31 de marzo de 2008

Chus Pato











Ourense, 1955. Expresa su poesía no sólo a través del soporte escritural sino también mediante el performance y la intervención pública, específicamente a partir del descentramiento del orden sintáctico convencional del lenguaje. Su obra –una de las más agudas y críticas del panorama contemporáneo español- ha sido recogida en numerosas antologías tanto en Galicia como en el extranjero, principalmente textos de: Heloísa, 1994; Fascinio, 1995; Nínive, 1996 (premio Losada Diéguez, 1997); m-Talá, 2000; y Charenton, 2004.


traducción y nota introductoria de: Rafael Álvarez R.



De: m-Talá, 2000.




PORQUE NO SÓLO ES EL IDIOMA LO QUE ESTÁ AMENAZADO SINO NUESTRA PROPIA CAPACIDAD LINGÜÍSTICA, sea cual sea el idioma que hablemos.

LA LENGUA ES PRODUCCIÓN, la lengua produce, produce COMUNICACIÓN,
PRODUCE PENSAMIENTO, PRODUCE CAPACIDAD POÉTICA, produce ganancia y beneficio, NOS PRODUCE como HUMANOS, nos produce como FELICIDAD.

La lengua es PRODUCCIÓN, de ahí los intentos del CAPITAL por PRIVATIZAR
la lengua, por dejarnos SIN PALABRAS.

LA LENGUA, cualquier LENGUA EN EL CAPITAL, tiende a desvanecerse,
a transformarse en algo que se consume, en algo que ya no
PRODUCIMOS los hablantes, sino el CAPITAL, en su intento de
privatizarnos, PRODUCE PARA NOSOTROS.
En el CAPITAL los creadores de la Lengua, los hablantes, pasan a ser CONSUMIDORES; la Lengua, cualquier Lengua en el Capital, pasa a ser un
producto de consumo, igual que cualquier otra MERCANCÍA.
LENGUA-SERVIDUMBRE LINGÜÍSTICA
KAPITAL-KILLER
ASESINA.

24 de marzo de 2008

Virgilio Piñera













LA MUERTE DE LAS AVES



De la reciente hecatombe de las aves existen dos versiones: una, la del
suicidio en masa; la otra, la súbita rarificacion de la atmósfera.
La primera versión es insostenible. Que todas las aves-del cóndor al
colibrí-levantaran el vuelo-con las consiguientes diferencias de altu_
ra- a la misma hora- las doce meridiano-, deja ver dos cosas; o bien
obedecieron a una intimidación, o bien tomaron el acuerdo de cernirse en
los aires para precipitarse en tierra. La lógica mas elemental nos advierte
que no está en poder del hombre obrar tal intimidación; en cuanto a las aves,
dotarlas de razón es todo un desatino de la razón.
La segunda versión tendrá que ser desechada. De haber estado rarificada
la atmósfera, habrían muerto sólo las aves que volaban en ese momento.
Todavía hay una tercera versión, pero tan falaz que no resiste el análisis; una
epizootia, de origen desconocido, las habría hecho más pesadas que el aire.
Toda versión es inefable y todo hecho es tangible. En el escoliasta hay un
eterno aspirante a demiurgo. Su soberbia es castigada con la tautología. El
único modo de escapar al hecho ineluctable de la muerte en masa de las aves,
sería imaginar que hemos presenciado la hecatombe durante un sueño verdadero.
Sólo nos queda el hecho consumado. Con nuestros ojos las miramos
muertas sobre la tierra. Más que el terror que el terror que nos procura la hecatombe,
nos llena de pavor la imposibilidad de hallar una explicación a tan monstruoso
hecho. Nuestros pies se enredan entre el abatido plumaje de tantos millones
de aves. De pronto todas ellas, como en un crepitar de llamas, levantan el
vuelo. La ficción del escritor, al borrar el hecho, les devuelve la vida. Y sólo
con la muerte de la literatura volverían a caer abatidas en tierra.



1978

23 de marzo de 2008

Carmen Hernández Peña





Cuba (Ciego de Ávila), 1953. Escritora. Licenciada en lenguas y literatura hispánicas en la especialidad de estudios cubanos en la escuela de Letras y Arte de la universidad de la Habana. Ha publicado Tiempo de máquina y Rituales del viajero .Ha obtenido diversos premios nacionales de creación literaria y ensayística como: Varadero 1992, Ávila 1994, Regino Boti 1995, Navarro Luna 1998, Extraños Primores 1997 y 1998, Elíseo Diego 1997 . También ha sido publicado el ensayo Las llaves del péndulo, premio Elíseo Diego 1997, Ed. Ávila 2000 y Editorial Globo, España 2001. Aparece en diversas antologías cubanas y extranjeras.





LA NOCHE DEL INOCENTE




No sé escribir, mi alma no sabe otra cosa que estar viva.
GASTÓN BAQUERO




I



Tu boca es un racimo
de pájaros hambrientos
que picotean mis manos
mis ojos.
Ausencia tuya un barco enloquecido
que regresa y que parte al mismo tiempo.
¿Ves esa gran pradera?
Es la noche.




II



La noche es mi enemiga
un ángulo imperfecto
donde reina el silencio
y voy tras ella.
Nunca alcanzo a la noche.
Sólo atrapa mis manos y se marcha.
Acaricia mi sexo y no la encuentro.



III



Fuego semeja la calle en lontananza
yo la miro a hurtadillas
y ando sola
cargo mi fardo antiguo
mis torpezas
me enredo con mi sombra
que juega a escabullirse
me abandona a mi suerte
levanta el vuelo grácil
y señala un punto ígneo
verdadero
madeja que puedo asir
en estos viajes.
No sé quién soy aún
quién habré sido:
un niño roto hambriento
nómada reina absorta en los enigmas.
Una avispa de fuego me convida
al encanto de ser otra mirada.



IV



Y qué he de hacer conmigo
en estas horas
cuando revolotea el pájaro azul
de la muerte.
No temo porque es dulce
aéreo en su inocencia.
Y pienso en mí otra vez
el tiempo regresando
a mis manos
donde se duermen el pájaro
y el tiempo.

Jorge Labañino Legrá







Baracoa,Guantánamo,1970. Narrador y poeta. Lic. en Educación. Reside en Baire. Egresado del Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso. Finalista del Premio Vértice de cuentos cortos, 2005.Fue Ganador del Premio Nacional de Poesía “Medalla del Soneto Clásico”, 2003. Ha publicado por Edic. Santiago dos libros de poesía: Oración del que traicionan, 2003 y Rumor de Higuera, 2005. Su obra aparece publicada en diferentes revista de Cuba y el extranjero. Aparece antologado en Aduanas de Aire, 2001, La Patria de la Luz, 2002. La Poesía Contemporánea en Santiago de Cuba, 2007.










Las doce. El gato mira a la luna, la respira sin esfuerzo. La cola en movimiento lo congrega. Presiento en el animal la infinitud que desbordan sus ojos, donde apenas ese leve respiro divide la carne, el cielo.

Doce y cinco. Trazo un círculo alrededor. En el centro mi mesa es un tectángulo sordo, imponente. Pienso en el gato, su virtud de ignorar lo que he trazado.
Doce y veinte. La puerta pudiera abrirse. Afuera o adentro no define.Una en punto. Nada significa. Miro al gato, a la luna. Aspiro hondo. El fin, no la norma.



...




CLARIDAD




Sobre la verja la mano se reconoce

busca la gracia un estado en la certidumbre

que trasciende el hábito minucioso de ir

por enésima vez contra el hierro y su dominio.

Sopesa la vertical dictadura

va sondeando todos los quiciales

hasta encontrar salvación

donde el chillido herrumbroso cede

es decir

la mano se desoculta

evoluciona

hace clarear el cuerpo que cruza al fin la verja.

Robert Frost











1875 - 1963. Poeta estadounidense. Considerado como uno de los poetas nacionales junto a Walt Whitman y Emily Dickinson.






ABEDULES



Cuando veo abedules con el tronco doblado
entre una fila de árboles más oscuros y rectos,
me gusta creer que un niño los ha estado meciendo.
Mas no quedan doblados por el solo mecerlos.
Los doblan las heladas. Debéis haberlos visto
con su carga de hielo en mañanas de invierno,
tras la lluvia. Truenan entrechocando entre ellos
al alzarse la brisa; se hacen multicolores
cuando destroza y rompe su esmalte el movimiento.
Pronto al calor del sol derraman sus cristales
desparramando su avalancha sobre la nieve.
Tanto montón de vidrios rotos hay que barrer
que es como si cayera la cúpula del cielo;
el peso los doblega, hasta el piso de helechos,
y no se quiebran; aunque una vez doblados tanto,
por tanto tiempo, después ya nunca se enderezan.
Podréis mirar sus troncos arqueados en el bosque,
años más tarde, arrastrando en el suelo sus hojas
como niñas a gatas que esparcen sus cabellos
delante de ellas para secarlos al sol.
Yo iba a decir, cuando la Verdad me interrumpió
con todo su realismo acerca de la helada,
que prefería algún muchacho los doblara
cuando saliera al campo para traer las vacas.
Muchacho tan de campo que no sepa base-ball,
y cuyos juegos fueran lo que el mismo encontrara,
y en invierno y verano pudiera jugar solo.

Venció a los abedules de su padre uno a uno,
montándose sobre ellos una vez y otra vez,
hasta no haber quitado a todos la tiesura,
y ni uno solo quedara erecto, ni uno solo
quedara sin domar. Y aprendió cuando tenía
que aprender para no dejarse ir tan de pronto
que se llevara el árbol arrancado hasta el suelo.

Siempre supo tenerse en perfecto equilibrio
hasta en las ramas cumbres, subiendo cuidadoso,
con el mismo cuidado con que llenáis la copa
hasta el borde y a veces más arriba del borde.
Entonces se lanzaba, de pie, con un envión,
pataleando en los aires hasta llegar al suelo.

Eso fui yo también, mecedor de abedules;
y así otra vez sueño en volver a serlo.
Esto, cuando me aburro de consideraciones
y la vida parece como un bosque impasable,
donde en la cara os arden y pican telarañas
que vais rompiendo y os llora un ojo lastimado
porque se le ha metido la punta de una rama.
Quisiera yo escaparme un rato de la tierra
y después regresar para empezar de nuevo.
No le ocurra a los hados mal entender mi dicho
y concediendo a medias lo que pido, llevarme
a no volver. La tierra es el lugar del amor:
yo no conozco ningún lugar mejor donde ir.
Yo me quisiera ir trepando a un abedul
y trepar ramas negras sobre tronco nevado
hasta el cielo, hasta que el árbol no aguantara más,
y doblando su copa me devolviera al suelo.
Buena cosa sería tanto ir como volver.
Existen cosas peores que mecer abedules.

14 de marzo de 2008

Anne Sexton















Norton, Massachusetts,1928-1974. Poeta estadounidense.









EL ASESINO



La muerte correcta está escrita.
Colmaré la necesidad.
Mi arco está tenso.
Mi arco está listo.
Soy la bala y el garfio.
Estoy armada y lista
Desde mi mira, lo tallo
como un escultor. Moldeo
su última mirada a todos.
Cambio sus ojos y su cráneo
constantemente de posición.
Conozco su sexo de macho
y lo recorro con mi dedo índice.
Su boca y su ano son uno.
Estoy en el centro de la sensación.
Un tren subterráneo
viaja a través de mi ballesta.
Tengo un cerrojo de sangre
y lo he hecho mío.
Con este hombre tomo en mis manos
su destino y con este revólver
tomo en mis manos el periódico y
con mi ardor tomaré posesión de él.
Se inclinará ante mí
y sus venas saldrán en desorden
como niños… Dame
su bandera y sus ojos.
Dame su duro caparazón y su labio.
Él es mi mal y mi manzana y
lo acompañaré a casa.



...


LOS BOMBARDEROS


Nosotros somos América.
Somos los que rellenan los ataúdes.
Somos los tenderos de la muerte.
Los envolvemos como si fuesen coliflores
La bomba se abre como una caja de zapatos.
¿Y el niño?
El niño decididamente no bosteza.
¿Y la mujer?
La mujer lava su corazón.
Se lo han arrancado
y se lo han quemado
y como último acto
lo enjuaga en el río.
Este es el mercado de la muerte.
¿Dónde están tus méritos,
América?



...


CERDO



Oh tú máquina de tocino marrón,
cuán dulcemente yaces,
engordando una libra y media por día,
tú, par de calcetines enrollados,
tú, pesadilla de perro,
tú, con el hocico aplastado
pero las orejas extendidas,
tus ojos blandos como huevos,
cerdo, grande como un cañón,
cuán dulcemente yaces.
Por la noche estoy tendida en mi cama
en el armario de mi mente
y cuento cerdos en un corral,
marrones, moteados, blancos, rosados, negros,
avanzan por la lanzadera hacia la muerte
del mismo modo en que mi mente avanza
buscando su propia pequeña muerte.

13 de marzo de 2008

Alberto Abreu















RITO RAMON AROCHE:
La poesía, la ciudad, y sus aparenciales latitudes




















En una entrevista concedida, hace más de cuatro décadas, Lezama se hacía emisario de la siguiente agitación: “Que maneje las fuerzas que lo arrebatan, que parezcan que van a destruirlo. Que se apodere de ese reto y disuelva la resistencia. Que destruya al lenguaje. Que durante el día no tenga pasado y por la noche sea milenario. Que le guste la granada que nunca ha probado y que guste de la guayaba que prueba todos los días. Que se acerque a las cosas por apetito y se aleje por repugnancia.” Si tenemos en cuenta que el interlocutor de Lezama es el poeta, y en particular el poeta de la Cuba de hoy (la de los años sesenta y su conversacionalismo) sus palabras pudieran leerse como un emplazamiento, un desafío.
Otra posible lectura, la que me interesa, tiene que ver con los reiterados ejercicios metaoperativos mediante los que el autor de “Muerte de Narciso” reflexiona sobre el ser de la palabra, y de la angustiosa lucha que sostiene con ella en el acto de nombrar. Una contienda donde el verbum se esfuma, se torna inasible, pez, agua escurridiza. Hay, todavía, en esta actitud ante la palabra y las cosas (sus opresiones e incertidumbres); un sentimiento propio del escritor moderno hacia el lenguaje y sus instancias de representación. Es el patetismo que me deleita y exaspera cada vez que leo Confluencias: “A veces la espera y llegada de la mano era infructuosa y eso alejaba desmesuradamente una sílaba de la otra, una palabra de su compañera de navegación”
Sobre estas cuestiones meditaba a propósito de la reciente edición por la Editorial Extramuros del El libro de los colegios reales, de Rito Ramón Aroche (La Habana, 1961). “Tal vez, o un poco re- accionando ¿pendulando? Contra esto, es que aparezco. Es decir, es que golpeo contra ellos. Es decir, es que me apropio. Que me muevo.” Con estas declaraciones se inicia el libro. No podrán negarme que en este aparente desvarío del sujeto lírico hay mucho de teatralidad, subversión, como si se tratara de una aparición en escena. Un performance de conscientes implicaciones epistemológicas. Escribo esta palabra con toda intención. Ya lo afirma en este libro su autor: “Un texto es un ensayo que escapa de la esfera.”
¿Qué clase de textos son estos donde las vivencias intelectuales, lo escritural se transforman en vivencia existencial? Y lo que resulta más delirante: la violencia del espaciamiento a través de la cual la palabra se inscribe con una evidente voluntad lúdrica.
He aquí, mencionados sin querer, las tres dimensiones que configuran el discurso de Rito Ramón Aroche en El libro de los colegios reales: los juego escriturales, la ansiedad espacial y la representación.
El primero: el juego, acoge a un grupo de procedimientos escriturales: las aporías; las asociaciones libres, inesperadas entre las palabras. El diálogo intertextual __explícito o velado __ que su autor sostiene con algunas voces poéticas de su generación: Carlos Alberto Aguilera, Ricardo Alberto Perez, Pedro Márquez de Armas. La manera en que las tesis de Berkeley, Charles Albert, Harold Bloom, Blanchot, Derrida, Octavio Paz, Valery... son releídas e inscriptas en el espacio textual por un yo poético que se hace y deshace en el acto de nombrar:
Aquí me armo.

Igual que el roto del cristal, veo. Me
recuerdas algo echado.
O un animal echado __dijo. O algo dijo, creo, por
las zonas.
Es decir, que el juego también sirve de pretexto para sus visitaciones y andanzas por algunas regiones de la historia y el pensamiento literario contemporáneo. Un juego donde la memoria y la palabra se torna agua: júbilo, del agua. Después de todo, el lector no es otra cosa que un epígono y todo poema un heraldo, y toda lectura un acto de manipulación.
Quizás los textos más paradigmáticos en este sentido sean: “Arenas movedizas” “Dilataciones/Delaciones” y “Algo sobre el texto expansivo.” En los dos primeros hay ciertos galanteos con escritura de Lezama, sobre todo con los poemas incluidos en la sección dos de La fijeza. Además de una especie de réplica intertextual a lo que un contemporáneo suyo ha llamado “la poética del límite.” En “Algo sobre...”, como su título indica, el referente sobre el cual se discurre son las tesis de Charles Albert sobre el texto expansivo. Pero en el fondo se trata sólo de dobleces, enmascaramientos, simulaciones, que ocultan una sola obsesión: la escritura en la cual no hay nada concluyente. En este sentido, el libro todo lo interroga, lo pone en dudas, construye y deconstruye los significados. Reflexiona sobre su propia operatoria; se admira en el espejo fragmentado de una textualidad que difumina los límites genéricos entre la poesía, el ensayo; e ignora la finitud, lo concluso. Es la apoteosis, el summum del narcisismo: “Corporeizar el mundo y el submundo, el mundo y el trasmundo, hacerlo macro o limpio o neblinoso, asible o inasible ¿acción del texto? ¿acción del sujeto sobre el texto? ¿del objeto sobre el sujeto?”
La segunda dimensión, tiene que ver con tematización del espacio. Lo disyuntivo, la discontinuidad y las fisuras. La manera perversa, esquizofrénica en que tales procedimientos se inscriben, textualizan. Esos guiones, espacios vacíos o puntos de indeterminación, digresiones... que permiten relacionar segmentos textuales -a primera vista- discordantes. Se me antojan como ademanes de fuga, gestos de insubordinación, que reniegan de lo lineal, la unidad, lo homogéneo... ¿Final de la historia como escritura o de la escritura como historia?
El sujeto lírico, (no sé hasta qué punto sería pertinente llamarlo así) en El libro de los colegios reales vive asediado y escindido por múltiples codigos, voces, estilemas, autores, referentes temáticos, lingüísticos propios del mundo contemporáneo, que dinamitan aquellas normativas ortodoxas prefijadas para el correcto funcionamiento de la lengua y su escritura, (lo que Julio Ramos llama la ética del buen decir), y no han sido más que expresión del terror y desasosiego del sujeto letrado frente a las dispersiones acarreadas por el uso popular de la lengua. Es precisamente, este acto de contaminación, lo que propicia en, El libro... la confluencia y dispersión de todos los límites, difumina esas parcelaciones literarias que la retórica llama géneros.
La última de estas dimensiones o instancias es la representación. El desmantelamiento de los conceptos metafísicos de representación y verosimilitud. La mueca, la parodia dirigida contra esas pretensiones, llamémosle realistas, propia de la ontología occidental, en sus intentos por ordenar lo real, lo vivencial a través del lenguaje, su escritura; lo lineal, y el dominio de la razón.
Confieso que, finalizada mi lectura de, El libro de los colegios reales me divertía al predecir la suerte que podría correr, en manos de nuestra crítica literaria, la recepción de un libro como este. Sobre todo cuando es ella misma , sus patrones de análisis y valoración de la poesía, los que, de una forma u otra, están siendo interrogados, impugnados desde sus páginas.


Cárdenas, septiembre del 2006

9 de marzo de 2008

John Keats














1795-1821. Fue uno de los principales poetas británicos del movimiento romántico.







CANCIÓN DE LA MARGARITA



Con su gran ojo, el sol
no ve lo que yo veo.
La luna, toda plata, orgullosa, pudiera
ocultarse igualmente en una nube.

Y al llegar primavera -¡oh, primavera!-
es la de un rey mi vida.
Echada entre los brotes de la hierba,
acecho a las muchachas bonitas en su paso.

Miro por los lugares donde no osara nadie
y se fijan mis ojos donde nadie los fija,
y si la noche viene,
me cantan los corderos una canción de cuna.

Entrevista a Kofi Anyidoho

















Prometeo : ¿Qué piensa de la nueva poesía africana?

Kofi Anyidoho : No hay una sola nueva poesía africana, no podemos decir la nueva poesía africana, porque la nueva poesía africana se empieza a mover en múltiples direcciones. Cada vez más y más gente que por muchos años han sido poetas en británico, en francés, en portugués y posiblemente en español y que han tomado conciencia de la necesidad de escribir en lenguas africanas, también, y eso es un cambio significativo muy importante, ¡ah! una vez que tú comienzas a escribir en lenguas africanas, conoces nuevos y significativos retos.

P. : Los principales poetas africanos, escriben actualmente en lenguas distintas a las aborígenes...¿tienen ellos conciencia para retornar a las lenguas aborígenes?

K.A. : Eso es exactamente lo que pasa ahora, excepto por muchos poetas arcanos que han estado escribiendo en sus lenguas originales y afortunadamente no han sido educados para escribir en sus lenguas, ese es un reto muy serio; eso ha hecho que tomen conciencia y sigan adelante escribiendo en sus propias lenguas, también; algunos quisieran hacerlo pero no pueden porque su educación no los preparó para escribir en sus propias lenguas; ellos escriben en inglés, francés, portugués, pero no en las lenguas suyas.

P. : ¿Pero si ellos vuelven a escribir en otras lenguas, lenguas originales, significa quedar reducidos en términos de lectores y en el ámbito internacional?

K.A. : Sí y no. No primero; no, porque no existe realmente justificación para que tú como poeta africano escribas poesía que tu propia gente no puede leer, disfrutar, cuando hablas de internacional, tu propia gente no puede participar de la comunidad internacional; creo que es importante que una sola poesía sea disfrutada en América, en España, es que sea disfrutada en tu propio país por tu propia gente también...de hecho pienso que es más importante para tu propia gente tener primero tu poesía que para cualquiera otro distinto. Si es buena poesía, si es realmente buena, encontrará eventualmente la salida a la traducción...no debiera existir otra manera de salir.

P. : Normalmente, hay muchos conflictos sobre el suelo africano...¿cómo se reflejan en la producción completa de la poesía?

K.A. : Descubrirás acerca de esos conflictos, dónde se originan, sobre cómo existen, sobre cómo continúan, será primero captado mayormente, en la poesía indígena del pueblo, será primero captada en las canciones y otras formas de poesía que la gente de abajo que sufre esos conflictos creará; si eres escritor y escribes sobre esos conflictos en inglés, en francés, eso también es muy bueno, para que otra gente tenga acceso a ello, si quieres ver cómo se reflejan estos conflictos sobre la poesía, tienes que empezar con la poesía indígena del pueblo, quizás sea un reto para otros poetas, otros colegas, tomar esta poesía y traducirla a varias lenguas, para que mucha gente pueda acceder a esa poesía, pero lo que sucede ahora es que algunos poetas indígenas de allá, crearán para ser leído allá; éste es un fenómeno sobre el cual los escritores de la metrópoli, han escrito y publicado.

P. : Hablando de la producción de los poetas principales, estoy hablando de Soyinka y muchos otros... Rabéarivelo...

K.A. : ... Senghor... Senghor... ahora está muerto. Yo creo... antes que todo permítame hacer una corrección; está hablando de los grandes poetas de África, usted sabe sobre Soyinka, sobre Senghor, sobre Rabéarivelo y toda esa gente, pero probablemente no conoce a Apalú... usted probablemente no conoce sobre Mabogoane; en ese sentido Apalú puede ser mejor poeta que cualquiera de ellos, pero sólo compone en su propia lengua indígena, la gente no puede saber cuán grande fue. Congratulaciones por la traducción, la poesía está siendo asequible para la gente. En cuanto a lo de Soyinka y Senghor, el asunto que les preocupaba en la poesía era la relación con su propio surgimiento como personas, acordado entre ellos, la tan llamada clase culturizada como alguna gente los describe. El surgimiento de Senghor, un joven africano que se destacó en la cultura y la civilización de Francia, cosa que generó un conflicto en él por haber sido arrancado de su pueblo...y eso lo puso frente a la pregunta de quién sería él o qué podría llegar a ser: arte francés, lengua francesa, cultura francesa, civilización francesa...eso no lo convertía necesariamente en un hombre francés; era un africano todavía, aunque asimilado a la cultura francesa, así que eso terminó siendo tema de sus poemas; con Soyinka y todos los otros de ellos es más o menos lo mismo; con todos los que vinieron con el sueño de la independencia para sus propios países, para los países africanos, por eso el tema del colonialismo y de la necesidad de la independencia africana es un sendero abierto para alguna de su poesía, pero incluso aquellos que han vivido lo suficiente para ver llegar la independencia luego fueron seguidos por los inconvenientes,porque muchos de los sueños de independencia se perdieron y por eso se convirtieron en temas de su poesía; algunos de ellos aún están escribiendo; en Kofi Awoonor, quien estuvo en este festival hace un año o dos, su poesía busca salidas al mundo de hoy, a la globalización y qué significa esto para la gente africana... el pozo se está haciendo más grande en algún sentido, pero el pozo africano se está haciendo más pequeño en otro sentido; eso concierne a la poesía que se está haciendo actualmente también.

P. : Quizás en los 40s se inició un movimiento muy importante, no sólo cultural, sino de liberación, llamado “de la negritud”, es decir, por aquel tiempo Aimé Césaire, Leon Damas, Leopold Sedar Senghor, Franz Fannon, adquirieron conciencia de la liberación de la gente de África. ¿Continúa existiendo hoy en día?

K.A. : Bien, en un sentido, la negritud está allí, no se ha ido completamente; como cualquier movimiento cultural e histórico, es importante por un tiempo, en aquélla época los países africanos y caribeños estaban bajo el dominio colonialista y parte de la lógica de la negritud fue empujar a la liberación de muchos de estos países. La liberación sí llegó en cierta forma, es importante conocer que cuando se efectuó no llenó todas las expectativas de las promesas, incluso Senghor mismo hizo compromisos, Césaire es uno de los muy pocos en continuar porque su país, por muchas razones, no ha alcanzado la completa independencia... sabes que este país es todavía un departamento de Francia, pero lo importante es que el movimiento de independencia por el que estaban luchando llego parcialmente y por esa razón no se dieron los ímpetus fundamentales que esta clase de ideología exige... las cosas cambiaron con el tiempo; ahora, aquellos que lucharon siguieron luchando para convertirse ellos mismos en amos... ellos se convirtieron en amos... y no tardó la gente en pedirles cuentas de su liderazgo, pero ellos no tuvieron éxito completo a la hora de rendir cuentas... por eso algunos de ellos se callaron... incluso continúan escribiendo, pero ya sobre otros temas. Lo que es importante es que las cosas por las que estaban luchando no están completamente acabadas para los cambios que llegarán... aun habrá gente que escriba con el sentido de la negritud... estará identificada con temas claves por los que la negritud estuvo peleando por la validez de las tradiciones africanas como parte de una nueva civilización. Pero como alguien diría “el tiempo de la negritud ha terminado”.

P. : Hablando de Ghana, ¿cuál es la pesadilla de su país?

K.A. : Antes de que hable de Ghana, déjeme apuntar a su fantástica expresión, esa pesadilla de la que usted habla no puede ser la pesadilla de Ghana, sino la pesadilla de África, porque hay muchos países en África con gente que puede tener 30 años de edad y no han conocido un mes de paz... conocí a un hombre joven de un país africano, que tenía casi treinta años de edad y que me dijo que antes de llegar a los EEUU, alrededor de 6 años atrás, no había habido un solo día en su vida en el no hubiera escuchado al menos un en disparo... así que hoy hay muchos países en África donde no hay universidades pero están cerradas hace años... y tal como le decía... el estado, el gobierno, tal como los conocemos... eso no existe... así que la guerra es una perpetua pesadilla para muchas partes del África de hoy. Bajo esa perspectiva, desafortunadamente ustedes no son ganadores... y yo espero por supuesto que las cosas lleguen a un final, eso tiene que terminar, pero cuánto requerirá llegar a un final...

P. : ¿Les deja, o dejó algo, Europa, para existir?

K.A. : Sí, ellos nos dejaron algo valioso... y talvez la cosa más valiosa que nos dejaron es el sentido de lo que perdimos y eso debiera ser tan grande como para hacernos mover hacia delante, pero la verdad es que Europa nunca ha abandonado África. Como alguien ha dicho, “... si dejaran a África sola, lo haría extremadamente bien”.





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Kofi Anyidoho nació en Ghana. Es poeta, profesor universitario y editor. Algunos de sus libros de poemas: A harvest of our dreams; Elegy the revolution; Earthchild with Brain Surgery; y Ancestral Logic and Caribbean Blues. Ha escrito numerosos ensayos sobre la situación de la poesía africana actual, a la que pretende devolver a sus raíces dramáticas orales, a través del performance.




(Tomada de Revista Latinoamericana de Poesía
Número 64. Enero de 2003)

Carlos E. Ramos Scharron















San Juan Puerto Rico, 1970. Vivió en Puerto Rico hasta el 1993, cuando terminó su grado de bachiller del Departamento de Geología de la Universidad de Puerto Rico en Mayaguez. Actualmente reside en la ciudad de Austin-Texas y trabaja como consultor ambiental e investigador con la Universidad de Texas y la Universidad de Puerto Rico.

(Primera publicación)




Si te contara…


‘You should know who you are’



Te juro que si empezara a contarte todas las cosas que ahora deseo, me dejarías…

Pero, y cómo? Si se me detonan las palabras al tirar del gatillo.
Y al impactar el tímpano pudieran tildarse como fresquerías de cochino.
(Y no es que no lo sea…)
Pero aún en trayectoria lineal a través de esa fina franja de aire entre
tú y yo…así, a quema ropa…me arriesgo.
A que pierda el rumbo intencionado el balaceo, a que se desate un tiroteo.
O a que durante ese instante de segundo en que te choca el estímulo…
“!Ay, un disparo!”,
logres esquivarme…alcances querer juzgarme
justo antes de que haga yo ahora retumbar el aire con calibre más pesado,
con lenguaje (mal)intencionado…(mal)hablado.

Y cómo decírtelo?
Si lo que antes fue susurrado como cerebrito cabizbajo de ojito aguao,
en donde nunca faltó ningún ‘disculpe, usted primero’;
Es ahora proyectil vicioso pronunciado por orificio de exigente malcriao…
en el que no sobra su buen jalón de pelo.

Sí, lo que quisiera contarte es de delito… homicidio a primer grado…
Premeditado, planificado… Propiciado
para que en el momento en que la palabra haga contacto con la carne,
finalmente ultimemos esa mi represión de
Hombre
Derecho
Puertorriqueño,
ex fiel creyente en una versión criolla del catecismo menor.

Hombre que como niño tuvo una muy vergonzosa, y sobre todo pobre,
colección de mocos y chicles bajo su pupitre.
Niño que como hombre temió con vergüenza hasta hoy
escribirse, dictarse, d e l e t r e a r s e en símbolos alfabéticos
esto que yo soy.

Te juro que si terminara de contarte todas las cosas que aún deseo, no me dejarías…

Xosé María Álvarez Cáccamo







Nació en Vigo hace 58 años. Miembro relevantísimo de la Generación Poética de los Ochenta, es biógrafo, dramaturgo, narrador, ensayista, crítico literario y artista plástico. Fue merecedor del Esquío (1986), del Premio de la Crítica Española y del Premio de la Crítica de Galicia. En el 2003 Espiral Maior publicó su obra poética: Ancoradoiro (1983-2003). Actualmente forma parte del consejo de redacción de Grial. A Xosé María Álvarez Blázquez, su padre, se dedican las Letras Gallegas correspondientes al 2008.


traducción y nota introductoria de: Rafael Álvarez R.



De: Cimo das idades tristes (1988), en Ancoradoiro, 2003.




“Cuchillos”


La vida prepara con esmero artesanal
sus cuchillos más finos y tristes
para que algún día una hoja azarosa toque con hechizos
la zona de la piel en que más confiamos. Y trae
las navajas precisas, armas
que apenas muestran la herida abierta, el río de excesivo
desprendimiento y llanto.
Parecen los cuchillos, que son palabras amistosas
y a veces son caricias,
instrumentos hermosos para acompañar la solemne
festividad de la mesa. Nadie piensa
que, luego de la alegría y de los felices
platos que nos sirvieron y también
de aquel fluir de rostros que se hablan
con mucho amor después del vino,
los cuchillos pudiesen abrir hojas dentadas,
florecer rosas de óxido, brillar
con violenta intención. Pero hay un día
en que todas las navajas y cuchillos que fueran simplemente avisos
para la prudencia
crecen hasta convertirse en hierros de un terror que sabe matar.
La vida lleva muchos años preparando armas delicadas
y todas las heridas milimétricas,
los cortes paralelos de lenta miniatura,
no fueron más que augurios de una crecida de sangre
que nos hará hombres muy tristes y muy pacíficos para siempre.

De: Depósito natural (2002), en Ancoradoiro, 2003.

“Banco Mundial”

El Banco Mundial dedica últimamente algunos minutos
a hablar de los pobres.
Los pobres son oscuros, subterráneos, viven por debajo
del nivel del mercurio, bajo cero
del dolor de un dólar.

El Banco Mundial afirma últimamente que nunca sobre la tierra,
nunca
vivió tan bien el hombre y, sin embargo,
resulta preocupante
que los pobres multipliquen más que nunca los brazos
para pedir
misericordia.

Los pobres mueren hoy más que nunca
por debajo del nivel de un dólar.

El Banco Mundial dedica últimamente algunos minutos.

Friedrich Hölderlin













1770–1843. Fue un gran poeta lírico alemán. Su trabajo une a las escuelas clásicas y románticas.









SI DESDE LEJOS...




Si desde lejos, ya que estamos separados,
puedes reconocerme todavía; si el pasado,
oh compañero de mis sufrimientos,
algo bueno te preserva,

¿sabes donde te aguardará tu amiga?
¿En aquel jardín donde nos encontramos
tras el horrible y oscuro tiempo?
¿Aquí, al borde de los ríos, del mundo arcano?

¿Lo diré? Había en tu mirada un brillo,
rayo serenado, cuando, al alejarte,
de repente giraste hacia mí como con alegría,
hombre tan reservado y de sombrío aspecto.

¿Quieres saber cómo pasé las horas?
¿Cómo pude conservar serena mi alma,
sabiendo que estábamos lejos para siempre?
Te lo he de confesar: fui tuya.

¡Oh, recuerda! Me has prometido
que cada instante pasado juntos
me lo evocarías en tus cartas.
Ahora déjame también a mí
recordarte en detalle aquel pasado.

¿Era primavera? ¿O verano? El ruiseñor
unía su dulce canto al de otras aves,
no lejos de nosotros, en el soto,
los árboles nos balanceaban sus aromas.

los senderos claros, los matorrales,
volver más graciosos y dulces los jacintos,
tulipanes, claveles, violetas.

Muros y rocas tenían un verde manto
de hiedra, y la sagrada sombra era verde
en el oquedal. Allí, mañana y tarde,
nos reuníamos a charlar y mirarnos.

Entre mis brazos revivió el abandonado
muchacho que vino de los vastos llanos
y con melancolía me mostraba.
Pero en su corazón guardaba los nombres

de aquellos lugares que tan bien conocía:
todas las bellezas de mi tierra
que florecen en las costas bendecidas,
u ocultas, desde donde se divisa

también el mar y su espacio,
allá donde ningún hombre tiene morada.
Resígnate, y piensa en la que aún se satisface
con el recuerdo de días que alumbraban.

Y eran confidencias, manos estrechadas,
que nos reunían... ¡Ah, desdichado!
Aquellos fueron hermosos días,
a los que siguió un crepúsculo triste.

Sin cesar me aseguras, oh amado,
que te sientes solo en el bello mundo.
Sin embargo, no sabes...

5 de marzo de 2008

Pedro Marqués de Armas

















1)

LONGUE DURÉE

es esta la palude
calculada a beneficio por ingenieros
de bigotes variablemente musso-
linianos

gente que vino de esotra parte
cavó aquí su tumba (recto de pájaros
flor vesical fértil en tirrénicas
playas)


2)

vi puercos en el agua
en barcazas precarias
(no eran pecaríes)
que llegaban de Yucatán -luego

orillados dispersos en ribazos
hasta poblar las ordenanzas
del tal Alonso de Cáceres

fue al comienzo del sueño
antes que tierras marcaran
lindes y aunque perseguidos por severa ley
modelaron una cultura de pequeño formato

pero han vuelto al agua
en barcazas todavía más precarias
que parten a Guam


3)

también tú
en el óbito (fíjate qué
palabra) de la Historia

por un velo a-
somado


4)

abres los ojos
y no lo tienes delante

-el glacis

nombre o cosa yo
lo veía desde la ventana
alta y cuadrada

tú lo veías

yo me lo figuraba lejos

del león de piedra
y las 70

yardas


5)

(claraboya)

y sin embargo
sigue gente trepando
por la escala (que daba)
al vacío (o que dicen) que-
daba

junto al gancho mayor


6)


(fragmentos de Walker)

a veces el tranvía entra
al cine

a veces el cine rueda

sobre la realidad

sin perspectivas




el nikelado de la barbería es la conciencia del lugar
o mejor, una relación de los hechos, así el espejo
(donde asoma discreta la cabeza), la peana, y los lentes, serían los accesorios del crimen



entre Santi Claus
y "brujo" orticiano
en pardo jamelgo
pasea el veterano



más tiznados que negros
sobre palas donde plantan
sus fatigas

también carboneros posan
desde la eternidad



(funerario)

viste a la virgen negra
con el niño blanco
en brazos

y de seguida la puerta
que no se abría (sorda
al aldabonazo)


más bajo que los caños moriscos
en sucios lagrimales de la historia
la-criminal-mente el ojo SALT-
Ó

Tu Fu





Poeta chino (712-770 D. De C.).Contemporáneo de Li Po. La tradición los considera a ambos como los más grandes poetas chinos. Tuvieron ocasión de conocerse, trabar relación y establecer un lazo de amistad por el resto de sus vidas. Sin embargo, sus naturalezas y destinos son tan diferentes como se pueda imaginar. Li Po era un espíritu feroz y espontáneo, dedicado totalmente a la libertad Taoísta. Tu Fu, aunque no carecía de un agudo sentido del humor, era, fundamentalmente, serio, intentando mantenerse dentro de los cánones del ideal Confuciano. Sus poemas son extremadamente difíciles de traducir.






CUANDO ERA OSCURO



Cuando era oscuro, llegué a la aldea de Shih-hao,
tarde en la noche llegó un oficial a reclutar hombres.
El viejo de la casa se trepó a la pared y huyó,
la vieja abrió la puerta.
¡Cómo explotaba en furia el oficial enojado!
¡Qué amargamente lloraba la mujer! Escuché lo que la mujer decía:
"Tenía tres hijos para la defensa de la ciudad de Yeh.
Sólo uno de los tres me envió una carta,
A los otros dos chicos los mataron en batalla.
El único que queda puede no vivir mucho, Los muertos se van para siempre.
No hay más hombres en la casa,
Excepto mi nieto que todavía toma el pecho.
Es por él que su madre se queda con nosotros,
Sin embargo, no tiene una pollera entera para salir.
Aunque soy vieja y no tengo fuerzas,
Déjeme ir con usted, oficial.
Para responder a un llamado urgente de Ho-Yang,
Por lo menos puedo cocinar para los soldados".
Más tarde la conversación se detuvo,
Lo que oí fue algo como llanto.
Al amanecer salí para proseguir mi viaje,
Sólo pude decirle "Adiós" al viejo.

Gregory Corso











Poeta norteamericano (1930-2001). Uno de los cuatro escritores de la Beat Generation (con Jack Kerouac, Allen Ginsberg, y William Burroughs).







De: El feliz cumpleaños de la muerte



1


Antes de que yo naciera
Antes de mí estaba la herencia
Antes de que yo fuera vida
Antes de que fuera-aparecían búhos y partían trenes



2


La muerte no es una fotografía
Ni una marca ardiente en los ojos
Todo lo que veo es muerte
Nada de la famosa cosechadora con su hoz y su reloj de arena
No arañéis calaveras ni tibias cruzadas
Ni tampoco la mariposa toro

4 de marzo de 2008

Domingo Alfonso















(Ver entradas anteriores)




CARAVANA DE LOS DÍAS

“Hay días que vienen sobre mí
y huyen después…,
Pero yo quedo.”/ Rolando Escardó



Hay días que llegan a mí
pájaros carentes de sustancia
otros con algunas flores;
noticias del hijo de Méjico:
Pero avanza el que me vestirá de negro
Dormido, hacia la senda final
En viaje sin ninguna compañía.




...




UN SALUDO PARA BETTY BOOP

Un saludo para Mickey Mouse.




Pienso en el tímido Clark Kent
que se convierte en Superman.
La vampiresa Betty Boop,
con la pequeña Lulú;
el conejo Buggs y las dos urracas
alegraron la infancia de mis hijos.
En la nave de Buck Rogers
volaba mi fantasía
y con Silvestre y el Pato Lucas
la maldad se volvió divertida.
La chistera de Mandrake
todo lo hacía posible
y viajé por las calles de Nueva York
del brazo del Spiderman.
Flash Gordon, Dick Tracy, el príncipe Valiente
Donad Duck y tantos héroes de las historietas
nos hicieron pasar momentos felices
o descansar unos instantes
de nuestra propia vida.




...




LA MUCHACHA QUE JUEGA AL BILLAR



La muchacha que juega al billar
con el taco en las manos se inclina sobre la mesa
dejando descender su tanga transparente:
Dos nalgas doradas iluminan el salón
donde tres viejos admiramos la escena
y en un rincón, indolente,
su novio, quizás hasta orgulloso
bebe un trago de su clara cerveza.

2 de marzo de 2008

Cesare Pavese







Escritor italiano, uno de los más importantes del S.XX. Nacido en Santo Stefano Belbo (Cuneo) el 9 de septiembre de 1908 y fallecido en Turín el 27 de agosto de 1950). Durante toda su vida tratará de vencer la soledad interior, que veía como una condena y una vocación.Estudioso y pensador que se reconocía en la izquierda italiana, se suicidó a los cuarenta y dos años de edad. Su gran amigo el escritor Davide Lajolo describió en un libro titulado El vicio absurdo el malestar existencial que envolvió siempre su vida.










REGRESO DE DEOLA



Volveremos a la calle a mirar transeúntes
y también nosotros seremos transeúntes. Idearemos
cómo levantarnos temprano, deponiendo el disgusto
de la noche y salir con el paso de otros tiempos.
Le daremos en la cabeza al trabajo de otros tiempos.
Volveremos a fumar atolondradamente contra el vidrio,
allá abajo. Pero los ojos serán los mismos,
también el rostro y los gestos. Ese vano secreto
que se demora en el cuerpo y nos extravía la mirada
morirá lentamente en el ritmo de la sangre
donde todo se pierde.

Saldremos una mañana,
ya no tendremos casa, saldremos a la calle;
nos abandonará el disgusto nocturno;
temblaremos de soledad. Pero querremos estar solos.
Veremos los transeúntes con la sonrisa muerta
del derrotado, pero que no grita ni odia
pues sabe que desde tiempos remotos la suerte
-todo lo que ha sido y será- lo contiene la sangre,
el murmullo de la sangre. Bajaremos la frente,
solos, a media calle, a escuchar un eco
encerrado en la sangre. Y ese eco nunca vibrará.
Levantaremos los ojos, miraremos la calle.



...




TÚ...



Tú,
sonrisa moteada
sobre nieves heladas-
viento de marzo,
ballet de ramas
combadas sobre la nieve,
gimiendo y encendiendo
tus pequeños "¡oh!"-
gamo de blancos miembros,
gentil,
podría saber
todavía
la gracia deslizante
de todos tus días,
la blonda espumosa
de todos tus caminos-
se ha helado el mañana
abajo en la llanura-
tú, sonrisa moteada,
tú, risa encendida.

Khalil Gibran











Fue un poeta, pintor, novelista y ensayista libanés nacido en Becharré, Líbano, el 6 de enero de 1883 y fallecido por síncope el 10 de abril de 1931 en Nueva York.






Tus hijos no son tus hijos
son hijos e hijas de la vida
deseosa de sí misma.
No vienen de ti, sino a través de ti
y aunque estén contigo
no te pertenecen.
Puedes darles tu amor,
pero no tus pensamientos, pues,
ellos tienen sus propios pensamientos.
Puedes abrigar sus cuerpos,
pero no sus almas, porque ellas,
viven en la casa del mañana,
que no pueden visitar
ni siquiera en sueños.
Puedes esforzarte en ser como ellos,
pero no procures hacerlos semejantes a ti
porque la vida no retrocede,
ni se detiene en el ayer.
Tú eres el arco del cual, tus hijos
como flechas vivas son lanzados.
Deja que la inclinación
en tu mano de arquero
sea para la felicidad.

Théophile Gautier










Famoso poeta, dramaturgo, novelista, periodista, crítico literario y fotógrafo francés (1811-1872). Pese a ser un ardiente defensor del Romanticismo, su obra tiene referencias del Parnasianismo (del que fue fundador), Simbolismo y Modernismo.








SONETO JAPONÉS



Por subrayar, glorioso, de tu frente la albura
el Japón dio a tus ojos su más límpido añil;
la porcelana blanca no tiene la blancura
de tu cuello tan suave como terso marfil.

En tu rostro sedátil suave lampo fulgura;
es tu voz como el eco de las auras de abril,
y cuando te levantas, sonriendo, en mi negrura
eres luna de nácar que me alumbra sutil.

Hay núbiles anhelos en tu mirar de raso;
tu boca tiene púrpura de nubes en ocaso
y es tu nariz risueña la de gentil musmé.

Pareces una frágil sombrilla japonesa
y cerca de ti aspiro, mi lánguida princesa,
algo tan dulce y raro como el olor del té.











LAS PALOMAS



En el collado aquel de los sepulcros
una palmera y su penacho verde
se yerguen donde acuden las palomas
a anidar por la noche y guarecerse.
Con el alba desertan de las ramas:
como un collar que se desgrana, vemos
-blancas, dispersas, en el aire azul-
que algún tejado buscan aún más lejos.

Todas las noches es un árbol mi alma
donde se posan con las alas trémulas
enjambres blancos de visiones locas
para echar a volar cuando clarea.

1 de marzo de 2008

Alberto Acosta










La Habana, 1957. Poeta y narrador. Tiene publicadas las obras, Como el cristal quemado, 1988, El Ángel y la Memoria, 1990, Todos los Días de este Mundo, 1990, La Noche de Paolo, 1991, Éramos tan Puros, 1992, Alabanza del Sueño, 1994, Diario di Sabbia, 1995, Testimone Fidato, 1995, Monedas al Aire, 1996, Música vaga, 2001. Obras poéticas suyas se han traducido al rumano, portugués e italiano






De Sylvia 's Notebook




Este invierno ha llegado con un lenguaje descorazonador: manchas de sangre del alma por todas partes, sobre las sábanas, bajo la nieve, entre las páginas por escribir. Cuesta mucho creer que la primavera está naciendo en algún rincón del bosque, en plena madrugada, junto al cartel de caza prohibida o tras la roca desgastada del sendero.
Preguntándome cuál ha sido la más honda experiencia de los últimos años de mi vida junto a ti, una voz respondió sin vacilar:¡el invierno!



...




Tuve un sueño en el que vivía dentro de una cesta de confituras secas.

Reina María Rodríguez




Poeta cubana nacida en La Habana en 1952. Licenciada en Literatura Hispanoamericana por la Universidad de La Habana, es sin lugar a dudas una de las figuras más importantes de la poesía cubana.Ha publicado en revistas de América y Europa, y su obra ha sido traducida a varias lenguas. Ha sido galardonada con el premio de poesía "Julián del Casal" de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba en los años 1980 y 1993, con el premio "RevistaPlural" de México en 1992, y con el premio "Casa de las Américas" en 1984 y 1998. Además, en 1999, recibió la "Orden de Artes y Letras de Francia". Su obra publicada la integran: Cuando una mujer no duerme en 1980, Para un cordero blanco en 1984, En la arena de Padua en 1991, Páramos en 1993, Travelling en 1995, La foto del invernadero en 1998, y Te daré de comer como a los pájaros… en el año 2000. Dirige en La Habana el proyecto cultural Casa de Letras y es editora de la revista Azoteas.










De: Te daré de comer como a los pájaros





me escapé a ser por un rato (sobreabundancia de ser -Blanchot). adolescente movediza, qué otro tejido estás haciendo con ese punto falso, peligrosamente? llevaré los cristales al rastro. cómo hacer para construir la casa de adentro?... es una actividad que ignoran completamente los hombres, ellos pueden construir casas, pero no crearlas... (M. Duras)... nosotras, tan sutiles, envolviendo sus construcciones (su huevo) enlazando, armando, el mito... y deshaciéndolo.

cuando un fenómeno extraño está en la base de una imagen extraordinaria, de una imagen que llena el alma de sueños desmesurados, a quién, a cuál de ellos hay que considerar real?

Marcel Proust











París, 10 de julio de 1871 – Ibídem, 18 de noviembre de 1922. Escritor francés, autor de la serie de siete novelas En busca del tiempo perdido, una de las obras más destacadas e influyentes de la literatura del siglo XX.







Gérard de Nerval




"Gérard de Nerval, que era como el viajante de comercio de París a Munich...".
Esta apreciación parece sorprendente hoy, cuando se está de acuerdo en proclamar a Sylvie como una obra maestra. Sin embargo, tengo que confesarlo, se admira hoy a Sylvie tan torcidamente a mi modo de ver, que casi habría preferido para ella el olvido en que la sumió Sainte-Beuve, del que al menos podía salir intacta y con su maravillosa lozanía. Es cierto que, cuando una fiel interpretación le devuelve su belleza no ha de tardar en salir una obra maestra incluso de ese olvido que la deteriora, que la desfigura bajo colores que no tiene. La escultura griega quizá se ha visto más desprestigiada por la interpretación de la Academia, o la tragedia de Racine por los neoclásicos, que hubiera podido estarlo por un olvido total. Mejor hubiera sido no leer a Racine que ver en él a Campistron. Pero hoy ha quedado liberado de esa vulgaridad y se nos muestra tan original y nuevo como si hubiera sido desconocido. Lo mismo ocurre con la escultura griega. Y es un Rodin, es decir, un anticlásico, quien señala eso.
Hoy se está conforme en que Gérard de Nerval era un escritor retrasado de finales del siglo dieciocho y que el romanticismo no influyó en un galo puro, tradicional y local que brindó en Sylvie un cuadro ingenuo y delicado de la vida francesa idealizada. He aquí lo que se ha hecho de este hombre, que a los veinte años traducía el Fausto, iba a ver a Goethe a Weimar, proveía al romanticismo de toda su inspiración extranjera, se hallaba desde su juventud sometido a ataques de locura, estuvo finalmente recluido, sentía la nostalgia del Oriente, y acabó por marchar hacia él, y se le encontró ahorcado en la poterna de un patio inmundo, sin que, dado lo extraño de sus amistades y su conducta, a donde le habían llevado la excentricidad de su carácter y el trastorno de su cerebro, haya podido decidirse si se quitó la vida en un arrebato de locura, o fue asesinado por uno de sus compañeros habituales, pareciendo las dos hipótesis igualmente plausibles. Loco, pero no de una locura puramente orgánica, por así decirlo, que no influía en nada en la esencia de su pensamiento, como esos locos que hemos conocido que fuera de sus crisis tenían casi demasiada cordura, un carácter casi demasiado razonable, demasiado positivo, atormentado sólo por una melancolía sólo física. En Gérard de Nerval la incipiente locura y aún no declarada no consiste más que en una especie de subjetivismo excesivo, de importancia mayor, por así decirlo, atribuida a un sueño, a un recuerdo, a la cualidad personal de la sensación, que a lo que esta sensación supone de común a todos, de perceptible a todos, la realidad. Y cuando esta disposición artística, la disposición que, según la expresión de Flaubert, conduce a no considerar la realidad más que "para utilizar una ilusión en describir" y a hacer de las ilusiones que se encuentran la recompensa por describir una especie de realidad, acaba convirtiéndose en locura, esta locura representa hasta tal punto el desenvolvimiento de su originalidad literaria en lo que tiene de esencial que la describe a medida que la va experimentando, al menos mientras sigue siendo descriptible, como un artista advertiría al dormirse las etapas de conciencia que conducen de la vigilia al sueño, hasta el momento en que el sueño hace imposible el desdoblamiento. Y es también en esta época de su vida cuando escribió sus admirables poemas en donde se hallan, quizá, los versos más bellos de la lengua francesa, pero tan oscuros como los de Mallarmé, tan oscuros, ha dicho Teófilo Gautier, que vuelven claro a Lycophron:
Soy el tenebroso...
y a tantos otros...
Ahora bien, no existe en absoluto solución de continuidad entre Gérard el poeta y el autor de Sylvie. Incluso cabe decir -y es evidentemente uno de los reproches que se le pueden formular, una de las cosas que indican en él al autor, si no de segunda fila, cuando menos sin un talento verdaderamente decidido, que crea su forma de arte a la vez que su pensamiento- que sus versos y sus cuentos no son (como los Petits poémes en prose de Baudelaire, y Les Fleurs du Mal, por ejemplo) más que diferentes intentos de expresar lo mismo. En tales genios la visión interior es muy certera, muy poderosa. Pero, defecto de la voluntad o ausencia de instinto decidido, predominio de la inteligencia que señala las distintas vías antes que pasar por una, se intenta en verso, y luego para no perder la primera idea se escribe en prosa, etc.
Se ven versos que expresan casi lo mismo. Así como en Baudelaire encontramos un verso:
Le ciel pur où frémit l'éternelle chaleur
El cielo puro en que tiembla el calor eterno
que en los Petits poémes en prose encuentra su correspondencia :
Un ciel pur oú se perd l'éternelle chaleur,
Un cielo puro donde se pierde el calor eterno
asimismo, habrá reconocido usted en este verso que citaba hace un instante:
Et la treille oü le pampre à la rose s'allie
Y el emparrado donde se une el pámpano a la rosa
la ventana de Sylvie:
oú le pampre s'enlace aux rosiers
donde el pámpano se enlaza a los rosales
Y pronto en cada casa que aparece en Sylvie vemos cómo se unen las rosas a las viñas. Jules Lemaître, a quien no se ha aludido (me explicaré dentro de poco), citó en su Racine este comienzo de Sylvie: "Danzaban muchachas en círculo sobre el césped cantando viejas tonadas que conocían por sus madres, y en un francés tan naturalmente puro que se convencía uno de que había nacido en ese antiguo país de Valois, en donde durante más de mil años ha latido el corazón de Francia." ¿Tradicional, muy francés? No lo considero así en absoluto. Es preciso situar esa frase donde se halla, en su verdadera luz. Es en una especie de sueño: "Volví a mi cama y no pude hallar el reposo. Sumido en una semisomnolencia, mi juventud toda volvía a pasar por mis recuerdos. Ese estado en que la mente se resiste todavía a las extravagantes amalgamas del sueño, permite muchas veces ver hacinarse en unos minutos los cuadros más destacados de un largo período de existencia." Habrá reconocido usted inmediatamente esta poesía de Gérard:
// est un air pour qui je donnerais...
Hay una tonadilla por la que yo daría...
Así pues, lo que hallamos aquí es uno de esos cuadros de un color irreal que no vemos en la realidad, que incluso las palabras no evocan, pero que en ocasiones sí vemos en el sueño, o que la música evoca. A veces, en el instante de conciliar el sueño, se les percibe, se quiere fijar y definir su forma. Se despierta uno entonces, y ya han desaparecido, se abandona uno y antes de que se los haya podido concretar se queda uno dormido, como si la inteligencia no estuviese autorizada para verlos. Incluso los seres que aparecen en cuadros semejantes no son más que sueños.
Une femme que dans une autre existence peut-être
J'ai vue et dont je me souviens...
Una mujer que quizás en otra existencia
haya visto, y de la que me acuerdo...
¿Qué hay menos raciniano que eso? Que el objeto mismo del deseo y del sueño sea precisamente ese encanto francés en que vivió Racine y que expresó por lo demás sin sentirlo, es muy posible, pero es como si se descubriera que un vaso de agua fresca y una persona febril son cosas absolutamente iguales, porque él lo desea, o la inocencia de una joven y la lubricidad de un viejo porque lo primero constituye el sueño del segundo. Lemaître, y digo eso sin que altere en nada mi profunda admiración por él, sin que ello quite nada a su libro maravilloso, incomparable, sobre Racine, ha sido el inventor, en esta época en que hay tan poca, de una crítica muy propia de él, que constituye toda una creación, y en donde, en los fragmentos más característicos y que perdurarán porque son completamente personales, le gusta sacar de una obra una cantidad de cosas que manan entonces de ella con profusión, como si se tratara de juegos malabares.
Pero, en realidad, no hay nada de todo eso en Phèdre ni en Bajazet. Si por cualquier razón aparece en un libro la palabra Turquía, en el caso de que, por otro lado, no se tenga de ella ninguna idea, ninguna impresión, ningún deseo, no se puede decir que esté Turquía en ese libro. Racine solar, rayos del sol, etc. En arte sólo importa lo que se ha expresado o sentido. Decir que Turquía no está ausente de una obra, es tanto como decir que la idea de Turquía, la sensación de Turquía, etc.
Sé muy bien que hay del amor hacia determinados lugares otras formas de expresión distintas al amor literario, formas menos conscientes, pero quizá tan profundas. Sé que hay hombres que no son artistas, jefes de oficina, pequeños o grandes burgueses, médicos que, en lugar de poseer un lindo apartamento en París o un coche, o ir al teatro, invierten una parte de sus ingresos en gozar de una casita en Bretaña, en donde se pasean por la noche, inconscientes del placer artístico que experimentan, y que como máximo lo expresan diciendo de cuando en cuando: "Hace buen tiempo, qué buen tiempo", o "qué agradable es pasearse por la noche". Pero nada nos indica siquiera que eso se diera en Racine, y de cualquier modo no hubiera tenido esa índole nostálgica, el color de sueño de Sylvie. En la actualidad toda la escuela que a decir verdad ha sido útil, frente a la logomaquia abstracta imperante, ha impuesto al arte un nuevo juego que aquélla cree recogido de la antigüedad, y se empieza por convenir que para no lastrar la frase no se le hará expresar nada en absoluto, que para hacer más nítido el perfil del libro se prohibirá la expresión de cualquier impresión difícil de expresar, todo pensamiento, etc., y para que la lengua conserve su carácter tradicional, habrá que contentarse constantemente con frases ya existentes, hechas, sin tomarse ni siquiera la molestia de volver a pensarlas. No hay gran mérito en que el tono esa muy rápido, la sintaxis de buena ley, y un aire bastante desenvuelto. No es difícil recorrer el camino a la carrera si antes de partir se comienza por desembarazarse de todos los tesoros que estaba uno encargado de llevar. Sólo que la rapidez del viaje y la comodidad de la llegada son bastante indiferentes, puesto que nada se trae cuando se llega.
Es un error creer que un arte semejante ha podido considerarse heredero del pasado. De cualquier forma no debe, y menos que a nadie, invocar a Gérard de Nerval. Lo que se lo ha hecho creer es que les gusta limitarse en sus artículos, sus poemas o sus novelas a describir una belleza francesa "moderada, con claras arquitecturas, bajo un cielo plácido, con collados e iglesias como los de Dammartin y Ermenonville". Nada más lejos de Sylvie.
Si cuando Barrès nos habla de los cantones de Chantilly, de Compiègne y de Ermenonville, cuando nos habla de atracar en las islas del Valois, o de ir a los bosques de Cháális o de Pontarné, experimentamos esa turbación deliciosa, se debe a que estos nombres los hemos leído en Sylvie, que no están forjados con recuerdos de tiempo real, sino con esa placentera frescura, pero con un fondo de inquietud, que sentía este "loco delicioso" y que creaba para él, de esas mañanas en esos bosques o, mejor aún, su recuerdo "soñado a medias", un hechizo lleno de turbación. L'Ile de France, país de moderación, de encanto mediano, etc. ¡Ay! qué lejos está de eso, cuánto existe de inexplicable, más allá del frescor, más allá de la mañana, más allá del buen tiempo, más allá de la evocación del pasado mismo, ese algo que hacía saltar, erguirse y cantar a Gérard, pero no con alegría sana, y que nos transmite esa turbación infinita cuando pensamos que esos países existen y que podemos ir a pasear por el país de Sylvie. Por eso, ¿qué hace Barrès para sugerirlo? Nos dice esos nombres, nos habla de cosas que tienen aire tradicional y cuyo sentimiento, el hecho de complacerse en ellos, es muy del día, muy poco prudente, muy poco "encanto mediano", muy poco "He de France", según Hallays y Bou-langer, como la divina dulzura de los cirios vacilantes en pleno día en nuestros entierros, y las campanas en la bruma de octubre. Y la prueba mejor reside en que algunas páginas después puede leerse la misma evocación, la hace para Vo-güé, que se queda en la Turena en los paisajes "hechos a nuestro gusto", en la rubia Loire. ¡A cuántas leguas se halla eso de Gérard! En efecto, recordamos la embriaguez de esas primeras mañanas de invierno, el deseo del viaje, el encantamiento de las lejanías soleadas. Pero nuestro placer está hecho de turbación; la gracia mesurada del paisaje es la materia, pero él va más allá. Este más allá es indefinible. En el caso de Gérard será un día de locura. Mientras tanto no tiene nada de mesurado, de francés genuino. El talento de Gérard ha impregnado esos nombres, esos lugares. Creo que toda persona con una sensibilidad aguda puede dejarse sugestionar por ese ensueño que nos produce una especie de inquietud, "pues no hay inquietud más punzante que la del Infinito". Pero no se nos proporciona la turbación que nos da nuestra querida hablando del amor, sino diciendo esas pequeñas cosas que pueden evocarlo, el pliegue del vestido, su nombre. Así pues, todo eso no significa nada, son las palabras Cháális, Pontarmé, islas de l'Ile-de-France, las que exaltan hasta la embriaguez el pensamiento de que en una hermosa mañana de invierno podemos marchar a ver esos países de ensueño por los que se paseó Gérard.
Por eso todos los elogios que se nos pueda hacer de los países nos dejan fríos. Y desearíamos tanto haber escrito esas páginas de Sylvie. Pero como dice Baudelaire, no se puede ser rico y gozar del cielo al mismo tiempo. No se puede haber construido con la inteligencia y el gusto un paisaje, ni siquiera como Victor Hugo, ni siquiera como Heredia, en el vacío, y haber impregnado un país de ese ambiente de sueño que dejó Gérard en Valois, porque fue de su sueño de donde lo extrajo. Se puede pensar sin turbación en el admirable Villequier de Hugo, en la admirable Loire de Heredia. Se estremece uno cuando lee en una guía de ferrocarriles el nombre de Pontarmé. Hay en él algo de indefinible, que se transmite, que por espíritu calculador se querría tener sin experimentarlo, pero que es un elemento original que entra en la composición de esos genios y no existe en la composición de los demás, y que es algo más, como en el hecho de estar enamorado existe algo más que la admiración estética y el gusto. Eso es lo que hay en ciertas iluminaciones del sueño, como el que se produce ante un castillo Luis XIII, y aunque se sea tan inteligente como Lemaître, se yerra cuando se lo cita como modelo de gracia mesurada. Es un modelo de obsesión enfermiza... Recordar ahora lo que su locura tenía de inofensivo, de casi tradicional y de antiguo llamándolo un "loco delicioso", es por parte de Barrès una muestra de gusto encantador.
¿Volvió a ver Gérard el Valois para componer Sylvie? Claro que sí. La pasión se crea su objeto real, el amante en sueños de un país quiere verlo. Sin ello, no sería sincero, Gérard es ingenuo y viaja. Marcel Prévost se dice: quedémonos en casa, es un sueño. Pero a fin de cuentas, no es más que lo inexplicable, lo que se creyó que no se sería capaz de incluir en un libro, lo que permanece en él. Es algo vago y obsesivo como el recuerdo. Es una atmósfera. La atmósfera azulada y purpúrea de Sylvie. Esa cosa inexpresable, cuando la hemos sentido, nos hace pensar que nuestra obra valdrá tanto como la de quienes lo han sentido, ya que en definitiva las palabras son las mismas. Sólo que eso no está en las palabras, no está expresado, está entre las palabras, como la bruma de una mañana de Chantilly.
Si un escritor completamente opuesto a las claras y fáciles acuarelas, ha intentado definirse laboriosamente a sí mismo, captar, perfilar oscuros matices, leyes profundas, impresiones casi inaprensibles del alma humana, es Gérard de Nerval en Sylvie. Esta historia que llamáis la pintura ingenua, es el sueño de un sueño, recordadlo. Gérard intenta recordar a una mujer a la que amó al mismo tiempo que a otra, que preside así determinadas horas de su vida y que todas las noches lo ocupa a determinada hora. Y evocando ese tiempo en un marco onírico le asalta el deseo de partir hacia ese país, sale de su casa, se hace abrir la puerta, y coge un coche. Y traqueteando hacia Loisy, se acuerda y empieza a contar. Llega luego aquella noche de insomnio, y lo que ve entonces, separado, por así decirlo de la realidad por aquella noche de insomnio, por aquella vuelta a un país que representa para él más bien un pasado que existe al menos tanto en su corazón como en el mapa, está tan estrechamente mezclado a los recuerdos que él continúa evocando, que se ve uno obligado en todo instante a volver las páginas que anteceden para ver dónde se encuentra, si en el presente o en el recuerdo del pasado.
Los mismos seres son como una mujer de los versos que habíamos citado, "que he visto en otra existencia y a la que recuerdo". Esta Adriana que él cree la comediante, lo que hace que se enamore de la comediante, y que no era ella, esos castillos, esos nobles personajes que le parece que viven preferentemente en el pasado, esa fiesta que tiene lugar el día de San Bartolomé y que no está en absoluto seguro de que haya tenido lugar y no haya sido un sueño, "el hijo del guarda estaba embriagado", etcétera, tengo razón al decir que en todo eso hasta los seres no son más que las sombras de un sueño. La mañana divina en el camino, la visita a la casa de la abuela de Sylvie, eso sí es real... Pero recuerde usted: aquella noche, todavía no ha dormido más que un momento al sereno, y sumido en un extraño sueño en el que aún percibía las cosas, porque se levanta con el repiquetear del ángelus que no ha llegado a oír, en el oído.
Si se quiere, semejantes mañanas son reales. Pero existe en ellas esa exaltación según la cual la menor belleza nos embriaga y casi nos da, aunque la realidad no puede habitualmente hacerlo así, un placer de sueño. El color exacto de cada cosa nos conmueve como una armonía, se desea llorar al ver que las rosas son rosas o, si nos hallamos en invierno, al ver en los troncos de los árboles bellos colores verdes casi emitiendo destellos, y si un poco de luz viene a incidir sobre esos colores, como por ejemplo a la puesta del sol cuando la lila blanca hace cantar su blancura, se siente uno inundado de belleza. En las moradas en donde el aire vivo de la naturaleza todavía nos excita, en las moradas campesinas o en los castillos, esa exaltación es tan intensa como lo era en el paseo, y un objeto antiguo que nos trae un motivo de sueño aumenta esa exaltación. A cuántos pragmáticos dueños de castillos he debido asombrar con la emoción de mi gratitud o de mi admiración, sólo al ascender por una escalera cubierta de una alfombra de colores diversos, o contemplando durante el almuerzo el pálido sol de marzo que hacía brillar los verdes colores transparentes con que aparecen cubiertos de pátina los troncos del parque y venía a calentar su pálido rayo en la alfombra próxima a la gran chimenea, mientras que el cochero llegaba a recibir órdenes para el paseo que íbamos a emprender. Así son esas mañanas benditas, quebrantadas por un insomnio, el desquiciamiento nervioso de un viaje, una embriaguez física, una circunstancia excepcional, labrada en la dura piedra de nuestros días, y conservando milagrosamente los colores deliciosos, exaltados, el encanto que los aísla en nuestro recuerdo como una gruta maravillosa, mágica y multicolor en su atmósfera singular.
El color de Sylvie es un color púrpura, de una rosa púrpura de terciopelo púrpura o violáceo, pero en absoluto los tonos acuarelados de la Francia moderada de ellos. Esta evocación del rojo vuelve a aparecer en todo momento, tiros, pañuelos de seda rojos, etc. Y ese mismo nombre purpúreo con sus dos i: Sylvie, la verdadera Hija del Fuego. A mí, que podría enumerar esas leyes misteriosas del pensamiento que muchas veces ha deseado expresar y que hallo expresadas en Sylvie -creo que podría contar hasta cinco y seis- me asiste el derecho de decir que cualquiera que sea la distancia que una ejecución perfecta (que lo es todo) señale entre una simple veleidad de carácter y una obra maestra, o entre los escritores llamados jocosamente pensadores y Gérard, son ellos quienes sin embargo pueden invocarle y no aquellos a quienes no les resulta difícil la perfección de la obra, puesto que en realidad nada hacen. Desde luego, el cuadro que presenta Gérard es deliciosamente sencillo. De ahí el éxito único de su genio. Esas sensaciones tan subjetivas, si no decimos más que el motivo que las provoca, no aportamos precisamente lo que les da valor a nuestros ojos. Pero además, si analizando nuestra impresión intentamos transmitir lo que tiene de subjetivo, provocamos la desaparición de la imagen y el cuadro. De suerte que por desesperación alimentamos nosotros mucho más nuestras ensoñaciones con lo que nombra nuestro sueño sin explicarlo, con las guías de ferrocarril, los relatos de viajes, los nombres de los comerciantes y de las calles de un pueblo, los apuntes de Bazin en donde se clasifica cada especie de árbol, que con un Pierre Loti demasiado subjetivo. Pero Gérard ha encontrado el medio de no hacer más que pintar y prestar a su cuadro los colores de su sueño. Probablemente exista todavía excesiva inteligencia en su relato...

Antonio Armenteros
















El túnel
(variación sobre el film: ¿Es fácil ser joven? de Yuri Podnieks)


I

Se que hemos realizado los gestos
que prefiguraron las cartas.
En Siberia el blancor resplandeciente cegaba,
mientras veía a mi hijo como sangre en la nieve.
Me niegan el rostro, los ojos,
me expulsa su vientre que alguna vez
fuera mi casa.

Los árboles caen talados del único golpe,
-tal y como lo soñamos.
Y los mujiks lentos movían las cabezas,
no sé si por la sangre,
no sé si por mi hijo,
no sé si por el fuego.

En la estepa las chispas azules espejeando
-busqué un mar, aferrándome a él
como a una tabla y me decía:
"Al mar que odio, las nieves que huyen,
la muchacha y nada".
Susurran lejanos los álamos,
se torcían las cartas en la mano, el sol,
-distancia apenas accesible.
Esas chispas azules del gran túnel.
En Siberia su voz era un trazo
de pálida inocencia.

Con la mano, con la levedad de la mano
en las cartas me mostraban un corazón
-sobre la nieve- el rojo corazón del hijo.


II

Se que hemos utilizado los gestos
que prefiguraron las voces.

Se que hemos intentado los pasos
que esperaban los ojos.

Sé que hemos sobrepasado los espacios
que anunciaban los relojes.

Manuel Rivas
















La Coruña vio nacer a Manuel Rivas en 1957. Es poeta, narrador, ensayista y periodista. Su obra narrativa ha sido galardonada con el Premio de la Crítica Española (por O lapis do carpinteiro, 1988, y por Un millón de vacas, 1989), el Premio de la Crítica de Galicia (por En salvaxe compaña, 1993), el Torrente Ballester y el Premio Nacional de Narrativa (por ¿Que me queres, amor?, 1996). Su obra poética, por otra parte, cuenta con el Leliadoura (1989). Estamos en presencia de uno de los autores sobresalientes de la Generación Poética de los Ochenta.


traducción y nota introductoria de: Rafael Álvarez R.



De: Ningún cisne (1989), en Do descoñecido ao descoñecido, obra poética (1980-2003), 2003.




“Grillo”



Quería mostrar a sus hijos como se cazaba un grillo.
Hay que arrastrarse sigilosamente, como un gato,
de cara al sol, sin que la sombra delate.
En la gruta hay que fustigarlo con una paja
y agarrarlo de un zarpazo cuando asome.
Y así fue como cazó un grillo,
de la estirpe de los reyes cojos cantores,
e hizo felices durante casi un minuto a sus muchachos.
Lo llevó en un frasco con hojitas de trébol
y el grillo cantó durante todo el día
y ya de noche,
cuando los críos se durmieron,
también cantaba el grillo.
Lo miró a través del vidrio.
Tenía una curiosa cabeza,
magnífica y fea,
como la de un samurai con armadura
o de héroe futurista.
Bajó con las jabas de basura y también con el frasquito.
Y allí quedó el grillo cantor,
en la acera suburbial,
en esa hora en que la gente mide sus pasos.

“Marihuana”

Mi hermana echó en el huerto una semilla de maría.
Salió adelante vistosa e hidalga
entre honradas legumbres,
mi padre la saludó con orgullo.
No sé qué carajo de planta es,
decía al vecindario,
pero mirad como crece.
La maría resultó ser macho
y murió sin gloria,
el día en que se casan de blanco las patatas.

“Sala x”

Había una protesta de estudiantes de Humanidades,
discriminados en los nuevos planes educativos.
El portero cojo de la sala x de mi barrio
también se quejaba de escasa clientela
ante los reclamos pornográficos.
Esto, amigo, es el declive de los géneros clásicos.

Gertrudis Gómez de Avellaneda












Camagüey; 23 de marzo de 1814 - Madrid; 1 de febrero de 1873. Escritora y poetisa cubana. Vivió en Cuba hasta 1836 cuando en compañía de su familia salió hacia España. Obtuvo grandes logros en los campos de la lírica y el drama. En 1865 se establece en Sevilla donde su obra alcanza una verdadera exaltación mística.










A él



No existe lazo ya; todo está roto;
plúgole al cielo así; ¡bendito sea!
Amargo cáliz con placer agoto:
mi alma reposa al fin: nada desea.

Te amé, no te amo ya: piénsolo al menos;
¡nunca si fuere error la verdad mire!:
que tantos años de amargura llenos
trague el olvido, el corazón respire.

Lo has destrozado sin piedad; mi orgullo
una vez y otra vez pisaste insano...
mas nunca el labio exhalará un murmullo
para acusar tu proceder tirano.

De grandes faltas vengador terrible
dócil llenaste tu misión, ¿la ignoras?
no era tuyo el poder que irresistible
postró ante ti mis fuerzas vencedoras.

Quísolo Dios y fue: ¡gloria a su nombre!
Todo se terminó: recobro aliento,
¡Angel de las venganzas! Ya eres hombre...
ni amor ni miedo al contemplarte siento.


Cayó tu cetro, se embotó tu espada…
Mas ¡ay! ¡Cuan triste libertad respiro!
hice un mundo de ti que hoy se anonada,
y en honda y vasta soledad me miro.


¡Vive dichoso tú! Si en algún día
ves este adiós que te dirijo eterno,
sabe que aun tienes en el alma mía
generoso perdón, cariño tierno.