20 de junio de 2011

Adrienne Rich























Arden papeles en vez de niños

Estaba en peligro de
verbalizar mis impulsos éticos
hasta hacerlos desaparecer.
              °1-Daniel Berrigan,
en el juicio, en Baltimore.




1

Mi vecino, un científico coleccionista de arte, me llama por teléfono en un estado de violenta emoción. Me dice que mi hijo y el suyo, de once y doce años, han quemado el último día de clase un libro de matemáticas en patio trasero. Le ha prohibido a mi hijo ir a su casa durante una semana, le ha prohibido al suyo salir durante ese tiempo. «Quemar un libro dice- me produce sensaciones terribles, recuerdos de Hitler; hay pocas cosas que me disgusten más que la idea de quemar un libro».
             
Allí otra vez: la biblioteca, amurallada
con Britannicas verdes
Buscando otra vez
en las Obras Completas de Dürer
MELANCOLÍA, la mujer desconcertada
             
los cocodrilos de Herodoto
el Libro de los Muertos
el Juicio de Jeanne d'Arc, tan azul
Es su color, pienso
             
y se llevan el libro
porque sueño con ella con demasiada frecuencia
             
amor y miedo en una casa
conocimiento del opresor
sé que duele quemar.




2.

Imaginar un tiempo de silencio
o pocas palabras
un tiempo de química y música
             
los hoyuelos por encima de tus nalgas
que mi mano recorre
o el pelo es como la piel, dijiste

una época de largo silencio
alivio
procedente de esta lengua el bloque de caliza
un hormigón reforzado
fanáticos y mercaderes
arrojados a esta costa de verdor salvaje de arcilla roja
que respiro una vez
en señales de humo,
soplo de viento
             
el conocimiento del opresor
éste es el lenguaje del opresor
             
y sin embargo lo necesito para hablarte.

              

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