17 de junio de 2008

Gastón Baquero















Poeta, ensayista y periodista cubano (Banes 1918-Madrid 1997). Abandonó su profesión de Ingeniero Agrónomo y Doctor en Ciencias Naturales para dedicarse por completo a la literatura.Su obra poética está contenida en los siguientes títulos: «El álamo rojo en la ventana» 1935-1942, inédito; «Poemas» en 1942, «Saúl sobre la espada» en 1942, «Poemas escritos en España» en 1960, «Memorial de un testigo» en 1966, «Magias e invenciones» en 1984, «Poemas invisibles» en 1992, «Autoantología comentada» en 1992 y «Otros poemas invisibles» 1992-1994.






CANCIÓN SOBRE EL NOMBRE DE IRENE

¡Qué bueno es estar contigo ante este fuego, Irene,
saber que sigues llamándote así, Irene;
que tu nombre no se te ha evaporado de la piel
como se evapora el rocío de la panza del sapo!

Ah decir Irene, Irene, Irene, Irene,
cerrando los ojos y diciendo nada más Irene
por el solo placer y la magia de decir Irene,
Pedaleando en el aire existas o no existas,
¡qué real y sólida eres, qué verdadera eres
en medio del irreal universo por llamarte Irene!

Las salamandritas del fuego se te quedan mirando,
y el humo, antes de irse, se detiene feliz a contemplarse
en el topacioespejo de tus ojos, como una mujer que se empolva la nariz
antes de entrar en el cementerio.

Y tú en tu aire,
y tú, impasible con tu abanico de llamas, sigues nada más
llamándote Irene,
segura de que todo el universo no puede despojarte de tu nombre de Irene!

Yo paseaba un día por el Tíber,
-Tíber de cascabeles ahogados, Tíber de pececitos oscuros
Tíber meado por Tiberio-,
y vi en medio del río una isla verdeante,
trabajada en la materia de las madréporas o de las malaquitas,
¡vaya usted a saber!, pero pequeñita y completamente real;
y vi en la orilla
una de esas estatuas del Tíber sumergidas por siglos,
donde el mármol se ha hecho róseo, y carnal, y blando;
y con mucho temor, con una reverencia, pregunté a la estatua:
-Perdone usted, señor, ¿cómo se llama esta isla?
Y con un gran desdén, entreabriendo apenas los labios y mirándome para nada,
dijo suavemente:
-¿Cómo va a llamarse esta isla? Esta isla se llama Irene.

¡Qué bueno es estar contigo junto al fuego,
y saber que ahí estás, real y verdadera,
saber que estás ahí mientras afuera se evapora el mundo,
y que sigues y sigues,
y seguirás para siempre llámandote Irene!

Poesía China

















MO MO



Dedos delatores

Por la noche extiendo
los resplandecientes dedos de las manos, que apuntan
en dirección de las rosas, mi cabeza se inclina
en silencio
a lo floreciente, a lo marchito,
y estos tersos dedos apuntan
en dirección de las olas, mi cabeza se inclina en silencio
a la calma
de los dedos helados que apuntan
en dirección del risco, mi cabeza se inclina en silencio
a quienes permanecen
Me deslizo dentro de los guijarros del manantial
Mi pelo ha crecido como trigo, pero no puede cosecharse.


En las noches extiendo
los dedos callosos de las manos, que apuntan
en dirección del lenguaje, mi cabeza se inclina en silencio
a los delgados dedos que hablan,
que escuchan, que apuntan
en dirección de un milagro, mi cabeza se inclina en silencio
a los existentes, no existentes
dedos torcidos que apuntan
en dirección de un sueño, mi cabeza se inclina en silencio
sobre hermosas escenas y pesadillas
En las noches, sueño que me arrojan a un matadero
La Muerte no es un secreto sino un atisbo

El alba ha llegado, los dedos todavía apuntan
en dirección de un canto
que alguna vez canté, pero ahora he perdido mi voz
El sol se ha elevado, los dedos firmes apuntan
en dirección de mi Madre
Ahí nací, pero ahora la deriva me empuja cada vez
más lejos
El sol me ciega, los dedos temblorosos
apuntan en dirección de una ciudad
que celebra mi propio funeral
como si se tratara de un títere
que no da muestras de vida a menos que una mano tire
de sus hilos
Mi rostro está manchado de lágrimas, no puedo ver
adónde apunta el último dedo
Si apunta hacia mi imaginación
entonces es la dirección del tiempo
que también es tu dirección
Después que alguien dijera que el agua corría muy rápido
llegaste a provocar un torbellino
para ahogarme, para estrangularme
y luego, de pronto, apuntaste con tu dedo
en dirección del vacío

Jean Baudrillard




















Francia (1929-2007).Fue un filósofo y sociólogo, crítico de la cultura francesa. Su trabajo se relaciona con el análisis de la posmodernidad y la filosofía del postestructuralismo.



Simulacro y Simulaciones

El simulacro nunca es aquello que oculta la verdad - es la verdad lo que oculta que no hay verdad alguna. El simulacro es cierto. Ecclesiastes
Podemos tomar como la alegoría más adecuada de la simulación el cuento de Borges donde los cartógrafos del Imperio dibujan un mapa que acaba cubriendo exáctamente el territorio: pero donde, con el declinar del Imperio, este mapa se vuelve raído y acaba arruinándose, unas pocas tiras aún discernibles en los desiertos - la belleza metafísica de esta abstracción arruinada, dando testimonio del orgullo imperial y pudriéndose como un cadáver, volviendo a la sustancia de la tierra, tal y como un doble que envejece acaba siendo confundido con la cosa real). La fábula habría llegado entonces como un círculo completo a nosotros, y ahora no tiene nada excepto el encanto discreto de un simulacro de segundo órden.
La abstracción hoy no es ya la del mapa, el doble, el espejo o el concepto. La simulación no es ya la de un territorio, una existencia referencial o una sustancia. Se trata de la generación de modelos de algo real que no tiene origen ni realidad: un "hiperreal". El territorio ya no precede al mapa, ni lo sobrevive. De aquí en adelante, es el mapa el que precede al territorio, es el mapa el que engendra el territorio; y si reviviéramos la fábula hoy, serían las tiras de territorio las que lentamente se pudren a lo largo del mapa. Es lo real y no el mapa, cuyos escasos vestigios subsisten aquí y allí: en los desiertos que no son ya más del Imperio, sino nuestros. El desierto de lo real en sí mismo.
De hecho, incluso invertida, la fábula es inútil. Quizá sólo queda la alegoría del Imperio. Puesto que es con el mismo imperialismo con el que los simuladores de hoy en día intentan que todo lo real coincida con los modelos de simulación. Pero ya no es cuestión que se decida entre mapas y territorio. Algo ha desaparecido: la diferencia soberana entre ellos que era el encanto de la abstracción. Ya que es la diferencia lo que forma la poesía del mapa y el encanto del territorio, la magia del concepto y el encanto de lo real. [...]. Lo real se produce a partir de unidades miniaturizadas, de matrices, bancos de memoria y modelos de comandos ? y con estos puede reproducirse un número indefinido de veces. Ya no tiene que ser racional, puesto que ya no se mide respecto a algún ideal o instancia negativa. No es más que práctico, operacional.
[...]
Del mismo órden que la imposibilidad de redescubrir un nivel absoluto de lo real, es la imposibilidad de representar una ilusión. La ilusión ya no es posible, dado que lo real tampoco es ya posible. Es el problema político completo de la parodia, de la hipersimulación o de la simulación ofensiva, el que se plantea aquí.
Por ejemplo: sería interesante ver si el aparato represivo no reaccionaría más violentamente ante una toma de rehenes simulada que ante una real. Al fin y al cabo, la real sólo cambia el órden de las cosas, el derecho a la propiedad, mientras que la simulada interfiere con el mismo principio de realidad. La transgresión y la violencia son menos dañinos, puesto que sólo desafían la distribución de lo real. La simulación es infinitamente más dañina, puesto que siempre está sugiriendo que la ley y el órden en sí mismos podían realmente no ser más que una simulación.
Pero la dificultad es proporcional al riesgo. ¿Cómo fingir una ruptura y ponerla a prueba? Simula un robo en unos grandes almacenes: ¿cómo convences a los guardias de seguridad de que era un robo simulado? No hay diferencia "objetiva": los mismos gestos y los mismos signos existen que en un robo real; de hecho, los signos no inclinan hacia ninguno de los dos lados. En lo que al órden establecido concierne, siempre pertenecerán al órden de lo real.
Organiza una toma falsa de rehenes. Asegúrate de que tus armas no pueden causar daño alguno, y toma a rehenes de tu mayor confianza de modo que ninguna vida esté en peligro (de otro modo te arriesgas a cometer un delito). Pide una recompensa, y arréglalo de modo que la operación pueda llegar a grear la mayor conmoción posible - en resumen, permanece cerca de la "verdad", para probar la reacción del aparato a una simulación perfecta. Pero aun así no tendrás éxito: la red de signos artificiales serán irremediablemente mezclados con elementos de lo real (un oficial de policía realmente disparará al tenerte a tiro; un cliente del banco se desmayará y morirá de un ataque al corazón; realmente te pondrán recompensa) - en resumen, te encontrarás sin remedio inmediatamente en lo real, una de cuyas funciones es precisamente devorar cualquier intento de simulación, para reducirlo todo a un poco de realidad - lo cual es exáctamente todo lo que es el órden establecido, mucho antes de que las instituciones y la justicia tomen parte jueguen su papel.
En esta imposibilidad de aislar el proceso de la simulación debe verse todo el empuje de un órden que sólo puede ver y entender en términos de "un poco de realidad", dado que no puede funcionar en ningún otro lugar. La simulación de un delito, será castigada con mayor ligereza (porque no tiene "consecuencias"), o será castigado como ofensa a lo público (por ejemplo, se hizo una operación policial "por nada"). Nunca como una simulación, puesto que precisamente como tal no hay equiparación con lo real, y por tanto tampoco represión. El reto de la simulación es irrecibible por el poder. ¿Cómo puedes castigar la simulación de virtud? Y aun así es tan seria como la simulación de un crimen. La parodia hace la obediencia y la transgresión equivalentes, y eso es el crimen más serio, dado que cancela la diferencia respecto a la que la ley está basada. El órden establecido no puede hacer nada contra ello, puesto que la ley es un simulacro de segundo órden mientras que la simulación es de tercero, más allá de lo verdadero y lo falso, más allá de las equivalencias, más allá de las distinciones racionales sobre las que funcionan el poder y lo social. Así pues, fallando en lo real, es aquí donde debemos apuntar al órden.
Por esto es por lo que el órden siempre opta por lo real. En un estado de no-certeza, siempre prefiere asumir esto. Pero esto se hace cada vez más y más difícil, puesto que es pragmáticamente imposible aislar el proceso de simulación. A través de la fuerza de la inercia de lo real que nos rodea, el inverso también es cierto (y esta misma reversibilidad forma parte del aparato de simulación y de la impotencia del poder): es decir, ahora es imposible aislar el proceso de lo real, o probar lo real.
Así, todas las tomas de rehenes y parecidos son ahora como si fueran tomas de rehenes simuladas, en el sentido de que están inscritas de antemano en los rituales de orquestación y decodificación de los medios, anticipados en su forma de presentación y consecuencias posibles. En resumen, su función es la de un grupo de símbolos dedicados exclusivamente a su recurrencia como signos, y ya no más hacia su "verdadero" objetivo en absoluto. Pero esto no los hace inofensivos. Al contrario, equivale a eventos hiperreales, deprivados de todo contenido u objetivos particulares, pero refractados indefinidamente el uno por el otro, de modo que son inverificables por un órden que sólo puede moverse en lo real y lo racional, en los fines y medios. Un órden referencial que sólo puede dominar a los propios referenciales, una forma de poder específico que sólo puede dominar un mundo específico, pero que no puede hacer nada ante la recurrencia s in fin de la simulación, sobre esa nébula sin peso que ya no obedece la ley de la gravitación de lo real -- el poder en sí mismo desgajándose en este espacio y convirtiéndose en una simulación de poder, desconectado de sus objetivos, y dedicado a la simulación en masa.
La única arma del poder, su única estrategia contra esta derrota, es reinyectar realidad y referencialidad en todos lados, para intentar convencernos de la realidad de lo social, de la gravedad de la economía y las finalidades de la producción. Para ese propósito prefiere el discurso de la crisis, pero también - ¿por qué no? - el discurso del deseo. "¡Toma tus deseos como realidad!" podría entenderse como el slogan definitivo del poder, puesto que en un mundo no-referencial incluso la confusión del principio de realidad con el principio de deseo es menos dañino que la hiperrealidad contagiosa. Uno permanece entre principios, ahí el poder siempre tiene razón.
La hiperrealidad y la simulación disuaden todo principio y todo objetivo; vuelven contra el poder esta disuasión que ha sido tan bien utilizada por largo tiempo. Pues fue el capital el primero en alimentarse a través de su historia de la destrucción de toda referencia, todo objetivo humano, lo que quebró toda distinción ideal entre verdadero y falso, bueno y malo, para establecer una ley radical de equivalencia e intercambio, la ley de hierro de su poder. Fue el primero en practicar disuasión, abstracción, desconexión, desterritorialización, etc; y si fue el capital el que fomentó el concepto de la realidad, fue también el primero en liquidarlo en el exterminio de cada valor de uso, cada equivalencia real de producción y riqueza, en la omnipotencia de la manipulación. Ahora es esta misma lógica la que hoy se endurece aun más contra él. Y cuando intenta luchar contra esta catastrófica espiral secretando un último brillo de realidad, en el que pueda encontrarse un último brillo de poder, sólo multiplica los signos y acelera el juego de la simulación.
Al estar históricamente amenazado por lo real, el poder arriesgó la disuasión y la simulación, desintegrando toda contradicción a través de la producción de signos equivalentes. Cuando es amenazado hoy por la propia simulación (la amenaza de desaparecer en el juego de signos), el poder arriesga lo real, arriesga crisis, juega con la remanufacturación de las bases artificiales, sociales, económicas, políticas. Esta es una cuestión de vida o muerte para él, pero es tarde.
De ahí la histeria característica de nuestro tiempo: la histeria de la producción y reproducción de lo real. La otra producción, aquella de bienes y comodidades, aquella belle epoque de la economía política, ya no tiene sentido por sí misma, y no lo ha tenido ya por un tiempo. Lo que la sociedad busca a través de la producción y sobreproducción, es la restauración de lo real que se le escapa. Por esto es por lo que la producción "material" contemporánea es en sí misma hiperreal. Conserva todas sus características y todo su discurso de la producción tradicional, pero no es más que su refracción a una escala más baja (así que los hiperrealistas atan a una impresionante semejanza una realidad donde ha escapado todo encanto, todo significado, toda la profundidad y la energía de la representación). Así, el hiperrealismo de la simulación se expresa en todas partes por la impresionante semejanza de lo real a sí mismo.
El poder también por algún tiempo ya no produce más que signos de su propia semejanza. Y al mismo tiempo, otra figura de poder entra en juego: la demanda colectiva por signos de poder - una unión sagrada que se forma alrededor de la desaparición del poder. Todo el mundo pertenece a él más o menos con miedo ante el colapso de lo político. Y al final, el juego del poder no resulta ser más que la obsesión crítica con el poder - una obsesión con su muerte, con su supervivencia, cuanto mayor más desaparece; cuando ha desaparecido por completo, lógicamente estaremos bajo el completo hechizo del poder -, un recuerdo cautivador anunciado ya en todas partes manifestándose en un lugar particular, y al mismo tiempo la compulsión para librarse de él (nadie lo quiere ya, todos lo descargan sobre otros), y el aprensivo lamento sobre su pérdida. Melancolía para sociedades sin poder: esto ya alzó al fascismo, esa sobredosis de un referencial poderoso en una sociedad que no puede acabar su lamento.
Pero estamos aún en el mismo barco: ninguna de nuestras sociedades sabe cómo manejar su lamento por lo real, por el poder, por lo social, que se implica en esta ruptura. Y es a través de una revitalización artificial de todo esto por lo que intentamos escapar a ello. Inevitablemente esto acabará en el socialismo. A través de un giro de los eventos y una ironía que ya no pertenece a la historia, es a través de la muerte de lo social que el socialismo emergerá - tal y como es a través de la muerte de Dios que las religiones emergen -. Un retorcido camino, un evento perverso y reverso ininteligible a la lógica de la razón. Tal y como lo es el hecho de que el poder tan sólo está presente para ocultar que no hay ninguno. Una simulación que puede continuar indefinidamente, puesto que - no como el "verdadero" poder que es o fue una estructura, una estrategia, una relación de fuerza, un interés - ahora no es más que el objeto de una demanda social, y por tanto sujeta a la ley de la oferta y la demanda, en lugar de a la violencia y la muerte. Complétamente destripada de su dimensión política, es dependiente como cualquier otro bien manufacturado, de la producción y el consumo de las masas. Su brillo ha desaparecido - sólo la ficción de un universo político se salva.
Del mismo modo con el trabajo, el brillo de su producción y su violencia no existen ya. Todo el mundo produce aún, y más y más, pero el trabajo sutilmente se ha convertido en otra cosa: una necesidad (como Marx idealmente lo vio, pero no en el mismo sentido), el objeto de la demanda social, como el ocio, al que es equivalente en el cómputo general de las opciones de vida. Una demanda igualmente proporcional exáctamente a la pérdida de base del proceso del trabajo. El mismo cambio en la fortuna como en el poder: el objetivo del escenario en que se representa el trabajo es ocultar el hecho de que el trabajo-real, la producción-real, han desaparecido. Y por ello también lo ha hecho la huelga-real, que ya no es detener el trabajo, sino su polo alternativo en la ascensión ritual del calendario social. Es como si todos hubieran "ocupado" su lugar de trabajo, tras declarar la huelga, y hubieran seguido produciendo,... como es costumbre en trabajos conducidos por uno mismo, en exáctamente los mismos términos que antes, declarándose a sí mismos (y estando virtualmente) en un estado de huelga permanente.
No es esto un sueño de ciencia ficción: en todas partes es una cuestión de duplicar el proceso del trabajo -- y de un doble para el proceso de la huelga, que se incorpora como crisis en la producción --. Así que no hay ya más huelgas o trabajo sino ambos a la vez, quiere decir algo totalmente distinto: una brujería del trabajo, un escenodrama (para no decir melodrama) de la producción, una dramaturgia colectiva ante el vacío escenario de lo social.
No es ya más una cuestión de la ideología del trabajo - de la ética tradicional que oculta el proceso "real" de trabajo y el proceso "objetivo" de explotación - sino del escenario de trabajo. Del mismo modo, no es ya una cuestión de la ideología del poder, sino del escenario del poder. Las ideologías clásicamente corresponden a la traición de la realidad a través de los signos; la simulación corresponde al cortocircuito de la realidad y su reduplicación a través de signos. Siempre es el objetivo del análisis ideológico la restauración del proceso objetivo; siempre es un falso problema intentar restaurar la realidad detrás del simulacro.
Por esto es en última instancia por lo que el poder siempre está apoyado por los discursos y los discursos sobre ideología, pues todos estos discursos acerca de la verdad, incluso y especialmente si tienen un carácter revolucionario, para contrarrestar las caídas mortales de la simulación.

José Luis Fariñas



La Habana, 1972. Escritor, pintor y dibujante. Miembro de la Asociación Internacional de Escritores y Artistas, IWA. Ha sido antologado por Stephen Sadow, en Literatura Judeolatina contemporánea, Hostos Review, The City University of New York, 2006, y por Salvador Redonet en Novísimos narradores cubanos, Universidad de Zaragoza, 1999, y El ánfora del Diablo, Letras Cubanas, 2000, entre otras antologías. Figura en el Allgemeines Künstler-Lexicon, Michael Nungesser, Leipzig; en The Contemporary Who is Who del American Biographical Institute y en el Author Index de la Universidad de La Ciudad de New York. Acaba de publicar El resto más blanco, poesía, Editorial Sur, 2006. Ha recibido premios y menciones nacionales e internacionales como artista plástico, poeta y narrador. Acuarelas y óleos suyos se conservan en museos y colecciones particulares.








ÁNGEL





Solo lo que ya no hay en ti no esta perdido.
Ángel Escobar






Murió de muerte natural
para vivir tres veces mañana
la vida que no era,
la que se nos desagua en el doble filo
por dentro de los nervios de la gracia
o bordeando siempre y para nunca jamás
el cielo de la ciénaga,
el cielo nuestro de cada palmo de tierra
con su trago dulce color de larva
dividido en los dientes lunisolares
de doce oráculos silvestres.

Muerte más natural no pudo haber,
esbozada en carbón sobre laminas de humo,
hilada por sus manos
y cantada por sus pies;
en un salto doble que nace viejo,
semicerrado como una bufanda para la sombra,
y la caída toda para nadie
como un par de nuevos ojos
en la frente del soldado que florece.


El compás era de otro
pero tu te lo robaste sin mesura
en la espalda de un trino seco
para enterrar el odio en el aire
muy por encima de los nombres,
debajo de los huesos del templo,
por debajo de la derrota que te hizo posible;
a doce varas te ocultaste
en las barracas de la noche torcida,
doblemente deslumbrado desde la esfinge,
bordeando el antro de la cima,
tanteando como un experto las fisuras de la luz
y los rescoldos antes mendigados,
pero todo muy naturalmente,
porque no eras solo un tesoro de golpes
ni el monologo del barro en su querido vinagre
o la carne azul de los altares;
él venia ya dentro de ti,
muy cerca de lo más remoto,
con tus dos vidas clavadas
en el irreparable centro.

Sencillamente así vinieron las cosas,
sin mas trapo tirado por salvar,
hilando con tus manos
lo que tu cabeza descosía
justo cuando tus pies se te callaron,
cuando no hubo mas alas en la sopa
ni trebejos por quemar,
cuando te abrazaste como nadie pudo nunca,
doblemente iluminado:
más natural, ni la vida.

Jack Kerouac



















“Buda” y otros poemas




Poema




Demando que la raza humana
cese de multiplicar la especie
saluden con una reverencia
se retiren
Ése es mi consejo

Y como castigo y recompensa
por realizar esta petición
renaceré
el último de los humanos
Todos han muerto y yo soy
una mujer vieja vagando por la tierra
gimiendo en las cuevas
durmiendo sobre esteras

Y algunas veces cacarearé, alguna vez
oraré, algunas lloraré, comeré, cocinaré
en la pequeña estufa
en el rincón
“De todos modos, siempre lo supe”,
diré
Y una mañana ya no me levantaré de mi estera







...







CREDO Y TECNICA DE LA PROSA MODERNA (Extracto)


(Lista de la condiciones esenciales)




1. Libretas secretas garrapateadas y páginas frenéticas mecanografiadas para tu exclusivo placer.

2. Acoge todo signo, ábrete, escucha.

3. Evita emborracharte cuando no estás en casa.

4. Sé amante de tu vida.

6. Sé poseído de una ingenua santidad del espíritu.

7. Respira, respira tan fuerte como puedas.

8. Escribe lo que quieres infinitamente, brota del infinito de tu alma.

10. No más tiempo para la poesía, en su lugar lo que es.

12. Permanece en trance, inmóvil, sueña con el objeto que está ante ti.

14. Al igual que Proust, sé fanático del tiempo.

15. Relata la historia verdadera del mundo en monólogo interior.

17. Vive tu memoria y tu asombro.

18. Sal del fondo de tu ser, y con los ojos muy abiertos lánzate al mar del lenguaje.

19. Acepta perderlo todo.

24. Suprime el miedo y la vergüenza ante la integridad de tu experiencia, de tu lengua y de tu saber.

25. Escribe para que el mundo lea y vea la imagen precisa que tienes de él.

26. Un libro-film, un film de palabras, he ahí la forma norteamericana de visión.

28. Creación salvaje, sin límite, pura, surgida de las profundidades, a ser posible alucinada.

29. Tú eres un genio, siempre.

Voltaire
























Cartas filosóficas


Undécima carta: Sobre la inoculación de la vacuna
[Carta. Texto completo]







En voz baja se dice por toda Europa que los ingleses son locos y fanáticos; locos porque inoculan a sus hijos la viruela para evitar que contraigan esta enfermedad; fanáticos porque, para prevenir un mal incierto, provocan, tranquila- mente, una enfermedad segura y terrible. Los ingleses, por su parte, dicen: «Los otros europeos son cobardes y desnaturalizados; cobardes, porque temen hacer sufrir un poco a sus hijos; desnaturalizados, porque los exponen a que mueran un día de viruela». Para juzgar las razones de esa disputa narraré la historia de esa famosa inoculación, de la que con tanto temor se habla fuera de Europa.
Las mujeres de Circasia tienen la costumbre, desde tiempo inmemorial, de provocar la viruela a sus hijos, a partir de los seis meses de edad, haciéndoles una incisión en el brazo e inoculando en ella una póstula que ha sido previamente extraída con cuidado del cuerpo de otro niño. Esta póstula produce en el brazo donde se inocula el mismo efecto que la levadura en un trozo de masa: fermenta y extiende por toda la sangre las cualidades que posee. Los granos de los niños que sufren esa viruela artificial sirven para provocar la enfermedad en otros. Este proceso se renueva constantemente en Circasia; cuando no hay viruela en el país hay tanta preocupación como en otros lugares la habría por un mal año.
Lo que ha introducido esta costumbre en Circasia, que parece tan extraña en otros pueblos, tiene, sin embargo, una causa común a todos los pueblos: la ternura materna y el interés.
Los circasianos son pobres y sus hijas hermosas; por ello es natural que comercien con ellas. Abastecen de bellezas los harenes del Gran Señor, del sofí de Persia y de los que son lo suficientemente ricos como para mantener una mercancía tan preciosa. Educan a sus hijas con gran esmero para el placer de los hombres; les enseñan danzas lánguidas y lascivas y los más voluptuosos artificios para despertar el deseo de los desdeñosos amos a que las destinan.
Las pobres criaturas repiten todos los días su lección con su madre, como nuestros niños repiten su catecismo, sin comprender nada.
Con frecuencia, después de tantos desvelos en la educación de sus hijas, los circasianos veían disiparse sus esperanzas. La viruela invadía una familia y una hija moría, otra perdía un ojo, una tercera quedaba con la nariz deformada; las pobres gentes aquellas quedaban arruinadas sin remisión. Cuando la viruela se convertía en epidémica, el comercio quedaba interrumpido por varios años, lo que suponía una disminución notable de los harenes de Persia y Turquía.
Una nación dedicada al comercio está siempre alerta por sus intereses y no descuida conocimiento alguno que pueda ser útil para su negocio. Los circasianos comprobaron que una persona entre mil era atacada dos veces por la viruela, que las personas podían ser atacadas tres o cuatro veces por una pequeña viruela, pero sólo una vez por una que sea decididamente peligrosa. En una palabra, que se trataba de una enfermedad que atacaba sólo una vez en la vida. Descubrieron también que cuando la viruela es benigna y la piel del paciente fina y delicada, la erupción no deja marcas en el rostro. De estas observaciones naturales concluyeron que si una criatura de seis meses o un año tenía una viruela benigna, no moría, no le quedaban marcas en el rostro y no correría el riesgo de contraer la enfermedad en el resto de los días.
Por tanto, para preservar la vida y la belleza de los niños había que provocar la enfermedad en edad muy temprana; eso fue lo que hicieron, inoculando en el cuerpo de las criaturas una pústula extraída del cuerpo de una persona atacada por una viruela claramente declarada, pero benigna. La experiencia fue un éxito. Los turcos, gente cuerda, adoptaron enseguida esta costumbre, y hoy no hay ningún bajá en Constantinopla que no le provoque la viruela a sus hijos en la más tierna infancia.
Según algunos, los circasianos adoptaron esta costumbre de los árabes. Dejemos para algún sabio benedictino la dilucidación de ese punto histórico; seguramente escribirá varios volúmenes en infolio con las pruebas. Lo que yo puedo decir sobre el asunto es que en los principios del reinado de Jorge I la señora Worley-Montagu, una de las damas más espirituales de Inglaterra, cuando estuvo con su marido en la Embajada de Constantinopla, no tuvo el menor inconveniente en hacer inocular a su hijo, nacido en ese país, la viruela. Aunque su capellán trató de convencerla de lo contrario, diciéndole que el experimento no era cristiano y sólo podía dar resultado con infieles, el niño de la señora Wortley no sufrió ninguna molestia. Cuando regresó a Londres comunicó a la princesa de Gales, actualmente reina, su experiencia. Hay que confesar que la princesa, dejando aparte sus títulos y coronas, ha nacido para proteger a todas las artes y para hacer el bien a los hombres; es como un amable filósofo coronado; nunca ha perdido ocasión de aprender y de mostrar su generosidad. Cuando oyó decir que una hija de Milton vivía todavía y se encontraba en la mayor miseria, le envió inmediatamente un importante regalo. Es ella quien ha protegido al pobre padre Corayer y quien hizo de intermediaria entre el doctor Clarke y Leibnitz. Nada más oír hablar de la inoculación de la viruela ordenó que se hiciera una prueba con cuatro condenados a muerte, a los cuales salvó la vida doblemente, por un lado librándoles del cadalso, y por otro, gracias a la viruela artificial, salvándoles del peligro de contraer alguna vez la verdadera.
La princesa, asegurada del éxito de la prueba, hizo inocular a sus hijos. Todo Inglaterra siguió su ejemplo y desde entonces, por lo menos diez mil niños deben la vida y otras tantas niñas la belleza, a la reina ya la señora Wortley-Montagu.
En el mundo, sesenta personas sobre cien contraen la viruela; de esas sesenta, diez mueren en lo mejor de la vida y otras diez quedan terriblemente marcadas. Por tanto, una quinta parte de los seres humanos mueren o quedan marcados por esta enfermedad. De los que han sido inoculados, tanto en Turquía como en Inglaterra, ninguno muere, a menos que sea enfermizo o esté condenado a muerte. Si la inoculación se hace debidamente, nadie queda con marcas ni nadie es atacado por segunda vez por la enfermedad. Si alguna embajadora francesa hubiera traído de Constantinopla ese secreto a París, hubiera hecho un gran servicio a la nación; el duque de Villequier, padre del actual duque de Aumont, el hombre con más salud y con mejor constitución de Francia, no hubiera muerto en la flor de la edad; el príncipe de Soubise, que tenía una espléndida salud, no hubiera fallecido a los veinticinco años; Monseñor, el abuelo de Luis XV, no hubiera sido enterrado a los cincuenta; veinte mil personas muertas en París en una epidemia de 1723 vivirían aún. ¿ y entonces? ¿Es que, acaso, los franceses no aman la vida? ¿Es que las mujeres no se preocupan por su belleza? En verdad somos una gente extraña. Probablemente dentro de diez años, si curas y médicos no se oponen a ello, adoptaremos las costumbres inglesas; o bien, dentro de tres meses se empezará a inocular por capricho, cuando los ingleses hayan dejado de hacerlo por inconstancia.
He sabido que desde hace cien años los chinos practican esta costumbre; es gran prejuicio el ejemplo dado por una nación que pasa por ser la más sensata y la dotada con mejor policía del mundo. Ciertamente, los chinos proceden de una manera distinta; no se hacen una incisión, sino que se inoculan la viruela por la nariz, como si fuera tabaco en polvo. Es un modo más agradable, pero igual a fin de cuentas, y de la misma manera demuestra que si la inoculación se hubiera practicado en Francia, se habrían salvado millares de vidas.

15 de junio de 2008

Pierre de Ronsard



















Poeta francés del Siglo XVI.









Soneto para Helena





Cuando seas anciana, de noche, junto a la vela
hilando y devanando, sentada junto al fuego,
dirás maravillada, mientras cantas mis versos:
«Ronsard me celebraba, cuando yo era hermosa»,
Ya no tendrás sirvienta que tales nuevas oiga
y que medio dormida ya por la labor
se despierte al oír el sonido de mi nombre,
bendiciendo el tuyo con inmortal alabanza.
Yo estaré bajo tierra, y fantasma sin huesos
reposaré junto a la sombra de los mirtos,
y tú serás una anciana junto al hogar encogida.
Lamentando mi amor y tu desdén altivo
Vive, créeme, no aguardes a mañana:
Coge desde hoy las rosas de la vida.

Osip Mandelstam











Nació en Varsovia en 1891 y se inició como poeta militando en el movimiento “acmeísta”, –derivación del simbolismo ruso, y reacción contra él–, pero evolucionó con el tiempo hacia posiciones muy personales, síntesis del simbolismo, el futurismo y el acmeísmo. Un poema contra Stalin le valió en 1934 un destierro a los Urales, donde intentó suicidarse, y tras varios años en Voronezh, en los que pudo continuar su producción en condiciones precarias, regresó para ser nuevamente arrestado en 1938 y condenado a cinco años de trabajos forzados. Murió en un campo de trabajo cercano a Vladivostok el 27 de diciembre de 1938.










Poema
(sin título)






Vivimos insensibles, al suelo bajo nuestros pies,
Nuestras voces a diez pasos no se oyen.
Pero cuando a medias a hablar nos atrevemos
Al montañés del Kremlin siempre mencionamos.
Sus dedos gordos parecen grasientos gusanos,
Como pesas certeras las palabras de su boca caen.
Aletea la risa bajo sus bigotes de cucaracha
Y relucen brillantes las cañas de sus botas.
Una chusma de jefes de cuellos flacos lo rodea,
infrahombres con los que él se divierte y juega.
Uno silba, otro maúlla, otro gime,
Sólo él parlotea y dictamina.
Forja ukase tras ukase como herraduras
A uno en la ingle golpea, a otro en la frente, en el ojo, en la ceja,
Y cada ejecución es un bendito don
Que regocija el ancho pecho del Osseta.

Marina Tsvietáieva



















Poeta rusa de gran prestigio. Nació en Moscú en 1982 y se ahorcó en 1941 en Elabuga.







SOLA RECIBI EL AÑO NUEVO


Rica - pobre me encontré,

alada - me encontré maldita.



Muchas manos por doquier

apretadas - y mucho vino añejo.

¡Pero, alada, me encontré maldita!

¡Pero sola se encontró la única!

Como la luna -¡solitaria! -

en el ojo de la ventana.




***




INSINUARSE


Quizás la mejor victoria sea

sobre el tiempo y la atracción -

pasar sin dejar huellas,

pasar sin dejar sombra



en las paredes...

Quizás ¿renunciando

vencer? ¿Quién del espejo se borra?

Así: como Lermontov en el Cáucaso

colarse sin inquietar las rocas.



¿Es quizás la mejor diversión

con los dedos de Sebastián Bach

del órgano no provocar el son?

Despedazarse sin dejar



cenizas para la urna...

Quizás, por engaño

vencer? ¿De toda latitud darse de alta?

Así en el tiempo tal océano

colarse sin inquietar las aguas...

14 de junio de 2008

Jesusa Espino



















Cuba, 1944. Arquitecta. Pertenece al taller literario de Guantánamo (centro).











La ira





El encuentro puede ser casual
desconcertante,
pero necesario por honor...quizás...
la acción como relámpago
ilumina el escenario
pasiones fluyen del alma
diablillos manipulan los sentidos
la mente se nubla
sin reflejo
hasta encontrar la venganza.

10 de junio de 2008

Basilia Papastamatíu
















Buenos Aires (1940). Poeta y ensayista argentina. Vive en Cuba hace más de 30 años.Autora de una obra poética singular.








¿HABRÁ MEJOR VIDA EN ESTA MORADA DEL MUNDO?





Insensata mujer

de lastimado corazón

que huye de su lecho

y en postrer lamento

sepulta en amargo vino

los quebrantos de su fe



Ahoga así el vano fervor

de su naturaleza piadosa

para ceder a los extravíos

de su pensamiento cautivo







...








QUÉ SERÍA DE SU VIDA





si en todo su cuerpo

(el temor) se marcara

y deformara en su rostro

(en triste llanto)

y mudando el alma

(con cruel rabia)

cediera



no pudiendo reconocer dónde está

y buscando el brillo que da la gloria

(con ánimo feroz)

para hacer brotar



no padeciendo en su arrogancia

cuántas veces despreciando

y en la codicia extremándose

¿y en el mal pereciendo?

para entregarse a la indolencia

hasta que la tierra lo cubra

9 de junio de 2008

Zinaida Gippius




















Poeta y narradora rusa (1869-1945). Vivió en un periodo mágico de la poesía y de la literatura rusas entre finales del 1800 y principios del 1900.








El amor es uno




Hierve una sola vez y revienta,
y se propaga su onda.
De traición no sabe vivir el corazón,
y traición no es: el amor es uno.

Nosotros nos airamos, jugamos, vamos contando
falsedades, pero silente es nuestro corazón.
No sabemos traicionar y no traicionamos.
El alma es única - único es el amor.

Monotonía y desolación.
De la monotonía sacando fuerza
corre la vida... y en vida duradera
El amor es uno, uno y siempre uno.

En el inmutable sólo es el infinito,
sólo en el asiduo - la profundidad.
Larga es la vida, la eternidad cercana,
siempre está más claro que el amor es uno.

Al amor lo recompensamos con la sangre,
pero el alma fiel permanece en fidelidad,
y amamos de un solo amor...
uno es el amor, como la muerte es una.




(Traducción de italiano a español: Fabio Contu)

Amy Lowell


















Poetisa y crítica norteamericana (1874-1925).







Otoño



Me trajeron una dalia amarilla
Opulenta y majestuosa
Oro rotundo
Proyectada de un tallo verde y pálido
Oro rotundo y acabado
Maduro
Meticulosamente suntuosas y ardientes
Un rayo de solemnidad
Fecundidad ataviada de sugestivo amarillo
Para que todo el mundo la vea
Me trajeron una dalia amarilla
A mi que soy estéril e infecunda
¿Te la enviaré a ti
tu que te has llevado contigo
todo lo que una vez poseí?





...




Taxi




Cuando me alejo de ti
El mundo palpita silencio
Cual un relajado tambor
Grito por ti contra las distinguidas estrellas
Y grito en los caminos del viento


Las calles apresuradas
Una se aparece tras la otra
Y te alejan de mí
Las luces de la ciudad aguijonean mis ojos
De tal modo que ya no puedo ver tus ojos
¿Por qué debo dejarte
para herirme a mi misma con los agudos ribetes de la noche?

4 de junio de 2008

Derek Walcott




















Por Rito Ramón Aroche











No sé dónde pude haber leído alguna vez una frase como que "a un poeta, si es que lo es de veras, lo forman el tiempo o la raza". No creo que la frase sea exacta como tampoco a quién lo dijo - recuerdo. ¿Acaso Max Aud?



El mismo Borges -quiero decir, de los tantos que existen, Jorge Luis, el bueno, el argentino- creyó entrever que la poesía, o la belleza en la poesía era don de unos pocos. Luego creyó que a más de estar y ser, podía ser y estar en cualquier parte.



Tampoco sé, como en verdad pudiera no saber, si algunos de estos dones pertenecen a Derek Walcott; quien naciera en Claistres, capital de Santa Lucía, hacia 1930.



Pero lo cierto es que saber de él, lo que se dice saber, nada sabíamos hasta que en 1992 -vaya qué fecha si se viene a ver por los temas que toca D. W. en su poesía- un golpe de dados -¿de dados o de azar? ...ya que con los suecos nunca se sabe- pusiera en sus manos el tan codiciado y no por ellos menos controvertido premio Nobel que, dicho sea de paso, esta vez se hiciera justicia sacando a la palestra, a un poeta y dramaturgo muy mal conocido o desconocido entonces hasta en su propia lengua.



Derek viajó y ha viajado. Y en uno de ellos incluso conoció a Robert Lowe, de quien, y son palabras del propio Walcott, aprovechó para aprovecharse de algún que otro consejo, salido no solo de la amistad, sino de la boca y del oficio de Robert Lowe, otro raro.



Nada. Y es que los grandes llegan siempre primero a los grandes. O al menos esa es la norma que no tendría por qué sorprendernos. Así las cosas, de la valía de Derek Walcott ya habían dado cuenta en sus ensayos, un Nobel (un raro) Seamus Heanny y Joseph Brodsky, otro Nobel (otro raro).



De sus libros vertidos al español podría consultarse su denominada obra cumbre Omeros, en Anagrama; El testamento de Arkanzas, colección Visor; a más de una que otra antología de título Islas salida por alguna que otra colección, también española.



El poema aquí citado pertenece a su libro The star-apple kindgdon (El reino del caimito) traído y publicado al español por la editorial Norma, en Colombia.



Tal vez mañana podamos conocer, aquí, en Cuba, más ampliamente su obra, e incluso, su persona. Tal vez soñar.














Los Quemados (1997-1998)






PELEA CON LA TRIPULACIÓN






Había un hijo de puta abordo que me tenía entre ojos,

era el cocinero, un imbécil de St. Vicent

piel de gomero, roja y descascarada,

y desteñidos ojos azules; no me dejaba en paz un minuto,

como que se creía blanco. Yo tenía un cuaderno,

este mismo, que usaba para escribir

mi poesía; pues un día este hombre me lo arrancó

de las manos y empezó a tirarlo de aquí para allá

entre toda la tripulación, vociferando, "Cójanlo"

y comenzó a remedarme melindrosamente como si yo fuera una gallina

por los poemas. En unos casos es a puños,

en otros a garrote, en otros a cuchillo.

Este fue a cuchillo. Bueno, primero le rogué,

pero él seguía leyendo "Oh mis hijos, mi esposa"

llorando en burla para hacer reír a la tripulación;

tan rápido como un pez volador, el plateado cuchillo

fue a enterrarse justo en el bulto de su pantorrilla,

y se desvaneció muy despacio y se puso más blanco

de lo que él imaginaba que era. Supongo que entre hombres

estas cosas son necesarias. No está bien

pero así es. No hubo mucho dolor,

sólo sangre en abundancia, y Vincie y yo los mejores amigos,

pero ninguno de ellos volvió a joder con mi poesía.








(El reino del caimito)





LOS MARISCADORES DE CARACOLAS






Dado que la peluda ortiga, la bifurcada mandrágora y la maligna

seta, la baba de sapo y el afilado y espinoso erizo

son, por su naturaleza, venenosos, no deberíamos dudar de

lo que murmuran haber visto con sus ojos de luna los mariscadores de

caracolas.

¿Quién es este príncipe? ¿Qué yelmo lleva?

Vemos volar alto a los rabihorcados carroñeros, cada vez más abundantes,

vemos que nuestro aliento traza formas vacilantes,

pero que es lo que le perturba en los empapados acantilados,

mientras mira las estrellas insomne como el mar?

¿Qué embozados rumores atraviesan el reino,

ocultándose de las linternas de los vigilantes nocturnos en las calles mojadas?

Abofeteados por nuestros inquisidores, los mariscadores de caracolas sólo

farfullan:

«es como una concha soldada a la roca del mar,

y no hay cuchillo que pueda desprenderla».



Los sutiles torturadores

fingen creerlo. El moderno sermón del prelado

muestra que no hay mal, tan solo voluntad mal orientada,

pero los ojos de los pescadores de caracolas son grises como ostras

y la negra vela se desliza lentamente bajo su quilla musgosa.

«Es Abdón el usurpador, a cuyo corazón se adhiere el sapo.»

«No hay nada bajo su yelmo salvo vuestro miedo».

«Ha bebido las cuencas sorbidas de sus propios ojos,

y escamosas garras aferran la empuñadura de su espada».

«¿Y reaparece una vez que habéis hecho la señal de la cruz?»

«Sí. El escorpión de mar acude a su silbido como un perro».

«Bajo su saliva ácida los buitres despliegan sus paraguas,

y El mar reluce como su cota de malla a través de la niebla.

Se aferra al cuello de este mundo y no hay forma de desprenderle».

Cuando les damos caldo, y esto se prolonga durante noches,

El más joven mira El vapor hasta que se enfría.

«Si es Abdón El usurpador, ¿qué usurpará?»

Se estremece. «Ojalá se le enfrenten plateadas legiones de serafines».



Les explicamos que la luz de la luna amotinada sobre las olas,

El espejismo de los pescadores, que tan sólo están enloquecidos

por la sal en los cortes de las palmas de las manos, pero todos creen

que es Abdón, que lo que se yergue en El empapado rompeolas,

haciendo temblar sus alas nervudas como un perro mojado,

erecto como una pastinaca, es una manta, no El demonio;

pero El más joven repite con voz inhumana

por la afonía, como El cansino retirarse de las olas

sobre las rocas ulceradas por las caracolas: «Si no es él, ¿por

qué entonces desgarran la luna las nubes de negro manto

y ahogan su redondo grito como una loca?»

Ojos salvajes como caracolas sobre la cuchara alzada.





(Tomado de The Arkanzas Testament)











MAGIA BLANCA







La gens-gagée se desprende de su arrugada piel a patadas.

¡Meted su alma en un tarro! El lobo medio hombre

puede trotar con los codos doblados, erguirse, sonreír

con tetánica licantropía. Los incensarios

disuelven la niebla del suelo con sus sibilantes, errantes,

los no bautizados, no perfectos y no malditos

por decreto sagrado. Los griots de la isla aman a

nuestros elfos de las setas, las sombrillas del demonio

que ascienden como larvas desde los orificios podridos de los troncos,

sus bocas una obertura cosida, sus pies deformes invertidos.

El exorcismo no puede dejar anticuados

esos signos que oímos pasada medianoche en un bosque

donde una mujer pálida vuela como un búho ciego

hasta su ramilla horquillada, con lunas escarlatas por los ojos

que burbujean de duda. ¿Has oído un chapoteo argentino?

No es nada. Ignóralo si se deslizó sobre rocas

musgosas, sería un cangrejo cansado, un pez,

a menos que nuestra madre de las aguas con sus erizos húmedos

se deslice bajo esta página por debajo de tu pluma,

sólo un pueblo ingenuo cree que estas cosas pasan.

Las ninfas del bosque y las hamadriadas impregnaban

la corteza de la madera, el papiro y este papel;

pero cuando nuestras hojas secas crujen al paso del renqueante cazador

con pies de ciervo, Papa Bois,

es tan solo un clon de Pan, otro sátiro transferido.

La bruja que sale de su saco de azúcar

(aunque cubra los umbrales iluminados por la luna con harina blanca),

el beau l?homme que se te aproxima lentamente, la cabeza vuelta al revés,

los elfos de oreja de ratón, de pies de helecho, sin rostro,

esas fábulas de los subdesarrollados y los pobres

jaspeadas por la luz de la luna, se volverán blancas y más ricas.

Nuestros mitos son ignorancia, los de ellos, son literatura.





(Tomado de The Arkanzas Testament)

3 de junio de 2008

Alberto Hernández



















Ciudad de La Habana; 1967. Poeta, narrador, artista de la plástica y promotor cultural. Libros publicados: Y escribo en el agua, 1993. La joven de la mano verde ,1995. Soplos de aire, 2002. Sed de ternura, 2004. Raras criaturas, 2005 .Ha obtenido los premios, Luis Rogelio Nogueras 1990, Pinos nuevos 2003, y Abril 2003.
















La brújula





La casa de Reinier es muy bonita: las flores, la mesa, las sillas.
– Siéntense, muchachos.
¡Tremendo calor! La mamá de Reinier nos has invitado. Taconeando viene con la jarra y, al servirnos, descubrimos, ¡coñó!, que tiene un tatuaje. Le hacemos una señal al escote de la blusa y, este, nos lo deja ver. Un poquito más abajo -en silencio le insistimos-.Un poquito más. Y vemos la brújula donde comienza el seno derecho. Azul y roja, la brújula, gira. Dos vueltas más y nuestro vasos, ¡oh!, ya están llenos de refresco.
– Es de fruta bomba -la mamá de Reinier nos sonríe-. ¿No les gusta?
Azul y roja la brújula girando en nuestros ojos. Pestañamos y regresa al pecho de Lucy, debajo de la blusa porque el escote ya nos hizo el grandísimo favor. Muchas gracias.
Lucy, está parada junto a nosotros que, muy despacio bebemos el refresco, mientras esperamos a Reinier que se está bañando por segunda vez.
Este cuento empezó la semana pasada. ¿Cuándo Lucy se compró el perfume en la boutique? ¿La noche cuando Reinier salió corriendo del solar, detrás del taxi, pidiéndole a su mamá un beso? De la boutique al solar hay doce kilómetros y doce son los años de Reinier que nunca ha visto a su papá que es marinero, que vive en Europa, que hace doce años no viene a Cuba.
– ¡¿Qué?!
– El fue quien les mandó dinero para hacer el baño.
Y Reinier que se está bañando por segunda vez.
– Salgo enseguida -lo escuchamos decir.
– Enseguida –Lucy, nos mira entre la complicidad y la burla, pero al final suspira en el mayor de los alivios-. Pícaros que son.
¿Nos habrá descubierto? Así mismo fue el suspiro que soltó en la boutique cuando descubrió el perfume que la invitó a acercársele, leer la etiqueta, oler…
– Lo compro -la aliviada, le sonrió al vendedor-. ¿Cuánto es?
Pagarle al vendedor y dejarle propina no es lo mismo, pero las películas que hablan de Europa dicen y repiten que si. Y un toquecito oloroso detrás de las orejas. Y otro toquecito entre los senos. Las revistas europeas tienen las fotos a color y Lucy ya no era la mamá de Reinier sino, ¡flash!, la sonriente modelo de la foto taconeando entre la mirada de los deseosos. Los piropos vienen del Norte. Los piropos vienen del Sur. Desde la boutique al solar hay doce kilómetros, pero en un taxi esa distancia se recorre en doce minutos.
– Estoy apurada -Lucy, al llegar a su casa, olvidó besar a Reinier-. Esta noche, te quedarás con tu madrina. Tengo que salir y vengo tarde. ¿Dónde están mis zapatos rojos?
Al anochecer, el taconeo resonó en el solar. Los que no sabían a dónde iba ella, se lo imaginaban. Los piropos vienen del Este. Los piropos vienen del Oeste. El taxi arrancó y detrás salió corriendo Reinier, pidiéndole un beso a su mamá. Los que no sabían a dónde iba ella, se lo imaginaban. Corrió rápido Reinier, pero su madrina lo alcanzó en la esquina. Aquella noche, me atreví a preguntar:
– ¿Por qué, a la mamá de Reinier, le dicen la marinera?
Mima, tragó en seco y cerró la ventana. Mas el perfume de Lucy no se detenía. Me ericé completico porque, según mi padrastro, dentro de poco salgo de la edad de la compota.
¡Tremendo calor! Ahora, ya se por qué le dicen la marinera. La brújula que tiene en el pecho, se mueve hacia el Este, mientras ella camina rumbo a la cocina. Nosotros estamos en el extremo Oeste y Reinier continúa en el baño que está hacia el Norte. Si Reinier en este momento saliera del baño, nos miraría y en nuestros ojos encontraría lo que descubrimos en el pecho de su mamá. Reinier, feroz nos clavaría la mirada, voraz como destruye a los hombres que piropean a Lucy en el malecón. Porque la mamá de Lázaro la vio el sábado y el papá de Yoel, el domingo. Lucy, los saludó, volvió a sentarse en el muro y cruzó las piernas. Mi mamá, es la que la ha visto llegar en taxi, hablando diferentes idiomas. Yo, he aprendido a unir los detalles y averiguar sólo cuando en mi casa se toma el café; es decir, se relajan. Pero aquella noche, cuando le pregunté a mima lo de Lucy, mi padrastro se relamió los labios y mima comenzó a hablarle con la voz más fea.
¡Tremendo calor! Si ahora la mamá de Reinier no estuviera en casa, nos meteríamos en el baño para ver como los barcos flotan en la bañadera. Entonces, como en la primera ocasión, a Reinier le sale un lagrimón y le entra ganas de decirnos que un día su papá vendrá en un galeón. Ya le hemos dicho que esos barcos están en los museos y él nos dijo que su papá tiene dinero para comprar museos.
– Vendrá y bien -nos dijo-. En el galeón más grande.
Nos apartó, nos miró de la misma manera en que su mamá, cuando regresa de las tiendas, mira a la mía.
– ¡¿Superiores de qué?! -mima, siempre se inquieta.
“¿Superiores de qué?” -pensé al sacar mis manos de la bañadera y si no es porque siempre hay merienda, me iba corriendo para mi casa.
A la semana, fue el propio Reinier quien volvió a invitarnos a su casa. No hay problema. Al entrar en el baño, quiso aprovechar el tiempo:
– Les presento -nos sonrió-, a mi papá.
Encantado. Una brisa entró por la ventana y ya estábamos en el puerto. Mucho gusto. Estábamos juntos a los estibadores que cantaban en la orilla. Reinier, sujetaba la mano de su papá. Hablaba con voz de mar, el señor. Y el oleaje pasaba: Las olas azules, la espuma de jabón, del champú las burbujas. Espuma de olas y gaviotas reflejándose en los azulejos. Siempre en un puerto hay aventuras con deseos de tocarte el rostro. Y el papá de Reinier con su traje de marinero. Reinier resplandecía. Lo deje abrazarme y seguidamente, montarse con su corpulento papá en el galeón que levantó sus velas, que le dio la vuelta al mundo, que volvió a anclar en el puerto.
– ¡¿Qué?!
– Un día de estos -Reinier nos comentó-, me iré con mi papá para siempre.



La casa de Reinier es muy bonita: las flores, la mesa, las sillas, los vasos ¿Y ahora que el refresco se nos terminó, que nos ofrecerá Lucy? Lucy, sentada. Con los pies cruzados, Lucy. Ruedan sus gotas de sudor, ruedan. Las imagino humedecer la brújula que gira azul y roja debajo de la blusa.
– ¡Hace un calor insoportable! -la sudorosa, tiene que abanicarse de prisa-.Hoy, Reinier se ha demorado demasiado en el baño.

“Reinier, se fue en su barco.” -pienso y me preocupo- “¿Lucy, descubrirá que nos pusimos de acuerdo?”