Entrevista a Kurt Vonnegut
Por Livia Manera
(Corriere della Sera - Nueva York, 2003)
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Desde
hace casi medio siglo Kurt Vonnegut cuenta el mundo con el desencanto de su
"así va la vida", como repetía en su novela Matadero 5 .
Medio siglo en el que la crítica trató de encontrar un nombre para la originalidad
de este escritor que hace poco cumplió ochenta años. A veces lo llamaron
visionario; otras, amable Casandra, auténtico desobediente y humanista.
"Diga más bien que soy un socialista", dice durante la entrevista
que me concedió en el escritorio de su representante en Nueva York. "He
descubierto que un humanista es una persona que tiene un gran interés por los
seres humanos. Mi perro es un humanista."
-¿Qué escribe hoy uno de los mayores autores
norteamericanos, que ha unido su nombre a las protestas contra Vietnam y a la
revolución cultural de los años 60 y que siempre está cerca del corazón de
los más jóvenes?
-Nada.
Estoy literalmente paralizado por el estado en que se encuentra mi país. La
televisión no ha transmitido ni siquiera las protestas de los pacifistas. The
New York Times se negó a publicar un discurso que pronuncié en un
encuentro por la paz. Es como vivir bajo un ejército de ocupación que se ha
apoderado de los medios de comunicación.
Y
después arroja sobre la mesa un fascículo de pocas páginas fotocopiadas.
-Este
es mi último libro. He debido publicarlo a mis expensas.
-¿De qué trata?
-Es
una colección de comentarios que escribí para un diario de Chicago sobre el
golpe de Estado de las últimas elecciones.
-Habla de la victoria de Bush.
-Hablo
de cómo el poder ha terminado en manos de gente terrible, malvada, ignorante
y privada de conciencia, que no tiene ningún respeto por el sistema
norteamericano. En otros tiempos, sobre un argumento semejante podría haberse
escrito una obra teatral que hubiera provocado una reacción. Pero no ahora
que nuestro gobierno moral está representado por la televisión. Una
televisión que nos dice siempre y únicamente que todo va bien. Debo mirar la
BBC si quiero saber cuántos civiles hemos matado en Afganistán y en Irak. Sin
embargo, debería ser noticia cómo hemos reducido a esos países y qué estúpido
fue hacerlo.
-En
efecto, muchos se han sorprendido por la falta de planes de los
norteamericanos para la gestión posterior a la caída de Saddam.
-¿Sabe
por qué? Porque esta gente del gobierno no tiene conciencia. Porque son las
personas más inclinadas a decidir en el mundo y no les importa nada de lo que
ocurrirá después, ni siquiera les importa lo que les ocurrirá a ellos mismos.
Son psicópatas y patrones del planeta. ¿Sabe qué dicen del desastre que
hicieron en Irak? "OK. Ha sucedido esto, pero no es nuestra culpa, es
culpa de los iraquíes..."
Vonnegut
estalla en una carcajada sarcástica y continúa.
-"No
deberían haber disparado sobre nuestro muchachos..."
-¿Cree que habría sido muy distinto de haber
ganado Al Gore?
-No,
porque nuestros representantes en el Congreso están financiados por gente que
tiene toneladas de dinero. Ciertamente, en el lugar de Bush y de los suyos
hubiéramos podido tener a personas que respetaran el sistema norteamericano y
representaran a los ciudadanos y no a las corporaciones. En cambio, todo es
tan estúpido. La inteligencia en los Estados Unidos ya no cuenta para nada.
-Clinton era un hombre inteligente.
-Sí,
pero ha hecho una cosa terrible.
-¿Cuál?
-Se
ha aprovechado de aquella muchacha. Yo, con usted, por ejemplo, no me hago el
imbécil.
Y
ríe.
-No,
pero como dicen ustedes los norteamericanos: se necesitan dos para bailar el
tango. La muchacha habrá tenido su responsabilidad en el asunto.
-Naturalmente.
Pero lo que ha hecho Clinton en favor de los republicanos es imperdonable.
Una cosa terrible. Matar, en cambio, eso está bien. ¿Sabe qué quiere decir Shock
and awe ? Quiere decir asesinar.
-Y usted, Vonnegut, ¿ha combatido en la Segunda
Guerra Mundial? ¿Alguna vez mató a alguien en una guerra?
-No,
porque era un tipo particular de soldado, no un cobarde, sino un scout .
Nuestro deber era penetrar en las líneas enemigas sin hacernos notar,
descubrir qué había detrás, volver y contarlo a la artillería. Me considero
afortundo de no haber matado a nadie. Pero si hubiese sido necesario, lo
habría hecho. Era un buen soldado.
-En Matadero 5 ha contado la
locura del bombardeo de Dresde: ciento treinta y cinco mil muertos, dos veces
las víctimas de Hiroshima. Usted estaba allí como prisionero de guerra. ¿Cómo
fue capturado?
-Nuestro
batallón fue arrollado por una división de alemanes en las Ardenas. Nos
hicieron abandonar nuestro medio y entrar directamente en una pesadilla. No
teníamos la más pálida idea del destino hacia el que nos encaminábamos.
Habían capturado a nuestro comandante y éste había dado la orden de rendirse.
Una orden ilegal: es como decir a un soldado que se suicide. Pero esto
sucedió por lo menos cincuenta años antes de que usted naciese.
-Tan sólo trece. De todos modos le tomó
veinticuatro años elaborar esa historia en Matadero 5.
-Más
que para elaborarla para escribirla. Tenía una familia que mantener ( Vonnegut
tiene siete hijos, de los cuales tres son adoptados, de una hermana muerta.
N. R) , y me dije, ok, no he escrito nunca una novela de guerra.
Entonces fui a encontrarme con el scout que en aquella época
de la guerra era mi compañero -entre tanto se había convertido en procurador-
y le dije: "Ayúdame a recordar lo que pasaba en aquel entonces".
Entonces entró su mujer y dijo: "¡pero si eran dos niños!". Y esa
fue la clave del libro. Todos éramos niños.
-¿Lo volvió a leer?
-Nunca.
Ni siquiera pude tocar las galeras.
-Entonces le gustará saber que después de treinta
y cuatro años es todavía una de las novelas más fuertes y más originales de
la narrativa norteamericana, y no sólo de las novelas sobre la guerra. Es un
libro que no ha envejecido.
-Me
da mucho placer, por cierto, lo que me dice. Es la nave almirante de mi
pequeña flota. Aunque el libro más cercano a mi corazón es Cuna de Gato .
-¿Por qué
-No
lo sé. ¿Alguna vez se enamoró?
-¿Cree que si no hubiese combatido en la Segunda
Guerra se habría convertido, de todos modos, en un escritor?
-Mi
amigo Joe Heller, que escribió Catch 22 , decía que si no
hubiese sido por la Segunda Guerra habría terminado en el rubro tintorería.
En cuanto a mí, no lo sé. Por cierto, hay otras cosas que me han hecho
escribir: los cambios tecnológicos que han destruido tantas culturas, por
ejemplo. Soy un antropólogo de formación. Una de las razones por las cuales
nosotros los norteamericanos somos odiados es porque hemos introducido en
otros países nuevas tecnologías y planes económicos que han destruido el autorrespeto
y la cultura de mucha gente.
-En Cuna de gato , en el 63,
usted escribía que "los norteamericanos no logran imaginar qué significa
ser distinto de ellos y sentirse orgulloso de esa circunstancia". Y que
"la política exterior norteamericana debería aprender a reconocer el
odio en vez de imaginar el amor". ¿El 11 de septiembre lo sorprendió?
-No.
Me sorprendió más que nada el óptimo trabajo que hicieron los terroristas.
¡Vaya si estaban preparados! Naturalmente, son las mismas personas que
inventaron los números, el cero y el álgebra, por lo cual no hay de qué
asombrarse tanto.
-Usted ha dicho siempre que la literatura es por
definición portadora de opiniones. ¿Cuál es la literatura que hoy importa?
-El
problema es que no importa, y por eso no puedo escribir. En una época
importaba, y muchísimo. Era el lugar en el cual durante la Gran Depresión se
debatían los temas de la economía y de la política. Y en la posguerra nos
interrogábamos sobre el tipo de país que hubiera podido llegar a ser los
Estados Unidos. Después llegó la televisión y todo se terminó.
Enjuto
y desgarbado, Kurt Vonnegut se levanta para volver a su casa. Pero justo
antes de salir, en el último momento, se da vuelta: "Debe de ser por el
álgebra que Bush los odia". Y una última carcajada retumba, batalladora,
detrás de la puerta.
Traducción Hugo Beccacece
La
Nación. Buenos Aires
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