Ábrelos, y verás al pajarito
A
menudo ocurre que, en nuestra distracción, mientras caminamos por el rastro
entre fotografías, libros y antiguallas, pasamos por alto alguna que otra
reliquia. Qué pecado no fijarse en el bombín, en los primeros carteles de la
Societé Géneérale des Annonces, o en la fotografía de una bailarina que posa
eternamente frente a la escalerilla del Titanic.
León
de Greiff es precisamente eso. Juglaresco y bizarro, este componedor de
sonatas, nocturnos y sinfonías, hace del castellano antiguo
su clavicémbalo. De las estéticas en boga solo tomó lo que le servía. Un
vikingo por partida doble. “Yo, señor, soy acontista. Mi profesión es
hacer disparos al aire”.
Pues,
de qué otra cosa podría escribir este llanero solitario -autor de
“Tergiversaciones” o “Relato de Sergio Stepansky”- sino de la noche, las
mujeres y la vida bohemia, esto es: variaciones alrededor de Nada.
Y
qué decir de E.E. Cummings. ¿Se puede transcribir el pensamiento con el
lenguaje adecuado, así de simple como se come una chuleta o se hace una flexión
de rodillas? Su obsesión por encontrar la expresión mínima lo conduce al
desparpajo, la incómoda sintaxis, el descoyuntamiento del idioma. “Buffalo
Bill está difunto y solía cabalgar un corcel de plata buida como agua y romper
undostrescuatrocinco pichonesdeungolpe Jesús era un hombre excelente” … Polémico,
e igual de inimitable, levantó más de una ampolla.
Luego
de leer algunos de sus poemas, Higginson, el maestro de Emily, le propuso
cambios y no ciertamente de un adjetivo por otro. Que va, por ahí no iba la
cosa, sino más bien cambios estéticos, una involución en su poética. Según él,
(el desorientado maestro) para que fueran “publicables”.
Menos
mal que la Dickinson hizo caso omiso. “Un golpe de Muerte es un golpe de
Vida para Aquellos Que hasta que no murieron, no se volvieron vivos”.
Recluida
en su casa de campo y casi virgen de influencias externas (salvo de la “tozuda
escarcha”), su poesía es un tanque a prueba de bala.
Esa
mezcla de prudencia y descuido con que son colocadas, en el rastro, la
cubertería de plata y reproducciones de una Venus de Milo, ese azar discutible,
nos resulta a menudo algo soso y por ello seguimos de largo. Eso sí, para el
tratante de antiguallas o para entendidos, también allí se encuentran
camuflados en tómbolas, de Greiff, Cummings y la Dickinson. Relojes cucú.
Ábrelos, y verás al pajarito.
1 comentario:
Viñetas metapoéticas. Anotaciones. Enganchan.
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