Reinaldo García Blanco
No morir hasta haberlo visto todo
Mi mujer cantando Alfonsina a las diez de la noche
Unas muchachas recostadas a los médanos
Un poeta robándose las obras completas de Severo Sarduy
Tres prostitutas en Medellín que me confunden con un nicaragüense
Un ciego de espaldas al mar
Fayad Jamis leyendo El ahorcado del Café Bonaparte
Una librería con todo Borges y Los alimentos terrestres de Gide
Un pingüino muerto en las costas de Talcahuano
Otra vez mi mujer haciendo pajaritas de papel
Mi madre tendiendo unas sábanas blanquísimas
Un policía leyendo a Rainer María Rilke
Thiago de Melo y María de Aparecida preguntándome por Cuba
Mi padre a punto de morir bebiendo té con bergamota
Una mesa llena de uvas negras y otras ambrosías desconocidas por mí
Tres mendigos sonrientes en la Avenida paulista
Dos revistas Orígenes en la Librería Renacimiento
Unas vacas nadando en el mar de Manzanillo
Un tren francés roto en las llanuras de Camagüey
Un vendedor de agujas con poemas publicados
Un ciervo herido que busca en el zoológico amparo
Mi hermana a la salida de un quirófano
La Plaza de la Revolución vacía y oscura
Los muros del Moncada a las tres de la tarde y en agosto
Esto he visto yo y espero no morir hasta haberlo visto todo.
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