buridán, que estuvo en la Tour de Nesle
(alguna vez fui con él,
pero me devolví de la poterna)
y vi ahorcar en Montfauçon
a Messire Enguerrand de Marigny.
Poco en letras leí...
mas sí he bebido buenos vinos, paladeado vianda tierna,
y comido del mejor pan.
 
                    Yo, señor, soy acontista.
 
Mi profesión es hacer disparos al aire.
¿Todavía no habré descendido la primera nube?
También soy jugador de dados
y tengo mis ribetes de asesino.
Presumo haber —en lontana ocasión— hurtádome los vasos sagrados
de ya no sé qué iglesia, abadía o convento.
(Creo que han sido mías varias esposas de Jesús,
cuyos votos de castidad y su amor al esposo divino
fueron plumas al viento
y golondrinas migratorias que soltaron su vuelo desde la Cruz...)
 
¡Azores y neblíes, gerifaltes, tagres, sacres, alfaneques, halcones:
acudid a la voz del acontista!
 
Y enderecemos nuestras garras y nuestros picos a la conquista
de las nubes volubles como los corazones...
y —cual los corazones— siempre iguales.
 
                    Yo, señor, soy acontista.
 
También resulto un poco lento y un mucho largo en las mis relaciones...
Juzgo que hay caso de fantasía en mi rapsodia:
pero ni yo soy Tácito, ni aquestos son Anales…
¡Tampoco he de cantar la palinodia
ni de irrumpir en monótonos trenos!
 
                    Yo, señor, soy acontista.
 
Nada más. Nada menos.
 
Y tengo sueño y tengo sed, señor. ¡Salud! ¡Y abur! señor, ¡abur! Y hasta otra vista.




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