2 de agosto de 2014

Eugenio Montale















Las palabras


Las palabras
si despiertan
desprecian el hostal
más propicio, el papel
Fabriano, la tinta
china, la cartera
de cuero o terciopelo
que las mantenga ocultas;

las palabras
cuando despiertan
se acomodan al dorso
de las facturas, en los márgenes
de los billetes de lotería
en las contribuciones
matrimoniales o de luto;

las palabras
no piden nada mejor
que el barullo de las teclas
en la Olivetti portátil,
que la oscuridad de los bolsillitos
del chaleco, que el fondo
del cesto reducidas
a pelotas;

las palabras
no están nada felices
de las que echen como cabareteras
y las acojan con furiosos aplausos
y deshonor;

las palabras
prefieren el sueño en la botella
a la burla de ser leídas, vendidas,
embalsamadas, hibernadas;

las palabras
son de todos y en vano
se esconden en los diccionarios
porque no falta el marrano
que desentierre las trufas
más apestosas y raras;

las palabras
después de una eterna espera
renuncian a la esperanza
de ser pronunciadas
de una vez por todas
y después morir
con quien las ha poseído.



Traducción: Dolores Labarcena y Pedro Marqués de Armas 


2 comentarios:

José Valle Valdés dijo...

Bien se me da el poema, amigos. gracias por presentárnoslo.

Abrazos

D.L. dijo...

Gracias. Nos alegra igualmente que lo disfrutes.
Saludos.