Joan Perucho
Las ratas
Viviendo bajo una tensión milagrosa,
trasladan la luz hasta la sombra
y la pelusa al nacimiento del pus,
como una perla o algo
increíblemente recóndito y precioso.
No habrá sueño ni aurora
en este mundo de cerrados terrores,
latas, papeles, ternura
húmeda, infección y cristales
en la espera del lodo,
de la gota que cae en los desvanes,
del polvo que irremediablemente se filtra
a través de los años y de las ventanas,
a través de la garganta afectada
de cáncer, del caballero
que, sentado en el sofá, esperaba
una simple voz familiar,
filial y emocionada.
Viven en el corazón de los absurdos
significados y esperanzas,
y se detienen inquietas,
temerosas de su fuerza oculta
y tímida, agresiva y perforadora hasta el límite,
hasta el límite de lo que es expresable.
Rumores, voces extinguidas, apagadas
canciones de Navidad, pueblan
estos solares abandonados, estas estancias.
El viento llama ligeramente a una puerta.
Algo se mueve seguro hacia la eternidad.
Traducción José Corredor-Matheos
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