Mario Quintana
Segunda canción de muy lejos
Había un corredor que hacía esquina:
Un misterio encajando en otro misterio, en lo oscuro...
Pero vamos a cerrar los ojos
Y pensar en otra cosa...
Vamos a oír el ruido cantado, el ruido arrastrado por las
corrientes en el aljibe,
Empujando el agua fresca y profunda.
Había en el arco enredaderas trémulas.
Nos inclinábamos en el borde, gritando los nombres de
unos y otros,
Y allá adentro las palabras resonaban fuertes, cavernosas
como voces de león.
Éramos cuatro, una prima, dos negrillos y yo.
Había azulejos relucientes, el muro del huerto, que
limitaba el mundo,
Una ceiba enorme y, siempre y cada vez más, los grillos y
las estrellas...
Había todos los ruidos, todas las voces de aquellos
tiempos...
Las lindas y absurdas cantigas, tía Tula riñendo a los
cachorros,
El chillar de las teteras...
¿Dónde estarán ahora los quevedos de tía Tula
Que no hallaba nunca?
La pobre no llegó a terminar la Toutinegra del Molino,
¡Que salía en folletín en el Correo del Pueblo!...
La última vez que la vi, iba doblando aquel corredor
oscuro.
Ya encogida, pequeñísima, humilde. Sus pasos no hacían
ruido.
¡Y no se volvió siquiera!
(1946)
Traducción Pedro Marqués de Armas
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