25 de mayo de 2012

Hans Magnus Enzensberger

















Lo simple que es difícil de inventar

¿Nada tengo en contra del microprocesador,
pero cómo estaríamos sin agua?
¿Qué es una sonda de Júpiter
comparada con el cerebro de una mosca?
¡Cómo se esfuerzan
esos ratones de laboratorio con la clonación!
Mucho mejor es follar.
¡Y el diente de león sobre todo,
cómo se lo monta: graciosa
elegancia insuperable!
Nunca en la vida,
queridos premios Nobel,
reconocedlo,
habríais inventado nada así.


Versión de José Luis Reina Palazón





Breve historia de la burguesía

Este fue el instante cuando
sin darnos cuenta
inmediatamente ricos por cinco minutos
(generosa y eléctricamente) refrigerados en julio
o en caso de que fuera noviembre
llameaba la leña traída en avión desde Finlandia
en las chimeneas renacentistas. Extraño,
había de todo, todo llegaba en avión,
por decirlo así, automáticamente. Elegantes
andábamos, a nadie le caíamos bien.
Nos lanzábamos  conciertos de solistas
chips orquídeas en papel celofán nubes
que hablaban diciendo “Yo” Único!

Vuelos de línea a todas partes. Hasta nuestros
suspiros estaban cargados de credit card. Como zanates
estábamos renegando todos a gritos. Cada quien
tenía su propia desgracia debajo del asiento
por si las moscas. Qué lástima, en el fondo
fue tan práctico. El agua
caía de los grifos como si nada.
Se acuerdan? Aturdidos
por nuestras mínimas emociones,
comíamos poco. Si hubiéramos tenido idea
de que todo esto se acabaría
en cinco minutos, el roastbeef Wellington
nos hubiera sabido distinto, muy distinto.



Traducción: Elisabeth Siefer




2 comentarios:

José Valle Valdés dijo...

Estupendos; gracias por compartírnoslo.

Saludos,

D.L. dijo...

Gracias. Saludos igualmente.