Néstor Perlongher
Defensa de los homosexuales de Tenochtitlan y
Tlatlexlolco
Mientras
los homosexuales se acarician en los baños
viejas arpías hilan largos largos echarpes
en lo alto de las ciudades
coloquian en torno a grandes lavarropas azules
sobre la representación de las tragedias griegas y los
principios de la catarsis
mientras que sus maridos los aztecas
cazan en sus oficinas para los sacrificios de la cena
los canarios duermen la siesta de los gusanos.
Cuando
les sea concedido el derecho a la caricia – qué cosas
éstas –
saldrán de sus baños subterráneos con humeantes tazas de
té entre las manos
en donde proyecten celestes espacios aires istamdos de
sofocantes islas tropicales
pobladas de dulces nativos cimarrones devastados tímidos
por el inexplicable ataque de los cañones
ingleses, inexplicable!
rostros
en donde la solitaria humedad de los caracoles
socialmente oprimidos
ha cultivado tristes flores de afeite
y labrado el sudor desfiladeros de baba en torno a sus
pupilas
lluviosas como la conmoción del mar en los acantilados de
Escocia
tal vez
-como quien desconoce el placer de los besos en los
parques soleados-
quizás
-como quien desconoce el placer de los besos en los
parques soleados-
contemplan ásperamente desde sus colchones fermentados de
ácidas rancísimas emanaciones
con la indiferencia de las viejas perras sorprendidas en
los zaguanes
acostumbradas como están a ver morir a sus hijos ahogados
en las ollas de guisado
donde las mujeres de los aztecas resuelven los
sacrificios de la cena.
Es demasiado tiempo
porque las Plazas de Toros están repletas
si descubrieran a un marica lo mandarían a las cuadras
donde los grandes campeones no pueden entender –qué cosas
éstas-
la proyección de celestes espacios aires istmados de
sofocantes islas tropicales
pobladas de dulces nativos cimarrones devastados tímidos
por el inexplicable ataque de los cañones
ingleses, inexplicable!
como la proliferación de las agencias matrimoniales y los
hoteles alojamiento protegidos por el
Estado
cuyos policías recorren las cerraduras en busca de
víctimas expiatorias para los templos
del brazo de sus amantes las princesas rusas
mientras
los homosexuales se acarician en los baños
tienden sus cálidas manos hacia los villancicos de amor
de las campiñas sus gordos ojos
sueñan sueñan las islas
bellas extrañas islas inexistentes subjuntivas donde se
mimetizan con los plumajes exóticos de
grandes aves lujuriosas injustamente perseguidas
que abandonan durante la noche los zoológicos sitiados
las fortalezas
las ciudades sitiadas que defienden los aztecas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario