2 de mayo de 2012

Gottfried Benn




















El yo tardío

I

Oh, mira: la marejada de alhelíes
Con su ojo ya marchito,
Moribundo, personal- inmortal,
es ya tarde.

Con la última rosa, ya que la fábula
del verano ha abandonado hace tiempo la campiña-
moi haissable,
Análisis ménade todavía.

II

Al principio fue la marea. Una balsa de lémures
empuja alce, ganado; una piedra lo dejó embarazado.
Del mundo de los muertos, del recuerdo, de la tortura de los animales Dios se sube a ella.

Todos los grandes animales: águilas de cohortes,
Palomas del valle del Gólgota-
Todas las grandes ciudades: bordes de púrpura y de palma
flores del desierto, sueño de baal.

Cantos rodados del Oriente, balsa del Mármara,
Roma , tráenos los caballos de Lisipo –
última sangre del toro blanco sobre los altares mudos
y último mar de Anfitrite-

Escombros. Bacanales. Profecías.
Barcarolas. Cochinadas.
Al principio fue la marea. Una balsa de Lémures
se desliza por los últimos mares.

III

Oh alma, podrida hasta la médula,
Vives apenas todavía y ya es demasiado,
ya que ni el polvo de los campos
ni el follaje de los bosques
caen pesados cruzando tus sombras.

Las rocas arden, el Tártaro es azul,
El Hades se alza en colores de adelfas
al párpado del sueño y quema en gavillas
de fabulosa felicidad el espectáculo de los muertos.

El gomero, el bambú,
el lago deslava las losas del inca,
el palacio de la luna: cantos rodados y sombras,
antiquísimos y azulados muros llenos.

La felicidad fraternal en  torno a Caín y Abel,
Por quienes Dios atravesó las nubes-
Causalgenético , haisslable:
El yo tardío.





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