13 de julio de 2011

Caridad Atencio











Palabras leídas en la presentación de El libro de los sentidos, 25 de junio de 2011


Hace alrededor de 15 años en la Biblioteca de mi trabajo, el Centro de Estudios Martianos, nos reuníamos un grupo de compañeros a conversar sin prisa del tema del momento o cualquier  tema en las horas más aburridas de la jornada, y yo aprovechaba para hacer los cuentos de las heroicidades o locuras de mi padre. Una de aquellas colegas me decía:”Cary, no has pensado en escribir un libro con esos cuentos tu Papá?” Este libro recoge buena parte de aquellas historias. Es un homenaje a mi padre y, sobre todo, a mis raíces. Al reflejar el modo en que los seres de mi familia  u otros bien cercanos interactuaron conmigo tiendo a convertirlos en arquetipos de vida, de toda iniciación. Hay un mundo de personajes y no es una novela, hay anotaciones y reflexiones metafísicas y escriturales y no es un libro escritural. Rezuma lo genérico y no es el centro de lo que se escribe. Utilizando los mismos términos de una frase lezamiana, pero invertidos, tomo la persona como metáfora y la situación como imagen. Como otros que han sido, presento a unos personajes desnudos ante su propio comportamiento. Escribo no para conocer mejor a los míos que fueron “sino para resolver desde el lenguaje, o simplemente exponer la naturaleza de mi propia percepción.”
Se adelantó a describir este tejido un poeta que reseñó La Sucesión cuando afirmaba:”Hay una manía de novelar acontecimientos intrascendentes, pero hay también una sabiduría, existe un conjuro entre el sabor de las palabras y la noción de bálsamo en que ciertas formas de lo novelable funcionan en cualquier estanque”, Para finalizar comparto con ustedes las ideas que me hizo llegar Fina García Marruz cuando le obsequié a ellos por un cumpleaños el texto que abre el libro: “Veo que tu capacidad creativa se orienta ahora hacia nuevos modos de expresión que no habías intentado antes.¿Una novela quizás? Hay un momento en que lo lírico necesita un mayor despliegue  dramático o novelesco. La poesía es testimonio o alabanza. << El poeta es como un espejo>>, decía Leonardo. Ni juez, ni testigo, ni cómplice. Un espejo sencillamente. A veces no se entiende, y se confunde, con el ser propio suyo, aquello que se testifica del mundo en torno, como una especie de inocencia objetiva. En la página que nos envías, veo que estás en el umbral del que tengo por el más alto de los dones religiosos, la compasión, acaso todavía también detenida en la pura transparencia, más que en una invisible participación. Martí gustaba mucho de la etimología de la palabra “misericordia”: corazón para los míseros. Y se puede identificar con la religiosidad mucho más que el mismo heroísmo (hay malvados valientes) Haya vientos favorables para ti en esa nueva orientación de tu poesía. Tus amigos Cintio y Fina. Septiembre 26 de 2008”




de: El libro de los sentidos

Dicen las damas penetrantes que soy el horcón de la casa. Quien más sensible a sus desesperación soporta los desplantes inconcientes del hijo o los irracionales del padre y el marido. El horcón, que se quiebra en las puntas para abrirse, y aún sostener en hilacha, pero imbatible el centro. El tronco inocente y ancestral donde alcanzo los restos de la noche.


...

El tiempo pasó crujiendo como boliches rojos bajo mis pies. Era no más pasar frente a la majestad de dos laureles o masticar almendras, machacadas con las manos de todos. El contén el espacio. Sentada al centro de la magia del árbol. Íbamos sordos a ordeñar el higo. Temía al engrifarse del guanajo y a la voz que me llamó anhelante. El sostiene la cerca para que cruce, sin mirar el alambre que erguido permanece: es la marca en mi cara como un vestigio fiel. La mata de guayaba de otro patio donde un anciano misterioso acaricia felinos que nadie trajo con la mano gozosa que, cuando quiere, extiende hacia los niños en el fruto preciado que no deja que roben.

Para Miguel de la Paz, testigo de una época viva





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